Pensemos en Legado
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· 104 viewsVivir una vida que inspire a los hijos a servir a Dios
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No se si se han dado cuenta que en los últimos 10 años han aumentado las películas de héroes, tales como: Wolverine, Batman el caballero de la noche, Capitán america, Los vengadores, X men, Deadpool, Iron Man, Thor. Las épocas han cambiado y los héroes también. ¿Cuántos recordamos la hormiga atómica, súper ratón, y nuestro famoso chapulín colorado? Eran otros tiempos. Después llegó el hombre nuclear, a mujer maravilla, el súper agente 86 con maxwell Smart, los 4 fantásticos.
De niño era algo emocionante imaginar que uno es el súper héroe, te podías pasar toda la tarde jugando solo en el patio y tu imaginación. Ahora de adultos estamos tan metidos en nuestras preocupaciones que no tenemos tiempo para ser héroes, casi siempre ¡queremos ser los rescatados! Porque ¿quién puede ser héroe en medio de tantos problemas?
Por eso, el colectivo se siente emocionado con cada película de super héroes que promueven, porque ahí dejamos volar la imaginación, porque hemos casi concluido que los héroes ya no existen.
En la Biblia encontramos personajes que serían considerados como héroes y no son mitología, fueron hombres que vivieron y caminaron entre nosotros.
Uno de mis personajes favoritos es David, me encanta porque en la Biblia está reflejado como un hombre de virtudes y con defectos, con arranques de enojo y momentos de extrema belleza reflejada en sus poesías. En una ocasión cuando David huye para salvar la vida, porque el rey Saúl lo quería matar, se esconde en cuevas, se junta con personas que no tenían esperanzas, considerados como lo peor de la sociedad. David los inspira a lograr su máximo potencial. Con el tiempo, estos hombres se convierten en los hombres que figuran como los héroes de David (busca esa información). Hombres comunes y corrientes, pero inspirados por este hombre, llegaron a hacer cosas extraordinarias.
Toda esta narrativa la tenemos gracias a los registros de la Biblia. La transmisión oral de las historias ha sido algo que permaneció por muchas generaciones, poco a poco se ha ido diluyendo. Recuerdo que, de niño en vacaciones de verano, visitábamos a los abuelos en la montaña en Chiapas, sin luz eléctrica, sin agua potable, tv, teléfono. Por las tardes, al empezar a oscurecer nos sentábamos alrededor cerca del fogón, en las brasas se ponían a dorar tamalitos o plátanos, después a la luz del quinqué, mi abuelito empezaba a contar sus historias, de cómo conoció a mi abuelita, cómo en una ocasión mató un venado tan grande que de la grasa sacaron 30 bolas de jabón (no me pregunten cómo), un jabón color gris oscuro con un olor no muy agradable.
Imaginemos al rey David, contando historias a sus hijos reunidos alrededor de su mesa. Les narra algunas historias de sus valientes; en una ocasión Jasobeam el Hacmonita que una vez…leamos
“Este es el registro de los guerreros valientes de David: el primero fue Jasobeam el hacmonita, quien era líder de los Tres, el grupo de guerreros más valientes entre los hombres de David. Una vez utilizó su lanza para matar a trescientos guerreros enemigos en una sola batalla.” (1º Crónicas 11:11, NTV)
Imagino a Salomoncito el cuarto hijo levantar la mano: papi, pá, quiero preguntarte algo, los demás hermanos lo callan para que papá siga narrando sus historias. David continúa.
Ah, recuerdo otro guerrero más, se llamó Eleazar, su papá Dodo. Los filisteos siempre nos robaban la cebada que habíamos plantado, hasta que Eleazar dijo ¡basta! No es posible que siempre vengan a robar el producto que con tanto esfuerzo hemos sembrado. Y él solo hizo lo siguiente:
“Eleazar, hijo de Dodai, un descendiente de Ahoa. Una vez Eleazar y David juntos les hicieron frente a los filisteos cuando todo el ejército israelita había huido. Siguió matando a filisteos hasta que se le cansó la mano para levantar su espada, y ese día el Señor le dio una gran victoria…” (2º Samuel 23:9–10, NTV)
Ya con el tiempo, nos reíamos de esta historia, porque por el dolor no podía despegar los dedos de la espada, hasta le pusimos el dedos-rotos.
Una vez más salomoncito levanta la mano: papi quiero preguntarte algo; pero David se ha emocionado recordando todo lo que ha vivido que le dice: no me interrumpas, que todas estas historias me traen buenos recuerdos, si te portas bien y dejas de hablar, te llevaré a conocerlos personalmente, pues aún viven.
