El Trabajo del Predicador

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Introducción

Existen muchos conceptos de lo que es el trabajo principal del predicador / de un ministro:
Muchos esperan que el ministro sea un buen organizador de eventos, conferencias, talleres, etc.
Otros demandan que el ministro sea apto para la consejería matrimonial, jóvenes con problemas de comportamiento, o para personas que sufren de depresión.
Algunos piden que el ministro sea una persona dinámica que sea capaz de motivarnos / inspirarnos con sus palabras.
De igual manera, la gente tiene diferentes conceptos del propósito de la predicación.
Algunos esperan que el ministro no se tarde demasiado y que logre cautivar nuestra atención con buenas historias y anécdotas.
Otros buscan un predicador que predique un mensaje para recargar sus baterías emocionales y enviarlos listos para conquistar el mundo.
Otros piden que sea un ministro que se enfoque en interpretar lo que significa cada número, cada color, cada nombre, cada ciudad, etc., como si la Biblia fuera un libro de símbolos y el ministro tiene la llave para interpretarla.
Gracias a Dios que tenemos su palabra. Hoy continuamos nuestra serie en la carta de Pablo a los Colosenses. La vida y ministerio de Pablo sirve como un modelo para los ministros / predicadores.
Cada predicador debe tener la aspiración de modelar su ministerio según el modelo de Pablo.
Hoy consideraremos:
El llamado de Pablo
El trabajo principal de Pablo

I. El llamado de Pablo

Pablo se presentó en la introducción de esta carta como:
Colosenses 1:1 (NBLA)
Pablo , apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,
Pablo reconoce que él es un enviado (apóstol) de Jesucristo según la voluntad de Dios.
Pablo sabe que su llamado viene directamente de Dios y que fue afirmado por la iglesia del primer siglo.
Ahora, vemos como Pablo describe su llamado:
Colosenses 1:25 NBLA
De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios,
Notemos que Pablo habla que fue “hecho ministro”.
Pablo se se llamó a sí mismo.
Pablo fue llamado por Dios.
Fue Dios quien hizo a Pablo un ministro del evangelio.
Fue Dios quien lo llamó y lo capacitó para cumplir el llamado de Dios.
Sigamos orando que Dios siga haciendo ministros para cumplir el llamado de Dios en sus vidas.
Hoy nos damos cuenta que los seminarios ni los institutos bíblicos hacen ministros.
Estas instituciones pueden dar mucha información necesaria para el ministerio.
Sin embargo, es Dios quien llama a sus ministros a su obra.
Notemos que Pablo dice que fue hecho “ministro”.
Muchos hacen una distinción entre la palabra “apóstol” y la palabra “ministro”.
Hoy en día a hombres que dicen ser “apóstoles”. Creen tener autoridad espiritual sobre grupos de iglesias, regiones, e incluso algunos creen tener autoridad sobre denominaciones y países enteros.
Esto no tiene respaldo bíblico.
La palabra “apóstol” simple y sencillamente significa “un enviado”. Los “apóstoles” fueron hombres enviados por Jesucristo para predicar su evangelio.
De pronto estos “apóstoles” utilizan el mismo modelo de gobierno que vemos en la Iglesia Romana donde tienen un papa, arzobispos y cardenales, obispos, etc.
De pronto estos “apóstoles” modernos reciben estos títulos elevados, son tratados con respeto, la gente se somete a su autoridad, y sin embargo lo hacen de manera equivocada.
La cabeza de la iglesia es Jesucristo.
Cada iglesia es una iglesia autónoma y se somete a la autoridad de Jesucristo mediante la administración de los pastores y ancianos de la iglesia local.
Lo curioso es que estos “apóstoles” quieren llevar el nombre de “apóstol” pero notemos que Pablo reconoce que es un “apóstol” pero el nombre que más utilizó para referirse a su llamado es el de “ministro”.
Ministro viene de la palabra que utilizamos para “diácono”.
El diácono en el mundo antiguo no era un cargo en la iglesia que se dedicaba a las necesidades físicas de la congregación.
El diácono era una palabra de uso cotidiano que se refería a los que sirven en las mesas (un mesero). Eran servidores de mesas.
Así que Pablo, lejos de ser recibido con una ovación, una silla especial, con regalos, etc., se ve a si mismo como un sencillo mesero que vino para servir al pueblo de Dios.
Pablo quiere que entendamos que el ministro es primeramente una persona que viene a servir a los demás.
El ministro no viene para tomar el lugar de honor sino para ver cuales son las necesidades y ver como puede trabajar para solventarlas.
El ministro viene, no para ser servido, sino para ver en que puede ser útil.
Por tanto, el llamado de Pablo es principalmente el llamado de estar al servicio del pueblo de Dios.
En 1:24 nos damos cuenta que este servicio, en la vida de Pablo, vendría con gran sufrimiento:
Colosenses 1:24 NBLA
Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia.
Pero Pablo estaba dispuesto porque esta era la voluntad de Dios.
Dios lo había puesto para estar al servicio de su iglesia, aunque esto significaría pruebas, luchas, hambres, cansancio, golpes, amenazas, etc.
El ministro va a servir al pueblo de Dios aunque su trabajo no sea compensado económicamente.
Lo hace voluntariamente y no porque va a recibir un pago.
Lo hace así porque sabe que fue llamado por Dios y a Dios va a rendir cuentas si no es fiel a su llamado.
Oremos pues que Dios levante hombres dispuestos a servir a su pueblo y hacerlo de manera desinteresada sabiendo que de Dios viene la recompensa.

