SALI DEL DESIERTO PARA SER BENDECIDO.
DIOS DEL MANA.
Del dicho al hecho hay mucho trecho.” Muchos hay que se han propuesto cambiar el curso de sus vidas en relación a Dios. Saben que han vivido en enemistad con el Altísimo y que nunca han tomado en serio la voluntad de Dios. Han llegado a la conclusión de que no pueden seguir así; han comprendido la insensatez de una vida sin Dios; han experimentado graves consecuencias causadas por el pecado y, sin embargo, todavía siguen en lo mismo. Nunca han tenido un arrepentimiento real y bíblico. Han admitido: “he pecado”, pero todo concluye allí mismo. No dan un paso más en la dirección de la verdadera contrición espiritual.
Tenemos el caso de Faraón. ¡Qué palabras expresó en Éxodo 9:27! “He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos.” ¡Qué admisión de culpa! El juicio que Dios le había enviado en las plagas estaba causando cierto efecto… pero sólo temporalmente. Cuando la plaga de granizo cesó, todo dio marcha atrás. “Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos” (v. 34). Otra plaga es enviada, y nuevamente le vemos haciendo una ‘manifestación’ de arrepentimiento: “Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal” (Éxodo 10:16). Y una vez más, su arrepentimiento fue falso.
El mero hecho de que una persona se proponga cambiar no es el arrepentimiento bíblico que Dios espera de los pecadores. La expresión “he pecado” fue usada también por Balaam (Núm. 22:34), Acán (Josué 7:20), Saúl (1 Sam. 15:24; 26:21) y Judas (Mt. 27:4–5), e igualmente fueron confesiones de remordimiento, pero no de arrepentimiento. Por esto decimos que los pensamientos del verdadero arrepentimiento deben estar acompañados por las acciones propias del arrepentimiento. Si eliminamos cualquiera de los elementos que componen el arrepentimiento para salvación, estamos eliminando la gracia completa.
No es un asunto de estar únicamente sentidos por razón de nuestros pecados y saber que en Dios hay perdón; es igualmente necesario tener la determinación de abandonar el pecado con el firme propósito de vivir en obediencia a la voluntad del Señor.
En aquel tiempo, el SEÑOR le dijo a Josué: «Prepara cuchillos de pedernal, y vuelve a practicar la circuncisión entre los israelitas.» 3 Así que Josué hizo los cuchillos y circuncidó a los varones israelitas en la colina de Aralot.