Hablemos de Fe V
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¿Qué es la fe? Cristiano o no, ya sea que veas la vida a través de una filosofía, un gurú, las estrellas, incluso si eres ateo, en la forma como ves la vida, ahí hay el elemento de la fe, en que de alguna manera queremos tener lo mejor de la vida y buscamos la forma que así sea, además de comer bien y hacer ejercicio, de vez en cuando buscas la ayuda de un amuleto, astros, meditación, algo físico o metafísico y buscas la forma de usarlos a tu favor.
Si crees en Dios, quizá te enseñaron que, por medio de la oración, ayuno, buenas obras y teniendo mucha fe logras que Dios haga lo que quieres o incluso se vea obligado a hacerlo. Hoy terminamos la serie “Hablemos de Fe”. Y Veremos qué tengo como resultado de tener mucha fe.
Leeremos unos versos que le gusta a todos, porque dice algo así como “pide y recibirás”, y la verdad es que eso es lo que queremos. La mayoría de las religiones tienen un mensaje atractivo usando este verso, muchos usan a Jesús para querer respaldar lo que dicen, usando un texto fuera de contexto para hacer un pretexto. Al leer la Biblia en su contexto, Jesús deja bien claro, que ÉL, con una fe asombrosa ¡nunca la usó para su propio beneficio! Ni para ayudar a sus cuates. La usó para una sola cosa ¡servir a Su Padre! Jesús estaba entregado por completo al servicio de Dios. A mayor fe, mayor compromiso y entrega a Dios.
Definimos que fe es “creer que Dios es quién dice que es y que hará lo que ha prometido hacer.” Aceptar esta definición y saber que Dios es tu Padre Celestial, te ama tanto que envió a SU Hijo a morir por ti, nos debe llevar a la pregunta ¿qué puedo hacer para servir a Dios? Ahora que si somos honestos esta pregunta no la hacemos, más bien preguntamos ¿Qué puede hacer Dios por mí? JFK
La motivación de Jesús era contraria a la nuestra, era la de servir a quién lo envió y servirlo de forma total. Si en algún momento empiezas una búsqueda espiritual y quizá recurras a la TV, un libro, un motivador; y en un tiempo que se privilegia que cada quien diga lo que quiera sin importar si es veraz o no; muchos han aprovechado ese nicho dando un mensaje pseudo espiritual, atractivo, sí, pero que no representa la verdad histórica de la Biblia ni de la historia del evangelios; y para justificar sus dichos se escudan en la frase “la verdad es relativa”, una frase que se auto destruye.
Hay muchas frases que se venden como verdades y muchos lo creen, quizá digas ¡a mí no me pasa eso! pero ¿recuerdas los jabones adelgazantes, zapatos para bajar de peso, pulseras para bajar de peso, la fórmula para ser rico en 3 pasos? Esto es motivado por una cultura del máximo resultado con el mínimo de esfuerzo. El problema es que han querido hacer lo mismo con lo espiritual, con Dios.
Empecemos por el principio, por el originador: Jesús. Lo primero que vemos es que ÉL usó la fe para el servicio de Dios; la advertencia es: si consideras o eres seguidor de Jesús (en serio), gran parte de seguirlo es ¡servicio! Ya vimos que fe es confiar que Dios es quien dice que es y que hará lo que ha prometido hacer, entonces, podemos confiar en ÉL, le podemos pedir todo lo que queramos y estar seguros de que ÉL lo puede hacer y si no lo hace, eso no cambia nada ¡sigue siendo Dios! Puedo estar seguro de que, cuando no me da lo que quiero o el milagro, sí me dará lo que ha prometido: Su Gracia y Misericordia para el momento de más necesidad. Además, que al reconocer las áreas en que soy débil y entregárselas, Él se hará fuerte en mi vida. Fe no quiere decir que siempre ÉL hará lo que le pido o que siempre debo tener salud, dinero, amor y nada de problemas, eso es estar muerto.
