Recuperando lo Perdido
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Vivimos en tiempos que las redes sociales están presentes en la sociedad, cada día las relaciones personales sufren por la tecnologización de las personas, cada día más cerca del teléfono, pero lejos de las personas. Cada vez hay más aislamiento de las personas, cada quién ve por su interés sin importarle la comunidad. Es, quizá, la época con más separación familiar, enemistad en la familia, sólo importa mi satisfacción, que sea lo que yo quiero sin importar a quien lastimo.
La Biblia habla de este tipo de relaciones, hay una triada de parábolas en Lucas: La oveja y la moneda perdida y el hijo pródigo.
Como creo que hicieron la “tarea”, quizá estamos de acuerdo que, si se puede culpar a alguien de esas pérdidas, es al pastor y la mujer ¡ellos perdieron! Ni la oveja y la moneda tienen la capacidad por si solas de perderse, es más bien un descuido del pastor y de la mujer. El hijo que pide la herencia, en todo caso tiene la ayuda del padre, quién en lugar de regañarlo, es cómplice al cumplir su petición, entonces, en cierto sentido, es el padre quién perdió a su hijo.
La mayoría nos damos una idea de la historia por el título, pero recordemos que el título fue puesto mucho después, en este caso la primera referencia es de Jerónimo el año 347 – 420. Pródigo es quien derrocha y gasta de manera absurda. Aristóteles dijo que “carecen de auto control y gastan con derroche”; es verdad en un momento el joven gasta así, pero a la mitad se gasta todo, deja de ser pródigo.
Veamos el contexto en que Lucas ubica las parábolas, las pone, inmediatamente después de este verso:
“Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.»” (Lucas 15:1–2, NVI)
En Mateo hay una parecida, con el mismo mensaje, diferente destinatario. En Mateo la palabra extraviada en griego es (plano) que da la idea de engaño, en Mateo se puede leer esa historia así: “si una persona tiene 100 ovejas y una de ellas es engañada ¿no deja las 99 y se va a buscar a la engañada? Si la encuentra se alegra más por ella que por las 99 que no fueron engañadas.” Para Mateo, la parábola trata de la responsabilidad de la iglesia de cuidar doctrinalmente a sus miembros que pueden ser engañados por una falsa doctrina; pero en Lucas usa otra palabra y es él quien dice que trata del arrepentimiento y del perdón.
La interpretación influida por el título y la explicación de Lucas dice que la oveja es el creyente que se aparta de la comunidad; Jesús sale a buscarla para salvarla de la destrucción; los amigos se alegran, hacen fiesta y ellos representan la iglesia. Esa interpretación anima y es buena, pero perdemos el desafío. Estudiemos.
“-¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas, y pierde una de ellas…” (Lucas 15:4, RVA)
A esa pregunta, la mayoría diría ¡yo no! Este hombre es rico, igual que la mujer de la moneda y el padre. Los que oyen se sorprenden de que el dueño se de cuenta que le fata una, es más visible cuanto tienes 8 y te falta 1; pero él se da cuenta y hace lo necesario para recuperarla. Incluso una pérdida del 1% debe notarse, si él se da cuenta y la busca, entonces, quienes escuchan y han perdido algo o alguien, pero no se han dado cuenta, así que antes de empezar la búsqueda, hay que saber qué es lo que nos hace falta.
Quienes interpretan que Dios es como ese pastor de ovejas, eso no lo deja bien parado, porque él es el responsable de cuidar el rebaño. Yo creo que no es el mensaje de la parábola. El pastor está preocupado por la oveja que se le perdió, quizá el título debía ser: El pastor distraído.
“…no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se ha perdido, hasta hallarla?” (Lucas 15:4, RVA)
Del reino animal, la oveja no es la más inteligente, se extravían. En Juan 10 dice que el pastor llama a las ovejas por su nombre, lo cierto es que reconocen la voz del pastor, pero no su nombre. Este pastor pierde una y hace lo posible para encontrarla, esta tan preocupado que no sólo deja las 99 ¡las abandona! La traducción literal de la palabra kataleipo.
