Evita la trampa de la religión
Sermon • Submitted
0 ratings
· 25 viewsCultivemos una relación profunda con Dios con toda humildad, sin fingimientos.
Notes
Transcript
1 Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
1 Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: 2 «Los maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés. 3 Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican.
1 Entonces Jesús les dijo a las multitudes y a sus discípulos: 2 «Los maestros de la ley religiosa y los fariseos son los intérpretes oficiales de la ley de Moisés. 3 Por lo tanto, practiquen y obedezcan todo lo que les digan, pero no sigan su ejemplo. Pues ellos no hacen lo que enseñan.
1 Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a Sus discípulos:
2 «Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés.
3 »De modo que hagan y observen todo lo que les digan; pero no hagan conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen.
¿Alguna vez tomaste un camino equivocado? Hoy en día contamos con recursos digitales que nos facilitan mucho los viajes, y nos apoyamos en ellos con mucha confianza, pero hubieron momentos en que no existían. Sin la ayuda del GPS, podíamos a veces procurar dirigirnos a un lugar y transitar parte del trayecto para luego darnos cuenta de que equivocamos el camino. ¡Qué incomodidad! ¡Qué frustración! ¡Qué confusión! Tendríamos que regresar sobre nuestros pasos y buscar cuál habría sido nuestro error, para luego encontrar la manera acertada para llegar donde queríamos.
Eso es algo que nos puede suceder, a un nivel mucho más serio todavía, en cuanto a cómo administramos nuestra vida. Sí, podemos equivocar el camino. Podemos confundirnos con señales que “parecen las correctas” pero que nos desvían del destino al que procuramos llegar.
¿Adónde quieres llegar con tu vida? ¿Hacia dónde te diriges?
Será mejor que prestes atención, porque es demasiado fácil equivocarse, y los resultados serían desastrosos.
Por eso Jesús nos advirtió, con toda claridad, cuál es el Camino correcto, y también cuáles caminos evitar.
En este pasaje, uno de los discursos más largos del Maestro, presenta una fuerte advertencia en contra de los caminos espirituales aparentemente correctos y una fuerte exhortación a evitarlos.
Observa que Jesús dirigió esta enseñanza a todos: a la gente y a los discípulos.
El Maestro no utiliza sutilezas ni indirectas para señalar la diferencia entre lo bueno y lo malo. Identifica con toda claridad, desde el comienzo, de quién está hablando:
En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.
Los evangelios nos dan testimonio de los muchos enfrentamientos que Jesús tuvo con los escribas y fariseos. En varias ocasiones le tendieron trampas con el propósito de hacerle quedar mal delante de la gente. Fueron quienes más resistieron su ministerio y enseñanzas, aún teniendo ante sus ojos los milagros más grandes que un ser humano haya realizado.
Ahora es el turno de Jesús de hablar de ellos.
Jesús reconoce la posición que habían asumido. Se sentaban en la cátedra de Moisés. Habían asumido la responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios, la Ley de Dios.
Si tuviéramos que distinguir hoy a alguien o algún grupo que los represente, ¿quiénes serían?
Bueno, tenemos bastante claro quienes asumen hoy en día la responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios. Esa ya es una llamada de atención.
En primer lugar, ten cuidado con los pastores y maestros de la iglesia.
Debemos ser muy cuidadosos a la hora de escoger a quién seguir, de quién recibir enseñanzas, a quién le permitimos transmitirnos la verdad de Dios.
Observemos lo que Jesús encuentra que estos maestros están haciendo mal. Su exhortación es doble:
Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
Esto se llama “doble discurso”. Una es la enseñanza que transmiten sus labios y otra la que comunican sus acciones.
¿Puede suceder esto?
¿Podría alguno de nosotros caer en este error?
Sí. Y Sí.
Uno puede saber qué es lo correcto y aún indicarlo, enseñarlo, señalarlo con mucha convicción, pero aún así obrar de manera diferente.