Juan, un discípulo de Jesús, después que ÉL se fue al Padre, escribe cartas a las iglesias del 1° siglo, entre ellas una que conocemos como Apocalipsis y otras, en las lecturas que haremos hoy hay un solo mensaje: Jesús con toda su fe y poder, no lo uso para su propio beneficio, ni para hacer Su voluntad, la usó para servir a Su Padre y Hacer SU voluntad. El resultado de seguir a Jesús o la evidencia de seguirlo, no es que no tengas problemas ni enfermedad, o qué tan bien te va en el negocio o qué tanto puedes lograr que Dios responda tu oración, sino en qué tanto puedes servir a Dios. Fe es igual a servicio a Dios.
“Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo según Dios me indica. Por lo tanto, mi juicio es justo, porque llevo a cabo la voluntad del que me envió y no la mía.” (Juan 5:30, NTV)
Quizá Pedro dijo: “Jesús ¿cómo que no puedes hacer nada? Piensa positivo, no digas eso. Porque si no haces nada por tu propia cuenta, entonces ¿qué viniste a hacer? ÉL dice: sencillo, todo lo que tengo que hacer es saber qué quiere Dios, mi Padre que yo haga y ¡hacerlo! Pero Jesús, haz algo por tu propia cuenta, eres el arquitecto de tu propio destino, tú puedes. Jesús dice: no se trata de eso, porque no vengo a hacer mi voluntad, sino la de mi Padre. No hago nada por mí mismo, pero no se confundan, ¡sé qué vine a hacer! Y ¿qué es? ¡la voluntad de mi Padre! Y saben ¡es lo mismo que ustedes deben hacer si deciden seguirme!
“Yo no hablo con autoridad propia; el Padre, quien me envió, me ha ordenado qué decir y cómo decirlo.” (Juan 12:49, NTV)
¡Otra vez! Alto, ¿cómo que no hablas con tu autoridad? ¡eres Jesús! Y ÉL dice: Sí, pero, vengo a hablar lo que el Padre me dice que diga.
“Y sé que sus mandatos llevan a la vida eterna; por eso digo todo lo que el Padre me indica que diga».” (Juan 12:50, NTV)
Todo lo que digo es lo que mi Padre me dice que diga, es sencillo. Ellos dicen: Entonces, ¿no dices nada de ti? ¡no! Dices sólo lo que Dios te dice que digas, haces sólo lo que Dios te dice que hagas, entonces ¡qué no tienes un tu plan! ¿lo único que haces es lo que te dicen que hagas? ¡exacto! Así es. ¿eso es todo? ¿no está en tu plan ser -digamos- popular, político, rico, o algo? ¡nop!
“Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad.” (Juan 6:38, NTV)
Pero, pensamos que eras un rebelde, un líder que nos llevaría a la guerra de liberación de los romanos, y ÉL dice: ¡nop! Sólo hago lo que el Padre me dice que haga y digo lo que me dice que diga, no hago mi voluntad, sino la de quién me envió. A ver, o sea que ¿tú, siendo quién eres te sometes a la autoridad de otra persona? ¡si! Entonces, Jesús ¿por qué te debemos seguir si no sabes qué vas a hacer? Jesús dice: ¡Momento! Tengo bien clara mi agenda ¡hacer lo que mi Padre me dice que haga y decir lo que me dice que diga! Pero Jesús ¿por qué haces eso? Porque tengo mucha fe, con fío que ¡Dios es quién dice que es y hará lo que ha dicho que hará! Confío en mi Padre y si confío en ÉL, dime ¿para qué quiero hacer algo de mí mismo? Lo más lógico, conveniente es ¡rendirme a ÉL!
“Y la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio, sino que los resucite, en el día final. Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final.” (Juan 6:39–40, NTV)
Y nada de un dinerito, digamos un puesto popular ¿nada para ti? Porque tu voluntad no es tu voluntad, sino que es la de tu Padre y esa voluntad de tu Padre no es beneficio tuyo sino de los demás ¿eso es todo? Así nada más, sólo por amor a los demás. ¡Sí, eso es todo! Lo único que hay que hacer o decir es lo que Dios dice que diga o haga.
Ahora meditemos un momento; si esto es lo que enseña la Biblia ¿cómo llegamos a mucho de la religión actual? ¿de dónde salió la idea de que Dios es para que me haga milagros, me de salud, riqueza, amor, trabajo?
