Romanos - Introducción

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Introducción

Responsabilidades del estudiante
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Romanos es un libro maravilloso, resume la fe cristiana de una manera completa y sistemática. Martín Lutero, escribió en la introducción a su comentario de Romanos lo siguiente:
“Esta epístola es el libro principal del Nuevo Testamento, el evangelio más puro. Merece no sólo ser conocida palabra por palabra por todo cristiano, sino que debiera ser el objeto de su meditación diaria, el pan cotidiano de su alma (…). Cuanto más tiempo se emplea en el estudio de ella, más preciosas aparecen sus enseñanzas.”
Juan Calvino, dijo de esta carta: “Cuando uno comprende esta epístola encuentra abierto el camino para la comprensión de toda la Escritura.”
Gordon H. Clark escribió recientemente de Romanos, que “es la más profunda de todas las epístolas y, tal vez, el libro más importante de la Biblia…”.
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Packer declara que “En Romanos, Pablo nos trae y establece, en un orden sistemático, todos los grandes temas de la Biblia —pecado, ley, juicio, fe, obras, gracia, justificación, santificación, elección, plan de salvación, obra de Cristo, obra del Espíritu Santo, esperanza del cristiano, naturaleza y vida de la Iglesia, lugar de los Judíos y Gentiles en el propósito de Dios, filosofía de la Iglesia y de la historia del mundo, significado y mensaje del Antiguo Testamento, deberes de la ciudadanía cristiana, y principios de ética y piedad personal. Todo el panorama bíblico se nos ofrece a la vista desde la posición ventajosa que nos brinda la Epístola a los Romanos, de tal forma que el estudio de esta carta es el punto de partida más apropiado para la interpretación bíblica y teológica”
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1. El autor de la carta
Pablo.
Eusebio, un historiador eclesiástico de principios del cuarto siglo, se refiere a: “las catorce [¡sic!] cartas de Pablo”, y en el mismo contexto (Historia eclesiástica III.iii. 4, 5) hace mención de que Romanos era una de ellas. Orígenes (210 y 250), Tertuliano (193 y 216), y Clemente de Alejandría (190 y 200) están en pleno acuerdo.
Ireneo (182 y 188) afirma: “Pablo, al hablar a los romanos, declara: “Mucho más, aquellos que reciben abundancia de gracia y justicia reinarán en la vida por este, Cristo Jesús’ ” (Contra herejías, III, xvi) Ireneo claramente adjudica la paternidad literaria de Romanos a Pablo
Su nombre en hebreo era Saulo, nació en Tarso de Cilicia y creció en la tradición hebrea de la estricta secta de los fariseos. Fue educado en Jerusalem, bajo la dirección de un famoso rabino llamado Gamaliel quien era nieto de Hillel, quien fue uno de los dirigentes religiosos más destacados de su época y de su pueblo.
Pablo fue un celoso perseguidos de la iglesia.Pablo veía en Jesús solamente un impostor bajo la maldición de Dios. Hechos 7:58 ; 9:1
Cuando se dirigía a Damasco a prender y encerrar en prisión a los cristianos, el Señor Jesús, resucitado, se le apareció en persona y le salvó Hechos 9:3-6.
Después de cumplirse tres años completos de su conversión, Pablo llegó a Jerusalén (Gá. 1:18). Trató de unirse a los discípulos pero todos ellos tenían miedo de él, porque no creían que era realmente un discípulo. Pero Bernabé, un levita de Chipre de gran corazón, que se había convertido anteriormente (Hch. 4:36, 37), quitó el temor de ellos y presentó a Pablo a Pedro y a Santiago, el hermano del Señor. “Visitar a Cefas [Pedro]” había sido el propósito de Pablo cuando partió de Damasco (Gá. 1:18). Mientras estaba en Jerusalén, el antiguo perseguidor predicaba intrépidamente a los judíos grecoparlantes (Hch. 9:28, 29). ellos inmediatamente se confabularon para matarlo. En consecuencia, los hermanos decidieron enviar a Pablo a otro lugar. En una visión el Señor mismo confirmó esta decisión.
Pablo había pasado solamente quince días con Pedro, como el mismo lo afirma en Gá. 1:18.
Empleó el resto de su vida predicando el evangelio y estableciendo iglesias a través del Imperio Romano.
Se dice de Pablo que era un hombre con un brillante intelecto, una voluntad de hierro, y un corazón compasivo.
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2. La ocasión y propósito de la carta
La carta se escribió en Corinto,
Romanos III. Lugar y fecha de composición

Los siguientes datos apuntan hacia Corinto como el lugar donde el apóstol compuso la epístola a los romanos:

1. El encomienda a la iglesia a Febe, a quien llama “una servidora de la iglesia de Cencrea”. Ahora bien, Cencrea era el puerto oriental de Corinto. Generalmente se supone, y es probable que esto sea correcto, que Febe llevaba la carta de Pablo a su destino.

2. El llama a Gayo su “hospedador”. Esta persona bien puede haber sido aquella cuyo nombre es mencionado en 1 Co. 1:14, donde el apóstol informa a los corintios que él había bautizado a este miembro de su congregación. En Ro. 16:23 Gayo envía saludos.

3. También Erasto aparece enviando un saludo. Cf. 2 Ti. 4:20, “Erasto permaneció en Corinto”. Una inscripción descubierta en un bloque de pavimento en Corinto dice: “Erasto colocó este pavimento de su propio peculio”. Si estas referencias apuntan al Erasto de Ro. 16:23, las mismas confirman la teoría de que Romanos fue compuesta en Corinto.