Esto es algo que sucede muchas veces en las familias. Los hijos escuchan a sus padres enseñarles lo que tienen que hacer y aún regañarlos cuando fallan, pero siempre terminarán imitando lo que los padres hacen, no lo que dicen.
¿Puede suceder también en la iglesia? Sí, definitivamente, y es por eso que Jesús nos dirige esta exhortación.
Para empezar, procuremos ser personas íntegras, de un solo discurso, cumplidores de todo aquello que sabemos que es lo correcto. Nunca te conformes con conocer la verdad: practícala.
4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; 6 y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7 y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
4 Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.
5 »Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas; 6 se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, 7 y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí”.
4 Aplastan a la gente bajo el peso de exigencias religiosas insoportables y jamás mueven un dedo para aligerar la carga.
5 »Todo lo que hacen es para aparentar. En los brazos se ponen anchas cajas de oración con versículos de la Escritura, y usan túnicas con flecos muy largos. 6 Y les encanta sentarse a la mesa principal en los banquetes y ocupar los asientos de honor en las sinagogas. 7 Les encanta recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas y que los llamen “Rabí”.
4 »Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
5 »Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues agrandan sus filacterias y alargan los adornos de sus mantos.
6 »Aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
7 y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí.
No caigas en la trampa.
La religión puede ser una trampa mortal, y la debes evitar a toda costa.
Observa algunas de las cosas que hacen las personas que caen en esta trampa:
Los religiosos sobrecargan a los demás.
4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
4 Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.
4 Aplastan a la gente bajo el peso de exigencias religiosas insoportables y jamás mueven un dedo para aligerar la carga.
4 »Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Jesús lo señala muy claramente: atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres. Esas cargas son el peso de la responsabilidad que depositan en las personas en la forma de mandatos y costumbres obligatorias, que realmente son muy difíciles de cumplir. Son mandatos que vienen con la etiqueta de que “si no haces esto no estás bien con Dios”, enfatizando la Ley pero desconociendo el espíritu misericordioso y poderoso de la Lay. Además, el detalle es que procuran obligar a los demás sin hacerlo ellos mismos, ni con un dedo quieren moverlas. No caigas en esta trampa; no le exijas a otros lo que no puedes o quieres cumplir por ti mismo y por tu relación con Dios.
Los religiosos enfatizan las apariencias.
5 Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;
5 »Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas;
5 »Todo lo que hacen es para aparentar. En los brazos se ponen anchas cajas de oración con versículos de la Escritura, y usan túnicas con flecos muy largos.
5 »Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues agrandan sus filacterias y alargan los adornos de sus mantos.
A todos nos gusta vernos bien, y que los demás tengan un alto concepto de nosotros. Quien caen en la trampa de la religión hace muchas cosas para alimentar la imagen que los otros tengan de su persona. Quieren verse espirituales. Se vuelven adictos al reconocimiento que otros les manifiesten, diciendo cosas como “Tú estás tan cerca de Dios...”. Evita esta trampa mortal. Vives bajo la mirada de uno solo al que te tiene que importar agradar, y ese es Dios, quien es tu Juez, ante quien efectivamente tendrás que dar cuenta. Si haces algo, que no sea para impresionar a los otros.
8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 9 Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. 11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
8 »Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. 9 Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. 10 Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. 11 El más importante entre ustedes será siervo de los demás. 12 Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
8 »Pero ustedes, no permitan que nadie los llame “Rabí”, porque tienen un solo maestro y todos ustedes son hermanos por igual. 9 Además, aquí en la tierra, no se dirijan a nadie llamándolo “Padre”, porque sólo Dios, que está en el cielo, es su Padre espiritual. 10 Y no permitan que nadie los llame “Maestro”, porque ustedes tienen un solo Maestro, el Mesías. 11 El más importante entre ustedes debe ser el sirviente de los demás; 12 pero aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados.
8 »Pero ustedes no dejen que los llamen Rabí; porque Uno es su Maestro y todos ustedes son hermanos.