“Y al hallarla, la pone sobre sus hombros gozoso,” (Lucas 15:5, RVA)
El dueño siente alivio, pero para lo oveja es irrelevante, le da igual, es más va incómoda en los hombros, se quiere bajar. Lo importante es que ha encontrado la oveja, ahora su rebaño está completo.
“y cuando llega a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: "Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido."” (Lucas 15:6, RVA)
La fiesta no es en el corral sino en la casa, están los amigos, la familia, ese hombre está tan alegre que comparte su alegría, quizá hasta preparó una barbacoa de borrego.
“Os digo que del mismo modo habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” (Lucas 15:7, RVA)
Es con este verso que Lucas da la interpretación y cambia la parábola en una alegoría (un significado simbólico) pensar que hay quien no tiene que arrepentirse, es interesante o raro, porque ¡todos necesitan arrepentirse! Si en tu barrio hay 99 que no tienen de qué arrepentirse, eso sería el país de la fantasía.
Esta alegoría no concuerda con la parábola, porque en el relato ¡no hay arrepentimiento! ¿quién se arrepiente? La oveja no recapacita. Es el dueño quien pierde la oveja y si eso es un pecado, no leemos que se arrepienta. Jesús narra la parábola y al describir a este hombre no está elevando su papel, de hecho, parece que a propósito no trata de enaltecer al pastor.
El personaje principal es el dueño, no la oveja. Se da cuenta que pierde algo valioso, no importa si es una entre 100 o entre mil, su rebaño está incompleto. La busca exageradamente (abandona las 99) y al encontrarla, se alegra exageradamente, tanto que hace fiesta e invita a sus amigos. Si él puede alegrarse así ¿qué te lleva a ese tipo de alegría? ¿qué hemos perdido que aún no hemos recuperado? ¿cuándo fue la última vez que pensaste qué o a quién has perdido? ¿asumirás la responsabilidad? ¿qué esfuerzo harás para recuperar lo perdido? Puede ser un sueño, anhelo, la seguridad, una relación familiar.
La Moneda perdida.
“»¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con empeño hasta hallarla?” (Lucas 15:8, RVA)
Una mujer que tiene dinero no es una marginal, pobre, es alguien solvente, tiene casa propia. Es verdad que el papel de las mujeres de esa época está bien definido, pero las mujeres judías tenían acceso a su dinero y no son de las más pobres. Una mujer unge con un perfume caro a Jesús, su ministerio era sostenido por María Magdalena, Juana y Susana, leemos de mujeres que gastaron mucho dinero en médicos.
“Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.” (Lucas 15:9, RVR60)
Feliz invita a sus amigas, todas mujeres, eso dice el texto. No piden permiso para asistir a la fiesta.
Como la oveja perdida, tenemos que ver con nuevos ojos la parábola, los temas son los mismos: pérdida, búsqueda, se encuentra, algo que se completa y hay alegría. Vemos la misma urgencia del pastor, la mujer prende la lámpara, barre, busca con empeño, los 2 se alegran al encontrar y comparten su alegría. Aunque hay un cambio sutil entre las 2 parábolas, el pastor dice: “he hallado mi oveja que se había perdido”. No dice que sea el responsable; en cambio la mujer dice:
“…he encontrado la dracma que había perdido.” (Lucas 15:9, RVR60)
Ella reconoce su responsabilidad y esto nos reta; podremos celebrar al recuperar lo perdido, pero antes ¿vamos a admitir nuestra responsabilidad por la pérdida? De lo sea: amistad, relaciones, salud, etc.
“Os digo que del mismo modo hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” (Lucas 15:10, RVA)
Lucas insiste en enfocar en el arrepentimiento y perdón; no ve la responsabilidad del dueño del rebaño o de la mujer. Se centra en la oveja y la moneda a pesar de que ninguna de ellas realiza acción. Es verdad estuvieron perdidos y son recuperados, son objetos pasivos, la atención debería estar en los dueños que pierden, encuentran y celebran. Ellos tenían un problema y ellos resolvieron.
