Salmo 97

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Introducción

Los Salmos nos dan las palabras para expresar toda una gama de cosas que experimentamos en nuestra vida, en el contexto de este mundo caído.
Desde el Salmo 95, hasta el Salmo 100, se nos enseña aspectos importantes de lo que significa adorar. Son Salmos apropiados para nuestra adoración corporativa, por medio de ellos el Señor nos llama a la adoración, a responder a su gracia.
Los Salmos 96, 97 y 98 alaban la venida de Dios como Rey del mundo. Pero los Salmos 96 y 98 se regocijan por lo que le espera al mundo cuando Dios regrese, mientras que en el Salmo 97 se enfatiza el lado aterrador y asombroso del gobierno real de Dios. El gobierno de Dios significará la destrucción de mal y la venida de un gobierno justo.
Según el Salmo 97, adoramos a Dios correctamente cuando somos conscientes de Su gobierno y del juicio que vendrá, cuando vemos el peligro de la idolatría, y cuando entendemos la conexión entre nuestra búsqueda de la santidad y la adoración de Dios.
Este Salmo se divide en tres partes: el reinado justo del Señor 1-6 (A quién adoramos); Dios como rey justo expondrá al final la insensatez de la idolatría 7-9 (El peligro de la idolatría); y, viviendo a la luz del reinado justo de DiosSeñor 10-12 (Buscando la santidad).

I. El reinado Justo del Señor 1- 6

Los justos juicios de Dios, son algo que merecen ser celebrados por la iglesia. Debemos estar alegres de que Dios este reinando.
Para ser soberano, Dios también debe ser omnisciente, omnipotente y absolutamente libre. Si estuviera limitado en cualquiera de estas áreas, no sería completamente soberano. Si no sabía lo que estaba pasando, lo tomarían por sorpresa constantemente. Si no fuera omnipotente, no podría controlar los eventos. Si no fuera absolutamente libre, sus acciones estarían predeterminadas por alguna otra voluntad o por circunstancias inevitables. Sin embargo, la soberanía de Dios es mayor que cualquiera de los atributos que contiene.
¿Que tal si no fuera así? Pensemos en el amor como un atributo mayor que la soberanía. Si Dios no fuera soberano, podría amar, pero surgirían circunstancias que frustrarían su amor, haciéndolo inútil para nosotros. Lo mismo ocurre con los asuntos relacionados con la justicia. Si Dios no fuera soberano, la justicia se frustraría y la injusticia prevalecería.
Esto significa que el gobierno de Dios da sustancia a todas las demás doctrinas.
Federico Myconius, escribió una vez a Calvino acerca de los enemigos de la iglesia: “Me alegro de que Cristo sea el Señor de todo, porque de otro modo habría perdido por completo la esperanza”
En medio de este mundo caído, esta debe ser una verdad muy alentadora para nosotros. No estamos en manos de un destino incierto, o del azar, Dios esta llevando todo hacia la consumación de sus propósitos eternos en Cristo. Que Jehová reine, es pues un motivo de regocijo para nosotros.
Pero además como pueblo de Dios estamos llamados a regocijarnos en el juicio venidero. El Señor vendrá y juzgara a todo hombre y todo pueblo que ha rechazado Su gobierno. Vs. 8 y 2-6
Dios vendrá en juicio contra la maldad. Mateo 24:30 Jesus habla aquí del anuncio profetico de este Salmo 97: 2-6.
Las naciones que no han creído en el Señor, que le han rechazado y que han seguido su propio camino, se lamentaran. Esta expectativa debe ser parte de nuestra adoración, debemos esperar que Dios venga a juzgar al mundo y debemos adorarle por esto. Él es un Dios maravilloso y justo.
La venida de Dios en juicio, debe motivarnos a compartir el evangelio
AA Hodge, dice: "Un hombre que cree en el infierno no callará, sino que hablará de él con toda ternura, seriedad y urgencia".
Si creemos en el justo juicio de Dios que vendrá, no quisiéramos que nadie caiga bajo este juicio. A pesar de que adoramos a Dios por este juicio que viene, tambien anhelamos compartir el evangelio con aquellos que no lo conocen, para que vengan a Cristo y se salven del castigo por su pecado en el gran Día del Señor.

