Hablemos de Fe IV

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La Gracia de Dios siempre será suficiente

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Los que somos padres sabemos que los hijos siempre quieren algo, a veces se las damos, otras no, porque son peligrosas, caras o no están preparados para tenerlas. A veces los hijos lo entienden, otras no y se enojan. Eso, como padres, lo entendemos, pero ¿qué haces cuando es Dios quién dice no?Que cuando oras porque ¡lo único que quiero es un trabajo, salud, salir de las deudas! ¿qué hay de malo en eso? Lo único que quiero es no quedarme solo, sola. No son cosas irracionales, locas, o egoístas y la única respuesta del cielo es el silencio.
Hablemos sobre fe. Todos quisiéramos una fórmula, el secreto para que Dios haga lo que le pedimos; como cristianos, nuestra fe no se basa en lo que pasa a nuestro alrededor, o que Dios responda mi oración, sino que hace 2 mil años… Creemos por un evento histórico, mucha gente lo vio morir en la cruz, ser puesto en una tumba y días después comieron con ÉL, y estuvieron dispuestos a morir por algo que vieron y fueron testigos. ¡Esa es la razón de nuestra fe!
Ya definimos qué es la fe: Confiar y creer que Dios es quien dice que es y que hará lo que ha prometido hacer. La esperanza dice: espero que Dios conteste, la fe dice: sé que Dios hará lo que ha dicho que hará.
Ya vimos qué sí ha prometido Dios hacer. Cada vez que le busques ÉL te dará, gracia y misericordia para el momento de más necesidad; le podemos pedir cualquier cosa, pero siempre nos dará lo que ha prometido, y eso es ¡gracia y misericordia!
Pero ¿qué haces cuando tienes esperanza que Dios haga algo y no lo hace? Los demás tienen trabajo, salud, familia, se casaron y ¿por qué no yo? Esperas que Dios venga a tu rescate y ¡no lo hace! Y parece que su gracia y misericordia ¡no es suficiente! Muchos se alejan de Dios porque sus padres se separaron o uno de ellos falleció y eso los desilusiono. Pidieron que Dios cuidara su matrimonio, fuiste buena pareja y el desgraciado se fue.
Cuando Dios nos dice que ¡no! Suele ser devastador y eso hace que nuestra fe tiemble; cuando parece que no escucha, que la oración es hablar al viento. ¿Qué haces cuando tu Padre Celestial te dice no? Y la Biblia es tan práctica que da respuesta. En la historia que veremos, Pablo nos explica qué hizo cuando Dios le dijo que no; Pablo llevó el evangelio fuera de Israel a la mayor parte de Europa de la época, termina en Roma donde ya había seguidores de Jesús.
Pablo fue seguidor de Jesús, Jesús muere, resucita y asciende. Pablo conoce a Pedro, Mateo, Juan, y después cree que Jesús ha resucitado, no porque lo vio o le hizo algún milagro. Creyó porque los otros le dijeron que vieron a Jesús resucitado. Además, Dios se le aparece en un camino de forma asombrosa.
Pablo era un perseguidor de los cristianos, pensaba que eran unos revoltosos tratando de desviar a los verdaderos judíos. Era líder de la iglesia si no es que ya era rabí. Al creer que los cristianos perturban la paz y creyendo que le hace un favor a Dios, persigue y mata a los cristianos, quería exterminarlos.
Dios se le aparece y le dice: de ahora en adelante defenderás la fe que hasta ahora perseguías. Y así fue, Pablo llevó el mensaje a muchos lugares y llegó a ser el más grande defensor de la fe en Jesús. Pablo tiene la responsabilidad de llevar el mensaje de Jesús resucitado a todas las regiones que no son judíos. En cierto momento, parece que Dios le dice: “serás tan popular, importante, irás a muchos lugares, serás admirado, tu impacto durará por siglos, por eso debo asegurarme de que no te vuelas presumido, orgulloso; se te ha dado mucho así que, es indispensable que dependas siempre, al 100% de mí.
Dios le da una aflicción, por raro que se oiga, así fue, y era algo severo o doloroso para que evitara que Pablo se volviera presumido. Porque Pablo fue tan importante y “poderoso en el evangelio” que siempre tendría la tentación de ser orgulloso, soberbio, muchos se han preguntado ¿cuál era esa aflicción?