Al llegar a la 3ª parábola vemos al padre que recibe a su hijo con alegría y hacer fiesta, pero ¿a qué hijo ha perdido? El padre está convencido que es el menor, el pródigo y hay razones, pero al final veremos que en realidad es el mayor quién está perdido. El pastor se da cuenta que ha perdido una oveja, la mujer que le falta una moneda, el padre, con sólo 2 hijos, fue incapaz de saber quién era el perdido. Además, tanto el pastor como la mujer buscan con desesperación un objeto valioso, pero objeto; el padre no busca al hijo, es verdad se fue a tierras relajas, pero el padre es de recursos.
En las 2 primeras la fiesta y alegría ponen fin a la parábola. En la 3ª hay fiesta y alegría, pero quedan en 2º plano cuando el padre, desesperado intenta unir la familia y el relato no termina con la fiesta, sino con 2 hombres en el campo, uno rogando y consolando y el otro resistiéndose o reconciliándose ¡no lo sabemos!
El pastor no asume la responsabilidad por perder su oveja, la mujer admite la suya, el padre inicialmente no se da cuenta que es el mayor quien está perdido y su búsqueda final, desesperada no es del menor que se extravío a sí mismo, sino del mayor a quién había perdido. Las 2 primeras tienen final feliz, la 3ª nos deja con un padre afuera de la fiestea platicando con su hijo. El reto sigue vigente, quizá ese padre eres tú.
“Dijo además: —Un hombre tenía dos hijos.” (Lucas 15:11, RVA)
Cuando una parábola empieza así, sabes que debes tener simpatía por el mejor, pero en este caso hay un cambio. Adán tenía 2 hijos: Caín y Abel, el menor es asesinado pero su ofrenda es aceptada, el mayor se vuelve fugitivo y nómada. Abraham tenía 2 hijos: Ismael e Isaac, el menor es el de la promesa y es recordado como el 2º patriarca, Ismael luchará contra su hermano; Ismael y Agar su mamá son exiliados del campamento. Isaac tiene 2 hijo: gemelos Esaú y Jacob, el menor intercambia un plato de lentejas por el derecho de primogénito, con engaños recibe la bendición de hijo mayor, Jacob muere y el hijo menor es quien recibe la visión de la escalera que llega al cielo y es el padre de las 12 tribus que llevan su nuevo nombre: Israel.
Jacob tiene varios hijos, uno es el favorito: José. José tiene 2 hijos: Manasés y Efraín, cuando llega el tiempo de la bendición José pone a Manasés a la derecha y a Efraín a la izquierda, pero el anciano cruza las manos y es el menor quien recibe la bendición principal.
Todo esto para decir que, al escuchar el inicio, tomas partido por el menor, pero resulta que aquí no es el justo Abel o el fiel Isaac ni el inteligente Jacob. Resulta un irresponsable, que busca el placer y lujo.
“El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde." Y él les repartió los bienes.” (Lucas 15:12, RVA)
Pedir la herencia es una falta social, falta de sabiduría, pero no es pecado, en todo casi si hay un culpable por complicidad ¡es el padre! Si el hijo estuviera pecando al pedir la herencia, es el padre quién tiene que reprenderlo ¡pero no lo hizo! Es más, aceptó la petición y le da la mitad de sus propiedades, y al hacerlo además vemos que el padre también es pródigo.
Hay quienes dicen que el Padre representa a Dios, pero esto se opone al sentido de la parábola. El pastor es sólo dueño de las ovejas, la mujer es ama de casa; el pastor pierde su oveja, la mujer su moneda y el padre está a punto de perder a su hijo menor. Hasta este punto nadie de la familia a actuado bien. La audiencia ya no se identifica con el menor que se va distanciando de su padre y de su tierra.
“No muchos días después, habiendo juntado todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.” (Lucas 15:13, RVA)
Sin despedida se aleja, va a una nación extranjera y despilfarra el dinero; las acciones del hijo pueden llevarnos a pensar negativamente del padre, por fracasar en disciplinarlo y por acceder a su petición; hasta puede verse como cómplice. Por eso decía, querer ver a Dios en él tiene que ser en una lectura alegórica, porque no es posible verlo en la parábola.
