Estudio Bíblico: Matrimonio y Familia - Lección 01

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Matrimonio y Familia - Lección 1

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Matrimonio y Familia - Lección 1

Estudio Bíblico: Matrimonio y Familia
LECCIÓN 01 - LA FAMILIA
INTRODUCCIÓN
El tema tan importante del matrimonio y la familia ha sido muy enseñado a la iglesia durante los últimos 20 o 30 años.
Mucho se ha enseñado y aconsejado acerca del orden familiar para recibir bendición en la familia.
Sin embargo, son muy pocas las familias que han puesto por obra esta enseñanza. Tenemos mucho conocimiento de cómo debe ser la familia, pero poca experiencia.
Mi oración hermanos es que por medio de este estudio que tendremos, el Señor nos muestre su patrón para la familia y que seamos cambiados.
Que las verdades que veremos en este estudio no sólo quedan en la cabeza sino que vas en el corazón.
Estemos casados o no, no afecta la importancia de entender el orden de Dios para la familia, porque la familia natural y la familia de Dios tienen muchas cosas similares.
Aunque nunca lleguemos a ser padres quizá algunos, todos somos hijos de alguien.
Al entender el orden familiar, también entenderemos a Dios, nuestro Padre celestial.
DIOS TRABAJA CON FAMILIAS
Desde el principio de la creación, el Señor ha tratado con familias.
Su plan se basó desde el principio en una familia: la del primer Adán. Su plan terminará basado en una familia: la del postrer Adán, Cristo Jesús.
Para que Su plan se lleve acabo en nosotros, la única forma de hacerlo es ordenar nuestra familia natural.
Malaquías 2:15 dice:
“15¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud.”
El Señor busca una descendencia pura, consagrada y santa, y llegará a tenerla en el fin.
Tales personas que conocerán a su Dios, serán las únicas dejadas sobre la faz de la tierra en los últimos tiempos, pues el Señor se levantará para limpiar el mundo de los impíos y de su influencia.
Según la Biblia, la cizaña corresponde a los hijos del malo, como lo dice Mateo 13:38:
“38El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo”.
Tal descendencia será reunida en manojos y echada en el fuego.
La familia en los días de Noé
En los días de Noé, que es una sombra de nuestros días, los hijos de Dios se mezclaron con los hijos de los hombres, por lo que el Señor envió el diluvio, terminó con los impíos, y empezó de nuevo con una sola familia.
En el fin sucederá lo mismo. El Señor tendrá que tomar medidas drásticas porque la línea justa, la iglesia de Cristo, se ha contaminado.
Ha mezclado y utilizado una gran parte de ideas, costumbres y conceptos del mundo con los caminos del Señor.
Es increíble cuántos errores han entrado en la iglesia, que ha aceptado como estilo de vida, normas y estándares del mundo.
Después de la limpieza que habrá, quedará una familia sobre esta tierra: la familia de Dios.
Si como familias terrenales no nos alineamos con el patrón bíblico para la familia, y no ponemos por obra las instrucciones de Dios en nuestro hogar, no terminaremos siendo parte de la familia de Dios que sobrevivirá la limpieza que viene.
Ya no es tiempo de jugar a la iglesia. Es tiempo de ser cristianos verdaderos y comprometidos con Dios en todas las áreas de nuestra vida.
La familia en los días de Abraham
Génesis 18:19 dice:
“19Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.”
Años después del diluvio, hallamos que Dios continuó su plan sobre una sola familia. Debido al entrenamiento que Abraham le daría sus hijos, el señor podría darle todo lo que le había prometido.
La familia en los días de Moisés y Josué
Éxodo 12:3 dice:
“3Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.”
El cordero de la Pascua era comido por familias. Así debe ser también el Cordero de Dios.
El interés del Señor es salvar familias y tenerlas en orden.
Números 16:31-32 dice:
“31Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos.
32Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes.”
El resultado de la rebelión de Coré, Datán, Abiram y otros israelitas, fue algo espantoso. Ellos descendieron vivos al Seol (el infierno), con sus casas, sus hombres, y sus bienes.
El destino de su familia tuvo que ver con actitud y caminata de sus padres.
