La regla de oro

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Considerar a los demás nos permitirá ser pacientes y amables con los demás.

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La regla de oro

Mateo 7.12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”

Introducción

El sermón del monte revela la esencia de la ley, El pecado no solo está en la acción sino que en las intenciones del corazón.
El sentimiento de odio es tan malo como matar. Mateo 5:21 “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.”
El pecado de adulterio está en la lujuria: Mateo 5:27-28 “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”
La esencia de la ley es el amor a Dios, al prójimo y a uno mismo:
Mateo 22:36-39 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
La regla de oro esta basada en el amor.

Consideración al prójimo

El mandato de Jesús es tratar a los demás como nos gusta que nos traten a nosotros. Considerar a los demás.
Queremos que nos escuchen, pero escuchamos, que nos respeten pero no respetamos. Que nos amen pero no amamos. Que nos sirvan, pero no servimos. Que nos visiten, pero no visitamos. Que comprendan nuestros errores, pero no comprendemos a los demás. Que nos den oportunidad, pero no damos oportunidad. Que nos ayuden, pero no ayudamos.
Gálatas 6:1 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”
Algunas veces Dios permite las pruebas para que comprendamos al que sufre.
El propósito de este mandato es que renunciemos al egoísmo, la avaricia, a la indiferencia y tengamos simpatía por nuestro prójimo.
Dios desea que su iglesia sea una comunidad unida en amor, que en nosotros exista el amor, compasión, misericordia, lealtad.

Pedid y se os dará

Es interesante que esta regla esté precedida por pedir, buscar y hallar. Mateo 7:7–11 7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
El llamar, buscar y pedir debe estar asociado a la consideración a nuestro prójimo, no en peticiones egoístas que solo nos beneficien a nosotros. Santiago 4.3 “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”
Así nosotros, para obtener el bien de Dios, debemos dar cuando nos pidan, dejarnos hallar cuando nos buscan y abrir cuando llamen a nuestra puerta.

La senda angosta

Y está seguida por la senda angosta Mateo 7.13–14 13Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Entrarnos por la puerta estrecha es a través de la obediencia a la Palabra de Dios.
La senda ancha es fácil porque se vive en rebeldía y en placer de la carne.

Conclusión

Dios nos llama a considerar si cumplimos con este mandato, ¿estamos tratando a los demás como deseamos que nosotros seamos tratados?.
Para la naturaleza humana es imposible cumplirlo, pues la corrupción del pecado desea únicamente bienestar personal.
Solamente podemos hacerlo aferrados a Cristo: Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
El beneficio de esto, es la paz, el gozo, la esperanza, la satisfacción, y sobre todo la bendición y amor de Dios, y la vida eterna.
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