MIÉRCOLES 10 NOVIEMBRE
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1 CORINTIOS
1 CORINTIOS
EL MANDATO DE DIOS SOBRE EL APOYO AL HOMBRE DE DIOS
EL MANDATO DE DIOS SOBRE EL APOYO AL HOMBRE DE DIOS
1 Co. 9 del 1 al 14
En el capítulo 8 Pablo establece los límites de la libertad cristiana. Resume el principio de esta manera: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles” (8:9). Nuestros derechos terminan cuando otra persona es perjudicada.
En el capítulo 9 el apóstol ilustra cómo ha seguido él ese principio en su propia vida. En los versículos 1–18 considera sus derechos para que lo apoyen económicamente los creyentes que él está ministrando. Los versículos 1–14 exponen su derecho
En la primera sección del capítulo Pablo nos da seis razones de por qué él tenía derecho a que lo apoyaran las iglesias a las que ministraba:
(1) Él era un apóstol;
(2) la costumbre es pagar a los obreros;
(3) es conforme a la ley de Dios; (4) otros líderes ejercen su derecho;
(5) es una pauta universal;
(6) y Jesús lo ordenó.
El versículo 1 está compuesto de cuatro preguntas. Todas son retóricas, la respuesta a cada una de ellas se da por supuesto. ¿Cuáles son?
1 Co.9.1 “¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?”
La primera pregunta; ¿No soy libre? Pable les había aclarado sobre su libertad, pero Ahora él declara su propia libertad y sus propios derechos. SARCASMO..!Yo no tengo menos libertad que vosotros!
¿Cuanta gente ha faltado un servicio? Estoy cansado-me enfermé-o vine y vestí con así como para ir al estadio !Usted no puede vestir así! !Usted es el pastor! SOMOS IGUALES-SOMOS CRISTIANOS, TENEMOS LAS MISMAS OBLIGACIONES…¿Qué pasa si yo vengo a predicar sin estudiar o mi esposa? ¿Le gustaría? ¿ Tengo derecho a vacaciones? ¿ustedes tienen más derechos ó más libertades que nosotros?
La segunda pregunta es ¿No soy apóstol? Tenía gran derecho, pero Pablo no se servía en su propio nombre o poder.
Tercera pregunta: ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro?
Un apóstol tenía que ser un testigo ocular de Cristo y de su resurrección:
Hechos 1.21-22 “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.”
Pablo no perteneció al grupo original de los discípulos que estuvieron con Jesús durante su ministerio terrenal, pero había visto al Cristo resucitado al menos en tres ocasiones. El Señor se le apareció en su conversión:
Hechos 9.4-5 “y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.”
Y en dos visiones de las que tenemos conocimiento:
Hechos 18.9 “Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles;”
Hechos 22.17-18 “Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis.Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.”
Pablo podía dar testimonio de haberse encontrado personalmente con el Cristo resucitado.
La segunda prueba de su apostolado era los mismos creyentes corintios. PREGUNTA 4 DEL VERSÍCULO 1¿No sois vosotros mi obra en el Señor?
v2 “Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy”. La iglesia en Corinto era uno de los frutos de las tareas apostólicas de Pablo. Su fe salvadora y su conocimiento de la Palabra de Dios eran el resultado del evangelismo y discipulado fieles de Pablo (Hch. 18:1–11).
La iglesia corintia era V2 el sello de [su] apostolado… en el Señor. En los tiempos antiguos los sellos se usaban en los contenedores de mercaderías, en cartas y en otras cosas para indicar la autenticidad de lo que iba dentro y para evitar que los contenidos fueran sustituidos o alterados. El sello era la representación oficial de autoridad del que enviaba la mercadería o la carta. Lo que estaba bajo el sello tenía la garantía de ser genuino. La iglesia corintia era el sello viviente del apostolado de Pablo, la prueba de autenticidad.
Luego razona diciendo: V3 “Contra los que me acusan, esta es mi defensa. Acusan” (anakrinō) era un término legal para la investigación o averiguaciones que se hacían antes de tomar una decisión en un caso. Él desea defender claramente sus derechos.
El primer derecho que defiende es el de ser ayudado económicamente por los creyentes que ministraba. V4¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? Es decir: v4 “Como ministros de Dios, para no mencionar como un apóstol, ¿no tengo el derecho de esperar que me provean al menos de comida y bebida?”
1 tIMOTEO 5.17-18 “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.”