Al mismo tiempo, si dudas sobre la autenticidad del cristianismo, la pregunta es ¿cómo sobrevivió al primer siglo? Porque este no es popular, no es, digamos, atractivo ¿por qué seguir a alguien así? Entiendo si el mensaje es: sígueme y tendrás, salud, dinero, riqueza, poder, lo entiendo y me apunto, pero ¿cómo es posible esto? Si el cristianismo es: ¡haz la voluntad del Padre, di lo que te diga y haz lo que te diga! Y Su voluntad es para el beneficio de las demás personas, esto ¡no es fácil de entender!
Si en algún momento quieres usar a Jesús, a Dios, la Biblia para tu beneficio, si lo quieres usar para ser rico, tener salud, éxito a tu manera, etc. Entonces ¡no has leído la Biblia! Jesús no dijo eso ¡ni lo hizo! Su fe se tradujo en servicio y una rendición total a Dios.
“…Las palabras que yo digo no son mías, sino que mi Padre, quien vive en mí, hace su obra por medio de mí.” (Juan 14:10, NTV)
A ver, vamos despacio ¿El Padre vive en ti y ÉL hace las obras? Entonces tú eres sólo un vehículo, un medio, en pocas palabras ¡eres nada! ¡exacto! Así es, de eso se trata. Y aquí podemos terminar la plática y nuestra mente lo entendería, porque tiene sentido. Si Dios es real, Dios existe, entonces lo lógico es que yo me rinda a ÉL y a Su voluntad, pero emocionalmente nos quedamos con ¿dónde queda la salud, riqueza, éxito, amor? ¿qué gano aquí?
Ahora veremos otros textos con esas promesas, pero ya tenemos el contexto, en mente lo que Jesús ha dicho: “No vengo a hacer lo que quiero sino lo que El Padre quiere, y digo lo que el Padre quiere que diga. El plan no es mi voluntad sino hacer la voluntad del que me envió y es para beneficio de los demás.”
“»Les digo la verdad, todo el que crea en mí hará las mismas obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre.” (Juan 14:12, NTV)
Esta parte nos encanta ¡Bravo! Esos son los versos buenos, los que dan esperanza ¡haremos mayores cosas que ÉL! Mira lo que Jesús hizo, tú lo puedes hacer. Jesús sanó ¡tú lo puedes hacer! Y muchas cosas más si tan solo tienes ese poder, lograrás ser famoso.
Pero al ver el contexto, entendemos que esa idea de fama, riqueza, poder, salud, éxito a mi manera ni siquiera pasó por la mente de los discípulos. Eso de hacer mayores cosas significa ¡servir más a Dios! O que tu servicio a Dios tendrá mayor impacto, y por eso los discípulos pudieron ser mártires.
Mientras más te rindes a Dios, tu Padre hará mayores cosas de las que hizo a través de Jesús y no será para tu propio beneficio, sino para el beneficio de los demás. Entonces guarda tu pretensión de querer que Dios te de todo lo que le pides, o de exigirle, sino que, más fe se traduce en decirle a Dios ¡aquí estoy! ¿qué quieres que haga, qué quieres que diga, a dónde quieres que vaya?
“Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre.” (Juan 14:13, NTV)
Y alguno dice: ¡ahí está! Ahí lo dice, a eso me refiero, Jesús hará lo que le pidas si tienes fe, así que pega la foto del Ferrari, de la chica en el refri, cree que Dios lo hará porque Jesús lo prometió, ten fe, pídelo en el Nombre de Jesús y ÉL lo hará. Y muchos en esta pandemia se acercaron así a Dios. Fue el tiempo que más peticiones de oración tuvimos, pero dime ¿dónde están?
Esto de pedir lo que quieres y que Él lo hará se oye bonito, motivador, pero ¡no es el mensaje de Jesús! Cuando dijo esas palabras, nadie pensó en obtener cosas para su propio beneficio, entendieron el mensaje ¡hacer la voluntad de quién me envió!