II. El trabajo principal de Pablo

¿Qué trabajo tan importante tenía que hace Pablo, que estaba dispuesto a hacerlo, sabiendo que le causaría gran sufrimiento?
Colosenses 1:25 NBLA
De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios,
“la predicación de la palabra de Dios”.
Pablo había sido llamado por Dios con un propósito muy específico: servir al pueblo de Dios mediante la predicación de la palabra de Dios.
Este es el gran peso de responsabilidad que Pablo llevaba sobre sus hombres - ser un fiel predicador de la palabra de Dios.
¿Por qué?
Romanos 10:14–15 NBLA
¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: «¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!».
Es mediante la predicación de la palabra de Dios que Dios concede el creer, el arrepentimiento, y el perdón de los pecados.
Si no se predica la palabra de Dios con claridad, entonces la gente no podrá creer.
Es la palabra de Dios la que consuela, la que aviva, la que alumbra los ojos, la que trae ánimo, la que dirige, guía, produce gozo, etc.
Las iglesias pueden tener un gran grupo de alabanza.
Las iglesias pueden tener un gran templo con muchos lujos.
Las iglesias pueden tener muchas actividades sociales.
…pero si no se predica la palabra de Dios - ya no es iglesia.
En la mente de Pablo, la predicación de la palabra de Dios era su responsabilidad principal.
¿A cuántos de nosotros nos es fácil leer y entender la Biblia?
¿Cuántos de nosotros nos sentimos alimentados / satisfechos después de haber escuchado una mensaje directo de la palabra de Dios?
El trabajo del predicador es ir a la palabra de Dios, estudiarla, leerla una y otra vez, y proclamar su mensaje para que el pueblo de Dios sea alimentado, nutrido, por el mensaje de su palabra.
Pablo explica su función como predicador de la palabra de Dios de esta manera:
Colosenses 1:25–27 NBLA
De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios, es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A estos Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria.
La predicación es reconocer que tenemos un libro donde Dios ha revelado un gran misterio que por muchos años fue oculto.
Dios estuvo hablando desde el libro de Génesis acerca de este misterio que ahora ha sido revelado.
Este misterio no tiene que ver con entender cada uno de los 4 jinetes del Apocalipsis, ni que significan los 7 brazos del candelero, ni porque Matusalén vivió 969 años y que significa ese número...
Este misterio es el misterio que cada predicador debe estudiar en la Biblia, indagar en sus páginas, y semana tras semana predicar este maravilloso misterio.
¿Pero cuál es este misterio?
Este glorioso misterio es algo que ya ha sido revelado a los santos.
Es algo con el cual todos hemos tenido un encuentro glorioso.
Es algo que Dios nos ha dado a conocer, tanto judíos como gentiles.
Este misterio es “Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria”.
En otras palabras, el predicador ha sido llamado a predicar a Cristo semana tras semana.
El predicador ha sido llamado a estudiar la Biblia, desde Génesis a Apocalipsis, y cada semana predicar a Cristo.
El predicador ha sido llamado a proclamar que este bendito Cristo mora en todos aquellos que hemos creído en él y por tanto es nuestra esperanza de la gloria.
Cristo mora en nosotros, así como la gloria de Dios descendía en la forma de una nube en el Antiguo Testamento, ahora Cristo mora en cada uno de los que tenemos fe en él.
¿Por tanto, que es ver a Cristo, el misterio oculto, desde tiempos antiguos?
Es ver a Cristo en el animal que Dios sacrificó para hacer ropa de pieles y así cubrir la desnudez de Adán y Eva.
Es ver a Cristo en el sacrificio de Isaac cuando Dios pidió a Abraham que sacrificara a su hijo. Sin embargo, Dios proveyó un carnero que fue sacrificado en lugar de Isaac.
Es ver a Cristo en la busqueda de una novia para Isaac, así como el Padre ha provisto para su hijo Jesucristo, a la novia que es la Iglesia.
Es ver a Cristo en el templo de Salomón el día que fue inaugurado que descendió la nube de la presencia de Dios…y todos sabían que Dios estaba allí. De la misma manera Dios vino a este mundo en la persona de Jesús. Dios habitando en medio de los hombres. Dios vino a la tierra y habitó entre nosotros.
Es ver las cartas de Pablo, como lo estamos haciendo, y gloriarnos en que semana tras semana vemos lo que Cristo ha hecho por nosotros, lo que hace, y lo que aún hará.
Es maravillarnos del gran amor que tuvo Dios para nosotros en mostrar su misericordia, en que cuando éramos pecadores / enemigos de Dios, él nos perdonó de nuestros pecados.