Pablo, hombre preparado, erudito, de fe, pero con una aflicción. Hay quienes dicen que era un mal carácter, pero eso sería aflicción para quienes le rodeaban. Pero vemos a Pablo, que oraba por milagros y ¡sucedían! Llevó el evangelio a muchos lugares, Dios lo usó de forma asombrosa, pero Dios le dio algo difícil de llevar, algo negativo, doloroso, y que Pablo no quería tener.
aun cuando he recibido de Dios revelaciones tan maravillosas. Así que, para impedir que me volviera orgulloso, se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormentarme e impedir que me volviera orgulloso.” (2 Corintios 12:7, NTV)
En una carta Pablo dice de sí mismo, que no impresionaba a las personas, se ha especulado que era feo de apariencia, o sufría de epilepsia y la gente se espantaba por que no sabían qué era eso. Pablo, el misionero y para aclarar quién, la gente decía ¡el epiléptico! Otros piensan que era una enfermedad de los ojos. Así que, aunque Pablo tenía un gran impacto en la región, tenía una espina, era Dios diciéndole “te daré una afectación física, que será parte de tu vida y ¡no te la voy a quitar!”
Si te gusta la historia y lees el libro de los Hechos, verás que Pablo era un hombre de fe. Lo golpearon, lo quisieron matar, lo encarcelaron y aun así ¡seguía predicando! Estuvo dispuesto a morir por su fe y Dios se niega a quitarle esa aflicción física. Él oraba y los enfermos sanaban, pero no podía sanar a sí mismo.
En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara.” (2 Corintios 12:8, NTV)
No son 3 veces como de lunes, marte y viernes, sino que se refiere a 3 épocas en su vida que ora para ser sano, quizá en periodos que ese dolor se agudizaba o le impedía hacer alguna actividad. El caso es que en esas veces oraba: “Dios, quítame esto; ¿cómo quieres que viaje si no puedo con este sufrimiento?”
Pablo dice: en 3 veces, oré, ayuné, clamé, ¡Dios sáname, soy tu siervo! Y no pasó nada. Quieres que me presente ante personas importantes, que comparta el mensaje de Jesús, Hijo de Dios, que es todo poderoso para sanar, pero cuando me vean en este sufrimiento ¡nadie va a creer! Nadie quiere estar cerca de mí, intento hacer tu voluntad, así que, por favor ¡quítame esta aflicción!
Esto es para ti y para mí. Pablo, hombre de fe, murió por lo que creyó, aunque hubo etapas en su vida que Dios estuvo callado. Pablo en el silencio, quizá pensando ¿por qué me pasa esto? ¿por qué permites esto en mi vida? las personas sanan cuando oro, hago tu voluntad y tú, ¡no me ayudas! Tú apareciste, me llamaste por mi nombre y ahora resulta que ¿no me escuchas?
Nosotros somos así, y a veces decimos: Dios, ¿qué te hice? ¿me amas? Y el silencio de Dios parece confirmar nuestra sospecha. De acuerdo con la historia, Pablo es un héroe del cristianismo.
Del NT es mi héroe y Dios lo deja en la oscuridad, después de orar 3 veces, con fe, sigue sin respuesta. Después Pablo nos die lo que aprendió en su dolor.
Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas...” (2 Corintios 12:9, NTV)
Una de las promesas de Dios es SU Gracia para el momento de más necesidad, para soportar momentos difíciles. Pablo dice: “después de tanto pedir y pedir, Dios me respondió, me dijo ¡No! No haré el milagro que pides; en lugar de eso, te daré MI gracia para que aguantes, es todo lo que necesitas. Cuando crees que no aguantas más, te daré Mi gracia para que sigas adelante. Puedes seguir pidiendo que te sane, pero ¡no lo haré! En cambio, te daré poder, gracia, misericordia para que sigas confiando en mí. Te daré lo que he prometido a quienes vengan a mí cuando se encuentren en dificultades.”
En esto, todos somos iguales, porque queremos que Dios haga algo y aún no lo hace; volvemos a orar, ayunar, nos portamos bien, hacemos buenas obras, pensando: ahora Dios sí lo hará, porque ¡me he portado bien! Y Dios ¡no lo hace! ¿Qué hacemos cuando Dios no hace algo? Enojarnos, alejarnos, eso es lo que muchos hacen. O seguir confiando y decirle ¡Se que, si no haces lo que quiero, me darás Tu gracia y la fuerza para seguirá adelante!
Pablo tomó una decisión ¡no me alejaré! Mi fe no se basa en que contestes una oración, sino que Jesús es mi Salvador, sé que, si no me sana, me dará la fuera, el poder para seguir porque ¡yo no puedo sólo! Pablo sigue:
…mi poder actúa mejor en la debilidad» ...” (2 Corintios 12:9, NTV)
El Poder de Dios se perfecciona, actúa mejor en nuestra debilidad. En otras palabras: “dejaré que seas débil y en esa debilidad me mostraré”. De modo que cuando las personas te vean digan ¿cómo es posible que haga lo que hace? Mira su sufrimiento, mira su vida. Apenas puede caminar, se ve que va con dolor ¡no lo entiendo! Está ciego, enfermo, sólo, sola, en enfermedad, en crisis y aún así ¡mira lo que hace! Mira en qué invierte sus domingos, ¡da clases a los niños! Invita a sus amistades. Se prepara los miércoles.