David sigue recordando, ha, mi amigo Sama, un hombre de campo, trabajador, no es que fuera un soldado entrenado para la guerra, era un agricultor, pero ¡qué valiente! Ni él sabía que era valiente, hasta que se vio en la necesidad de defender lo que más valor tenía para él. Después de un tiempo de calma, estaba trabajando en su sembradío de lentejas que ya estaban casi para ser cosechadas, cuando llegan la información que venía un grupo de guerreros, otra vez los filisteos, todos se fueron corriendo, llenos de miedo, pero Sama decidió ¡ya no huir más! Decidió que no le tendría miedo a esos filisteos, ya no le robarían la comida de su familia, de sus hijos.
“El siguiente en rango era Sama, hijo de Age, de Arar. Cierta vez los filisteos se reunieron en Lehí y atacaron a los israelitas en un campo lleno de lentejas. El ejército israelita huyó, pero Sama no cedió terreno en medio del campo e hizo retroceder a los filisteos. Así que el Señorle dio una gran victoria.” (2º Samuel 23:11–12, NTV)
Esos hombres eran dignos de ser admirados. Salomoncito una vez más levanta la mano para hablar: papá, papi, pá, te quiero preguntar algo, en eso se oye la voz de Betsabé, su mamá que le dice: Salomón es hora de tomar tu leche, te ando buscando para que también levantes tus juguetes que dejaste tirados, córrele antes de que el cinturón te hable más claro.
Salomón, se levanta y no tuvo oportunidad de preguntar a su papá lo que tanto quiso preguntar. La vida en el palacio real continúa, David vuelve a los asuntos de gobierno y en sus planes. Además de las guerras que seguían vigentes, estaba un anhelo que tenía varios años trabajando en su mente. Todos estos años Dios lo ha protegido, lo ha guardado y le ha bendecido en muchas maneras. Y ha estado pensando en construir un templo para que Dios tuviera un lugar digno, bonito en el cual el pueblo se pudiera reunir para adorar.
La vida continuó, sus hijos crecen, las noches de historias de héroes quedó en el olvido. Los hijos tomaron rumbos distintos, la familia se dispersó, hubo problemas entre hermanos, algunos fallecieron.
Salomón cuyo nombre era Jedidías que quiere decir “amado por el Señor”, tenía un carácter más afable, tranquilo, el nombre Salomón, quiere decir “pacífico u hombre de paz”, se parece a la pronunciación de la palabra “Shalom”.
David, cree que ha llegado el momento para edificar el templo y empieza a hacer los preparativos, sin embargo, antes de que empiece, llega el profeta Natán y le da un mensaje.
“«Ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el SEÑOR: no serás tú el que construya una casa en la que yo viva. Nunca he vivido en una casa, desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que mi hogar ha sido una carpa, trasladada de un lugar a otro en un tabernáculo. Sin embargo, no importa dónde haya ido con los israelitas, ni una sola vez me quejé ante los líderes de Israel, los pastores de mi pueblo. Nunca les pregunté: ‘¿Por qué no me han construido una hermosa casa de cedro?’ ”. »Ahora ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: te saqué de cuidar ovejas en los pastos y te elegí para que fueras el líder de mi pueblo Israel. He estado contigo dondequiera que has ido y destruí a todos tus enemigos frente a tus propios ojos. ¡Ahora haré que tu nombre sea tan famoso como el de los grandes que han vivido en la tierra! Le daré una patria a mi pueblo Israel y lo estableceré en un lugar seguro donde nunca será molestado. Las naciones malvadas no lo oprimirán como lo hicieron en el pasado, cuando designé jueces para que gobernaran a mi pueblo Israel; y derrotaré a todos tus enemigos. »”Además, yo declaro que el SEÑOR construirá una casa para ti, ¡una dinastía de reyes! Pues cuando mueras y te reúnas con tus antepasados, levantaré a uno de tus descendientes, a uno de tus hijos, y fortaleceré su reino. Él es quien edificará una casa —un templo— para mí, y afirmaré su trono para siempre. Yo seré su padre, y él será mi hijo. Nunca le retiraré mi favor, como lo retiré de quien reinó antes de ti. Lo confirmaré como rey sobre mi casa y sobre mi reino para siempre, y su trono estará seguro para siempre”».” (1º Crónicas 17:4–14, NTV)
David ha anhelado construir el templo para Dios y el profeta le dice que ¡no será así! Dios lo seguirá cuidando, lo seguirá guardando de sus enemigos, pero David no le construirá un templo, lo hará su hijo.
Me imagino a David triste y preguntándose ¿por qué Dios no me permite construir el templo? ¿qué he hecho mal? Después de esa noche, David ya no pudo estar tranquilo, quería saber la razón por la que él no construiría el templo; se lo preguntó al profeta Natán, se lo preguntó a Dios y no tenía respuesta, hasta una mañana que Dios le responder y la respuesta si bien, era verdad, no le dio tranquilidad.