Comentario: Líderes fieles de la iglesia deben ser respaldados y apreciados. Con demasiada frecuencia son blanco de críticas porque las congregaciones tienen expectativas irreales. ¿Cómo trata usted a los líderes de su iglesia? ¿Disfruta encontrándoles fallas o les muestra su aprecio? ¿Reciben un salario adecuado para que les permita vivir sin preocupaciones y proveer para las necesidades de sus familias? Jesús y Pablo enfatizaron la importancia de sostener a los que nos guían y enseñan
Gálatas 6.6 “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.”
Comentario: Pablo insiste que cumplamos con nuestra responsabilidad de satisfacer las necesidades materiales de aquellos que nos enseñan (1 Corintios 9.7–12). Es fácil recibir el beneficio de una buena enseñanza bíblica y admirar a nuestros líderes espirituales, pasando por alto sus necesidades financieras y físicas. Debemos cuidar de ellos, no de mala gana o con fastidio, sino con un espíritu generoso, como muestra de honor y aprecio por sus servicios
Continúa diciendo:V5 ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? “Lo quiere decir Pablo es: ¿No tengo el derecho de casarme con una mujer cristiana y llevarla a ministrar conmigo a todo lugar donde voy?” Los otros apóstoles, incluido Cefas (Pedro), estaban casados, como también los hermanos de Jesús, los hijos que les nacieron de forma natural a José y María después de Jesús. Pablo probablemente era viudo. En cualquier caso, él tenía el derecho de casarse con una creyente. Aunque había elegido quedarse sin casar, tenía el derecho de hacerlo en el Señor. También tenía el derecho, como los demás apóstoles, de llevar a su esposa con él cuando ministraba y que las iglesias contribuyeran a su sustento.
Con una nota de sarcasmo Pablo pregunta: ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? Pablo y Bernabé tenían tanto derecho como los demás a recibir su sustento del ministerio, sin necesidad de trabajar en otros oficios.
Ahora Pablo da tres ilustraciones para demostrar que la costumbre es pagar a los obreros:
1 Co. 9.7 A.“¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? B.¿Quién planta viña y no come de su fruto? C.¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?”
Cómo hace en buena parte de este capítulo, el apóstol instruye mediante preguntas retóricas, la respuestas a las cuales son evidentes. La respuesta esperada en cada caso es “nadie”.
Los soldados no combaten durante el día y luego trabajan de noche en una tarea civil a fin de comer, comprarse ropas y tener un lugar donde descansar. Los soldados no sirven a sus propias expensas. Se los provee de ropa, alimento, armas, hospedaje y todo lo demás que necesiten con el fin de que vivan y luchen eficazmente. Los agricultores no plantan una viña o cultivan una cosecha para alguie,n sin recibir el pago. No trabajan por amor al arte y luego hacen otro trabajo para ganarse la vida. [Comen] de su fruto, los pagan ya sea con dinero o con una parte de la cosecha:
2 Ti. 2.6 “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.”
Los pastores tampoco trabajan gratis. Ellos esperan recibir en compensación al menos parte de la leche del rebaño.
Estos tres tipos de obreros(SOLDADO-VIÑERO Y PASTOR) son pagados por su trabajo. Eso es lo acostumbrado, lo correcto y lo que se espera. ¿Por qué no va a ser eso cierto también en cuanto a los obreros de Dios?
JESÚS LO ORDENÓ
1 Co. 9.14 “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.”
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO: Como parte de su paga, los sacerdotes en el templo, recibían una porción de las ofrendas para su alimentación(veamos el ejemplo del sacerdote-pastor Aaron):
Números 18.8-9 “Dijo más Jehová a Aarón: He aquí yo te he dado también el cuidado de mis ofrendas; todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te he dado por razón de la unción, y a tus hijos, por estatuto perpetuo. Esto será tuyo de la ofrenda de las cosas santas(Salario), reservadas del fuego; toda ofrenda de ellos, todo presente suyo, y toda expiación por el pecado de ellos, y toda expiación por la culpa de ellos, que me han de presentar, será cosa muy santa para ti y para tus hijos.”
