Pedir, buscar, llamar

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Reflexionar sobre la fe en Jesucristo.

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HABLEMOS DE LA VIDA

Somos un grupo de buscadores. Por eso es tan importante nuestra disposición. ¿Con qué actitud hemos de dar estos primeros pasos? Vamos a escuchar juntos a Jesús. «Pedid y se os dará. Buscad y encontraréis. Llamad y se os abrirá». Así comenzamos nuestra aventura tras Jesús: como pobres que necesitan «pedir», como extraviados que necesitan «buscar», como seres sin hogar que llaman a una puerta. Así será este grupo.

ESCUCHEMOS A DIOS

1. PETICIÓN DEL SER HUMANO
Mateo y Lucas recogen en sus respectivos evangelios unas palabras que habían quedado muy grabadas en sus seguidores más cercanos. Es fácil que Jesús las haya pronunciado en más de una ocasión en los alrededores del lago o, tal vez, cuando se movían por las aldeas de Galilea pidiendo algo de comer, buscando acogida o llamando a la puerta de los vecinos. Jesús sabía aprovechar cualquier experiencia para despertar la confianza de sus discípulos y discípulas en el Padre bueno del cielo.
Lucas 11:9 RVR60
9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Así hay que vivir ante el Padre, como pobres que necesitan «pedir» lo que no tienen, como perdidos que necesitan «buscar» el camino que no conocen, como huérfanos sin hogar que llaman a la puerta de Dios.
2. RESPUESTA DE DIOS
Lucas 11:10 RVR60
10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
La confianza de Jesús es absoluta. La quiere contagiar a sus discípulos con fuerza. No sabemos exactamente cómo se expresó, pero los evangelistas han recogido sus palabras de forma lapidaria: «El que pide, está recibiendo. El que busca, está hallando. Y al que llama, se le abre». Esta es la experiencia que vamos a vivir junto a Jesús. Los giros que usa al hablar sugieren que está hablando de Dios, aunque evita nombrarlo. Por eso se puede traducir así: «Pedid y Dios se os dará. Buscad y Dios se dejará encontrar. Llamad y Dios se os abrirá».
3. ¿Qué es pedir, buscar, llamar?
Aunque las tres invitaciones de Jesús apuntan a la misma actitud de fondo, parecen sugerir matices algo diferentes. «Pedir» es suplicar algo que hemos de recibir de otro como regalo, pues no podemos dárnoslo a nosotros mismos; es la actitud ante Dios: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá».
«Buscar» es rastrear, indagar algo que se nos oculta, pues está encubierto o escondido; es la actitud ante el reino de Dios: «Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia».
«Llamar» es gritar, atraer la atención de alguien que no parece escucharnos; es la actitud de los salmistas cuando sienten a Dios lejano: «A ti grito, Señor, inclina tu oído hacia mí, no te quedes lejos, respóndeme, ven en mi ayuda».”
4. EJEMPLIFICA
Lucas 11:11–12 RVR60
11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Una madre o un padre no se burla así de su hijo pequeño, no le engaña, no abusa de él, precisamente porque es pequeño y no sabe distinguir todavía lo que es bueno de lo que es malo. Es inconcebible que, cuando su hijo le pide algo bueno para alimentarse, le dé otra cosa parecida que puede hacerle daño. Al contrario, le dará siempre lo mejor que tenga.
Jesús saca rápidamente una conclusión: «Si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¡cuánto más el Padre del cielo, en el que no hay sombra de maldad, dará cosas buenas a sus hijos! ¡Cómo no va a ser Dios mejor que vosotros!».
5. ¿QUÉ ES LOS MEJOR PEDIR?
Lucas 11:13 RVR60
13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Así recoge Mateo el pensamiento de Jesús. Pero Lucas introduce una novedad muy importante. Según su versión, Jesús dice: «Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan». A Dios le podemos pedir muchas cosas buenas, pero ninguna mejor que el «Espíritu Santo». Con esta palabra, los judíos designaban el aliento de Dios, que crea y da vida, que cura y purifica, que lo renueva, transforma y reaviva todo.
Lucas nos indica que este fue el recuerdo que quedó de Jesús en los que lo conocieron de cerca: «Ungido por Dios con Espíritu Santo y poder, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Hechos de los Apóstoles 10,38). Lo más grande que podemos pedir en este grupo es ese «Espíritu Santo» que Jesús recibe de su Padre y le hace vivir «haciendo el bien» y «curando a los oprimidos». Ese Espíritu nos va a ir transformando y convirtiendo. Dios nos lo va a regalar, porque es con nosotros el mejor de los padres y de las madres. Además, el mismo Jesús lo prometió a sus seguidores: «Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu[…]”

RESPONDER A DIOS

“Tengo yo la experiencia de que, cuando pido a Dios, estoy recibiendo algo… que, cuando busco, estoy encontrando algo en mi interior… que, cuando llamo, ya no estoy tan solo? ¿Se me hace Dios presente en esa oración, aunque mis rezos no sirvan para resolverme mis problemas concretos?
¿He descubierto que necesito pedir a Jesús su Espíritu Santo? ¿Por qué no introduzco esta costumbre en mi vida? ¿Empiezo a pedir desde ahora el Espíritu de Jesús para mis hijos e hijas, para mis amigos, para la gente más olvidada, para la Iglesia, para el mundo entero? ¿No es hermoso que haya una voz más pidiendo a Dios su Espíritu alentador y dador de vida?
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