El Creyente y La Sociedad

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Responsabilidades ante el Estado

El creyente y la sociedad (13:1-14); lo que tiene que hacer (13:1-10).

Sus deberes para con los gobernantes
(13:1-7).
(1) Debe sujetarse a las autoridades superiores, «porque no hay autoridad sino de parte de Dios» (13:1).
La Biblia enseña que el hijo de Dios no debe amar los sistemas de este mundo, ni dejarse moldear por sus modelos, pero con todo debe obedecer sus leyes.
Las Escrituras nos presentan tanto la separación del mundo como la sujeción al Estado por parte del cristiano (Tit. 3:1; 1 P. 2:13).
Los judíos del tiempo del Imperio Romano fueron notoriamente malos ciudadanos. Rehusaron someterse a las leyes y usaron como base bíblica Deuteronomio 17:14, 15.
Sin embargo, Pablo enseñó la sujeción a las autoridades a pesar del vergonzoso y mal trato que a veces sufrió de parte de ellos (Hch. 16:22-24, 37, 38; véanse Pr. 8:15, 16; Dn. 2:21; 4:17; Jn. 19:10,11).
De manera que el gobierno civil es una institución divina dada por Dios después del diluvio (Gn. 9) para asegurar el orden y prevenir la anarquía (véase Jue. 17:6).
(2) Debe saber que «quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste» (13:2).
Deberíamos notar que Pablo nos está dando aquí principios generales para guiar la vida cristiana en una sociedad gobernada por leyes justas.
No habla de las acciones en particular que el cristiano ha de tomar cuando estas leyes son injustas o inmorales. Esta cuestión se responde en otro pasaje (Hch. 5:29).
(3) Debe pagar los impuestos correspondientes tanto locales como nacionales, y respetar y honrar a los funcionarios del estado (13:7).
Una vez un hombre paró a D.L. Moody en una calle de Chicago y le preguntó a dónde iba. El gran evangelista le respondió: «A depositar mi voto.» Algo sorprendido, aquel hombre le amonestó a que no lo hiciera «porque él era un ciudadano del cielo y esta tierra no era su destino final». Moody sonrió y le dijo: «Eso es verdad, pero mientras tanto pago mis impuestos en el condado de Cook.»
4. Sus deberes para con el resto de los ciudadanos (13:8-10). «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley» (13:8).
Este pasaje no prohíbe al cristiano comprar bienes a plazos. Entendiéndolo en su contexto nos está diciendo sencillamente que paguemos nuestras deudas. Pablo ya había dicho que todos los creyentes debemos el evangelio a los que no lo conocen a fin de que puedan escucharlo (Ro. 1:14).
5. Porqué debemos hacerlo (13:11-14). «Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantamos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.»
Pablo habla de la noche como si ya se hubiera acabado, mientras que Jesús dijo que estaba por venir ( Jn. 9:4). Ambos tienen razón.
Para los santos el alba ya apunta, pero para los pecadores la noche viene. El mundo presente es el único infierno que los creyentes van a conocer y es también el único cielo que los incrédulos van a experimentar.
La larga noche del pecado se ha extendido por miles de años, desde su comienzo con la rebelión de Adán; pero la Estrella de la Mañana ya ha aparecido (Lc 2)
Pronto se levantará el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Todos los escritores del Nuevo Testamento dan testimonio de esto. (Véanse 1 Co. 15:51; 1 Ts. 4:16, Pablo; Stg. 5:8, 1 P. 4:7; 1 Jn. 2:18, 28; Jud. 18.)
Debemos notar especialmente la frase de Pablo «se acerca el día» del versículo 12. Este es el primero de al menos diez «días» importantes que aparecen en la Biblia, todos ellos futuros, que son:
(1) El día del rapto ( Ro. 13:12; Ef. 4:30; Fil. 1:6, 10; 2:16; He. 10:37; 2 P. 1:19). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas.)
(2) El día del juicio ante Cristo ( 1 Co.3:13; 5:5; 2 Ti. 1:18; 4:8; 1 Jn. 4:17). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas y es sólo para cristianos.)
(3) El día del Señor ( Jl. 1:15; 2:1, 2, 11, 31; Hch. 2:20; 2 Ts. 2:3; Ap. 6:17). (Este «día» abarca toda la tribulación, es decir, un período de siete años.)
(4) El día de la Segunda Venida de Cristo (Mt. 24:36; 26:29; 1 Ts. 5:2-4; 2 Ts. 1:10). (Puede ser considerado como un día literal de veinticuatro horas.)
(5) El día del Armagedón ( Ap. 16:14). (Podemos considerarlo también como un día literal de veinticuatro horas.)
(6) El día de la resurrección de los justos ( Jn. 6:39,40, 44, 54,11:24). (Podemos considerarlo como un día literal de veinticuatro horas e incluye a los santos del Antiguo Testamento y a los creyentes de la tribulación.)
(7) El día del juicio de los ángeles caídos ( Jud. 1:6). (También un día de veinticuatro horas literales.)
(8) El día de Cristo ( 1 Co. 1:8; 2 Co. 1:14; 2 Ti. 1:12). (Este «día» abarca todo el milenio, un período de mil años.)
(9) El día del juicio del gran trono blanco ( Mt. 7:22; 11:22; Jn. 12:48; Hch. 17:31; Ro. 2:5, 16; 2 P. 2:9). (Podemos visualizarlo como un día de veinticuatro horas literales.)
(10) El día de la nueva creación ( 2 P. 3:7-13) (Parece que también será un día literal de veinticuatro horas.)
En consecuencia, Pablo exhorta a los creyentes: «Vistámonos las armas de la luz» (13:12; leer Ef. 6:10-17 para ver las piezas específicas de la armadura).
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