9 »Y no llamen a nadie padre suyo en la tierra, porque Uno es su Padre, el que está en los cielos.
10 »Ni dejen que los llamen preceptores; porque Uno es su Preceptor, Cristo.
11 »Pero el mayor de ustedes será su servidor.
12 »Y cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido.
¡Gracias, Señor Jesús, por distinguirnos de los religiosos! Pero presta atención, porque es muy fácil caer en la trampa. Sin embargo, nuestro Señor y Maestro nos enseña el camino correcto.
¿Qué nos enseña Jesús a hacer a diferencia de los que caen en la trampa de la religión?
Sigue estos consejos de Jesús:
Evita los títulos.
8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
8 »Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos.
No exaltes a otros.
9 Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.
9 Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. 10 Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo.
9 Además, aquí en la tierra, no se dirijan a nadie llamándolo “Padre”, porque sólo Dios, que está en el cielo, es su Padre espiritual. 10 Y no permitan que nadie los llame “Maestro”, porque ustedes tienen un solo Maestro, el Mesías.
9 »Y no llamen a nadie padre suyo en la tierra, porque Uno es su Padre, el que está en los cielos.
10 »Ni dejen que los llamen preceptores; porque Uno es su Preceptor, Cristo.
Así como no debemos buscar ser reconocidos, tampoco debemos otorgarle demasiado reconocimiento a los demás. Tus oraciones son tan escuchadas como las de los pastores, los maestros, los líderes en la iglesia. Ya tenemos un Padre, el que está en los cielos.
Dedícate a servir.
11 »Pero el mayor de ustedes será su servidor.
El mundo nos enseña las inmensas ventajas de ser servido por los demás. En el mundo, la mayoría de las personas buscan posiciones en las que puedan ser servidos. En ese sentido (y en muchos otros) el Reino de Dios se mueve contra la corriente. En el Reino de Dios los más grandes, los más importantes, los mayores, son los que sirven a todos. Nuestro propio Salvador afirmó una y otra vez que vino a servir, no a ser servido. ¿Seríamos nosotros mayores que Él? ¡De ninguna manera!
Humíllate.
12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
12 Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
12 pero aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados.
12 »Y cualquiera que se engrandece, será humillado, y cualquiera que se humille, será engrandecido.
Baja tu perfil, evita los aplausos, elude los reconocimientos. La realidad espiritual es muy diferente a lo que sucede en el mundo. En los ámbitos humanos, muchas veces el que se enaltece es enaltecido, pero no es eso lo que sucede en el mundo espiritual. No le tengas miedo a la humillación. No importa que los demás no te aplaudan. Vives bajo la mirada de Uno que lo ve todo, y que a su debido tiempo te recompensará. Nuestro Señor se humilló hasta lo sumo (Filipenses 2) y recibió el Nombre sobre todo nombre. Imita a Jesús, no a los líderes de este mundo.
Los 8 “¡Ay!”
Jesús se lamenta por los religiosos. Estos “ay” son una advertencia. Nada bueno está preparado para quienes caen en este tipo de conducta religiosa.
1. ¡Pobres de los que impiden que otros entren en el reino de Dios!
13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
13 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Les cierran a los demás el reino de los cielos, y ni entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo.
13 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues le cierran la puerta del reino del cielo en la cara a la gente. Ustedes no entrarán ni tampoco dejan que los demás entren.
13 »Pero, ¡ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que cierran el reino de los cielos delante de los hombres! Porque ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que están entrando.
¿Te has dado cuenta de que las personas pueden entrar al Reino de Dios por tu testimonio o quedar fuera de él por tu mal ejemplo?
¿Hay personas que dirían “Si ser cristiano es vivir como (tú), prefiero seguir como estoy”? Debemos vivir vidas que inviten a otros a conocer a Jesús.
2. ¡Pobres de los que se aprovechan de los demás con la excusa de la religión!
14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
14 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que devoran las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacen largas oraciones! Por eso recibirán mayor condenación.
