La Iglesia del futuro

La Iglesia es la esperanza del mundo

El mundo vive tiempos de calamidad. El imperio del temor se ha apoderado de la tierra.

Ante un panorama tan oscuro, se necesita esa Iglesia que es luz.

Somos la Iglesia del presente y tenemos que ser la Iglesia del futuro.

Jeremías 29:4–7 NVI

4 Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, a todos los que he deportado de Jerusalén a Babilonia: 5 «Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. 6 Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan. 7 Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad.»

Analicemos el contexto.

La carta era para los deportados. Babilonia había literalmente llevados presos a todos, los sacó de su tierra y destruyó sus casas.

Los v.5 y 6 parecen, al ser leídos individualmente, mensajes motivadores de prosperidad y abundancia.

Jeremías le está escribiendo a personas que viven en ambientes hostiles, donde Dios no es bienvenido y donde no pueden llevar la vida religiosa que tenían en su país.

Nadie quiere construir en un país en donde piensa que está de paso.

Los profetas le decían al pueblo que Dios los iba a sacar de ahí y que por lo tanto no debían rehacer su vida.

Jeremías les está dando una mala noticia: no serían rescatados, más bien la indicación era ver crecer a sus nietos en esa tierra. Morirían siendo cautivos.

Uno de los versículos más controversiales para los deportados es el v.7, Dios les dice que sean de bendición para una ciudad enemiga.

¿Cómo es la Iglesia del futuro?

Hablamos de la Iglesia del futuro no como la que llegaremos a ser un día sino como la que debemos empezar a ser ahora.

La Iglesia del futuro es la que es influyente en una cultura que le es adversa.

La Iglesia del futuro es la que se vuelve relevante para el mundo siendo capaz de alcanzar a la siguiente generación.

Hay cinco características esenciales que se destacan la Iglesia del futuro.

Es una Iglesia que tiene mentalidad de reino.

No sacrifica a las personas por los programas.

Puede adaptarse a los cambios en el estilo de vida de las personas, no trata de hacer que las personas se adapten a su estilo de culto.

Es una Iglesia misional.

Encara la misión de manera integral, no a través de estructuras organizacionales sino a través del estilo de vida de cada cristiano.

Es una Iglesia con carácter apostólico.

Hay una evidencia de la presencia sobrenatural del Espíritu Santo con una exaltación absoluta a Jesucristo, no a los líderes.

Es una Iglesia orgánica.

Se desarrolla en forma natural, explorando y exponenciando su ADN.

Es una Iglesia que hace discípulos.

No depende de un programa o estructura de formación, el hacer discípulos es su misión y de ello parte todo lo demás.