Acción de gracias: Gratitud por las virtudes de la iglesia
Estudio de 1 Tesalonicenses • Sermon • Submitted
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Introducción
Introducción
La iglesia en Tesalónica es la iglesia que está en Dios y en Cristo, teniendo todo el entorno a la Trinidad. El cuerpo de la carta comienza con una referencia de la oración de intercesión que el apóstol y sus colaboradores hace a favor de los creyentes. Su oración era constante, era algo habitual. La gratitud era algo muy particular en la vida de Pablo, el agradecer a Dios por todo lo que hace en los de la iglesia. La actitud y la acción de gratitud no se detenía. La oración de ellos no era genérica, sino específica. Daban gracias por motivos concretos (Jn. 17:9, 11, 15, 17): Por los hermanos, por el establecimiento de la iglesia, por la firmeza de los creyentes. Es la oración el recurso de poder para tener fuerzas. Dios no sólo da fuerzas, sino que esfuerza al creyente (Is. 40:29; Zac. 4:6; Fil. 2:13).
Cita bíblica
Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones,acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.
I. Obra de la fe
I. Obra de la fe
La primera manifestación clara del nuevo nacimiento es el trabajo de fe. Santiago enseña evidentemente que la fe sin obras es muerta (Stg. 2:17). Es decir, que la fe que no está produciendo obras propias de quien ha sido regenerado por el Espíritu, no es una fe viva, sino que está muerta en sí misma. La fe intelectual o mental es una fe vacía.
En ese sentido, ser cristiano no es hablar de Cristo, ni defender las verdades sobre Cristo, aunque sin duda lo contiene, sino vivir a Cristo (Fil. 1:21). Es que no sólo se tratar de tener fe, sino de demostrar la fe que tenemos. Es por la fe que los antiguos hombres alcanzaron bien testimonio (He. 11:2). Los antiguos tuvieron fe y actuaron por medio de la fe. Su fe fue activa. En el cristianismo no existe una fe pasiva. Todo lo que se ve en Hebreos 11 es un ejemplo de que la fe sin obras es muerta y que la fe con obras los llevó a ser considerados como demasiado para este mundo (He. 11:38).
Este es el motivo por el cual Pablo, Silvano y Timoteo daban gracias a Dios de manera constante. Era motivo de gran agradecimiento el hecho de que los de Tesalónica hayan entendido que debe haber obra en la fe. Es esa nube de testigos (He. 12:1-2) que sin duda alguna los de Tesalónica conocían, los cuales animaban siempre a vivir de es manera en que vivía, con una fe activa (1 Co. 15:58).
II. Trabajo de amor
II. Trabajo de amor
Vivir en la fe exige también vivir en el amor. Pablo utiliza aquí un término que refiere a un trabajo fatigoso o molesto. Dando la impresión de que el trabajo hecho con amor no fue algo fácil, sino una actividad dura, cansadora y difícil.
Muchas veces el cristiano considera que ha sido puesto en el mundo para testificar de Cristo, predicar el evangelio, enseñar la Palabra y defender la fe. Sin duda todo esto es necesario, pero esencialmente el cristiano no puede ser de testimonio, ni puede proclamar u evangelio eficaz, ni enseñar la Palabra para edificar, ni defender la verdad si no ama entrañablemente, puesto que todo cuanto tiene que ver con vida cristiana tiene que ver con amor.
En 1 Co. 13 nos presenta como debe ser el uso de los dones. Trabajar con los dones arduamente siempre acompañado de amor. Juan nos dice que si creemos que Dios, su Espíritu y Cristo moran en nosotros, hemos de demostrarlo por medio del amor (1 Jn. 4:11-21).
Pablo da gracias a Dios por un amor que impulsa a una vida activa de tu trabajo arduo, difícil y penoso, siguiendo el ejemplo de Jesús.
III. Constancia en la esperanza
III. Constancia en la esperanza
La tercera virtud es la esperanza, vinculada también como las otras dos a una determinada: constancia en la esperanza. Significa, no sólo capacidad de aguantar en medio de una prueba, sino de hacerlo positivamente (He. 12:1-2), viviendo la fortaleza cristiana de quien sigue al Señor y cumple el ministerio de su carrera a pesar de los obstáculos que surjan en ella.
La esperanza del cristiano es Cristo mismo, no todas las promesas que puedan existir (Jn. 14:3). La realidad de esta verdad es que el creyente no vive esperando cosas, sino esperando al Señor (Col. 1:27).
Conclusión
Conclusión
Las virtudes de los creyentes son motivos de gratitud del apóstol delante de Dios, de quien procede la salvación y la santificación de los cristianos. Es importante que como iglesia nos esforcemos por tener estas virtudes impregnadas en nuestras vidas y así ser capaces de agradecer a Dios por la provisión de esas buenas dádivas a nuestras vidas (Stg. 1:17).