Todo apunta a la probabilidad de que Pablo escribió Romanos hacia fines de su ministerio en Acaya (Grecia), mencionado en Hch. 20:3; a saber, durante su tercera visita registrada a Corinto en su tercer viaje misionero (Hch. 18:23–21:16). Probablemente en el año 57 o 58 de la era cristiana.
Romanos V. Ocasión y propósito

El escribe a los romanos porque los ama. Ellos son sus amigos “en Cristo”, y por medio de esta carta él les imparte su amor, los alaba (1:8), les informa de sus oraciones constantes a favor de ellos (1:9), les pide que oren por él (15:30) y les informa sobre sus planes de viaje (1:10–12; 15:24s).

Durante mucho tiempo Pablo había deseado visitar Roma, y finalmente esperaba poder hacerlo antes de su viaje a España, pues al parecer, la carta fue escrita para preparar el camino de la proyectada visita.
La iglesia de Roma estaba formada por judíos y gentiles, y es evidente que la fe de los santos en Roma estaba bien fundada en la fe, por cuanto Pablo alaba su pureza en doctrina y práctica. El propósito de la carta es más bien preventivo que correctivo. Pablo expone la doctrina cristiana de una manera clara y lógica, y al mismo tiempo, quiere evitar la propagación de falsas enseñanzas (Antinomianismo 6:2 y Legalismo)… Para este propósito Pablo desde el principio hasta el fin este libro proclama las buenas nuevas (3:24; 4:16–25; 7:24, 25, el cap. 8 en su totalidad; 11:33–36; 13:8–14; 16:25–27). Alienta además a la acción cristiana (12:9–12; 13:7; 14:19; 15:30; 16:1, 2).
También en esta carta Pablo quiere prevenir las divisiones que pudieran surgir posteriormente en la iglesia.
Existía el peligro de que un grupo mirase al otro con desdén: los judíos a los gentiles (2:1s), los gentiles a los judíos (11:18). Pablo, en consecuencia, destaca que “no hay distinción entre griego y judío, porque el mismo Señor es Señor de todos” (10:12).
3. Un breve análisis de la carta
Esta carta toca una variedad de asuntos: el deseo de Pablo de visitar Roma (1:10), la ira de Dios (1:18), Adán versus Cristo (5:12–21), el antinomianismo (6:1), la lucha del alma (7:15–24), el sufrimiento presente contrastado con la gloria futura (8:18), Israel (cap. 9–11), el amor (12:9), los impuestos (13:6), el vegetarianismo (14:2), el fuerte y el débil (14:1; 15:1), la filantropía (15:25–27), España (15:28), Febe (16:1), Satanás (16:20).
La justificación por la fe. (Rom. 5:1), ampliado hasta llegar a “justificación por la gracia por medio de la fe” (cf. 3:22–24; cf. Ef. 2:8), es claramente el tema de Romanos.
Romanos expone claramente que para cada pecador, ya se judío o gentil, hay salvación plena y libre por la fe en Jesucristo, aparte de las obras de la ley
La carta se divide en tres partes principales. La primera trata de la justificación por la fe y sus consecuencias (capítulos 1–8); la segunda trata de la exclusión temporal de los judíos y de la inclusión de los gentiles en el pueblo de Dios (capítulos 9–11); y finalmente, la tercera parte son las exhortaciones prácticas y los temas personales dirigidos a los santos en Roma (capítulos 12–16).
------------ Veamos esta estructura con mas detalle. Vamos a iniciar de lo general a lo especifico.
PRIMERA PARTE
LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE Y SUS CONSECUENCIAS (Capítulos 1–8)
Se presenta a sí mismo y expone el tema de su carta —las buenas nuevas de que la justicia de Dios se obtiene por medio de la fe—
Pablo pone de relieve la doctrina de la depravación total del hombre o la corrupción radical. Habla de como todos los hombres son pecadores y necesitan ser justificados delante de Dios. Tanto judíos como gentiles, están bajo el poder del pecado, por esta razón son incapaces de guardar la Ley de Dios; por lo tanto todos los hombres bajo el cielo estan bajo condenación y necesitan un método de salvación diferente al basado en la obediencia personal puesto que son incapaces de hacerlo y no quieren.
Luego el apóstol habla de como Jesucristo vino a realizar aquello que el hombre pecador no puede hacer por sí mismo; esto es, obrar una justicia perfecta, la cual le es dada (atribuida o imputada) al pecador en el momento en que cree.
Teniendo como base la justicia de Cristo, que se obtiene por la fe, el pecador es declarado aceptado por Dios y, por lo tanto, es JUSTIFICADO (absuelto, declarado en buena relación con Dios).
Después el apóstol Pablo explica cómo siendo justificado por la fe, el hombre, en lugar de vivir en pecado, vive una vida que obedece a Dios, esto como fruto de la obra de Dios en él. Únicamente los que no están bajo la Ley sino bajo la gracia, pueden encontrar razones y motivos para amar y servir a Dios verdaderamente.
Luego Pablo habla acerca de la función de la Ley, mostrando que esta revela y condena al pecado; pero no puede justificar al culpable, ni puede santificar al creyente. Luego habla de como todo verdadero creyente aun lidiará con el pecado remanente de este lado de la eternidad. Pablo cierra la sección mostrando que aunque creyente, está rodeado de pecado y sufrimiento en esta vida, también es ayudado por el Espíritu Santo, puesto que ha sido predestinado para la gloria, nadie podrá apartarlo del amor de Dios.