Dios dice ¡eso haré! Se sorprenderán de que hables con esa autoridad; ese es Pablo el que ha llevado el evangelio a muchos lugares ¡míralo! Dios dice: La gente se sorprenderá al ver mi poder en tu debilidad. Pablo tomó una decisión: creer y descansar en esa promesa. Dios se fortalece en mi debilidad, Su poder se perfecciona en mi debilidad.
…Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.” (2 Corintios 12:9, NTV)
Cada día me levantaré y diré: “Dios, aquí esta mi dolor, mi sufrimiento, mi deuda, mi familia en crisis, mi crisis de fe, mi vida en debilidad y confiaré que me das la fuerza y gracia para seguir adelante.”
¿Recuerdas alguna vez que te metiste en problemas y después no sabías cómo salir? En esos momentos de la vida que estás en aprietos, no importa si crees o no, te escuchas diciendo: “¡Dios ayúdame que mi mamá no lo vea! ¡por favor líbrame de esta! ¡qué no esté embarazada! ¿Por qué en la desesperación, sientes una urgencia por depender de Dios? ¿por qué? Porque te das cuenta de que no tienes el control, no hay nada que puedas hacer para solucionar el asunto, y dices: Dios o lo que sea que esté arriba, si no haces algo por mí ¡se acabó! Estoy frito, no más escuela, negocio, matrimonio y el “milagro” ¡sucede! Tu mamá no revisa, el jefe no llama, no hay embarazo, y se te quita un peso de encima y dices: Gracias Dios, ufff, estuvo cerca.
Y ¿sabes qué pasó? ¡tu vida no cambió! Bueno, por unas semanas o meses sí. Pero con el tiempo se volvió una anécdota qué contar a los amigos; pero no dices: “en ese momento Dios me salvó, escuchó mi oración, por eso hice el compromiso de seguirle todos los días, de servir en la iglesia, de ahora sí ser fiel en mis diezmos, ahora sí estar puntual para aprender de ÉL.” ¡nadie hace eso! No cambia tu estilo de vida y eso que Dios respondió la oración; prefieres decir: tuve suerte, fortuna, casualidad, las estrellas, fui inteligente, astuto, etc.
¿Sabes qué dice Pablo? Dios ha decidido que yo viva cada día dependiendo de ÉL, que cada día esté pendiente de mi debilidad, porque si ese día no se muestra con Su poder y Gracia, no podré seguir adelante. ¡Necesito Su gracia y fuerza para ser fuerte! Dios quiere que dependa de ÉL todos los días, así nunca seré yo el que cree que hace las cosas y sabré que siempre es ÉL.
Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:10, NTV)
Cuando soy débil, es cuando más dependo de Dios y Dios prefiere que dependa de ÉL en vez de estar sano a los ojos de las personas. La aplicación es: Piensa en tu vida ¿cuál es tu mayor debilidad? Porque tu mayor debilidad es la mayor oportunidad para que Dios muestre Su Gracia y Poder. Quizá sea avaricia, depresión, ansiedad, el punto de mayor debilidad, cuando no aguantas más y dices ¡Dios, haz algo por favor! ¡ya no puedo más! Esa es la oportunidad para que ÉL intervenga, si tan solo confías en ÉL.
Pero, si decides enojarte, acomodarte, y te alejas, no sólo te alejas de Dios, sino que te alejas de la oportunidad de recibir la Gracia que ÉL quiere darte. Porque Su Gracia está para quién confía y lo anhela. Si 2 personas pasan por la misma situación y una dice: “Dios, confío que me darás la gracia para aguantar, además que eres el único que puede hacer el milagro”; y la otra persona se enoja, se aleja y dice “Dios si así eres, y permites que pase por esto ¡me voy! no quiero eso” ¿Quién es más probable que siga en una espiral descendente? Claro ¡quién se aleja!
En ambos casos las condiciones, pueden que no cambien, pero mientras una recibe la Gracia de Dios para seguir adelante, la otra no la recibe y su situación sigue igual. Lo único peor que desilusionarte de Dios, es una desilusión sin Dios.
Quizá estás aquí por una situación que no pudiste solucionar, no funcionó. La familia se desintegró, el hijo se fue, el negocio quebró, el familiar murió y no hay forma que digas ¡cómo Dios no hizo nada, yo lo tuve qué hacer! Sino que tu vida es más complicada o quizá con remordimientos más profundos.