Nuestros hijos son afectados por nuestra caminata.
Lo mismo sucedió con Acán y su familia, que fueron apedreados y quemados debido al pecado de Acán, como lo dice Josué 7:24-25
“24Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor.
25Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos.”
Acán llevó maldición a toda su familia.
La familia en el Nuevo Testamento
En los días del apóstol Pablo, el Señor manifestó nuevamente su interés por la familia cuando el carcelero de Filipo se arrepintió de su camino.
A él le fue dicho que sería salvo junto con su casa, como lo dice Hechos 16:31
“31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”
Un requisito que existe para ser anciano de la iglesia es gobernar bien la casa y tener a los hijos en sujeción, como lo dice 1 Timoteo 3:4-5
“4que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad
5(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);”
LA RESTAURACIÓN DE LA FAMILIA
Cualquier presidente u hombre importante prepara el camino para dar una conferencia o alguna presentación pública.
Eso es una sombra de lo que Cristo, el Rey del universo hace.
Por eso envió a Juan el Bautista a preparar Su camino, y anunciar la Venida del Señor.
Antes de la Segunda Venida, Él volverá a preparar Su camino, y para ello enviará a Elías a tratar precisamente el aspecto familiar.
Malaquías 4:5-6 dice:
“5He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.
6El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”
La forma principal en que el camino del Señor será preparado, es que Su mensajero traerá un cambio a las familias de la tierra.
El Señor no nos visitará hasta que hayamos respondido en el área familiar.
Efesios 6:10-11 dice:
“10Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
11Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.”
En este pasaje, el apóstol Pablo introduce el tema de la armadura de Dios que el creyente debe utilizar para estar firme en el día malo que viene.
Las primeras palabras que usó: "Por lo demás", indican que esa porción de escritura es la continuación de algo.
El tema de los versículos anteriores es acerca de la familia, que es Efesios 5:22-6:9.
Si la familia no está en orden, olvidémonos de la bendición de vivir con esta armadura puesta.
Por ejemplo, parte de la armadura es la oración, como dice Efesios 6:18:
“18orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;”
Pero el apóstol Pedro dice que nuestras oraciones pueden ser estorbadas si nuestro matrimonio está fuera de orden, como dice en 1 Pedro 3:7:
“7Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
Por estas razones, creemos firmemente hermanos que la preparación para la visitación que viene empieza en el lugar.
RAZONES POR LAS QUE EXISTEN FAMILIAS
¿Hemos reflexionado alguna vez por qué hay matrimonios?
La relación entre hombre y mujer empieza con conversaciones para desarrollar compañerismo; luego se escuchan palabras dulces, hasta que finalmente se llega el matrimonio.
¿Por qué hace eso el ser humano? ¿Cuál es la razón por la que los seres humanos quieren besarse? Si meditamos unos momentos lo que las personas tienen que hacer en un beso, ¿no es una locura?
Sin embargo, hacemos todo eso por la sencilla razón que Dios nos creó así.
Sin embargo, el Creador no tenía por qué haber hecho así a los seres humanos.
Él pudo habernos creado como una planta bisexual, la cual no necesita de la ayuda de otras plantas para reproducirse.
De esa forma, no existirían los conceptos de hombre ni mujer; sólo habrían seres humanos. Además, pudo habernos hecho de tal forma que cuando nos reprodujéramos, diéramos a luz a personas adultas. En ese caso no habría niños.
Dios pudo habernos creado de cualquier forma.
¿Por qué hizo hombres, mujeres, niños y familias?
En este punto queremos ver las razones por las que Dios estableció que hubieran familias desde el principio.
PARA QUE SEAMOS COMO ÉL
En el libro de Génesis 1:26 leemos lo siguiente:
“26Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.”
Dios nos hizo a Su imagen, según Su semejanza. Por eso dijo: “Hagamos”; porque hay más de una persona involucrada en el asunto.
En esa relación familiar sabemos que existe Dios Padre e Hijo.
El Señor no creó la raza humana como un sistema especial de vida, como un invento nuevo.
El quería que la creación física fuera una revelación de Su naturaleza.
Nuestra naturaleza, por lo general, requiere de un compañero matrimonial.