SEGUNDA PARTE - EXCLUSIÓN TEMPORAL DE LOS JUDÍOS E INCLUSIÓN DE LOS GENTILES COMO PUEBLO DE DIOS(Capítulos 9–11)
La segunda parte de la epístola se refiere a un problema que era de lo más confuso y oscuro en los tiempos de Pablo: la incredulidad de la nación de Israel y la salvación de los gentiles.
Los judíos se alejaban de Jesús mientras que los gentiles se acercaban a Él en fe, reconociéndole como Salvador. ¿Cómo podría explicarse este hecho? Si Jesús de Nazaret era el verdadero Cristo, el Hijo de Dios, ¿por qué la nación judía, el pueblo escogido de Dios, con quien Él había establecido Su pacto, se alejaba dándole la espalda en incredulidad?
Pablo resuelve el problema de la exclusión de judíos y el llamamiento de los gentiles, apelando al principio de la elección divina; esto es, que Dios determina quién será objeto de su misericordia y será salvo, y quién será rechazado y dejado en sus pecados. Aún más, el llamamiento de los gentiles y la exclusión de la mayor parte de los judíos ya había sido predicha por los profetas en la antigüedad.
Después de haber establecido que la elección soberana de Dios es la razón definitiva por la que los individuos son o no son objeto de la misericordia divina, Pablo explica que la causa inmediata de la justificación del hombre es el hecho de su fe en Jesucristo. Aquellos que creen en Cristo son salvos, y aquellos que no creen serán condenados, no importa de donde sean.
Para cerrar esta sección, el apóstol pone de manifiesto que la exclusión de Israel no total (algunos judíos son salvos) ni tampoco es final (Dios en el futuro mostrará o irá mostrando misericordia al pueblo de Israel como nación).
TERCERA PARTE- EXHORTACIONES PRÁCTICAS Y ENCARGOS PERSONALES DIRIGIDOS A LOS SANTOS EN ROMA (Capítulos 12–16)
La tercera parte está dedicada a dar instrucciones prácticas a los creyentes. El apóstol señala sus deberes para con Dios, la Iglesia, los hermanos, el mundo y las autoridades civiles. Les exhorta a amarse los unos a los otros y a vivir en la luz puesto que su salvación está más cerca que cuando creyeron.
Después les instruye sobre la forma en que deben comportarse en asuntos que no son malos en sí mismos, pero que pueden escandalizar a los creyentes más débiles, y establece varios principios tocantes a la libertad cristiana y al uso de esta.
Pablo habla de sus afectos hacia los santos en Roma, y envía saludos personales a varias personas. Les advierte solemnemente de que no deben simpatizar con falsas doctrinas o con aquellos que las enseñan.
Después de esto les envía saludos de sus compañeros. La carta termina con una doxología.
4. Bosquejo condensado de la carta
Muchas de las declaraciones de Pablo en esta carta no pueden ser interpretadas con claridad si se las separa de este argumento general. Una de las reglas básicas de interpretación bíblica es el estudiar cada pasaje a la luz de su contexto.
PRIMERA PARTE - LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE Y SUS CONSECUENCIAS
Capítulos 1–8
I. INTRODUCCIÓN A LA CARTA. 1:1–15.
A. Pablo se presenta a sí mismo como apóstol escogido para predicar el evangelio de Jesucristo. 1:1–7.
B. Expresa su gratitud a Dios por los santos de Roma, y da a conocer su obligación y deseo ardiente de predicar el evangelio a todos los hombres. 1:8–15.
II. EL TEMA DE LA CARTA. EL EVANGELIO, LAS BUENAS NUEVAS QUE HABLAN DE LA JUSTICIA DE DIOS, QUE ÉL DA GRATUITAMENTE “A TODO AQUEL QUE TIENE FE” (Judíos y Gentiles) 1:16, 17.
Los versículos 16 y 17 contienen las dos doctrinas esenciales de la carta a los Romanos:
A. La salvación por la fe sola.
B. La libre oferta de salvación a todos los hombres sin distinción.
III. TODOS LOS HOMBRES ESTÁN BAJO EL PODER DEL PECADO, Y CONSECUENTEMENTE CARECEN DE JUSTICIA PROPIA; POR LO TANTO NADIE SERA JUSTIFICADO POR LAS OBRAS DE LA LEY, PUES NADIE LA HA GUARDADO. 1:18–3:20.
A. Los gentiles son pecadores y carecen de justicia personal. 1:18–32.
B. Los judíos son pecadores y carecen de justicia personal. 2:1–3:8.
C. Resumen y conclusión.—Todos son pecadores y por lo tanto ningún ser humano será justificado ante Dios por las obras de la Ley, pues nadie la ha guardado. 3:9–20.
IV. ESTABLECIMIENTO DE LA JUSTICIA POR LA FE.—LOS PECADORES SON JUSTIFICADOS POR LA JUSTICIA DE CRISTO QUE LES ES IMPUTADA AL RECIBIRLA POR LA FE. 3:21–5:21.
A. El método evangélico de la justificación por la fe. 3:21–31.
B. El caso de Abraham citado como ejemplo y prueba del método evangélico de la justificación por la fe, y lo por las obras. 4:1–25.
C. Algunas bendiciones que se derivan de la justificación por la fe. 5:1–11.
D. El método evangélico de la justificación ilustrado por medio de la comparación entre la obra salvadora de Cristo y la obra condenatoria de Adam. 5:12–21.
