Los Tabernáculos
Los Tabernáculos:
Gratitud a Jesús por la Reunión Final
“De reunir todas las cosas en Cristo,
en la dispensación del cumplimiento de los tiempos,
así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra”
(Efesios 1:10)
INTRODUCCIÓN
La última fiesta que celebraban los israelitas en conexión con el santuario era precisamente la fiesta de los tabernáculos. Esta fiesta tenía los siguientes nombres: “la fiesta de la cosecha” (Éxo. 23:16); “la fiesta solemne de los tabernáculos” (Lev. 23:34) y también se le conocía como la fiesta de las cabañas.
Esta celebración se efectuaba en el séptimo mes (Tishri) y duraba ocho días (véase Lev. 23:39). Durante estos días los asistentes al santuario vivían en cabañas o enramadas y las fabricaban con “ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos” (v. 40).
La orden divina debía cumplirse para que fuese realmente una ocasión llena de regocijo y abundante felicidad. “En tabernáculos habitaréis… todo natural de Israel habitará en tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de Egipto” (v. 42-43).
Era una fiesta de regocijo, pues, había pasado el día de expiación que había sido un día de aflicción. Las reuniones durante esta fiesta estaban saturadas de pleno regocijo y abundante felicidad.
Los israelitas moraban en tiendas durante la fiesta y las erigían en las calles, en los atrios del templo, o en los techos de las casas. Las colinas y los valles que rodeaban a Jerusalén estaban también salpicados de estas moradas de hojas. La ciudad tenía la apariencia de una hermosa selva.
“La fiesta de las cabañas era la reunión final del año” (DTG 411).
I. PERSPECTIVA AGRÍCOLA, HISTÓRICA Y SIMBÓLICA DE LOS TABERNÁCULOS (Lev. 23:34-43)
A. Perspectiva agrícola de los tabernáculos
La fiesta de los tabernáculos era celebrada al final de la cosecha, cuando ya se habían juntado y elaborado los cereales y las uvas (Deut. 16:13). El fin de la cosecha y de la vendimia debía ser una ocasión feliz (ver Isa. 16:10). En el calendario agrícola judío la vendimia ocurría en septiembre u octubre. La vendimia se refiere a la cosecha de las uvas.
¿Qué se reconocía en esta fiesta? Las bendiciones y bondades de Dios (ver Deut. 16:14, 15).
¿Cuál era la actitud del pueblo? Alegría, felicidad y regocijo (Deut. 16:14, 15; Lev. 23:40).
¿Cómo debía presentarse el pueblo en la presencia de Dios al acudir al santuario en esta reunión feliz a la salida del año? Ofrendas y presentes dignos de las bendiciones recibidas en sus cosechas (Deut. 16:16, 17), “tributos de agradecimiento al Dios que le había bendecido” (PP 581).
B. Perspectiva histórica de los tabernáculos
La fiesta de los tabernáculos conmemoraba el feliz viaje de los israelitas de Egipto a Palestina. Israel vivió en tiendas en el desierto durante sus cuarenta años de peregrinaje (ver Deut. 16:12-15; Lev. 23:42-43). Cuando se reunían para celebrar esta fiesta lo hacían “en recuerdo de sus peregrinaciones por el desierto” (PP 582).
Josefo dice que esta fiesta era “considerada especialmente sagrada e importante por los hebreos” (Antigüedades viii. 4. 1). Esta fiesta “era un recordativo de gratitud por la liberación nacional y un regocijo anual al término de cada cosecha (Lev. 23:42-43; Deut. 16:13-16)” (5 CBA 953).
“En la fiesta de las cabañas el pueblo alababa a Dios porque recordaba la misericordia que le manifestara al librarle de la servidumbre de Egipto, y el tierno cuidado del que le hiciera objeto durante su peregrinación en el desierto” (PP 583).
El tierno cuidado de Dios durante los cuarenta años de peregrinación se hizo presente con dos grandes bendiciones: el agua (Éxo. 17:1-8; Núm. 20:1-13) y la luz (Éxo. 13:21, 22; Núm. 9:15, 16). El fuego y la nube simbolizaban la dirección y protección divinas.
