¿Creciendo en Fe o incredulidad?

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Introducción

Nos encontramos en el inicio del tercer año del ministerio terrenal de Jesús, el año que muchos estudiosos de la Biblia lo han nombrado como el “Año de la oposición”. Jesús está a tan solo 6 meses de ser crucificado, y la gente ya había empezado a rechazarlo. EN el capítulo anterior, se nos narra que “muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (6.66), lo que demuestra que Jesús ya estaba por concluir su tiempo en la tierra.
El capítulo 7 comienza con la Fiesta de los Tabernáculos. Esta fiesta era una celebración muy hermosa porque “recordaba el peregrinaje de los israelitas por el desierto, y anticipaba el prometido reinado del Mesías… Iluminaban el área del templo con candelabros grandes que les recordaban al pueblo la columna de fuego que los guiaba, y todos los días los sacerdotes transportaban agua en un cántaro de oro desde el estanque de Siloé y la derramaban para recordarles a los judíos la provisión milagrosa de agua de la roca”.[1]
Pero ocurrió algo durante esta fiesta, y Juan nos lo presenta en tres escenas distintas: Antes de la fiesta (7.1-10); Durante la fiesta (7.11-36); y Al final de la fiesta (7.37-52).

1. Antes de la fiesta 1:10 (Incredulidad de los hermanos de Jesús)

Juan 7:1–8 NVI
Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo. Faltaba poco tiempo para la fiesta judía de los Tabernáculos, así que los hermanos de Jesús le dijeron: —Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que realizas, porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca. Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él. Por eso Jesús les dijo: —Para ustedes cualquier tiempo es bueno, pero el tiempo mío aún no ha llegado. El mundo no tiene motivos para aborrecerlos; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas. Suban ustedes a la fiesta. Yo no voy todavía a esta fiesta porque mi tiempo aún no ha llegado.
Esta escena se caracteriza por la Incredulidad de los propios hermanos de Jesús. Este pasaje nos enseña que Jesús tuvo medios hermanos, hijos de José y María (Jesús no era hijo biológico de José), pero que, a pesar de haber vivido con Él durante años, éstos no creyeron en él (7.5). Me llama la atención que Sus propios hermanos le sugirieron a Jesús que aprovechara la Fiesta para darse a conocer como el Mesías. Pero Jesús les responde sabiamente: “Mi tiempo aún no ha llegado.” (7.6) Y por tal razón se queda en Galilea, por un tiempo. Pero después, Jesús llega a Jerusalén en secreto para la Fiesta.

Durante la fiesta 11-36 (Jesús se pone a enseñar a los judíos).

Esta escena se caracteriza por un Debate que hubo entre tres grupos y Jesús. El primer grupo está en el v.11. Estaba compuesto por judíos que habían ido a visitar Jerusalén de la Fiesta. Este debate comenzó antes de que Jesús llegara, y cuestionaban el carácter de Jesús, pues lo tachaban como mentiroso, y quien engañaba a la gente. Después, cuando llegó Jesús, el debate cambió de tema del carácter a la doctrina de Jesús. Cuando escuchaban hablar a Jesús se maravillaban de lo que el enseñaba, pues él no había graduado de las escuelas prestigiosas de aquel entonces. Concluían que, si su carácter era cuestionable, su doctrina era igualmente cuestionable. Pero Jesús se defiende diciendo: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” (7.16).
Al escuchar que Jesús se auto nombraba Hijo de Dios, el segundo grupo se unió al debate, y lo componían la multitud. Ellos dijeron que Jesús estaba endemoniado. Y negaban que los líderes religiosos querían matarlo. Sin embargo, Jesús se defiende citando la Ley. El tercer grupo se unió al debate, los habitantes de Jerusalén, y ellos aún más que los dos grupos anteriores, negaron que Él era el Mesías, porque los del gobierno no lo había reconocido como tal. Jesús afirma que le queda poco tiempo antes de que vuelva al cielo, como una advertencia a que si continúan con esa ceguera, después de esos seis meses, no habría oportunidad para arrepentirse.