Se trata de rendirse a Dios y decirle ¿qué quieres que haga en mi familia, matrimonio, finanzas, negocio, comunidad? ¡así en esta condición en que me encuentro! Estoy aquí para hacer lo que quieres que haga, soy un vehículo, un medio, una vasija, un instrumento.
Tener fe no se trata de darle nuevas ideas a Dios para que sea ÉL quien se involucre en lo que yo quiero para que se haga mi voluntad, sino ¡todo lo contrario!
“Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.” (1 Juan 5:14–15, NVI)
Siendo la palabra importante: conforme a Su voluntad. Porque quisiéramos orar más bien conforme a nuestra voluntad. Lo que el verso nos dice es que debemos seguir el ejemplo de Jesús, vivir deseando saber qué es lo que el Padre quiere que hagamos en nuestro entorno, no sólo los pastores, sino todos. ¿Qué quiere Dios para ti en tu familia, hijos, dinero, trabajo, iglesia? Cuando sepas cuál es la Voluntad de Dios, orar para que Dios haga las cosas que ÉL HARÁ pero te quiere involucrar para que seas copartícipe con ÉL ¡Todo un honor!
Tener una fe grande es una entrega grande, es decirle a Dios ¿qué quieres que haga con mi vida, cuerpo, talento, enfermedad? Haré lo que quieras que haga porque sé que TÚ eres DIOS. Eso es tener fe.
Ahora la pregunta ¿por qué no hacemos eso? ¡miedo! Eso de decirle ¡haz conmigo lo que quieras! Preferimos decirle en qué necesitamos Su ayuda y que lo haga; preferimos llevar a Dios a dónde lo queremos llevar y dejarlo a un lado cuando no lo queremos llevar, para que no vea en lo que andamos.
La verdad es que, hacer nuestra voluntad ¡debería darnos miedo! La mayoría queremos tratar a Dios como si lo pudiéramos manipular. Dios, mi familiar está enfermo, por favor ¡sánalo! ¿qué quieres que haga para que lo sanes? Te compro algo, o te convenzo si lloro lo suficiente o convoco a mucha gente a orar, pero dejemos las cosas en claro, no quiero que te involucres en mi vida, solo quiero el milagrito y listo; no te estoy ni invitando a mi vida ni aceptando como Dios, solo quiero que sanes a mi familiar, por favor, sí, gracias. Y eso, estimados ¡es un insulto a Dios! Si no lo quieres en todas las áreas de tu vida ¿por qué sí lo quieres usar? Por otra parte, si no lo quieres en toda tu vida ¿por qué te enojas cuando Dios no se muestra en un área de tu vida?
A veces queremos agregar a Dios a lo que nos conviene, nuestro sistema de pensamientos, cultos, religiones, filosofías. Pues yo creo en san fulanito de tal, pero también en Dios, pues yo creo que las chacras, pero también en Dios. Queremos agregar a Jesús a algo que nosotros hemos fabricado. Nos gusta mencionar ¡Dios es amor! Porque lo es, pero no queremos mencionar la cruz y el sacrificio.
Si hacemos eso es porque no hemos entendido la historia, ÉL vino al mundo a salvarlo, murió en la cruz y al 3er día resucitó, no para hacernos la vida fácil, sino a pasarnos de muerte a vida eterna, ÉL es el Salvador del Mundo, ÉL es DIOS. Puede que creas o no esto, pero entonces, no pretendas que lo entiendes y sabes a qué está obligado. Y, además, aún cuando era el Salvador del mundo, no trajo Su propia agenda, sino que vino a cumplir lo que SU Padre le decía que hiciera.
Hay algo inevitable que llegará algún día a tu vida, y ahí te darás cuenta de lo tonto o ilusos que hemos sido, ahí nos daremos cuenta de que vivimos con ritos, apariencias, con religión tratando de engañar a Dios. Diciendo: Dios es amor y siempre me perdona, así que puedo ser un rebelde en la semana, con tal que me asome los domingo y listo.
Si lo aceptas como Salvador, y lo reconoces como tu Dios, eso te debe llevar a una rendición total, a más fe, más confianza que Dios es quien dice que es. Cuando reconoces la majestuosidad de Dios, la única alternativa no es pretender sacar ventaja o querer usarlo para nuestra conveniencia, la reacción debe ser ¡rendirse totalmente! Y decirle ¿qué quieres que haga?