C. Perspectiva simbólica de los tabernáculos
“La fiesta de las cabañas no era sólo una conmemoración, sino también un tipo o figura. No solamente señalaba algo pasado: la estada en el desierto, sino que, además, como la fiesta de la mies, celebraba la recolección de los frutos de la tierra, y apuntaba hacia algo futuro: el gran día de la siega final, cuando el Señor de la mies mandará a sus segadores a recoger la cizaña en manojos destinados al fuego y a juntar el trigo en su granero” (PP 583).
Mateo 25:31 al 46 enfatiza que hay 2 grupos finales reunidos en la presencia de Dios: uno recibirá maldición y fuego eterno, otro la bendición y vida eterna.
Jesús dijo “que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán [reunirán] con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mat. 8:11).
II. CRISTO EL VERDADERO TABERNÁCULO (Juan 1:14)
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). El término “habitó” viene de una palabra griega que se puede traducir como “acampó” o “levantó tienda”.
A. Cristo como Tabernáculo
“Cristo levantó su tabernáculo en medio de nuestro campamento humano. Hincó su tienda al lado de la tienda de los hombres, a fin de morar entre nosotros y familiarizarnos con su vida y carácter divinos” (DTG 15).
Jesús es el verdadero tabernáculo, pues, en él se reúnen todas las bendiciones que necesitamos.
Jesús se presentó en una ocasión en la fiesta de los tabernáculos (véase Juan 7). En este contexto Jesús declaró que era el “agua de vida” (Juan 7:37, 38) y la “luz del mundo” (Juan 8:12). En esta fiesta se llevaban a cabo dos ceremonias: la ceremonia del agua y la ceremonia de la luz. Recordemos que la provisión de agua y luz fueron las dos grandes bendiciones que Dios proveyó a Israel durante su peregrinación por el desierto.
B. Jesús como el Agua de Vida
“En el último y gran día de la fiesta [tabernáculos], Jesús se puso de pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37).
Durante la fiesta se llevaba a cabo la ceremonia de la libación del agua. Esta se hacía cada mañana y un sacerdote iba al Cedrón a buscar un cántaro de agua y era vertida en el atrio cerca del altar y esta agua era fluida a un caño que finalmente comunicaba con el Cedrón y era conducido al Mar Muerto (véase DTG pp. 413-418). Esta ceremonia conmemoraba la acción de golpear la roca en el desierto. “Esa roca era un símbolo de Aquel que por su muerte haría fluir raudales de salvación a todos los sedientos. Las palabras de Cristo eran el agua de vida” (DTG 417).
Todos los asistentes a la fiesta veían cada día esta ceremonia pero sus almas seguían sin aplacar su sed, y en este contexto Jesús se apareció como el agua de vida: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. “Los ricos, los pobres, los encumbrados y los humildes son igualmente bienvenidos. El promete aliviar el ánimo cargado, consolar a los tristes, dar esperanza a los abatidos” (DTG 417).
Jesús se dirige a toda alma sedienta, pues, el manantial está abierto para todos. A los cansados y exhaustos se ofrece la refrigerante bebida de la vida eterna (Apoc. 22:17; Juan 4:14) (véase el DTG 418).
Gracias a Jesús porque satisface los anhelos de nuestro ser y de nuestra alma y porque es el agua de la vida.
C. Jesús como la Luz del mundo.
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la Luz del mundo” (Juan 8:12).
Cuando Jesús dijo estas palabras, estaba en el atrio del templo y en el centro de este patio había dos columnas que soportaban portalámparas de gran tamaño. Estas lámparas se encendían después del sacrificio de la tarde y con esta luz se iluminaba a Jerusalén. “Esta ceremonia estaba destinada a conmemorar la columna de luz que guiaba a Israel en el desierto, y también a señalar la venida del Mesías” (DTG 428). Cuando Jesús pronunció estas palabras era de mañana (DTG 428).
“Cristo, la fuente de luz espiritual, ilumina las tinieblas del mundo“ (DTG 428). Jesús es la luz de la vida (ver DTG 428-441).
Si desea una explicación más amplia sobre el cumplimiento de la luz como una profecía mesiánica puede ver en el Deseado de Todas las Gentes en las páginas 428-430. Elena de White afirma que la profecía de Isaías 49:16 donde se habla de “luz de las naciones” era una profecía que se aplicaba al Mesías. Jesús la luz del mundo es el Mesías prometido.