Él hizo que los seres humanos reflejaran Su semejanza; cómo es Él.
Dios nos creó porque anda en busca de una Esposa.
Si Dios anda en busca del amor de una Esposa, ¿cómo podríamos ser semejantes a Él sin tener la misma búsqueda?
El hombre no quiere estar solo (Génesis 2:18); él quiere tener compañerismo y comunión con alguien. Dios tiene la misma necesidad.
PARA QUE APRENDAMOS A AMAR AL SEÑOR
El matrimonio nos muestra cómo desarrollar una relación de amor con Cristo a través de cosas prácticas y diarias de nuestra caminata por esta tierra.
Desde el momento en que una pareja se conocen, hasta que ya son un matrimonio, esa relación revela cómo desarrollar una relación íntima con Cristo Jesús.
Por ejemplo, una relación entre hombre y mujer empieza con palabras, mientras que nuestra relación con el Señor se inició cuando oímos Su palabra viva.
Entonces, nos gustó tanto lo que nos dijo, que deseamos pasar más tiempo con Él para volver a escuchar Su voz.
Si continuamos esa búsqueda, pronto nos sucederá lo que le pasa a las parejas, que ya no quieren separarse.
Ese es el momento adecuado para casarse.
Ya siendo esposos, la relación íntima revela cómo entrar a las cámaras reales y conocer el amor íntimo de Cristo.
Finalmente, como consecuencia de la relación íntima de amor con una pareja, surgen los hijos; el fruto de una relación de amor produce vida.
Lo mismo sucede en lo espiritual. El producto de una relación íntima con Cristo será el nacimiento de hijos espirituales.
Deuteronomio 11:18,20-21 dice:
“18Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos.
20y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas;
21para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra.”
La meta del Señor es que nuestros días sean como los días de los cielos sobre la tierra. Él quiere que nuestro hogar llegue a ser como el cielo sobre la tierra; un reflejo de la gloria, amor, misericordia, comunión y relación del cielo sobre la tierra.
De esa forma, los seres humanos podrán apreciar cómo es la familia de Dios; como es el esposo, Cristo; como es la esposa, la iglesia.
Romanos 1:20 dice:
“20Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.”
Podemos entender la Deidad por medio de la creación. Desde la creación Él estableció un matrimonio entre el hombre y la mujer, para que lo entendiéramos a Él, y comprendiéramos como tener una relación íntima con Cristo.
Por eso no debemos hacer lo mismo que hace el mundo: burlarse del matrimonio. Cuando los inconversos hablan despectivamente acerca de sus compañeros matrimoniales, tenemos la oportunidad de causar en ellos un fuerte impacto. Podemos decirles algo como: “Lamento mucho que así sea tu hogar, pero esa no es la meta de Dios para la familia”. No debemos participar de esas bromas y hablar mal de nuestro cónyuge.
NOS ENSEÑA A AMARNOS UNOS A OTROS
Creemos que parte del plan de Dios es que una pareja se casa haciendo inexperta en esa área. ¿No hubiera sido mejor si hubiéramos tenido la oportunidad de pasar unos cientos de años madurando emocional y espiritualmente antes de buscar nuestra pareja?
Por supuesto, sin envejecer en físico. ¿No hubiera sido maravilloso?
Sin embargo, nos toca la responsabilidad de llevar un hogar cuando tenemos muy poca o ninguna experiencia. Sin saber cómo tratarse uno al otro, empieza la batalla en el lugar.
¿Con qué propósito? Enseñarnos a amar. El matrimonio fue diseñado para enseñarnos a entregarnos por alguien que tiene defectos, no por alguien que ya es perfecto.
Efesios 5:25 dice:
“25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,”
Cristo se entregó a Sí mismo por una Esposa indigna, pecaminosa y sin ningún atractivo.
Él murió por nosotros hallándonos en esa condición.
En el matrimonio, debemos aprender a dar nuestra vida por el otro y a rendir nuestros derechos.
Una vez, un pastor (creo que no era de Hebrón) se acercó a hno Marvin para comentarle acerca de un gran problema que tenía. El pastor dijo: “Mi problema es que ya no amo a mi esposa; amo a otra mujer. ¿Qué hago?”.
