EL GOZO DE LA SALVACION

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POR QUE AQUI TE QUIEREM DE VERDAD

Lucas 15:1–7 NVI
Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.» Él entonces les contó esta parábola: «Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido.” Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
Lucas 18:9–14 NVI
A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro, recaudador de impuestos. El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres—ladrones, malhechores, adúlteros—ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo.” En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” »Les digo que éste, y no aquél, volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Cuando D. L. Moody dirigía su escuela dominical en Chicago, un niño caminaba varios kilómetros para asistir, y alguien preguntó al muchacho: “¿Por qué no asistes a alguna escuela dominical que quede más cerca de tu casa?”

Su respuesta bien podrían haberla usado los publicanos y pecadores de los días de Jesús: “Porque aquí la gente en realidad lo quiere a uno”.

Es significativo que Jesús atraía a los pecadores en tanto que los fariseos los repelían. (¿Qué dice esto en cuanto a algunas iglesias de la actualidad?) Los pecadores venían a Jesús, no porque él les daba gusto o porque acomodaba su mensaje para ellos, sino porque se interesaba en ellos. Comprendía sus necesidades y trataba de ayudarlos, en tanto que los fariseos los criticaban y los mantenían a distancia (ve Lucas 18:9–14). Los fariseos conocían la ley del Antiguo Testamento y deseaban tener pureza personal, sin embargo no tenían ningún amor por las almas perdidas.

Tres palabras resumen el mensaje de este capítulo: perdido, hallado, y regocijarse. Jesús utilizó tres parábolas para responder a las acusaciones de los fariseos y escribas que se escandalizaban por la conducta de Jesús. Ya era suficientemente malo que Jesús recibía con brazos abiertos a estos marginados y les enseñara, pero ¡él fue incluso más allá de eso porque comía con ellos! Los dirigentes religiosos judíos no comprendían todavía que el Hijo del hombre había venido “a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Aun más, todavía estaban ciegos al hecho de que ellos mismos estaban entre los perdidos.

Este capítulo deja bien claro que hay un mensaje de salvación: Dios recibe y perdona a los pecadores arrepentidos. Pero estas parábolas también revelan que hay dos aspectos de esta salvación. Hay la parte de Dios: el pastor que busca a la oveja perdida, y la mujer que busca la moneda perdida. Pero también hay la parte del hombre en la salvación, porque el hijo descarriado de su propia voluntad se arrepiente y vuelve a casa. Hacer hincapié en sólo uno de los aspectos es dar una idea falsa de la salvación, porque se deben considerar tanto la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre (ve Juan 6:37; 2 Tesalonicenses 2:13–14).

Puesto que uno de los principales temas de este capítulo es el gozo, consideremos tres gozos diferentes que van incluidos en la salvación. C. S. Lewis escribió: “El gozo es asunto serio en el cielo”, y es un gozo del que tú y yo podemos participar.

Lucas 19:10 NVI
Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Juan 6:37 NVI
Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo.
2 Tesalonicenses 2:13–14 NVI
Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad. Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
PUNTO INPORTANTE

el pastor que busca a la oveja perdida, y la mujer que busca la moneda perdida. Pero también hay la parte del hombre en la salvación, porque el hijo descarriado de su propia voluntad se arrepiente y vuelve a casa.

LA OVEJA POR QUE SE PERDIO ?
LA OVEJA SE PERDIO POR SU NECEDAD
POR QUE SE PERDIO LA MONEDA
2) LA MONEDA SE PERDIO DEBIDO AL DISCUIDO A OTROS..

Llamamos a esta historia “la parábola del hijo pródigo” (la palabra “pródigo” quiere decir desperdiciador

Tomás Huxley dijo: “Las peores dificultades de un hombre empiezan cuando puede hacer lo que se le antoja”. ¡Cuán cierto!

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