Pablo tenía el derecho de solicitar que lo apoyaran porque el Señor había respaldado ese principio. Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Tanto la ley de Dios como el Hijo de Dios enseñan que sus profetas, maestros y ministros deben ser pagados por su dedicación a la obra del Señor. La enseñanza del Nuevo Testamento reitera la del Antiguo
PASEMOS AL VERSÍCULO 24, DONDE PABLO NOS HABLA DEL DOMINIO PROPIO. Si no ganamos almas, es porque nuestra vida no refleja el DOMINIO PROPIO. Veamos si es cierto:
1 Co. 9.24-27 “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
Hermanos, recordemos que en estos pasajes, Pablo está definiendo los límites de la libertad cristiana. No se puede limitar la libertad, sin dominio propio. Nuestra pecaminosidad se resiste y resiste las restricciones, a veces aun en el nombre de la libertad espiritual. Una cosa es reconocer el principio de vivir por amor y otra muy diferente es cumplirlo. Pablo lo cumplió porque quería ser un ganador.
Los griegos tenían dos grandes acontecimientos atléticos: los juegos olímpicos y los juegos ístmicos. Los juegos ístmicos se celebraban en Corinto y eran, por tanto, sumamente familiares para los que Pablo estaba escribiendo. Los participantes en los juegos tenían que demostrar que se habían entrenado rigurosamente durante diez meses. El último mes lo pasaban en Corinto, con ejercicios diarios supervisados en el gimnasio y en los campos de atletismo.
La carrera era siempre la atracción principal en los juegos, y es la figura que Pablo usa para ilustrar la vida cristiana fiel. V1 Los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio. Nadie se entrenaba tan rigurosamente durante tanto tiempo sin tener la intención de ganar. No obstante, de entre aquel numeroso grupo de corredores, solo uno ganaba.
Una gran diferencia entre aquellas carreras y la “carrera” cristiana es que todo cristiano que esté dispuesto a pagar el precio del entrenamiento cuidadoso puede ganar. No competimos unos contra otros, sino contra los obstáculos — prácticos, físicos y espirituales— que nos pueden dificultar. En un sentido, cada cristiano corre su propia carrera, lo que nos capacita a cada uno de nosotros para ser un ganador en ganar almas para Cristo. Pablo, por tanto, aconseja a todos los creyentes: V1C Corred de tal manera que lo obtengáis, dejando a un lado todo lo que pueda dificultar la recepción del evangelio.
EL CRISTIANO CARNAL ANDA AVERIGUANDO QUE COSAS LE SON PERMITIDAS, EL CRISTIANO ESPIRITUAL, CONOCE SUS LIBERTADES PERO LAS HACE A UN LADO PARA VIVIR PARA EL SEÑOR.
Aferrarse firmemente a las libertades y derechos es una forma segura de perder la carrera de ganar almas para Cristo. Muchos de los cristianos corintios limitaron seriamente su testimonio porque no estaban dispuestos a limitar su libertad. Se negaron a olvidarse de sus derechos y de esa manera ganaron a pocos y ofendieron a muchos.
Si el atleta de los juegos olímpicos e ístmicos se entrenaba con tan gran disciplina y v25 de todo se abstiene, por qué no lo pueden hacer los cristianos, preguntaba Pablo. Ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
En los juegos ístmicos el premio era una corona de laurel(parecida a las hojas de laurel). Los participantes, por supuesto, competían por algo más que eso. La corona representaba fama, reconocimiento y la vida de un héroe. Los ganadores eran inmortalizados, tanto como lo son hoy. Pero la “inmortalidad” era tan mortal como la corona misma, y duraba poco más. Ambas eran corruptibles. ¿Dónde está Maradona? ¿Michael Jackson? ¿Juan Gabriel?
Los cristianos no corren por una corona de laurel perecedera o por una fama de corta duración. Ellos ya tienen inmortalidad. Corren con el fin de recibir una:
“corona de justicia, la cual [les] dará el Señor, juez justo, en aquel día” (2 Ti. 4:8),
“una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 P. 1:4). Aquel premio es incorruptible.
Pero lo incorruptible requiere dominio propio exactamente igual que lo corruptible. Ningún cristiano tendrá éxito en dar testimonio, ni en nada que merezca la pena, sin disciplina. Todo lo bueno que logramos —ya sea aprender, negocios, habilidad artística, matrimonio, cómo tener hijos piadosos, la vida espiritual, dar testimonio cualquier otra cosa— lo alcanzamos mediante la disciplina y el dominio propio.
Si un atleta quiere triunfar tiene que limitar voluntariamente, y a menudo severamente, su libertad. Su sueño, dieta y ejercicios no están determinados por sus derechos o por sus sentimientos, sino por las exigencias de su entrenamiento. Los atletas profesionales de hoy están a menudo muy bien pagados. Pero los juegos ístmicos eran amateur, como los de las Olimpíadas de hoy. Los atletas amateur se entrenan rigurosamente durante años, a menudo con gastos considerables, por amor de un premio barato y por la breve aclamación que lo acompaña.
