La Iglesia imperfecta es perfecta

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La comunidad al estilo de Dios

Hechos de los Apóstoles 2:44 NVI
44 Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común:
La Iglesia es un diseño de Dios, no del hombre.
El hombre, por naturaleza, busca satisfacer su necesidad de pertenencia.
Nuestra naturaleza nos hace buscar comunión con aquellos con quienes compartimos alguna afinidad.
Las RS ilustran nuestros rasgos: aceptamos a quienes conocemos, seguimos a quienes nos atraen y bloqueamos a quienes no soportamos.
Cuando nos integramos a una Iglesia lo hacemos con el ideal de sociedad de nuestra naturaleza.
Cuando leemos la Biblia, en especial la Iglesia de Hechos, la comparamos con el ideal de sociedad que tenemos por naturaleza.
Sin embargo, el modelo de Dios no es paralelo al ideal humano de sociedad. Dios no pensó la Iglesia según la necesidad social del hombre sino según un propósito divino que incluye al hombre.
Esto no significa que Dios pasa por encima nuestra necesidad social sino que la lleva más profundo, invitándonos a ir más allá.

Unión perfecta

La comunión es, en primera instancia, un reflejo de la unidad del Padre con el Hijo y el Espíritu Santo.
Juan 17:21 NVI
21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
El misterio de la trinidad es que los tres son uno en tal magnitud que son indivisibles e interactúan en perfecta unidad.
La Iglesia debe ser un reflejo de esa unidad perfecta.

Cristo es el motivo

La comunión no consiste en los puntos en común que nos acercan sino en el entendimiento de que estamos unidos por Cristo.
Efesios 2:13 NVI
13 Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo.
Cada vez que la primera Iglesia se reunía partían el pan en memoria de Jesús.
Nuestra comunión existe por Jesús, porque él nos unió, él es el motivo.
No debemos juzgar la unidad de la Iglesia según satisfaga —o no— nuestras necesidades psicosociales sino según estemos siendo formados a la imagen de Cristo.
No hacemos relaciones en la Iglesia porque nos caiga bien una persona o si tiene una edad semejante, con intereses parecidos o temperamentos afines sino porque Jesús habita en su corazón y veo a Jesús en ella.

Un amor ilógico

La comunión al estilo de Dios se basa en un amor ágape; uno que no responde según lo que recibe sino que es siempre el mismo a pesar de lo que tenga en frente o la respuesta que reciba.
Mateo 5:43–44 NVI
43 Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” 44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,
Cuando pensamos en la clase de amor que Dios establece para su Iglesia nos damos cuenta que no hemos entendido de lo que se trata ser parte de una Iglesia.
Queremos ser parte de una Iglesia en la que nos traten bien, no hablen de nosotros, no nos hagan un mal comentario ni ocurra ninguna situación incómoda. Pero el amor que sabe perdonar, que ama al enemigo y que trata bien al que hace daño solo se puede encontrar en un hijo de Dios.
Nuestras relaciones cristianas dentro de la Iglesia son frágiles, es más fácil que nos separemos que nos mantengamos unidos.
En las relaciones al estilo de Dios hay una intención perseverante por mostrar el carácter de Jesús en nosotros y no por cuidar nuestras emociones.

Una espiritualidad reflejada en las relaciones

Aspiramos a la madurez espiritual o a la espiritualidad. Sin embargo hemos entendido la espiritualidad como un acto de la intimidad y no como uno colectivo.
1 Juan 4:20–21 NVI
20 Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. 21 Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.
No hay espiritualidad sin relaciones. La máxima espiritualidad no está reflejada en el conocimiento o la intimidad sino en el amor…el amor a Dios nos lleva a amar a los demás.
Seguramente que tenemos marcada en nuestra mente la consigna de que el espiritual es quien pasa horas orando, canta sin pena a todo pulmón, llora en la presencia de Dios, predica con manifestaciones sobrenaturales del Espíritu y está en tan íntima relación con Dios que discierne los espíritus y da profecías. Pero la espiritualidad no es eso, la espiritualidad es cuando la relación de intimidad con Dios te mueve a hacer algo en favor de tu hermano, tu vecino y tu enemigo.
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