La paz y la santidad

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El camino del evangelio consiste en buscar tener relación con Dios, pero también buena relación con nuestros hermanos.

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La paz y la santidad

Hebreos 12:14-15 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.”

Introducción

El escritor de Hebreos presenta a Jesucristo como nuestro único y suficiente salvador, toma la figura de los sacrificios del Antiguo Testamento para presentar el sacrificio de Cristo como mucho más glorioso y perfecto.
Expone la importancia de la fe, creerle a Dios aun cuando las circunstancias son adversas sin esperar evidencia física.
Ahora que hemos creído por la fe en Jesucristo y somos salvos, expone cual debe ser nuestra conducta hacia nuestros hermanos, lo cual es también importante para nuestra santificación.

Procurar la Paz

La expresión “Seguid la paz con todos” es un imperativo, es importante y necesario obedecer este mandato.
Es fácil cumplirlo con las personas con las que NO nos relacionamos.
Pero cuando tenemos relación constante se vuelve un reto.
No podemos simplemente apartarnos para cumplir este mandato, pues Dios nos manda a trabajar y servir al prójimo.
En los versículos anteriores se nos exhorta a trabajar juntos como iglesia: “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Hebreos 12:12–13”, velar por la edificación mutua como iglesia, y para hacer eso debemos relacionarnos y trabajar juntos.
Cada uno tenemos nuestra manera de pensar, carácter, personalidad, ideas y cuando tratamos de ponernos de acuerdo en algo ahí es donde se complica cumplir este mandato.
Trabajar juntos nos ayuda a cultivar el fruto del Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22–23
Aprendamos a ser pacientes y a soportarnos unos a otros. Colosenses 3:12-13 “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Procura la Santidad

La santidad consiste en rechazar el pecado, y el pecado es todo lo que no agrada a Dios. Por lo tanto más que preocuparnos en no pecar, procuremos agradar a Dios, y le agradamos obedeciendo a su Palabra.
Tenemos que entender que somos santificados por la Sangre de Cristo Hebreos 13.12 “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
La Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado cuando venimos a Él, ahora nos toca a nosotros permanecer en esa santificación.
Y esto conlleva un esfuerzo de disciplina en la comunión constante con Dios
Conocimiento de su Palabra, la cual debemos poner por obra. (Saber en teoría la técnica de natación sin nunca practicarlo no me ayuda de nada cuando este en el agua).
Si consentimos el pecado no estaremos aptos para estar delante de Dios: “Sin santidad nadie verá a Dios”

Raíz de amargura

No prestar atención a estas instrucciones provocará que no alcancemos la gracia de Dios. Hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.
La frustración por no alcanzar la gracia de Dios produce raíz de amargura por la mala relación con nuestro prójimo. Se anida en el corazón rencor, tristeza, dolor, envidia, orgullo, y falta de perdón.
Esta es una vida de sufrimiento que nos lleva a tomar malas decisiones, principalmente a abandonar los caminos de Dios y a inculparlo a Él de todas nuestras desgracias.

Conclusión

Si hasta el momento no ha conducido su vida conforme a la Palabra de Dios, aun está a tiempo de retomar el curso correcto en su vida.
Dios aun lo considera su hijo, permítale que Él le discipline para que sea restaurado.
Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo… Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Hebreos 12:6,11.
Comienza a obedecer la Palabra de Dios, no seas conflictivo, procura la paz con tu prójimo, apártate del mal y busca de Dios.
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