La disciplina y dominio propio de los atletas es una reprensión para los cristianos a medias y fuera de forma que no hacen nada para prepararse a sí mismos con el fin de dar testimonio a los perdidos, y en consecuencia rara vez lo hacen.
Pablo tenía un propósito al correr. No como a la ventura. Su meta, que declara cuatro veces en los versículos 19–22,
1 Co. 9.19-22 “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.”
¿Cuál era la meta de Pablo? Era la de ganar a cuantas personas pudiera para Cristo Jesús y por todos los medios que fuera posible
Ahora v26, Cambiando la metáfora de carrera a boxeo, dice: de esta manera peleo, no como quien golpea el aire. No peleaba para pasar el tiempo; siempre estaba metido en una pelea auténtica:
1 Timoteo 6.12 “Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.”
No estaba sencillamente haciendo un poco de ejercicio, sino metiéndose en una auténtica batalla.
V27 Una parte considerable de aquella batalla era en contra de su propio cuerpo. Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre. Golpeo (hupōpiazō) significa literalmente pegar bajo el ojo. Figurativamente estaba dispuesto a dejar su cuerpo morado a golpes, dejarlo sin sentido si era necesario. V27 B Lo pongo en servidumbre (doulagōgeō) es de la misma raíz que “me he hecho siervo” en el versículo 19. Pablo sometió su cuerpo a la esclavitud de su misión de ganar almas para Cristo.
La mayoría de las personas, incluyendo a muchos cristianos, son por el contrario esclavos de su cuerpo. Su cuerpo le dice a su mente qué hacer. Su cuerpo decide cuándo comer, qué comer y cuánto comer, cuándo acostarse y levantarse, y así sucesivamente. Un atleta no puede permitirse ese lujo. Él sigue las reglas del entrenamiento, no a su cuerpo. Corre cuando quizás preferiría descansar, toma una comida equilibrada cuando quizás preferiría un helado de chocolate, se va a la cama cuando quizás preferiría estar levantado, y se levanta temprano cuando más bien le gustaría quedarse en la cama. Un atleta dirige su cuerpo, no lo sigue. El cuerpo es su esclavo, no al revés.
Llegamos a la parte final del versículo 27d : Pablo se entrenaba rigurosamente no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado. Aquí tenemos otra metáfora de los juegos ístmicos. Un participante que fallaba en cumplir las condiciones del entrenamiento quedaba descalificado. No podía ni siquiera correr, mucho menos ganar. Pablo no quería pasar su vida predicando los requisitos a otros y luego quedar eliminado por no cumplirlos él mismo.
Muchos creyentes comienzan la vida cristiana con entusiasmo y devoción. Se entrenan cuidadosamente por un tiempo, pero pronto se cansan del esfuerzo y comienzan a “fallar al entrenamiento”. Sin mucho tardar quedan descalificados para ser testigos eficaces de Cristo. No logran el galardón porque no están dispuestos a pagar el precio. La carne, el mundo, los asuntos diarios, los intereses personales y a menudo la mera pereza obstaculiza su crecimiento espiritual y preparación para el servicio.
Aun las cosas buenas pueden interferir con lo mejor. La realización de libertades puede interferir con la realización del amor. Seguir nuestro propio camino puede impedir que otros lleguen a conocer el camino. Las almas son ganadas por los que están preparados para ser usados cuando el Espíritu elige usarlos a ellos.
“ELIMINADO” Cuando Pablo dice que puede ser eliminado, no quiere decir que puede perder su salvación sino que puede perder su privilegio de anunciar a otros el mensaje de Cristo. Es fácil decir a otros cómo vivir y no respaldar con nuestra vida lo que decimos. Debemos practicar lo que predicamos.
RETO : Para ganar una carrera se necesita propósito y disciplina. Pablo usó esta ilustración para explicar que la vida cristiana demanda arduo trabajo, autonegación y preparación seria. Como cristianos, corremos a fin de obtener nuestra recompensa celestial. La disciplina esencial de la oración, el estudio bíblico y la adoración nos equipa para correr con vigor. No observe simplemente desde las graderías, ni tampoco trote un breve trecho cada mañana. Entrénese con diligencia, su progreso espiritual depende de usted.