Escuela Dominical (3)
Sermon • Submitted
0 ratings
· 8 viewsNotes
Transcript
Domingo 17 octubre
Domingo 17 octubre
1 ts. 4.18 “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
1 ts. 4.13-17 “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
Filipenses 1.21 “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”
Juan 17.14-18 “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.”
Romanos 8.18-39
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Juan 10.28-29 “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
En este pasaje vemos que el Padre y Jesús son el mismo.
Lucas 22.31-32 “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.”
Comentario: Satanás quiso zarandear a Pedro como si fuera trigo. Esperaba hallar solo paja, fácil de soplar. Pero Jesús aseguró a Pedro que su fe, a pesar de flaquear, no se destruiría, sino que se renovaría hasta convertirse en un líder poderoso.
PAG. 68
PAG. 68
Romanos 8.26-27 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.”
Leer 2 Co. 4: 7 al 18
Vea el V17
2 Co. 4.7 “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,”
2 Co. 4.6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”
La redención es una obra soberana de Dios. Pablo utilizó la analogía de la creación para describir la salvación cuando escribió:
“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17).
Aquí también utiliza una semejanza de la salvación con la creación del mundo físico, mostrando que el mismo Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz (cp. Gn 1:3) es el que resplandeció en nuestros corazones. El mismo Dios que encendió la luz física enciende la luz espiritual.
Ahora sí, el v7
2 Co.4.7 “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,”
La palabra pero introduce un contraste con el versículo 6 que describe la inmensa e incalculable gloria del Dios eterno revelado en el Cristo encarnado. Ese tesoro divino incalculable está contenido en un recipiente humano sencillo, una perspectiva humilde que todo predicador y creyente debe tener. La perspectiva humilde que Pablo tiene de sí mismo era el eje que lo hacía útil. Más adelante escribió en esta epístola:
“Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos” (2 Co. 10:12).
Rechazó evaluarse con base en los criterios externos y superficiales de los falsos apóstoles; no estaba interesado en compararse con quienes se miden:
2 Co. 10:12 “a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos”
2 Co. 10:17 “el que se gloría, gloríese en el Señor” (10:17)”
2 Co. 10.18“no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba”
Santiago 1.2 “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,”
Colosenses 1.24 “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;”
Filipenses 4.4 “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”