Quizá en este momento la vida te sonríe, te va bien económicamente o en salud, pero, si de pronto enfrentas algo inesperado y ahí ni tu auto confianza, dinero, salud, meditación, pensamiento positivo, karma, religión, tradición, astros, filosofía y no hay algo que puedas hacer, te encuentras solo; la buena noticia es: Las personas quebrantadas, quienes ya no tienen opción, son las que buscan a Dios y ÉL contesta, lo llaman y ÉL responde.
Muchos llegan a Dios por una crisis, aunque aparentemente tienen el control, en el momento difícil se dan cuenta que no controlan nada; es ahí cuando Dios dice: Si eso necesitas para que vengas a mí, que así sea. Cuando estés en el fondo y le buscas de todo corazón, ten la certeza que te dará gracia y misericordia.
Si no lo quieres aceptar ahora, no importa ¡ÉL sigue siendo Dios! Si esperas hasta el momento de necesidad y le buscas, Dios te dice: En ese momento te vas a alegrar que SOY más grande que tu tradición, religión, filosofía, sabrás que soy Dios Todo poderoso y verás que no debes tener miedo de rendirte, porque ahí encontrarás el propósito y la razón de tu vida. Cuando tu fe se encuentra con la fidelidad de Dios, ese es el mejor momento de tu vida. Tu Padre se vuelve real.
Mientras no lo hagas, sólo estarás jugando a querer usarlo y eso es un insulto a Dios. Si no caemos muertos por eso, es porque es Dios de misericordia y gracia. Es Su deseo que vengas a ÉL voluntariamente y así será, ya sea por que lo decides o te ves presionado por una dificultad.
Ese es el mensaje de la cruz. En que un ladrón no tuvo oportunidad de rehacer su vida, en la cruz, Jesús le dijo: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, en ese momento Jesús representó la gracia y misericordia de Dios.
Si hoy estás aquí, aún con toda la complejidad de la vida, es una bendición poder rendir tu vida sin tener que pasar por momentos de dolor. Un hombre o mujer de fe, cree que Dios es quien dijo que es y que hará lo que ha dicho que hará. Vive una vida entregada a Dios y cada mañana dice: ¿qué quieres que haga?
Esa es la oración de Jesús en el Getsemaní: “No se haga mi voluntad sino la tuya”.
Eso es rendirse, es el principio de una relación asombrosa con tu Padre, a eso vino Jesús, para que podamos tener esa relación con Dios. Por eso Jesús dijo “No he venido a hacer mis cosas, sino las de mi Padre que está en el cielo.”
¿Cuál será tu respuesta? ¿seguirás jugando a ser seguidor de Jesús? Pero, querer jugar con Dios es jugar con fuego. Si no estás listo para aceptar a Jesús, entonces, la oración es: Dios, no quiero confiar en ti, ni rendirte mi vida, así que de ahora en adelante ¡quiero que me dejes en paz! Viviré a mi manera. Dime si decir eso ¿no da miedo?
Si entregar la vida es abstracto, entonces mejor piensa en un área de tu vida: matrimonio, sexo, dinero, soberbia, trabajo, hijos, negocio y eso entrégalo y confía en ÉL sabiendo que ÉL es Dios. Quizá de miedo al principio, porque no sabes qué va a pasar, pero, de cualquier manera, no sabes qué va a pasar. El mensaje de la Biblia es poderoso porque nos invita a participar en lo que Dios quiere y va a hacer.
Oramos que no pases más tiempo queriendo jugar, sino que lo consideres seriamente y entregues tu vida en una demostración de tu fe. Y una fe grande es una entrega grande, es vivir sabiendo que Dios es quien dice que es y hará lo que ha prometido hacer. Que podamos sentir Su gracia y misericordia.
Que cada día nos levantemos listos para hacer la voluntad de nuestro Padre, que podamos impactar el lugar donde estamos, la familia, comunidad, ciudad que nos ha confiado.
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