Un matrimonio Eficaz

Efesios 5:22–25

22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.

Introducción

En estos pasajes Dios da instrucciones tanto a la mujer como al hombre para un matrimonio exitoso.

Lo primero que debemos considerar es que para Dios, la relación matrimonial es una figura de la relación de Cristo con su iglesia.

El ejemplo a seguir del esposo es Cristo, como cabeza del hogar.

Los enemigos del evangelio acusan que Dios, la Biblia y el evangelio son machistas porque obliga a la mujer a sujetarse al hombre.

Se atreven a hablar de algo que no conoce y solamente han oído de otros, no conocen la Biblia mucho menos a Dios y su voluntad para el matrimonio.

Pero Dios no fuerza a nadie a obedecerle, Él imparte sus sabias instrucciones para una vida feliz.

El mandato para el esposo

25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella...

28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, Efesios 5:25,28–29.

La responsabilidad del esposo es amar a su esposa, así como Cristo nos amó y se entregó en sacrificio..

1 Corintios 13:4-7 “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

Es una entrega total, agradar a ese ser que ama en todo lo que hace.

Dios ha establecido al esposo como cabeza del hogar, pero esta autoridad no es para oprimir, despreciar o maltratar, porque si se ama de verdad no se lastima.

Pensemos en nuestro cuerpo, la cabeza dirige al cuerpo, pero antes de exigir un esfuerzo, procura que se alimente y descanse.

El hombre como cabeza debe ser el primero en cumplir el mandato de Dios, para que la esposa pueda también cumplir con el suyo.

El mandato para la esposa

Efesios 5:22-23 “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.”

Dios manda a la mujer a sujetarse a su esposo como a al Señor, así como la iglesia está sujeta a Cristo.

Antes de casarse la mujer cristiana ya estaba sujeta a Cristo, así que ahora sigue sujeta a Cristo y a su esposo, siendo Cristo el primero.

La función de la esposa en el matrimonio no es de inferioridad, pues en Cristo todos somos iguales (Romanos 2:12, Gálatas 3.28), sino de complemento.

Génesis 2:18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.

En el matrimonio el hombre y la mujer son una sola carne “Efesios 5:31 “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” Ambos se complementan.

En el cuerpo la cabeza no es nada sin el cuerpo y el cuerpo nada sin la cabeza, todos los miembros son importantes.

Seguir las instrucciones de Dios traen armonía al matrimonio, porque si cada quien comprende sus funciones todo va a marchar bien.

Conclusión

Cuando el hombre comprende su posición, entonces lo conducirá en amor y temor de Dios, amando, respetando y cuidando a su esposa y su familia.

Tanto el hombre como la mujer, antes de reclamar a su cónyuge su responsabilidad, debe evaluar si está cumpliendo la suya.

Sin embargo también es bueno conversar y presentar de manera amable lo que cada uno espera del otro.

Sin Cristo es imposible que cada un cumpla con su función, separados de Cristo nada podemos hacer (Juan 15:5).