Entonces hno Marvin le dijo: “Hermano, sí tienes un problema grave. No entiendes lo que es el amor. Tú crees que el amor es pasión, lujuria, o algo sentimental. Pero el amor es una decisión”.
Muchos creen que el amor es sólo un sentimiento agradable. Sin embargo, también involucra sentimientos desagradables.
¿Cómo sabemos que el amor es una decisión? Si el amor fuera un sentimiento o emoción, el Señor no nos hubiera dado la orden de amarnos los unos a los otros; no podríamos cumplir esa instrucción, porque nadie puede controlar completamente sus sentimientos.
En Efesios 5:25 leímos la orden del Apóstol Pablo hacia los esposos de amar a sus esposas. Nosotros podemos tomar la decisión de dar nuestra vida por el otro, de la misma forma que Dios decidió amar de tal manera el mundo, que dio a Su Hijo.
A través del matrimonio podemos aprender paciencia, hacer sufridos, ser mansos, etc. gracias a que nuestra pareja matrimonial comete errores.
PARA APRENDER A GUIAR A OTRAS PERSONAS
La familia es un campo de entrenamiento para aprender cómo se guía a otras personas y como infundirles el deseo de seguirnos.
1 Timoteo 3:4-5 dice:
“4que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad
5(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);”
El buen pastor va delante guiando a sus ovejas. Si somos padres de familia debemos preguntarnos: ¿Quieren seguirnos nuestros hijos? ¿Quieren ser como nosotros?
Un ministro que tenía varios hijos pequeños estaba tratando de aprender cómo crear a su familia según el orden de Dios.
Un día el Señor le habló y le dijo: “Los niños pequeños aman a Jesús por naturaleza. Si ellos pueden ver a Jesús en ti, van a seguirte”.
Si nuestra manera de vivir, de hablar, disciplinar y dirigir la familia no funciona en nuestro hogar, y no produce buenos frutos de nuestros hijos, no debemos tratar de exportar nuestra doctrina.
Si eso sucede, no estamos listos para dirigir ni gobernar la casa del Señor, la iglesia.
ENSEÑARNOS CÓMO CONSTRUIR SU CASA
Una casa con dos o más personas la pareja y los hijos, puede volverse un lugar donde la presencia de Dios esté presente de una forma especial.
Mateo 18:19-20 dice:
“19Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Los esposos fueron llamados por Dios para hacer los sacerdotes o ministros de esa pequeña iglesia. La pareja puede orar por sus hijos, y enseñarles el camino de salvación.
Ahí se aprende a aconsejar con la dirección del Espíritu de consejo.
La casa es un buen lugar para que los niños aprendan a buscar al Señor y a fluir en la alabanza.
Un niño no sabe el camino para entrar a la presencia de Dios; él tiene que ser guiado e instruido.
A ellos les es más fácil responder al ambiente mundano porque traen la naturaleza caída de Adán. Con ellos tenemos la oportunidad de pastorear.
Si fracasamos como sacerdotes de nuestra casa, hemos fracasado como sacerdotes.
Nuestro llamamiento y ministerios son probados en el hogar.
LA FAMILIA ES LA BASE DE LA IGLESIA
El Señor escogió la familia como la unidad básica o la célula de la familia de Dios, la iglesia.
El cuerpo humano tiene muchas células, las cuales tienen vida.
Lo mismo sucede con el Cuerpo de Cristo. Cada familia debe reflejar a la familia divina, la Iglesia.
La familia fue instituida muchos años antes que lo fuera la Iglesia.
Salmo 127:3-5 dice:
“3He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
4 Como saetas en mano del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud.
5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;
No será avergonzado
Cuando hablare con los enemigos en la puerta.”
Por esta razón, la familia es objeto de ataques espirituales por parte del enemigo.
Los hijos son como saetas en la mano del valiente.
El enemigo sabe que nuestra familia puede ser usada para destruir su obra.
Por eso trata de destruirla antes que ésta lo destruya a él.
Si preparamos una morada para Dios con nuestra familia, podemos ganar muchas batallas.
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