Romanos 1-3
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PRIMERA PARTE
LA JUSTIFICACIÓN POR FE Y SUS CONSECUENCIAS Capítulos 1–8
Las dos doctrinas principales de Romanos están expuestas en los versículos 16 y 17 del capítulo primero de la epístola (1:16, 17). Parece como sí estos dos versículos fueran el “texto” (el tema) y el resto de la carta, el “sermón” (la explicación y prueba del tema). Estas dos doctrinas principales son:
A. La salvación por la fe sola.
El evangelio revela la “justicia de Dios” (ver nota 2, E en la página 49), la cual es dada a todo aquel que cree. Como mostraremos detalladamente más adelante, el pecador obtiene la justicia “por medio de la fe” —no por guardar la ley de Dios. Sólo por la fe el injusto recibe la justicia perfecta; o sea, que se le otorga la justicia de Dios, y es en esta base de la justicia que le es dada, en la que descansa su justificación (puesto en buena relación con Dios y, consecuentemente, declarado libre de culpa y condenación. (Ver nota 1, A, en página 45.)
B. La libre oferta de salvación a todos los hombres sin excepción.
La oferta de salvación, bajo la única condición de fe, es hecha a todos los hombres sin excepción —judíos y gentiles. Muchos judíos creían que Dios mostraría misericordia solamente a aquellos que pertenecían a la nación de Israel. Si un gentil, quería ser salvo, los judíos pensaban que debería someterse a la ley de Moisés, ser circuncidado y, de esta forma, convertirse en miembro de la nación judía; después Dios le salvaría. Pablo muestra que esto no es así. Todo aquel que cree el evangelio, sin distinción de raza y sin distinción de cualquier otra clase o circunstancia, tiene prometida la salvación.
Debe notarse que el evangelio predicado por Pablo ya se había enseñado en el Antiguo Testamento; por ello, para establecer la doctrina de la justificación por la fe, que es el evangelio, y tema de la epístola, cita a Habacuc 2:4. Sin embargo, antes de desarrollar el tema de la justificación por la fe, Pablo, desde el capítulo 1:18 hasta el capítulo 3:20, establece el hecho de que todos los hombres son pecadores, y muestra que ni uno sólo puede ser justificado por su obediencia personal a la ley.