II. Dios como rey justo expondrá al final la insensatez de la idolatría 7-9

El salmista nos recuerda que cuando Dios venga a juzgar, pondrá al descubierto la insensatez de la idolatría.
Ahora bien, en nuestra mente puede haber una variedad de diferentes tipos de personas religiosas en el mundo. Puede haber quienes adoren al Dios de la Biblia, y puede haber quienes adoren ídolos y otros dioses, y puede haber quienes rechacen la fe en Dios.
Pero desde el punto de vista de la Biblia, solo hay dos tipos de personas en el mundo los que adoran al Dios verdadero y los que se adoran a sí mismos.
Aquellos que adoran al Dios verdadero son aquellos que creen en Jesucristo según las Escrituras, como es ofrecido en el evangelio.
Y hay quienes se adoran a sí mismos, no importa si dicen que no creen en Dios o si dicen que creen en mil dioses; al final, se adoran a sí mismos.
Toda adoración nos lleva a parecernos a aquello que adoramos. Dios nos hizo a Su imagen, y mientras lo adoramos, nos volvemos más humanos y llevamos en nuestras vidas las cualidades de carácter de Aquel que adoramos y admiramos. Pero si nos adoramos a nosotros mismos, lo que pasa es que nos corrompemos nos volvemos mas inhumanos.
Si adoras el dinero, te volverás codicioso y tacaño. Nadie se propone adorar al dinero. Iniciamos adorando la seguridad aquello que tenemos o hacemos y eso nos lleva a la adoración del dinero ... lo cual no te hace más humano, te hace inhumano. mas codicioso, tacaño y poco generoso.
Si adoras el placer, te volverás cada vez más obsesionado y narcisista. Ahora nadie se sienta un día y dice: 'Creo que voy a adorar al placer'. Pero pueden comenzar diciendo: "Deseo la gratificación para mí por encima de otras preocupaciones", y de repente se encuentran, adorando el placer. Y en lugar de ser mejor persona, te conviertes en alguien egocéntrico.
Si adoras el poder, te volverás intrigante y cruel.
Lo que deseas determina en lo que te convertirás. Y si pones tus deseos en otra cosa que no sea el Dios verdadero, te volverás así y esto será horrible. Cuando los deseos estan puestos en el único Dios verdadero, esto ennoblece y nos hace ser personas. El deseo puesto en lo incorrecto nos corrompe.
Romanos 1:25 ¿Cual fue el resultado? No se volvieron mas nobles.... se volvieron como animales irracionales.
Dios, en su juicio venidero, pondrá al descubierto la insensatez de la idolatría, y seremos como lo que adoramos. La verdadera adoración declara que Dios es glorioso.
Un día todo quedará expuesto. ¿Nos estamos escondiendo en Cristo? ¿Hemos sido revestidos de su justicia? ¿Nos estamos apoyando completamente en Jesús? ¿Estamos confiando en que no seremos apartados de él?
Esta verdad de que Dios vendrá en juicio y pondrá al descubierto la necedad de la idolatría, nos debe llevar a confiar en Cristo, para ser justificados delante de nuestro Dios este día.

III. Viviendo a la luz del reinado justo de Dios 10-12

La estrofa final de este salmo es un estímulo para los que aún viven en tiempos difíciles para que se aferren a su profesión de fe, sabiendo que Dios seguirá siendo fiel y los protegerá. Debemos hacer dos cosas:
"odia el mal" (v. 10),
"regocíjate en el SEÑOR" (v. 12)
¡Lo primero lleva a lo segundo! Si odiamos el mal, Dios nos dará: (1) protección, (2) liberación, (3) luz para nuestro camino en la vida y (4) gozo. Así que odiar el al mal conducirá al regocijo. Ambas cosas son posibles, si conocemos y amamos a Dios. ¿Conoces a Dios? ¿Es este Dios justo y temible del salmo tu Dios?
Naturalmente, no odiamos el mal. De hecho, lo opuesto es el caso. Naturalmente amamos el pecado. Nos intriga el mal de otras personas y no queremos separarnos de los pecados que cometemos nosotros mismos. Debemos aprender a odiar el pecado, y lo haremos, si llegamos a conocer a Dios. Si no lo hacemos, odiaremos cada vez más a Dios.
Si amas a Dios y estás llegando a conocerlo, odiarás el pecado simplemente porque es contrario al carácter de la persona que ahora amas.
Richard Sibbes respondió a esta pregunta con sabiduría ¿Cómo sabes si realmente estás llegando a odiar el mal?
La forma de saber que odiamos el mal es esta:
Si nuestro odio al pecado es universal. Es decir, el que odia el pecado de verdad, odia todo tipo de pecado.
Si nuestro odio al pecado es fijo. No debería haber apaciguamiento del pecado, sino abolición de lo odiado.
Si nuestro odio al pecado es un afecto más arraigado que la ira. La ira puede apaciguarse, pero el odio permanece y se opone al objeto odiado.
Si odiamos el pecado dondequiera que se encuentre. Debemos odiar el pecado en los demás, pero especialmente en nosotros mismos. “Muchos, como Judá, son severos al censurar a los demás (Gén. 38:24) pero parciales consigo mismos”.
Si odiamos el mayor pecado en la mayor medida. Es decir, si odiamos todos los pecados en una proporción justa, sin sentirnos ofendidos por el pequeño defecto de otro mientras pasamos por alto una ofensa mucho mayor en nosotros mismos.
Si podemos ser reprendidos por el pecado y no enojarnos. Si realmente odiamos el pecado, agradeceremos cualquier ayuda que podamos obtener para lidiar con él y sacarlo de nuestras vidas. “Aquellos que se enojan por una reprensión no parecen odiar el pecado”, escribió este puritano
Salmo 97:12
Aquí es donde termina el salmo.
Comenzó llamando a la gente de toda la tierra a regocijarse en el gobierno de Dios (v. 1).
Termina llamándonos a liderar el camino en esta adoración. ¿No lo haremos ? Si no alabamos a Dios con gozo, ¿quién lo hará? Si no lo alabamos ahora, ¿cuándo lo haremos?
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