Evita la tentación de utilizar tu posición espiritual para obtener ventaja, sea cual sea el resultado.
Observa que habla de condenación para quienes proceden así.
3. ¡Pobres de los que llevan a otros a caer en la trampa de la religión!
15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
15 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Recorren tierra y mar para ganar un solo adepto, y cuando lo han logrado lo hacen dos veces más merecedor del infierno que ustedes.
15 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues cruzan tierra y mar para ganar un solo seguidor, ¡y luego lo convierten en un hijo del infierno dos veces peor que ustedes mismos!
15 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que recorren el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacen hijo del infierno dos veces más que ustedes!
Los religiosos también procuran hacer discípulos. Les resulta difícil y se esfuerzan por ello. Cuando lo consiguen, les transmiten el virus de la religión y llevan a sus discípulos a la condenación.
¡No caigas en este error!
4. ¡Pobres de los que enaltecen los bienes materiales!
16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor. 17 ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? 18 También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor. 19 ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? 20 Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; 21 y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita; 22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él.
16 »¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: “Si alguien jura por el templo, no significa nada; pero si jura por el oro del templo, queda obligado por su juramento.” 17 ¡Ciegos insensatos! ¿Qué es más importante: el oro, o el templo que hace sagrado al oro? 18 También dicen ustedes: “Si alguien jura por el altar, no significa nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado por su juramento.” 19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante: la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? 20 Por tanto, el que jura por el altar, jura no sólo por el altar sino por todo lo que está sobre él. 21 El que jura por el templo, jura no sólo por el templo sino por quien habita en él. 22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que lo ocupa.
16 »¡Guías ciegos! ¡Qué aflicción les espera! Pues dicen que no significa nada jurar “por el templo de Dios” pero que el que jura “por el oro del templo” está obligado a cumplir ese juramento. 17 ¡Ciegos tontos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo que lo hace sagrado? 18 Y dicen que jurar “por el altar” no impone una obligación, pero jurar “por las ofrendas que están sobre el altar” sí la impone. 19 ¡Qué ciegos son! Pues, ¿qué es más importante, la ofrenda sobre el altar o el altar que hace que la ofrenda sea sagrada? 20 Cuando juran “por el altar”, juran por el altar y por todo lo que hay encima. 21 Cuando juran “por el templo”, no sólo juran por el templo sino por Dios, quien vive allí. 22 Y cuando juran “por el cielo”, juran por el trono y por Dios, quien se sienta en el trono.
16 »¡Ay de ustedes, guías ciegos! Porque dicen: “No es nada si alguien jura por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación”.
17 »¡Insensatos y ciegos! Porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro?
18 »También ustedes dicen: “No es nada si alguien jura por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación”.
19 »¡Ciegos! Porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?
20 »Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él;
21 y el que jura por el templo, jura por él y por Aquel que en él habita;
22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.
¡Cuidado! No caigas en el error de poner a las riquezas por encima de Dios.
5. ¡Pobres de los que cumplen cierta parte de la Ley pero fallan en lo más importante!
23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
23 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. 24 ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito pero se tragan el camello.
23 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues se cuidan de dar el diezmo sobre el más mínimo ingreso de sus jardines de hierbas, pero pasan por alto los aspectos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Es cierto que deben diezmar, pero sin descuidar las cosas más importantes. 24 ¡Guías ciegos! ¡Cuelan el agua para no tragarse por accidente un mosquito, pero se tragan un camello!
23 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y han descuidado los preceptos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquellas.
24 »¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!
Evita el error de enorgullecerte de cumplir hasta cierto punto la voluntad de Dios. Busca comprender más y más de la enseñanza del Señor y obedece en lo más importante: la justicia, la misericordia y la fe.
No dejes de diezmar, pero también pon en práctica lo otro.
¡Cuidado con juzgar a los otros para condenarlos por cosas pequeñas, mientras estás errando en las grandes en tu propia vida!
6. ¡Pobres de los que solo procuran tener una apariencia de piedad!