V. PABLO MUESTRA LA FALTA DE FUNDAMENTO EN LA OBJECIÓN DE QUE EL SER JUSTIFICADO POR LA FE, Y NO POR MÉRITOS PERSONALES, CONDUCE AL HOMBRE A VIVIR UNA VIDA DE PECADO. POR EL CONTRARIO, LA GRACIA ES LA CAUSA SUPREMA DE OBEDIENCIA CUYO RESULTADO INEVITABLE ES UNA VIDA SANTA. 6:1–7:6.
A. Los justificados por la fe no pueden continuar viviendo en pecado, porque a través de su identificación con Cristo son muertos al pecado.
B. Debido a que los que son justificados por la fe no están bajo la Ley (i.e., salvos por guardar sus mandamientos), sino bajo la gracia (i.e. salvos por la gratuita misericordia de Dios), están llamados a rendirse a Dios como siervos obedientes. 6:12–7:6.
VI. LA FUNCIÓN DE LA LEY ANTES Y DESPUÉS DE LA JUSTIFICACIÓN ES REVELAR Y CONDENAR EL PECADO; PERO NO PRODUCE, NI PUEDE PRODUCIR, SANTIDAD. 7:7–25.
A. Antes de que Pablo fuese convertido (salvo), la Ley le hizo conocer el pecado y esto, a su vez, reconocer que estaba espiritualmente muerto. 7:7–13.
B. Después de su conversión (salvación), Pablo se deleitó en la Ley de Dios y la sirvió con su mente; pero encontró que aún el pecado moraba en él y le forzaba a hacer el mal que, como creyente, odiaba. 7:14–25.
VII. LOS JUSTIFICADOS, NO OBSTANTE VIVIR ATORMENTADOS POR EL PECADO Y POR DIVERSAS AFLICCIONES MIENTRAS PERMANECEN EN ESTE MUNDO, ESTÁN, SIN EMBARGO, SEGUROS “EN CRISTO”. PARA AQUELLOS QUE SON POSESIÓN DEL ESPÍRITU SANTO, LA SALVACIÓN ES CIERTA Y SEGURA, PORQUE LA OBRA DEL ESPÍRITU EN ELLOS ES LA PRUEBA DE QUE HAN SIDO PREDESTINADOS PARA LA GLORIA ETERNA. NADA PUEDE SEPARARLES DEL AMOR DE DIOS. 8:1–39.
A. A través de su identificación con Cristo, los creyentes (no obstante ser pecadores por naturaleza propia), han sido liberados de la Ley y, por lo tanto, no pueden ser condenados. Por esto su salvación es cierta. 8:1–4.
B. Los creyentes son posesión del Espíritu Santo, quien les regenera, les santifica y, en el último día, les resucitará. 8:5–11.
C. Los creyentes (por medio de la adopción) son, en su estado presente, hijos de Dios y, por tanto, co-herederos con Cristo. 8:12–17.
D. Los creyentes, a pesar de que deben sufrir diversas aflicciones mientras permanezcan en esta vida, son sostenidos en medio de ellas por el ánimo y ayuda que les viene de Dios. 8:18–28.
E. Los creyentes tienen asegurada la salvación final porque han sido predestinados para gloria eterna. 8:29–30.
F. Los creyentes están seguros porque Dios está de su parte. Dios entregó a Su propio Hijo para que muriera por ellos y asegurarles así su justificación y salvación. 8:31–34.
G. El amor de Dios hacia Sus hijos es infinito e inmutable, y ninguna cosa creada podrá separar al creyente de tal amor. 8:35–39.
SEGUNDA PARTE
EXCLUSIÓN TEMPORAL DE LOS JUDÍOS E INCLUSIÓN DE LOS GENTILES COMO PUEBLO DE DIOS Capítulos 9–11
VIII. LA RAZÓN FINAL DE LA EXCLUSIÓN DE LA MAYOR PARTE DE ISRAEL Y DEL LLAMAMIENTO DE LOS GENTILES PARA SALVACIÓN, ES LA SOBERANA ELECCIÓN DE DIOS. 9:1–29.
A. Antes de comenzar la discusión del rechazamiento de los Judíos, Pablo expresa su profundo interés y amor por ellos, y su respeto por sus privilegios nacionales. 9:1–5.
B. A continuación Pablo establece el derecho absoluto de Dios de tratar con sus criaturas caídas y pecadoras conforme le plazca; y muestra cómo Dios ha seleccionado para salvación a individuos particulares de entre los Judíos, así como de entre los Gentiles, al tiempo que rechaza al resto. 9:6–24.
C. El apóstol apela a las Escrituras judías y muestra que la salvación de los Gentiles y la exclusión de la mayor parte de Israel había sido predicha por los profetas. 9:25–29.
IX. LA CAUSA INMEDIATA DE LA EXCLUSIÓN DE ISRAEL Y DE LA INCLUSIÓN DE LOS GENTILES PARA SALVACIÓN FUE LA DIFERENTE MANERA EN QUE AMBOS RESPONDIERON AL EVANGELIO (las buenas nuevas de justificación por la fe en Jesucristo). 9:30–10:21.
A. Los gentiles estaban recibiendo el don gratuito de la justicia de Dios y eran justificados; en cambio los Judíos trataban de obtener por obras su propia justicia, y perecían. 9:30–10:4.