“»Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a su campo para apacentar los cerdos. Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba.” (Lucas 15:14–16, RVA)
Se queda sin dinero, sin amigos, y se plantea lo que cualquiera con hambre ¿qué hago para sobrevivir? Por la referencia a los cerdos sabemos que no es una zona judía, quizá Decápolis. Sabemos que no comió cerdo porque tiene hambre, los cuidaba no los mataba, el problema no es la impureza por cuidarlos es el hambre.
“Entonces volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ’Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.’ " »Se levantó y fue a su padre...” (Lucas 15:17–20, RVA)
Habla de su pecado y deseo de ir a casa de su padre, pero no como hijo sino como empleado o esclavo, pareciera arrepentido, pero quizá no lo es -es Lucas quién dice que trata del arrepentimiento y del perdón- pero los que oyen aun no saben ese final quizá para ellos es más como interés, conveniencia. El joven recuerda que su papá tiene dinero y quizá pueda sacarle un poco más. A diferencia de la oveja y la moneda, él no ha sido encontrado.
“Volviendo en si” es como “pensando para sus adentros” él sabe que su padre hará lo que le pida; vemos que la palabra padre, se repite 3 veces, o sea, que, aunque de labios dice que quiere ser recibido como empleado, la reiteración de padre revela que se ve como el hijo de su padre, no duda de la relación. Mas sugerente, pero medio escondido, es la falta de remordimiento en la frase “he pecado contra el cielo y ante ti”; los que conocen las Escrituras, casi pueden escuchar a Faraón pidiendo detener las plagas en Egipto:
“Entonces el faraón hizo llamar apresuradamente a Moisés y a Aarón, y les dijo: —He pecado contra Jehovah vuestro Dios y contra vosotros.” (Éxodo 10:16, RVA)
El pródigo no está más arrepentido que faraón, no ha cambiado en su interior, la estrategia quizá es: me acercaré a mi papá como a él le gusta, en forma religiosa.
“»…Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y le besó.” (Lucas 15:20, RVA)
Antes de hablar, su papá corre a recibirlo, quizá lo está esperando como cada tarde, aunque perdió la mitad cuando su hijo querido se fue de casa. El padre está alegre, ve al hijo que pensó muerto y reacciona con compasión y amor; es evidente que disfruta el regreso de su hijo y lo demuestra con generosidad. Lo besa y usa la misma palabra que la mujer que besó los pies de Jesús en casa de Simón el fariseo.
Los hijos piden pan y los padres se los dan; pero el desafío no es recibir el amor del padre, el desafío es conseguir que el hijo perdido, extraviado regrese.
“El hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo." Pero su padre dijo a sus siervos: "Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies. Traed el ternero engordado y matadlo. Comamos y regocijémonos, porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a regocijarse.” (Lucas 15:21–24, RVA)
El hijo ensayó todo el camino, podemos pensar que viene arrepentidlo, humillado, pero con su primera palabra contradice eso, empieza diciendo: “Padre” y no señor o amo, en cuanto dice padre, se coloca a sí mismo como hijo, no como esclavo y desarma al padre, tal como lo imaginó.
Pero al padre no le preocupa si el hijo es sincero o no, así como al pastor si la oveja está arrepentida o a la mujer no le interesa el estado emocional de la moneda. El padre evita que el hijo siga hablando, está feliz, quiere celebrar y que todos compartan su felicidad; pide que saquen el mejor vestido; en una sociedad en que la mayoría tenía solo 2 vestidos, que la familia tenga de dónde escoger nos revela que la riqueza no ha disminuido, aún con el despilfarro del pródigo.
En la parábola no se dice nada de la actitud del hijo en lo que su padre organiza la fiesta, quizá está apenado por la gracia del padre, pero es más probable ver a un joven manipulador, mimado, aliviado que va a cenar. El enfoque está en el padre, feliz, su hijo favorito ha regresado; pero hay una ausencia que grita, quién no ha sido invitado a la fiesta. Sabemos que son 2 hijos, pero el mayor ha quedado en el olvido.