El final de la fiesta

Juan 7:37–44 NVI
En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía. Al oír sus palabras, algunos de entre la multitud decían: «Verdaderamente éste es el profeta.» Otros afirmaban: «¡Es el Cristo!» Pero otros objetaban: «¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea? ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?» Por causa de Jesús la gente estaba dividida. Algunos querían arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima.
Esta escena se caracteriza por la división que Jesús generó entre los judíos. Al término de la Fiesta, Jesús se levanta y les dice: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. En este último día, era muy significativo para los judíos. Los sacerdotes daban siete vueltas a la ciudad mientras entonaban el Salmo 118.25. Después de eso, derramaban por última vez el agua. Jesús aprovecha ese momento para decirles: “Lo que ustedes celebran, YO SOY el cumplimiento. Así como la Roca en Horeb sacó agua, YO SOY esa Roca, y si tienen sed, YO les daré esa agua.” Esto provocó que la multitud se dividiera en dos grupos: Los que si creyeron en Él; Los que continuaron negando a Cristo.
Y hata ahora esta dividida la cosa entre los que ponen su confianza en Dios y los que no.

Conclusión

1. El mundo vive en una incredulidad en Jesús. Muchos piensan que es un profeta, un sabio, un hippie un revolucionario o simplemente un lunático. ¿Hay incredulidad en ti? ¿Realmente crees que Jesucristo es quien Él dice ser?
2. Existe un debate en el mundo acerca de quién es Jesús realmente. Muchos piensan que Jesús es ese amigo que recibe y acepta a todos sin importar lo que hagamos. Otros piensan que Jesús es inclusivo, y que no debería ir en contra de la sociedad. Pero Juan 7 nos enseña que todos los que cuestionan a Jesús lo hacen en base a falsas suposiciones, sin considerar lo que la Biblia revela de Él. ¿Qué tanto conoces tú al Jesús de la Biblia?
3. Jesús en realidad divide. Jesús realmente vino para separar al mundo: Los que creen en Su Obra y se arrepienten; los que no creen en Él como su Salvador. En tu casa habrá gente que no cree, gente que sí. En tu trabajo, escuela, vecindario. Estarás rodeado de esos dos tipos de personas. ¿En cuál estás tú? ¿Crees que Jesús es el Cristo, el Salvador del mundo? ¿A cuántos más les has hablado de este Salvador?
Dentro de las muchas cosas que nos ha mostrado la pandemia una de ellas es la realidad espiritual en la que vivíamos. Muchos dejamos de Orar, leer la Biblia, congregarnos.
Se empezó a vivir en una incredulidad a pesar de conocer las Escrituras, Recuerda lo que dice Hebreos acerca de la fe ¿Qué es la fe?
Hebreos 11:1 NTV
La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver.
Romanos 10:17 NVI
Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.
¿Sabes porque muchas veces no crecemos en fe? Porque no oímos la Palabra de Dios, nos dedicamos a oir otras cosas antes que la Palabra. La fe no es un positivismo de que para que las cosas te salgan solo tienes que creerlas.
La fe es permanecer en la Palabra de Dios, vivirla y confiar en Cristo. ¿Cuantos aquí confiais en Jesús?
Apocalipsis 14:6–12 NVI
Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales.» Lo seguía un segundo ángel que gritaba: «¡Ya cayó! Ya cayó la gran Babilonia, la que hizo que todas las naciones bebieran el excitante vino de su adulterio.» Los seguía un tercer ángel que clamaba a grandes voces: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y se deja poner en la frente o en la mano la marca de la bestia, beberá también el vino del furor de Dios, que en la copa de su ira está puro, no diluido. Será atormentado con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero. El humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre.» ¡En esto consiste la perseverancia de los santos, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús!
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