25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
25 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera.
25 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! ¡Pues se cuidan de limpiar la parte exterior de la taza y del plato pero ustedes están sucios por dentro, llenos de avaricia y se permiten todo tipo de excesos! 26 ¡Fariseo ciego! Primero lava el interior de la taza y del plato, y entonces el exterior también quedará limpio.
25 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas, que limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno!
26 »¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.
No barras para debajo de la alfombra. No finjas.
Sé íntegro.
Reconoce tu condición.
Evita aparentar.
7. ¡Pobres de los que estando podridos y malolientes por dentro finjen ser espirituales y santos!
27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
27 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. 28 Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
27 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues son como tumbas blanqueadas: hermosas por fuera, pero llenas de huesos de muertos y de toda clase de impurezas por dentro. 28 Por fuera parecen personas rectas, pero por dentro, el corazón está lleno de hipocresía y desenfreno.
27 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que son semejantes a sepulcros blanqueados! Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
28 »Así también ustedes, por fuera parecen justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
¿Qué hay en tu interior? ¿Cuáles son tus pensamientos, intenciones, razonamientos, planes, deseos, fantasías? ¡Cuidado!
Acércate a Dios, quien tiene el poder y la gracia para purificarte, para dirigirte a una vida realmente pura y agradable a Él, y hazlo con humildad, reconociendo tu condición.
Lo externo, lo que se ve, no es lo más importante.
Vive una verdadera revolución y renovación espiritual motivada por el Espíritu de Dios.
Ya no procures agradar a los demás.
8. ¡Pobres de los que se quieren mostrar mejores que los otros haciendo lo mismo que ellos o peor!
29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. 31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. 32 ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! 33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? 34 Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; 35 para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. 36 De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
29 »¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los justos. 30 Y dicen: “Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para derramar la sangre de los profetas.” 31 Pero así quedan implicados ustedes al declararse descendientes de los que asesinaron a los profetas. 32 ¡Completen de una vez por todas lo que sus antepasados comenzaron!
33 »¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno? 34 Por eso yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. A algunos de ellos ustedes los matarán y crucificarán; a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo. 35 Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el santuario y el altar de los sacrificios. 36 Les aseguro que todo esto vendrá sobre esta generación.
29 »¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Edifican tumbas a los profetas que sus antepasados mataron, y adornan los monumentos de la gente justa que sus antepasados destruyeron. 30 Luego dicen: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros antepasados, jamás nos habríamos unido a ellos para matar a los profetas”.
31 »Así que al decir eso, dan testimonio en contra de ustedes mismos, que en verdad son descendientes de aquellos que asesinaron a los profetas. 32 Sigan adelante y terminen lo que sus antepasados comenzaron. 33 ¡Serpientes! ¡Hijos de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno?
34 »Por lo tanto, les envío profetas, hombres sabios y maestros de la ley religiosa. A algunos los matarán crucificándolos, y a otros los azotarán con látigos en las sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad. 35 Como consecuencia, se les hará responsables del asesinato de toda la gente justa de todos los tiempos, desde el asesinato del justo Abel hasta el de Zacarías, hijo de Berequías, a quien mataron en el templo, entre el santuario y el altar. 36 Les digo la verdad, ese juicio caerá sobre esta misma generación.
29 »¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edifican los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos,
30 y dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas”.
31 »Así que dan testimonio en contra de ustedes mismos, que son hijos de los que asesinaron a los profetas.
32 »¡Llenen, pues, la medida de la culpa de sus padres!
33 »¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno?
34 »Por tanto, miren, Yo les envío profetas, sabios y escribas. A algunos de ellos, ustedes los matarán y crucificarán, y a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad,
35 para que recaiga sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el templo y el altar.
36 »En verdad les digo que todo esto vendrá sobre esta generación.
Es fácil señalar los errores de los demás. El problema es que cuando lo haces puedes estar simplemente magnificando los tuyos.
No eres mejor.
Busca a Dios con humildad.