“»Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas. Después de llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Este le dijo: "Tu hermano ha venido, y tu padre ha mandado matar el ternero engordado, por haberle recibido sano y salvo." Entonces él se enojó y no quería entrar. »...” (Lucas 15:25–28, RVA)
Ese hermano no es Caín que mata a su hermano, no es Ismael el potro salvaje, ni Esaú que no valora la primogenitura y al ver a Jacob que le quita la bendición quiere matarlo. Este es alguien por quien podemos sentir simpatía. El hombre que buscó y encontró su oveja, la mujer que buscó y encontró su moneda, llamaron a los amigos y celebraron, pero nadie corre a invitar al hijo mayor ¡nadie se dio cuenta que faltaba!
No sabemos la relación de los hermanos, la narración sugiere que es disfuncional.
El mayor no se alegra del regreso del hermano, el sentimiento de ser ignorado, por el padre y el hermano, elimina la posible alegría. El padre satisface al que le menosprecia y menosprecia al que le satisface.
Entendemos su enojo, mientras que el pródigo regresa junto a su padre, el mayor se acerca a la casa y un esclavo le dice “tu hermano… tu padre”, quizá le preocupa -con razón – que el padre le de al menor el terreno que según el testamento le corresponde a él como mayor. Pero el padre le asegura que su herencia está intacta.
“…Salió, pues, su padre y le rogaba que entrase.” (Lucas 15:28, RVA)
Es ahora que el padre está en la misma situación del que busca la oveja, o la mujer que busca su moneda, necesita que regrese a casa lo que ha perdido, necesita completar su familia, pero los hijos no son ovejas ni monedas. La oveja puede ser echada al hombre, la moneda se recoge del suelo, el regreso del hijo a casa es más difícil. Los hijos tienen memoria, necesidades emocionales y una voz propia.
Antes de esto, el padre no sabía que realmente es el hijo mayor a quién ha perdido; pero cuando se da cuenta, hace lo que el pastor y la mujer, se da cuenta de su hijo perdido a quien ama y trata de regresarlo. El griego la palabra rogaba es parakaleo que significa suplicar, rogar pero también consolar, tiene la misma raíz de la palabra paráklito, que se traduce como Espíritu Santo, abogado y consolador.
El padre ruega, suplica, quiere consolar al hijo diciéndole que siempre ha tenido su amor; la parábola no pone palabras, porque ningún discurso puede rectificar una relación rota, no hay palabras en ese momento para calmar la tormenta emocional del hijo mayor, primero necesita expresar su propio resentimiento.
“Pero respondiendo él dijo a su padre: "He aquí, tantos años te sirvo, y jamás he desobedecido tu mandamiento; y nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos. Pero cuando vino éste tu hijo que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el ternero engordado."” (Lucas 15:29–30, RVA)
Revientan los años de resentimiento, su fidelidad ha sido pasada por algo, el hijo problemático recibe más atención y amor que el prudente y fiel; es como ver que ese hijo habla por las 99 que no producen tanta alegría por estar ahí, como la alegría que produce la que regresa.
Cuando habla, no le dice papá, ese hijo se siente lejos de él y de su hermano. Es una relación familiar problemática ¡como todas las relaciones familiares! El hijo dice que ha trabajado como esclavo, aunque eso es exagerado, si un esclavo escucha lo que dice, quizá se reiría.
“Entonces su padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado."” (Lucas 15:31–32, RVA)
Le dice “hijo” intentando acercarlo. Le dice que siempre está con él y que todo es suyo. El padre apela a la emoción y la ley. Emoción porque le dice: todo sigue igual, todo está bien, desde la óptica del padre ¡el hijo nunca se ha perdido! Pero el padre siente una cosa y el hijo otra muy diferente. Por la ley, porque el padre dividió entre los 2 la propiedad, sería exagerado pensar que está enojado porque el ternero era suyo.
El hijo no se queja que el padre tome algo suyo, sino que le muestre al pródigo un afecto que nunca le ha mostrado a él. El amor del padre se ve en el hecho que habla con él. Es verdad que salió a recibir al pródigo, pero en la narración no vemos que hable con él. Quizá no hay nada que decir. Pero con este hijo lo único que tiene son palabras y las usa sabiamente. Quiere corregir que se haya referido a su hermano como “tu hijo ese” y él papá ahora dice “tu hermano”. Le recuerda que hay una relación. Si cualquiera de ellos desaparece, la familia está incompleta. ¿Cómo estás en tus relaciones? ¿completo?