No sabemos cuánto tiempo pasó desde que David supo la razón por la que no sería él quién construiría el templo, pero los años pasaron y llegó a la vejez. David sabía que sus días están por terminar, llama a sus hijos, todos se reúnen alrededor de la cama del anciano. Los hijos, con tal de hacer el momento menos pesado, sabiendo que el viejo en cualquier momento puede morir, empiezan a recordar historias de la niñez, la etapa que todo anciano recuerda con más cariño, cuando sus hijos eran pequeños. Recuerdan cuando uno de ellos se cayó de un árbol por andar escondiéndose de su mamá, todos hablan recordando detalles, menos Salomón; David lo observa que ha estado callado, David ya sabía que sería él, Salomón quien construiría el templo que él tanto quiso construir.
De repente Salomón levanta la mano, emocionado y todos voltean para ver qué quiere decir, ahora nadie le interrumpe, David le dice: Habla hijo mío.
La emoción de Salomón se debe, a qué, de pronto, recordó esa noche parecida a esta, que están alrededor de su papa, mucho más joven, recuerda que platicaron de héroes, de uno que la mano casi se le queda pegada en la mano por el esfuerzo y la pasión con que peleó, y Salomón dice: Papá, ese día de las historias de héroes, que ya no pude habla, y lo que ya no pude decir es que para mí: Tú eres mi héroe, y te lo quiero decir ahora.
David no puede evitar que lagrimones resbalen por las arrugas de sus mejillas, son de alegría por lo que Salomón recordó, pero algunas de esas son de tristeza:
“…«Hijo mío, yo quería edificar un templo para honrar el nombre del Señor mi Dios —le dijo David—, pero el Señor me dijo: “Tú has matado a muchos hombres en las batallas que has peleado. Puesto que has derramado tanta sangre ante mis ojos, no serás tú el que edifique un templo para honrar mi nombre; pero tendrás un hijo que será un hombre de paz. Le daré paz con sus enemigos de todas las tierras vecinas. Su nombre será Salomón y, durante su reinado, yo le daré a Israel paz y tranquilidad. Es él quien edificará el templo para honrar mi nombre. Él será mi hijo, y yo seré su padre. Además, afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre”.” (1º Crónicas 22:6–10, NTV)
Hijo, quizá me ves como héroe, pero hay cosas en mi pasado que tú no conoces…y me avergüenzan. Ahí se confesó con su hijo, le narró la ocasión que mandó a matar a una persona para poder quedarse con su esposa, que se llama Betsabé, su mamá, le dijo que las veces que no fue a la guerra, en realidad no era para descansar, le dijo que ahora, no podía regresar el tiempo para hacer las cosas bien, pero YO SE que tú puedes ser mejor que yo. Tú puede ser mejor y los días o meses que me queden de vida, me esforzaré por decirte todo en lo que yo fallé, para que tú no lo hagas.
Es aquí donde se me ocurrió el título del tema de hoy: Pensemos en Legado. Quién está modelando un estilo de vida, una forma de vivir a nuestros hijos: ¡somos nosotros! Nuestros hijos de pequeños nos ven como héroes, pero a lo largo de la vida empieza el desencanto, porque nos ven tal como somos.
David dijo: he derramado sangre, ese fue su caso; pero ¿qué es lo que tu dirías? Hijo no te puedo decir que nunca he mentido, no te puedo decir que siempre hice negocios de manera legal, no te puedo decir que siempre he sido fiel a Dios. Hijo quisiera decirte que yo nunca probé las drogas, o no te conté de cuando estuve perdido en el alcohol, o cuando abandoné a mis hijos por un divorcio, y ahora estoy pagando el precio. Pero, por favor, de ahora en adelante ¡quiero ser el héroe para ti!
David estaba a punto de morir, pero (primero Dios) ¡tú y yo no! Cuando menos no es evidente, no sabemos el día, así que tenemos que empezar hoy a pensar en legado. Si tus hijos están chicos ¡es momento para que tú vengas a Casa! Si son adolescentes ¡con más razón! No esperes cuando empiece el dolor para, entonces, procurar dejar un legado espiritual.
Este día Dios nos está hablando y nos está diciendo que ¡hoy es el día aceptable! Ponte a cuentas con Dios, pero de verdad ¡no juegues a que eres cristiano o cristiana!
Quizá tu vida no ha sido lo que pensabas, pero Dios te quiere dar una nueva oportunidad en tu hijo en tu hija, en tu sobrino, tu sobrina, en tu ahijado, ahijada, porque Dios te ama tanto que no ha esperado hasta tu lecho de muerte para darte este mensaje.
Que los años que nos quedan de vida la vivamos abundantemente en ÉL y que tus hijos puedan ver en ti el héroe que puedes llegar a ser. No pidas que tus hijos sean buenos cristianos cuando tú no lo has modelado. Por eso hoy, deja atrás el pasado, hazlo por tus hijos, vale la pena ¡pensemos en legado!
Palabra de Dios
Oremos