Yo era ciego y ahora veo

Sermon  •  Submitted
0 ratings
· 417 views

Devocional camino a la victoria

Notes
Transcript

INTRODUCCIÓN

SALUDOS
FALTA DE VISIÓN: Alguien preguntó una vez a Hellen Keller: "¿Qué podría ser peor que la ceguera?" Ella respondió: "Tener la vista y no tener visión."
Creo que todos nosotros conocemos muy bien la historia de Saulo reflejada en el libro de los Hechos en el capítulo 9 donde se dice: Saulo, resoplando aún amenazas asesinas contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote para solicitar plenos poderes para ir alas sinagogas de Damasco con el fin de traerse detenidos a Jerusalén a todos los de «este Camino» que pudiera encontrar, fueran hombres o mujeres.
Iba ya aproximándose a las afueras de Damasco, cuando, de pronto, le rodeó un resplandor de luz celestial. Saulo se tiró al suelo, y oyó una voz que le decía:
-¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?
-¿Quién eres tú, Señor? -le preguntó Saulo. Y el que hablaba le contestó:
-Yo soy el Jesús al Que tú estás persiguiendo. Pero levántate, y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que has de hacer.
Sus compañeros de viaje se quedaron alucinados; porque oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Saulo se levantó del suelo; pero, cuando abrió los ojos, no podía ver nada. Los otros le tomaron de la mano y le llevaron así a Damasco. Tres días estuvo ciego, y no comió ni bebió nada.
Podemos decir que Saulo antes de conocer a Cristo era un hombre inteligente, decidido, comprometido, un hombre enfocado en su comisión. Pablo, oriundo de Cilicia, fue ciudadano romano por nacimiento. Su familia era de la tribu de Benjamín, y fue educado como fariseo. Estudió bajo Gamaliel (Hechos 22:3) y era muy culto (dominaba varios idiomas y conocía las literaturas hebrea y griega). Saulo, su nombre en lengua hebrea, fue un gran perseguidor de la Iglesia, como lo demuestra su aprobación de la muerte de Esteban (Hechos 7:58-8: 1).
Podemos decir entonces que Saulo era un hombre que humanamente hablando tenía todo, pero a la vez no tenía nada porque vivía sin una vista clara de cual era su propósito eterno. Veía, pero su visión era nula en cuanto al propósito que Dios tiene para cada ser humano que es la salvación. Saulo no sabía el porqué de su existencia, él se sentía realizado sin embargo, en su momento de crisis no supo que hacer hasta que Jesús le dijo: levántate, y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que has de hacer. Desde ese momento Saulo comenzó tener una verdadera visión.
Hch 9:17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Hch 9:18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.
Desde este punto Saulo reinició su vida y con esta una nueva visión de propósito. Descubrió que su propósito en la vida era predicar el evangelio y eso hizo hasta sus últimos días.
Hch 13:1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Hch 13:2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Hch 13:3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
Cuando Pablo descubrió su propósito entonces nada le hizo cambiar de parecer nunca más y escribió en 1 Cor 9:16 Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!

Pablo no podía jactarse de lo que estaba obligado a hacer. Toda esperanza de recompensa debía estar relacionada con algo que él hiciera voluntariamente, y no como obligación. Eso mostraría la verdadera inclinación y el deseo de su corazón. Cuando dice “necesidad”, sin duda se refiere a su vocación al ministerio (ver Hech. 9:4–6, 17–18; 13:2; 22:6–15, 21; 26:15–19), que no podía ignorar y al mismo tiempo tener paz o el favor de Dios.

Si no anunciare. Pablo conocía el castigo del silencio. Sabía que estaba comisionado por Dios para proclamar las alegres nuevas de la liberación del pecado, y que si permanecía callado no tendría paz, ni alegría, ni completa comunión con Cristo. Permanecer callado habría significado para él negar la comisión que el Señor le había dado (ver Hech. 22:14–15, 21; Rom. 11:13; 15:16; Efe. 3:7–8).

Todos los que son llamados por Dios para predicar el Evangelio como ministros, no pueden ocuparse en ninguna otra clase de actividad y sentirse felices o contentos. Si un hombre puede con limpia conciencia y paz mental dejar de predicar, entonces de ninguna manera debiera entrar en el ministerio (ver OE 452). El ministerio del Evangelio es la vocación que implica la mayor responsabilidad en el mundo, y sólo debieran entrar en él los que están dispuestos a ser guiados por el Espíritu del Señor y responden al sentimiento de un deber sagrado (ver 3T 243). El verdadero ministro de Jesucristo no se tiene en cuenta a sí mismo y a su propia conveniencia. No trata de hacer lo menos posible ni limita su servicio a cierto número de horas diarias; anhela hacer más de lo que parece necesario porque ama al Señor y aprecia el valor de las almas. Se siente impulsado por un sentimiento íntimo de urgencia de buscar y salvar las almas perdidas (ver Jer. 20:9). Y lo que es verdad y necesario en relación con el ministerio, también se aplica a cada seguidor del Señor. Jesús ha ordenado a todos los que creen en él que sean sus testigos (ver Mat. 28:19–20; Hech. 1:8; DTG 313–314; 3JT 288–289). Todos los que aman al Salvador responderán a esa orden dejando que el Espíritu Santo brille a través de ellos para beneficio de todos aquellos con quienes se relacionan (ver Dan. 12:3; Mat. 5:16; Fil. 2:15).

¿Acaso nos hemos dado cuenta nosotros que tenemos el privilegio de tener vista luego de conocer a Cristo? ¿Qué sientes ahora que le conoces? Nosotros que hemos recibido la vista somos llamados a impartir a otros la misma luz que recibimos para que otros puedan ver que por muy grandes logros que alcancemos en esta tierra ninguno sobrepasará la barrera de nuestra vida perecedera y los malos que vienen con vivir en este mundo de pecado, este mundo necesita conocer que que hay un plan eterno del cual ellos son parte y este ministerio radial precisamente cumple ese objetivo que es el de predicar al mundo que en Jesús pueden tener una verdadera visión de los planes eternos que Dios tiene para cada uno de ellos. Es por eso mi querido hermano que me escuchas que es necesario que hoy tu hagas honor a ese llamado celestial, que hagas aquello para lo cual el Señor te llamó y vivas para predicar las buenas nuevas de salvación y en este caso apoyando a tu radio para que muchos puedan conocer de Cristo. Hoy es el día para que recobres la vista.
vamos a orar.
Related Media
See more
Related Sermons
See more