B. Mediante el contraste entre el método legal y el método evangélico, se demuestra que el método legal está fuera del alcance del hombre pecador, mientras que el método evangélico es simple y sencillo y se adapta a todos los hombres sin distinción. 10:5–13.
C. El evangelio de Cristo es, no solamente aplicable a todos los hombres, sino que debe enviarse (ser predicado) a todos los hombres, si alguno ha de salvarse. 10:14–17.
D. Los profetas del Antiguo Testamento predijeron la extensión universal del Evangelio y la inclusión de los gentiles como pueblo de Dios, así como el rechazo del Evangelio por parte de Israel. 10:18–21.
X. LA EXCLUSIÓN DE LOS JUDÍOS, EN CUANTO AL NÚMERO, NO ES TOTAL; EN CUANTO AL TIEMPO, NO ES FINAL. 11:1–36.
A. La exclusión de los judíos, en cuanto al número, no es total. 11:1–10.
B. La exclusión de los judíos, en cuanto al tiempo, no es final. 11:11–32.
C. Pablo eleva su alabanza en adoración al Omnisciente y Todopoderoso Soberano (cuya sabiduría humana), el único Autor Rector y Fin de todas las cosas. 11:33–36.
TERCERA PARTE
EXHORTACIONES PRÁCTICAS Y ENCARGOS PERSONALES DIRIGIDOS A LOS SANTOS EN ROMA Capítulos 12–16
XI. EXHORTACIONES PRÁCTICAS. 12:1–15:13.
A. Deberes para con Dios y para con la Iglesia. 12:1–8.
B. Deberes para con otros creyentes y para con el mundo. 12:9–21.
C. Deberes para con las autoridades civiles. 13:1–7.
D. El deber de amarse los unos a los otros; “el amor es el cumplimiento de la Ley”. 13:8–10.
E. Todos estos deberes deben ser vistos a la luz del hecho de que la salvación está más próxima que cuando creímos. 13:11–14.
F. Instrucciones relacionadas con la libertad cristiana. 14:1–15:13.
XII. ENCARGOS PERSONALES. 15:14–16:23.
A. Pablo expone sus propios sentimientos hacia los santos de Roma y sus relaciones con ellos. 15:14–33.
B. Pablo envía saludos personales a varias personas de Roma. 16:1–16.
C. El apóstol previene a los santos de que no deben tener ningún contacto con aquellos que causan disensiones y dificultades, oponiéndose a la sana doctrina —los tales son falsos maestros, y no verdaderos siervos de Cristo. 16:17–20.
D. Envía saludos de sus compañeros a los santos de Roma. 16:21–23.
XIII. DOXOLOGÍA FINAL. 16:25–27.
Pablo alza sus alabanzas al Eterno, Omnisciente Dios, quien, a través de las Escrituras proféticas, ha hecho conocer el Evangelio de Jesucristo —las buenas nuevas de salvación por la fe libremente ofrecida a todos los hombres, tanto Gentiles como Judíos.
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PRIMERA PARTE
LA JUSTIFICACIÓN POR FE Y SUS CONSECUENCIAS Capítulos 1–8
A. Pablo (mensajero especial de Dios) se dirige a los amados de Dios en Roma. Había sido “apartado” por Dios con el propósito de dar a conocer el Evangelio. 1:1–4.
Primero, este evangelio que Pablo proclama es el “evangelio de Dios ” (vs. 1). No es un evangelio que se origino con Pablo, o cualquier otro ser humano para el caso (cf. Galatas 1: 1, 11-12). El evangelio tiene a Dios como sujeto o autor. La frase "de Dios" es genitiva debe tomarse en un sentido posesivo (el evangelio que pertenece a Dios o el evangelio que viene de Dios), el punto es que estamos hablando del Evangelio de Dios antes de que llegue a ser el evangelio de Pablo (cf. 2:16).
El evangelio no es el producto de ningún ser humano creativo o grupo de seres humanos. El evangelio es algo que tiene su punto de origen (y máxima autoridad) en la persona divina y la agencia de Dios, Él mismo, y no en el hombre, es su autor.
En el versículo 3a aclara que el evangelio de Dios, se refiere al hijo de Dios. El evangelio tiene como fundamento o tema redentor el Hijo de Dios, el Mesías. Es un Evangelio centrado en el Hijo: un evangelio que tiene al Redentor en el centro, el hijo de Dios es el tema central de la redención. (Juan 5:39, 46; Lucas 24: 44-49
Este evangelio fue "prometido de antemano a través de los profetas en las sagradas Escrituras”. De manera que este evangelio es: teológico (Dios es quién lo prometido), es profético (anunciado antes a través de los profetas) y es canónico (es el contenido central de las Santas Escrituras en el Antiguo Testamento).
Dios prometió este evangelio de antemano (vs.2), alcanzo su cumplimiento, Telos o consumación con la muerte y resurrección de Cristo (vs. 3-4), Pablo habla del enfoque historico redentor del evangelio.
Pablo ubica su evangelio apostólico, el evangelio de Jesucristo, en el contexto de las Escrituras proféticas del Antiguo Testamento como revelación de Dios. Para el tiempo de Pablo no habían Escrituras del Nuevo Testamento que fueran reconocidas como canónicas cuando Pablo escribió esta epístola.
De manera que el evangelio apostólico está incrustado objetivamente por Dios en el Antiguo Testamento. De manera que el evangelio no es algo nuevo o novedoso. Por supuesto, hay desarrollo y progreso en la revewlación del evangelio, Dios progresivamente fue revelándolo por medio de los profetas hasta su consumación en Cristo. (I Cor. 15:45; II Cor. 3: 6, 9-11, 17-18). La biblia es (cristocentrica - salvación) y (cristotelica - progreso).