Gracias a Dios porque Jesús nos libera de las tinieblas espirituales y nos traslada al reino de la luz (Hech. 26:18; Col. 1:13; 1 Ped. 2:9).
III. CELEBRANDO LOS TABERNÁCULOS “HOY” (PP 582; Juan 7:38; Mat. 5:14-16; Juan 8:12b)
A. La iglesia de hoy y la fiesta de los tabernáculos
¿Será que hoy debemos celebrar la fiesta de los tabernáculos? Si así fuese, ¿cómo debería ser?
“Hoy sería bueno que el pueblo de Dios tuviera una fiesta de las cabañas, una alegre conmemoración de las bendiciones que Dios le ha otorgado. Como los hijos de Israel celebraban el libramiento que Dios había concedido a sus padres, y también como los había protegido milagrosamente a ellos mismos durante sus peregrinaciones después de la salida de Egipto, así debiéramos recordar con gratitud los diferentes medios que él ideó para apartarnos del mundo y de las tinieblas del error y para llevarnos a la luz preciosa de su gracia y de su verdad” (PP 582).
Esta fiesta de las cabañas de la cual habla Elena de White se refiere a momentos que debemos apartar para meditar en la forma maravillosa como el Señor nos ha guiado. Y debiéramos hacerlo dice ella con espíritu de agradecimiento. Esta semana de gratitud aprovechemos para mirar hacia el pasado y ver la mano poderosa de Dios guiándonos, dirigiéndonos en medio de los peligros y librándonos de muchos ataques y asaltos del enemigo de las almas.
La invitación es que hoy demos al Señor la mejor ofrenda que nunca le hemos dado, pues, el merece lo mejor de nosotros, lo mejor de nuestros bienes y lo mejor de nuestra vida.
B. El creyente como agua de vida
Jesús nos dice que al recibirle como el agua de vida y saciar nuestra alma sedienta, nos constituimos verdaderamente en “ríos de agua viva”. “El que está en comunión viviente con Cristo se convierte en un centro de influencia espiritual. Hay en él un poder de vida, que cuando se vivifica mediante la fe, fluye como un río que lleva vida y refrigerio a otros” (5 CBA 958). Vea los siguientes pasajes en donde se presenta el agua como una bendición (Prov. 18:4; Isa. 12:3; 44:3; 55:1; Eze. 47:1; Zac. 14:8).
C. El creyente como la luz del mundo
Al aceptar a Jesús que es la luz del mundo, nuestra vida se convierte en una verdadera fuente de luz para otras almas. Jesús dijo que el que el sigue “no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12b). En otra parte declaró la responsabilidad que tenemos como creyentes de iluminar al mundo con la luz de la verdad y del evangelio redentor (ver Mat. 5:14-16).
IV. LOS TABERNÁCULOS Y LA REUNIÓN FINAL (Zac. 14:17; Apoc. 7:9-12; 14:1-5; 19:6-10; 21-22)
El profeta Zacarías (14:18) contempla una reunión final de los redimidos en el contexto de los tabernáculos.
En Apocalipsis 21:3 aparece tres veces la palabra “con”. ¿Qué significa esto? “Destaca ahora el hecho maravilloso de una nueva creación y que Dios mora personalmente entre su pueblo” (7 CBA 902).
Comentario de Apoc 7:15. “Los salvados podrán tener la seguridad de que ciertamente Dios morará entre ellos. Nunca serán privados de su presencia, su sostén y su favor. El estar sin la presencia de Dios es pérdida completa; el tenerlo morando entre nosotros es salvación perenne” (7 CBA 801).
En el siguiente diagrama podemos vislumbrar la realidad final de los tabernáculos en la tierra renovada. Procederemos de lo histórico a lo apocalíptico, del símbolo a la realidad final que se cumple en el Apocalipsis.
