Sermón sin título (3)

Gracia Asombrosa  •  Sermon  •  Submitted
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Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

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LA IMPORTANCIA DE LA GRACIA

La fuente de la gracia es Dios, el Padre, quien es “el Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10)
“La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17; 1 Corintios 1:4)

I- El significado y el uso de la palabra “gracia”

La gracia, como el amor, es tan profundo en su significado que no puede ser definido completamente. Pero su uso en la Biblia revela algo de la riqueza de su significado. Por ejemplo:
A. El significado de “gracia”. La palabra “gracia” (charis) viene del verbo griego chairo, que significa “regocijarse, estar alegre” o “otorgar placer o causar estima favorable”. Gracia en el Nuevo Testamento se usa:
1. para la actitud favorable de Dios hacia la virgen María: “has hallado gracia [favor] delante de Dios” (Lucas 1:30).
2. para la belleza o gracia de una persona: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia [favor] para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).
3. para expresar la buena voluntad o bondad del amo a su siervo, tal como la gracia o favor que Faraón mostró a José (Hechos 7:10).
B. Otros usos del término “gracia” en la Biblia:
1. Cuando oramos, vamos al trono de la gracia (Hebreos 4:16).
2. Cuando servimos, es según la medida de la gracia (1 Corintios 15:10).
3. Cuando damos, estamos abundando en la gracia (2 Corintios 8:7).
4. Cuando obedecemos el evangelio, es el evangelio de la gracia (Hechos 20:24).
5. Cuando soportamos el sufrimiento, es debido a la suficiencia de la gracia (2 Corintios 12:9).
6. El último mensaje de Dios en la Biblia es: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros” (Apocalipsis 22:21).

II - Salvo por la gracia para buenas obras

A. Las buenas obras – un resultado natural de la gracia.
En Efesios, Pablo dice que uno es salvo “por gracia” (2:5), “por medio de la fe” (2:8), “para buenas obras” (2:10). Él hace claro que las buenas obras no pueden ganar ni merecer la salvación (Romanos 4:4, 5; 11:6).
“Aunque Pablo rechazó ‘obras’ como una condición de salvación, nadie las demandó más firmemente como consecuencia de ella” “Las buenas obras nunca pueden ganar la salvación; pero algo radicalmente mal existe si la salvación no produce buenas obras”
Jesús enfatizó el “llevar fruto” en Juan 15. Dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8).
B. La gracia no elimina la obediencia a Cristo.
Pedro dijo a los 3.000 en el día de Pentecostés: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesús para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Pablo fue bautizado para “lavar” sus pecados (Hechos 22:16). ¡Aún así, ambos hombres insistieron que somos salvos “por gracia”! (Hechos 15:11; Efesios 2:8). No vieron conflicto alguno entre ser salvos por gracia y ser obedientes a la fe.
Es cierto que no podemos hacer nada para ganar la salvación. Es falso que no hacemos nada en referencia a la salvación. Filipenses 2:12 dice: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”.
Un resultado significativo del entendimiento de la doctrina bíblica acerca de la gracia de Dios es que pone la obediencia en su orden debido. La obediencia deja de ser una obra de mérito y se convierte en lo que Dios tenía intención de que fuera, una respuesta de fe
También, al parecer, algunas personas piensan que la gracia elimina la necesidad de arrepentirse cuando pecamos como cristianos, que Dios de alguna manera sólo pasa por alto y disculpa nuestros pecados. Pero se ve la gracia en la provisión de Dios para el perdón, y su voluntad para perdonar, cuando verdaderamente nos apartamos del pecado. La gracia no quiere decir que Dios no hace caso a nuestros pecados, ni que los condona. La Palabra de Dios dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). Pablo añade que, cuando Cristo regresa, él castigará a los “que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1:8). La gracia se recibe cuando uno cree y obedece el evangelio.

III - La gracia salvadora de Dios

A. ¿Qué es su gracia “salvadora”?
1. La gracia definida. El uso mejor conocido y más alto del término “gracia”, charis, es con referencia a la gracia salvadora de Dios. Se le ha definido como “favor inmerecido”, “algo que necesitamos, pero no merecemos” y “el favor inmerecido de Dios hacia el hombre pecaminoso, por medio del cual él ha provisto para la redención del hombre por medio de la muerte expiatoria de su Hijo Jesucristo”.
2. La gracia ejemplificada. El mayor ejemplo de la gracia se encuentra en Romanos 5:6–11. Pablo describe la condición sin esperanza del hombre. ¡Estaba débil, “impío”, un “pecador” y un “enemigo” de Dios! (vv. 6–10). Puesto que sus crímenes estaban contra Dios, otros hombres no podían salvarlo, ni podía salvarse a sí mismo. A esta situación desesperada llegó Dios y su Hijo Jesús.
El Padre planeó para el rescate del hombre, y Jesús lo llevó a cabo. Jesús tomó el lugar del hombre, muriendo por sus pecados, pagando el precio por ellos. Por medio de su muerte, hizo posible el perdón de los pecados del hombre y su reconciliación con Dios, a quien había ofendido, asimismo, salvando al hombre “de la ira” de Dios (v. 9). El hombre merecía el castigo, pero Dios le dio perdón. ¡Esto es gracia!
Pablo elabora: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:4–5). Pablo enfatiza que fueron las “riquezas de su gracia” y “gran amor” de Dios que causaron que él extendiera perdón al hombre, “según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).
B. La gracia de Dios se recibe por la fe.
Gracia es una palabra que abarca todo lo que Dios ha hecho, está haciendo y aún hará por nosotros. Fe también abarca todo lo que el hombre tiene que hacer para con Dios para ser salvo, permanecer salvo y agradar a Dios. En Efesios 2:8, Pablo declara: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” La palabra “esto” se refiere al don de la salvación.
Esta salvación es, dice Pablo, “no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:9). Más bien, es un don de Dios que el hombre recibe por la fe. ¡Esto es GRACIA!
Existen dos razones por las cuales la salvación debe ser un don:
(1) El hombre, en su debilidad, nunca podría vivir una vida perfecta ni hacer suficientes obras buenas para ganar la salvación. (Vea la parábola de Jesús en Mateo 18:23–34.)
(2) Sólo la sangre de Cristo puede lavar el pecado. Las buenas obras no pueden hacer eso (Efesios 1:7; Hebreos 9:22; 1 Pedro 1:18–19; Apocalipsis 1:5). Encontramos esta sangre cuando creemos y obedecemos el evangelio y por la gracia de Dios somos perdonados (Marcos 16:16; Hechos 2:38). ¡Lo que la gracia provee, la fe acepta!
C. La gracia de Dios es potencialmente universal.
Las buenas nuevas gloriosas son éstas: “mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20). Pablo dice a Tito: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). Algunos niegan que el evangelio es para todos los hombres: “La gracia en su obra y alcance efectivos es útil sólo para los individuos elegidos, aquellos seres humanos a quienes, en su soberanía, Dios ha predestinado desde la eternidad para ser recipientes de su misericordia”
Mas las Escrituras dicen que Dios desea que “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). “No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9; compare 1 Timoteo 2:6; 1 Juan 2:2; Juan 1:29; Hebreos 2:9). ¡Note los “todos”! La gracia de Dios es universal en que tiene la capacidad para salvar a todos los hombres. Pero en realidad, su universalidad depende de la aceptación del hombre del don de gracia de Dios. El último mensaje que Jesús envió a la tierra fue: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). ¡Su gracia es para “el que quiera”, no para “el que no quiere”!
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