El mensaje de Pablo se centra pues como el antiguo testamento, en Jesucristo, quien, en cuanto a la carne, era descendiente de David, pero que, por su resurrección de entre los muertos, demostró ser el Hijo de Dios. (Ver 1 Cor. 15:3, 4.) 1:1–7.
Pablo expresa su gratitud a Dios por ellos, y les revela su deseo de ir a verles y predicar el evangelio en Roma. También les da a conocer su propia obligación y ardiente deseo de dar a conocer estas buenas nuevas a todos los hombres.
II. EL TEMA DE LA CARTA: EL EVANGELIO, LAS BUENAS NUEVAS QUE HABLAN DE LA JUSTICIA DE DIOS, DADA LIBREMENTE “A TODO AQUEL QUE TIENE FE” (Judíos y Gentiles). Pablo no se avergonzaba de este mensaje, pues, según explica, es el instrumento usado por Dios para salvar a los pecadores. (Ver Galatas 1:6–9.) 1:16, 17
Las dos doctrinas principales de Romanos están expuestas en los versículos 16 y 17 del capítulo primero de la epístola (1:16, 17). Parece como sí estos dos versículos fueran el “texto” (el tema) y el resto de la carta, el “sermón” (la explicación y prueba del tema). Estas dos doctrinas principales son:
A. La salvación por la fe sola.
El evangelio revela la “justicia de Dios” , la cual es dada a todo aquel que cree. Como mostraremos más adelante, el pecador obtiene la justicia “por medio de la fe” —no por guardar la ley de Dios. Sólo por la fe el injusto recibe la justicia perfecta; o sea, que se le otorga la justicia de Dios, y es en esta base de la justicia que le es dada, en la que descansa su justificación (es puesto en buena relación con Dios y, consecuentemente, declarado libre de culpa y condenación.
B. La libre oferta de salvación a todos los hombres sin excepción.
La oferta de salvación, bajo la única condición de fe, es hecha a todos los hombres sin excepción —judíos y gentiles. Muchos judíos creían que Dios mostraría misericordia solamente a aquellos que pertenecían a la nación de Israel. Si un gentil, quería ser salvo, los judíos pensaban que debería someterse a la ley de Moisés, ser circuncidado y, de esta forma, convertirse en miembro de la nación judía; después Dios le salvaría.
Pablo muestra que esto no es así. Todo aquel que cree el evangelio, sin distinción de raza y sin distinción de cualquier otra clase o circunstancia, tiene prometida la salvación.
Como el evangelio predicado por Pablo ya se había enseñado en el Antiguo Testamento; Pablo cita a Habacuc 2:4 como fundamento de su doctrina. Pero, antes de desarrollar el tema de la justificación por la fe, Pablo, desde el capítulo 1:18 hasta el capítulo 3:20, establece el hecho de que todos los hombres son pecadores, y muestra que ni uno sólo puede ser justificado por su obediencia personal a la ley.
III. TODOS LOS HOMBRES ESTÁN BAJO EL PODER DEL PECADO Y, CONSECUENTEMENTE, CARECEN DE JUSTICIA PROPIA; POR LO TANTO, NADIE SERÁ JUSTIFICADO POR LAS OBRAS DE LA LEY, PUES NADIE LA HA GUARDADO. 1:18–3:20
A. Los gentiles son pecadores y carecen de justicia personal. 1:18–32.
El propósito de Pablo en esta sección (1:18–32) es mostrar que los gentiles son pecadores y sin justicia personal. Debido a su condición pecaminosa, es imposible que sean justificadas (absueltos o puestos en buenas relaciones con Dios) en base a lo que hubieran obrado, ya que, juzgados por sus propias obras, serían inaceptables para Dios y, por tanto, condenados; pues sólo bajo la condición de una justicia perfecta puede Dios aceptar al hombre. Dado que los gentiles no tienen justicia propia, no pueden ser justificados, a menos, naturalmente, que se les provea de tal justicia y puedan obtenerla. Cristo ha provisto la justicia necesaria, pero Pablo no les explica esto hasta que ha establecido primordialmente el hecho de que el hombre necesita tal justicia —¡que no puede ser salvo sin ella!
1. Muestra a los gentiles que están expuestos a la ira de Dios porque, a pesar de poseer un conocimiento adecuado de la divinidad a través de las cosas por Él creadas, no le honraron ni le dieron gracias. Porque ignorando Su verdad, se volvieron a los ídolos; cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes —adoraron y sirvieron a dioses de su propia fabricación, en lugar de al Dios del cielo, que fue su Creador. 1:18–23.
a. Dios ha dado a la humanidad una adecuada revelación de Sí mismo (i.e. de su eterno poder y deidad —su naturaleza invisible y atributos—), a través de las cosas por Él creadas. Sin embargo, los hombres, por su condición pecaminosa, ignoran y detienen la verdad acerca de Él. 1:18–20a.
Hodge observa que “el conocimiento de Dios no significa simplemente que hay un Dios, sino también el conocimiento de su naturaleza y atributos, su poder eterno y deidad (v. 20), y su justicia (v. 32)”2 (Compárese Hechos 14:16, 17.)
b. Los paganos (gentiles) no tienen excusa, pues deliberadamente abandonaron el conocimiento de Dios y se volvieron a los ídolos. Nótese el lenguaje del versículo 25: “Los cuales mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo a las criaturas antes que al Criador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” 1:20b–23.