Le dice: tu hermano regreso y era necesario alegrarse, el padre insiste, el hijo sigue fuera de la fiesta ¿qué pasará? ¿qué harías si fueras el hijo mayor? ¿irías a la fiesta? ¿qué pasará cuando el padre muera, quién se queda con la herencia? Cuando el resentimiento personal se antepone a los valores familiares, toda la familia pierde.
¿Qué harías su fueras el padre? ¿qué hace un padre para mostrar amor a un hijo que nunca lo ha sentido?
¿Qué pensamos del hijo menor? Quizá quienes escuchan no lo perciben tan arrepentido como ahora lo queremos ver nosotros, quizá hará lo que siempre ha hecho, aprovecharse del amor del padre, pero el padre lo ama y es un miembro de la familia, por eso no puede ser ignorado.
Pero si en verdad está arrepentido ¿cómo actuará ahora? ¿qué puede hacer para recuperar el respeto perdido? En algún momento tendrá que demostrar su propia responsabilidad.
Hay un elemento que escapa en las parábolas ¡nadie ha expresado dolor por haber herido al otros! Y tampoco se expresa perdón. Cuando se trata de la familia hay otros factores además del arrepentimiento y perdón que nos mantienen juntos. Las parábolas anteriores nos ayudan a entenderlo. En la oveja y la moneda no hay arrepentimiento, pero la celebración se hizo porque el hombre y la mujer fueron capaces de alegrarse al encontrar lo perdido y tener su colección completa.
Quitemos nuestras ideas preconcebidas de arrepentimiento y perdón de la parábola y veremos principios sencillos y prácticos. Con esto termino.
Haz lo que puedas para encontrar lo perdido y luego celebra con los demás, tanto para compartir la alegría como para que te ayuden a impedir que el recuperado o lo recuperado vuelva a perderse.
No esperas que te pidan perdón ¡puede que nunca lo hagan! No esperes a tener fuerzas para perdonar ¡quizá nunca las tengas! No te obsesiones con el sentimiento de haber sido ignorado, ya no se puede hacer nada para recuperar el pasado; si un familiar te ofendió, busca recuperar esa relación y ¡sigue adelante!
Haz una comida -me invitas-, festeja, invita a los demás, si los que se arrepienten y los que perdonan llegan o no, habrás hecho lo necesario. Habrás iniciado un proceso que puede terminar en reconciliación, habrás abierto una 2ª oportunidad, aprovecha esa resurrección, porque es improbable que suceda 2 veces.
Un padre tenía 2 hijos: Caín y Abel, Caín mata a su hermano y él sobrevive, prospera; podemos juzgarlo como culpable, pero incluso así, tiene una historia que contar. Es cierto, cometió fratricidio, pero ese acto no es la suma total de lo que es. Un error, un pecado, una herida, no es la suma total de quien esa persona es. Caín llevó una marca puesta por Dios, y si Dios lo puede proteger, seguro también nosotros.
Un padre tenía 2 hijos: Isaac e Ismael los 2 son sacrificados en cierto sentido; los hijos de Isaac e Ismael pueden verse en el medio oriente en guerra. Los 2 hijos se reconcilian al morir Abraham, la Biblia dice que lo entierran juntos; la mano de Ismael estaba destinada a levantarse contra su hermano, pero Ismael prueba el error de la predicción; si Ismael e Isaac pueden reconciliarse, también lo puedes hacer tú con tu familia.
Un padre tenía 2 hijos: Esaú y Jacob, uno robó la primogenitura y la bendición, el otro juró matarlo en venganza, sin embargo, cuando Jacob herido por su lucha en un río se encuentra con Esaú, los dos se reconcilian.
Un padre tenía 2 hijos o 4, y aquí los detalles pueden ser llenados por cualquiera de nosotros; la escritura nos da esperanza, Debemos tener esperanza para la reconciliación, en tu vida, tu familia, y en el mundo.
Encontrar lo perdido, sea una oveja, moneda, sueños, un hijo, personas, exige trabajo, esfuerzo y de ese esfuerzo surge el potencial para la alegría total.
Palabra de Dios
Oremos