La buena noticia es que la Gracia de Dios es suficiente y la puedes tener si vienes a ÉL, esa es SU promesa. “Entra con confianza al trono y tendrás de Mi gracia que te ayude en el momento de más necesidad”. O sea que cuando SU respuesta sea ¡NO! A lo que pides, te dará el poder para seguir adelante, porque tu debilidad es Su oportunidad de demostrar SU Gracia en ti.
Se necesita más fe para recibir un NO de Dios que para recibir un Sí, porque necesitas levantarte cada día y decir: Dios, necesito TU Gracia para seguir adelante. Cuando Dios dice ¡no! No es un reflejo de tu fe, pero cuando diga no, eres tú quién se convierte en el reflejo de SU Gracia y Misericordia.
Quizá digas: ¡no quiero ese tipo de Dios! No quiero a Dios que permite el dolor; pero al leer la Biblia, vemos que Pablo era igual que nosotros. No quería ese tipo de Dios, por eso en 3 ocasiones le dice ¡quítame esto! Quizá no me oíste la primera vez, quiero que me sanes.
Quizá tu objeción sea: no quiero un Dios que permite el sufrimiento en los niños, la pobreza extrema, la enfermedad en las personas buenas, etc. Y lo entendemos, pero quizá es bueno hacer un ejercicio práctico, porque de otra manera te pasarás el resto de tu vida así. El ejercicio es responder la pregunta Describe el tipo de Dios que sí quieres. No solo decir, qué tipo de Dios no quieres, pero ¿qué tipo de Dios quieres?
Quizá descubras que ¡Tú quieres ser Dios! O cuando menos, quieres que te diga sí a todo lo que pides, que Su misión sea bendecirte y tú sólo eres merecedor de sus bendiciones.
Si un día oras desesperado por tu cónyuge: “Dios, haz que se vaya de la casa”, pero no sabes que tu pareja está orando “Dios que se vuelva a enamorar de mí” y Dios con la disyuntiva ¡ahora qué hago! ¿quién podrá defenderme? Tengo que hacer lo que él quiere, pero también lo que ella quiere.
Vayamos un poco más allá, la verdad es que no quieres un Dios que sólo haga lo que quieres, quieres un Dios que, en tu momento de mayor dificultad, sepa que es lo mejor para tu vida, que sea Todo poderoso y Padre amorosoque envió a Su Hijo a morir por amor a ti. En tu mayor necesidad vas a querer un Dios que sabe todas las cosas y se compadezca, de manera que cuando le digas: Tengo miedo, ÉL te dice: YO lo sé, mi Hijo pasó por eso. Cuando le digas: Ya no aguanto más, te diga: te entiendo, mi Hijo estuvo así, cuando le digas: Dios, mi corazón está sufriendo, está lastimado, te diga: YO lo se.
Quieres que Dios permita las consecuencias del pecado, de otra forma ¡no aprenderíamos nada! Quieres un Dios que se meta en todas las áreas de tu vida, en tu dolor, que pueda darte fuerzas, gracia y misericordia. Dios no siempre quiere darte un milagro, pero sí que tú seas el milagro. Si peleas el resto de tu vida con Dios y te alejas, no podrás experimentar Su Gracia, y tu vida no será mejor, no tendrás las respuestas, sólo más complicaciones.
Pero en el momento de más dolor y vengas a ÉL, verás que SU gracia es suficiente. A Dios no le enoja que esperes hasta el último momento, pero hubiera deseado que no pasaras por ese dolor o por esa crisis en soledad.
Aunque le busques por necesidad o porque no tienes otra alternativa, aun así, en ese momento SU gracia será suficiente para ti. No puedes hacer que la vida sea como quisieras, así que la pregunta es: ¿Le darás la espalda a Dios? O ¿estás dispuesto a dejar que Su gracia sea suficiente para ti? Tu mayor debilidad es SU mejor oportunidad para mostrar SU poder, si tan solo decides confiar en ÉL.
Palabra de Dios
Sabes que cuando llega la desesperación, eso hace que dejes el orgullo y ese es el mejor momento para recibir la Gracia de Dios. Si en este momento te identificas con el tema, porque estás en medio de un dolor, una necesidad y quieres experimentar SU poder y SU gracia, levanta la mano.
Y en un acto de fe, pasa al frente; no es nada místico, es sólo una declaración publica de tu decisión de pedirle ayuda, de reconocer que lo necesitas y lo reconoces como Señor de tu vida.
La verdad es que todos enfrentamos momentos difíciles ¿qué vas a hacer? Esta mañana decidimos llevar nuestras debilidades a nuestro Padre, porque ÉL prometió darnos SU gracia y misericordia y esta es la oportunidad para que nos lo muestre.
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