Pablo no enseña aquí que los hombres tengan en la creación una revelación de Dios suficiente para llevarles a la salvación (pues muestra en Romanos 10:14–17 que solamente por el oir de Cristo y creyendo en Jesucristo como el Señor resucitado puede el hombre ser salvo. Ver nota 9 en página 104, y nota 10 én página 107). Sin embargo, el hombre sí tiene suficiente conocimiento de la existencia y naturaleza de Dios en las cosas que Dios mismo ha creado para hacerle responsable. El hombre está obligado a honrar y servir a Dios en la medida del conocimiento que de Él tiene. La idolatría y el rechazar la adoración y servicio al Dios verdadero es, por lo tanto, inexcusable.
Debido a que los Gentiles cambiaron la verdad acerca de Dios por la mentira, y no le quisieron tener en sus pensamientos, Dios los entregó a toda clase de pecado. 1:24–31.
Como Hodge observa: “Con frecuencia Dios castiga un pecado abandonando al pecador a cometer otros. Pablo repite esta idea tres veces, versículos 24, 26 y 28. Este abandono judicial está de acuerdo, o no es incompatible, con la santidad de Dios y la libre acción del hombre. Dios no incita al mal, ni tampoco lo refrena. Dios, refiriéndose al pecador, dice: Dejémosle solo (vs. 24–28)”3
3. Los Gentiles no cometen estos pecados por ignorancia; pues saben (están completamente advertidos de ello) el decreto de Dios de que aquellos que cometen tales cosas merecen morir. A pesar de ello, no solamente cometen estos pecados, sino que aprueban a aquellos que los practican. 1:32.
El conocimiento de que tales cosas son pecaminosas está escrito en el corazón del hombre.
B. Los judíos son pecadores y carecen de justicia personal. 2:1–3:8
Los Judíos habían llegado a la conclusión falsa de que porque Dios había mostrado especial favor a su raza, ésto les eximiría de la condenación; habían llegado a creer que la mera relación física con la nación israelita (por ser descendientes de Abraham) significaba su salvación (ver Lucas 3:7–9; Juan 8:31–47. Ver también el bosquejo de Romanos 9:1–13). En esta sección Pablo muestra que los Judíos (al igual que los Gentiles) son pecadores y por lo tanto expuestos a la ira de Dios.
1. El juicio de Dios se basará en el principio de justicia y será el mismo para todos los hombres, Judíos y Gentiles. 2:1–16.
Al juzgar a los Gentiles, los Judíos se condenan ellos mismos, pues son culpables de los mismos pecados.
a. Dios juzgara a los hombres de acuerdo con lo que hayan hecho —conforme a sus obras. 2:1–11.
(1) A aquellos que con paciencia en bien hacer buscan la gloria y honor e inmortalidad, Dios les dará vida eterna.
(2) Pero a los rebeldes que no obedecen la verdad, sino que siguen a la maldad, para ellos será la ira y el enojo. (2:8).
(3) Dios no mostrará parcialidad de raza cuando juzgue el pecado, pues cada hombre será juzgado conforme a lo que haya hecho; si ha hecho bien, será salvo; si ha hecho mal, será condenado sin tener en cuenta si es judío o gentil (2:1–5, 9–11).
Aún cuando pudiera parecer que Pablo está enseñando que la salvación es por obras (2:1–11), no es este el caso, pues en 3:9–20 (ver el bosquejo) muestra que nadie será salvo por hacer bien, o sea, por los méritos de sus propias obras, porque nadie ha guardado la ley y nadie ha hecho el bien. Lo que Pablo resalta aquí es que SI acaso alguien, HACIENDO EL BIEN, cumpliera las demandas de la ley, entonces, sí sería salvo. (Ver nota 1 en la página 39.)
b. Dios juzgará a los hombres de acuerdo con la luz que hayan recibido —conforme a la ley bajo la cual han vivido. 2:12–16.
(1) Los gentiles serán juzgados conforme a la ley escrita en el corazón humano: la ley de la naturaleza o conciencia.
En la creación la ley de Dios fue escrita de manera clara y legible en el corazón del hombre, mas cuando Adam pecó la ley fue borrada y desfigurada. La conciencia del hombre se endureció, y su entendimiento se oscureció, al mismo tiempo que perdió la visión espiritual que le permitía leer con claridad la ley de Dios. Los gentiles (que no tienen otra revelación de la voluntad de Dios que la degradada ley escrita en el corazón) no serán juzgados de manera tan estricta como lo serán los judíos, a quienes se les dio una revelación mucho más clara de la voluntad de Dios en la ley de Moisés. Pero los gentiles serán juzgados y si han pecado, ¡perecerán! (2:12a). Si han hecho lo recto, se salvarán (2:14–16).
