Sermón sin título
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Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu estaba enardecido dentro de sí, al observar que la ciudad estaba llena de ídolos.
Así que discutía en la sinagoga con los judíos y los que temían a Dios, y en la plaza cada día con los que acudían casualmente.
Incluso algunos de los filósofos epicúreos y estoicos debatían con él, y algunos decían: ¿Qué querrá decir este charlatán? Y otros: Parece ser predicador de dioses extraños (porque les predicaba a Jesús y la resurrección).
Tomándolo pues, lo condujeron al Areópago, y le preguntaron: ¿Podemos saber qué es esta nueva doctrina que enseñas?
Porque traes a nuestros oídos algunas cosas que sorprenden. Queremos saber pues, qué significa esto.
(Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes, en ninguna otra cosa pasaban el tiempo, sino en decir o en oír novedades.)
Pablo entonces, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todas las cosas os observo como muy religiosos;
porque pasando y viendo de cerca vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba inscrito: Al Dios Desconocido. El que adoráis, pues, a pesar de no conocerlo, a Ése os anuncio yo.
El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, siendo Señor de cielo y tierra, no habita en templos hechos por manos,
ni es servido por manos humanas, ni tiene necesidad de cosa alguna, pues Él da a todos vida y aliento y todas las cosas;
y de uno hizo todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra, prefijándoles el orden de los tiempos y los límites de su habitación,
para que busquen a Dios, por si tal vez, palpando, puedan hallarlo; aunque no está lejos de cada uno de nosotros.
Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos, como incluso algunos de vuestros poetas han dicho: Porque linaje suyo somos.
Siendo pues linaje de Dios, no debemos suponer que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.
Pues bien, Dios, pasando por alto esos tiempos de ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
por cuanto ha establecido un día en el cual va a juzgar a la humanidad con justicia, por medio del Varón que designó, presentando a todos garantía de ello cuando lo resucitó de entre los muertos.
Pero cuando oyeron: Resurrección de muertos, unos se burlaban, y otros dijeron: ¡Ya te oiremos acerca de esto en otra ocasión!
Así que, Pablo salió de en medio de ellos.
No obstante, algunos varones creyeron y se unieron a él, entre ellos, Dionisio el areopagita y una mujer de nombre Dámaris, y otros con ellos.
Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu estaba enardecido dentro de sí, al observar que la ciudad estaba llena de ídolos.
Así que discutía en la sinagoga con los judíos y los que temían a Dios, y en la plaza cada día con los que acudían casualmente.
Pablo predica a los atenienses (17:16–34)
Cuando los judíos expulsan a Pablo de Berea, lo llevan a Atenas (17:13–15). Este pasaje describe lo que hace Pablo mientras espera en Atenas a sus compañeros de trabajo. Pablo predica a Jesús en la sinagoga judía y en el mercado ateniense, debatiendo sobre filósofos griegos, que invitan a Pablo a hablar en el Areópago (17:16–21). El discurso de Pablo sobre el Areópago reconoce la religiosidad de los atenienses e identifica a su dios desconocido como el Dios que creó todo: Dios no es un ídolo; todos deben arrepentirse, porque Dios juzgará al mundo por aquel a quien Dios levantó de la muerte (17:22–34).
Los filósofos en Atenas (17:16–21)
Después de llegar a Atenas, Pablo predica a Jesús en la sinagoga y debate con los filósofos griegos en el mercado ateniense, proclamando la resurrección de Jesús (17:16–17). Algunos filósofos llaman a Pablo charlatán, y otros dicen que promueve deidades extranjeras (17:18). Los filósofos quieren saber más, por lo que acompañan a Pablo para que hable en Pablo
el Areópago, donde los atenienses y los extranjeros escuchan y comparten filosofías nuevas y extranjeras (17:19–21).
17:16 En los dos versículos anteriores, Pablo partió de Berea debido a que los judíos de