Símbolo (histórico) | Realidad (apocalíptica) |
1. Reunión “a la salida [final] del año” (Éxo. 34:22).2. Moraron en “tabernáculos” (Lev. 23:42-43). 3. Fiesta de regocijo (Lev. 23:40) a) Palmas b) Cantos c) Instrumentos de música d) Una gran fiesta | 1. Reunión al final de los siglos (Apoc. 21:4, 5).2. “El tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apoc. 21:3).3. Fiesta de regocijo a) Palmas (Apoc. 7:9) b) Himnos (Apoc. 7:10; 14:3; 15:2-3) c) Arpistas (Apoc. 14:2) d) La cena del Cordero (Apoc. 19:9) |
Durante la fiesta los asistentes iban a Jerusalén para recordar su peregrinaje por el desierto (Lev. 23:43). Esta práctica se desarrolló mediante dos ceremonias muy impresionantes: (1) la ceremonia de la libación del agua, simbolizando el agua que fluyó de la roca que sostuvo a Israel en su viaje por el desierto y (2) la ceremonia de la luz que conmemoraba la columna de fuego que los había guiado a través del desierto. Jesús claramente señaló su cumplimiento hacia sí mismo como la luz del mundo y el agua de vida (Juan 7:37; 8:12).
En el cumplimiento final, glorioso y apocalíptico de la fiesta de los tabernáculos aparecen nuevamente los elementos del agua de vida y de la luz.
1. No es el agua de la roca que golpeó Moisés ni el agua de la fuente del Cedrón del tiempo de Cristo, sino “un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero (Apoc.22:1).
2. No es una columna de fuego en el desierto ni las portalámparas en el atrio del templo, sino que “la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apoc.21:23).
CONCLUSION
Llamado a la gratitud
Un análisis cuidadoso de Números 29:12-38 revela que se presentaban las siguientes ofrendas de animales en la fiesta de los tabernáculos: 71 becerros, 15 carneros, 105 corderos, 8 machos cabríos y para cada día el holocausto continuo que eran dos corderos, es decir, otros 16 corderos. Esta es la única fiesta en donde se presentaba el mayor número de ofrendas y todas llevaban una característica que las distinguía y las hacía muy especial: eran “sin defecto”, y simplemente lo mejor.
“DEMOS A JESÚS LA MEJOR OFRENDA
QUE NUNCA LE HEMOS DADO”.
Ilustración: las cuatro velas
Las cuatro velas se quemaban lentamente.
El ambiente estaba tan silencioso que se podía oir el diálogo que mantenían.
La primera dijo: - ¡Yo soy la paz!
Sin embargo las personas no consiguen mantenerme. Creo que me voy a apagar. Y , disminuyendo su fuego rápidamente , se apagó completamente
Dijo la segunda:
- ¡Yo soy la fe!
Lamentablemente soy superflua. Las personas no quieren saber de mi. No tiene sentido permanecer encendida.
Cuando terminó de hablar, una brisa pasó, suavemente sobre ella y se apagó.
Rápida y triste la tercera vela se manifestó:
- ¡Yo soy el amor!
No tengo fuerzas para seguir encendida. Las personas me dejan a un lado y no comprenden la importancia de esto. Se olvidan hasta de aquellos que estan muy cercas y las aman. Y, sin esperar mas, se apagó.
De repente... Entro un niño y vio las tres velas apagadas.
- ¿Qué es esto? Ustedes debían estar encendidas hasta el final.
Al decir esto comenzó a llorar. Entonces la cuarta vela habló:
- No tengas miedo, mientras yo tenga fuego podremos encender las demás velas, yo soy ¡la esperanza!. Con los ojos brillantes, agarró la vela que estaba encendida ... Y encendió las demás.
¡hay momentos en la vida cuando la paz, la fe y el amor parecen huir de nuestro lado! Cuando aquello a lo que dedicamos mucho esfuerzo y amor parece desaparecer en un mar de lágrimas, debemos recordar, sin embargo, que mientras haya esperanza el fuego de un mejor mañana, de una nueva oportunidad brillará en nosotros.
Que la esperanza pueda mantener tu vida a flote, a pesar de las circunstancias adversas que se te presenten. Recuerda que a veces Dios nos da o nos quita no lo que nosotros deseamos, sino lo que realmente necesitamos que nos dé o nos quite. Nunca nos priva de algo sin pensar en regalarnos cosas mejores.