(2) Los Judíos serán juzgados no solamente por la ley escrita en el corazón del hombre, sino también por la ley de Moisés, la ley escrita y revelada en las Escrituras del Antiguo Testamento. Pero la posesión de la ley escrita no implica salvación para los Judíos, a menos que la guarden. (Ser hacedor de la ley [2:13] significa guardarla en todos sus puntos, ¡completa y absoluta! Ver Santiago 2:10, 11; Gálatas 3:10; Romanos 10:5). Dado que los Judíos tenían una revelación más clara de la ley de Dios que los Gentiles, los primeros serán juzgados de manera mucho más estricta—serán “juzgados conforme a la ley” (2:12b, 13). Si alguien la guardara, sería justificado (ver Nota 1, página 39). Pablo no dice que haya alguien que pueda (o sea capaz de) guardar la ley, sino que muestra lo que ocurriría si alguien la guardara
2. Cuando los judíos sean probados por la ley escrita de Moisés, entonces se mostrará que están justa y ciertamente expuestos a condenación, de la misma manera que los gentiles. 2:17–24
La circunstancia de que los judíos, a pesar de gloriarse en el hecho de que la ley escrita les había sido dada a ellos, deshonraban a Dios quebrantándola, prueba que ellos también, al igual que los gentiles eran pecadores y sin justicia propia.
3. El valor de la circuncisión. 2:25–29.
Pablo muestra que la mera manifestación ritual externa de la circuncisión no eximirá a los Judíos de la condenación—es válida solamente para aquellos que siendo circuncidados guardan la ley, en la cual los Judíos habían fallado. De otro lado, si un Gentil guardara la ley, la falta de circuncisión física no le impedirá recibir las bendiciones prometidas por la ley, pues no es el externo estado físico del hombre lo que Dios exige—Dios mira al corazón del hombre y le juzga de acuerdo con su condición espiritual interna.
4. Anticipación y refutación de las objeciones judías. 3:1–8.
Brevemente el argumento se desarrolla así:
(1) Primera objeción: En vista de lo dicho, ¿qué ventaja hay siendo judío y circuncidado? Respuesta: Mucha, en todos los sentidos. En primer lugar, los Judíos tenían la Palabra de Dios (el Antiguo Testamento), 3:1, 2. (2) Segunda objeción: ¿No ha prometido Dios ser el Dios de los judíos? ¿Puede Dios castigarles faltando a su promesa? Respuesta: Dios permanece fiel a Su palabra a pesar de lo que los judíos han acumulado contra ellos mismos por causa de su propia infidelidad. 3:3, 4. (3) Tercera objeción: Dios sería injusto si castiga a los judíos por su maldad, si es que la justicia de Dios es exaltada a causa de ella. Respuesta: Si este principio fuera verdadero, Dios no podría castigar a nadie, judío o gentil, y pensar así nos conduciría al absurdo de creer que es recto hacer lo malo para obtener lo bueno. 3:5–8.
C. Sumario y conclusión. 3:9–20
Sumario: Todos los hombres, judíos y gentiles, están bajo el poder del pecado y han fallado en guardar la ley de Dios; consecuentemente, no hay justo, ni aún uno. 3:9–18.
Conclusión: Dado que todos los hombres son pecadores y han fallado en guardar la ley de Dios, nadie será justificado por sus propias obras 3:19–20.
¿cómo el hombre pecador, falto de justicia propia, puede ser justificado?
1. LA JUSTIFICACIÓN
A. Justificación es una sentencia legal o declaración divina por medio de la cual Dios considera al hombre libre de toda falta o culpabilidad y acepto a Sus ojos. El hombre es declarado haber cumplido todos los requerimientos necesarios. Como Packer dice: “El significado bíblico de “justificar” (…) es declarar, aceptar y tratar al hombre como si fuera justo, i.e. como si, por un lado, no fuera responsable penalmente, y por otro, merecedor de todos los privilegios debidos a aquellos que han guardado la ley. Esto en términos forenses, denota un acto judicial de la administración de la ley, declarando en este caso un veredicto de absolución y, por lo tanto, excluyendo toda posibilidad de condenación. La justificación, pues, establece la situación legal de la persona justificada.”
Después de ser examinada, si una persona es hallada culpable de algún pecado, o falto de justicia en el más mínimo grado, esta persona cae bajo la sentencia de condenación. Por tanto, sólo aquellos que poseen justicia perfecta, bien sea personal, bien imputada (i.e. atribuida), son justificados (ver Nota 2, A, página 45 acerca del significado de justicia imputada).
B. Las Escrituras establecen dos métodos de justificación. Una es por OBRAS; la otra, por FE.
1. LA JUSTIFICACIÓN POR LAS OBRAS. EL MÉTODO LEGAL. Este método requiere que los hombres obedezcan perfectamente la ley de Dios, porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados” (2:13). (El apóstol Pablo no dice que cualquiera puede guardar la ley, sino que si alguno la guardare recibirá la vida eterna como recompensa. Compárese Mateo 19:16–22). Pablo pone muy claro, en 3:9–20, que nadie puede cumplir las demandas de la ley, puesto que todos los hombres están bajo el poder del pecado y desprovistos totalmente de justicia. Por lo tanto, concluye diciendo que ningún ser humano será justificado ante Dios por las obras de la ley (3:20). Ver Gálatas 3:10–14. La ley no salva a nadie, sino que por ella se adquiere el conocimiento del pecado. Ver Nota 5, página 69.
2. LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE.— EL MÉTODO EVANGÉLICO. El segundo método ofrecido al hombre por medio del cual puede ser justificado, es mediante la fe. Este método no se desarrolla en Romanos hasta que se ha establecido definitivamente la necesidad del hombre de un método distinto al de la obediencia a la ley (no por méritos personales u obras). A partir de 3:21, hasta el capítulo 10, Pablo explica, ilustra y defiende la doctrina de la justificación por fe; y este es el objetivo y propósito de la Epístola a los Romanos. Ver Nota 9 en página 104. Ver también apéndice A, “Santiago y Pablo sobre la justificación”, en página 145.
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