Conclusión

A final de cuentas, el trabajo del predicador tiene una meta final:
Colosenses 1:28 NBLA
A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo.
Predicamos semana tras semana, enseñamos, explicamos, instruimos, aconsejamos, les recomendamos libros, devocionales, etc…todo con el fin de que Dios esté obrando en cada uno de nosotros.
El hombre de Dios busca de una mil maneras compartir la palabra de Dios, con el pueblo de Dios, para que Dios siga obrando en cada uno de nosotros y así seamos perfeccionados.
A la medida que el predicador es fiel en exponer la palabra de Dios, Dios estará obrando en su pueblo.
La palabra de Dios es viva y eficaz y estará obrando en nosotros.
La palabra de Dios puede ser comparada con la levadura. De pronto creemos que la levadura no está haciendo nada…pero con el pasar del tiempo la masa empieza a esponjarse.
El predicador trabaja día y noche para esparcir la levadura y confía en Dios que surgirá su efecto por el poder de su Espíritu Santo.
Yo puedo decir, que Dios ha obrado en Agua Viva mediante la predicación de su palabra, y seguirá obrando porque él lo ha prometido.
Finalmente vemos que el esfuerzo del predicador coopera con el poder de Dios:
Colosenses 1:29 NBLA
Con este fin también trabajo, esforzándome según Su poder que obra poderosamente en mí.
El predicador se esfuerza en cumplir su trabajo y es Dios quien lo fortalece para ser fiel a su llamado.
Sea esta nuestra oración:
Dios, obra en nosotros cada vez que tus ministros nos traen tu palabra.
Dios, fortalece a nuestros ministros para que cumplan su llamado.
Dios, haciendo estas cosas, haznos conocer más a Cristo, amarlo más, servirle mejor, ser hechos a su imagen, y sobre todo - a tener la firma convicción que Cristo mora en nosotros, la esperanza de la gloria.
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