Obedecer la Ley o a Jesucristo
Galatas- Dela Gracia ala Ley • Sermon • Submitted
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· 23 viewsLa salvación de los Galatas no estaba en la Ley sino en la gracia de Dios, pero algunos abandonaron la fe por la Ley.
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Los Fundamentos
Los Fundamentos
La denuncia: un desastre (caps. 3—4).
Pablo advierte a los gálatas acerca de la esclavitud de las obras. Usa aquí tres fuertes ilustraciones para convencerles de la gran diferencia entre el legalismo y la libertad.
A. Una ilustración personal. Un ejemplo basado en su experiencia personal (3:1-5). Pablo les dice aquí que tiene dos preguntas que hacerles:
1. Primeramente, ¿cómo recibieron la nueva naturaleza?
«Esto sólo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír de la fe?» (3:2).
2. ¿Podemos añadir algo a la nueva naturaleza?
«¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?» (3:3).
Warren Wiersbe escribe:
«La ilustración del nacimiento humano es apropiada para explicar esto. Se necesitan dos padres humanos para que un niño sea concebido y nazca, y se requieren dos padres espirituales para que uno nazca dentro de la familia de Dios: el Espíritu de Dios y la Palabra de Dios (Juan 3:1-8; 1 Pedro 1:22-25). Cuando un niño normal nace, tiene todo lo que necesita para vivir; no necesita que nada se le añada. Sería extraño que los padres tuvieran que llevar al niño de un mes al doctor para que recibiera los oídos, y a los dos meses los dedos.» (Usted puede ser libre, Editorial Bautista Independiente, p. 54.)
B. Una ilustración legal. Serie de ejemplos tomados de la ley mosaica (3:6—4:20).
1. Abraham y la ley.
a. Abraham fue tenido por justo mediante la fe en Dios mucho antes de que la ley fuera dada (3:6,17).
b. Dios dijo a Abraham (Gn. 12:3) que los gentiles también serían justificados por la fe (3:8,9).
c. Dios no solamente perdona a los pecadores por la fe, sino que también los preserva mediante ella: «El justo por la fe vivirá» (3:11).
d. Esta importantísima declaración está tomada del libro de Habacuc en el Antiguo Testamento (2:4) y aparece tres veces en el Nuevo Testamento (Ro. 1:17 y He. 10:38).
2. Los pecadores y la ley.
«Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las coscas escritas en el libro de la ley, para hacerlas» (3:10; véase Dt. 27:26).
El autor del libro de Santiago en el Nuevo Testamento había ya escrito: «Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos» (Stg. 2:10). De manera que la ley del Antiguo Testamento puede compararse a una larga cadena; para romper dicha cadena la persona sólo necesita partir un eslabón y toda ella queda rota.
3. Israel y la ley.
a. Le fue entregada a Israel 430 años después de haberse dado la promesa (de la justificación por la fe). Warren Wiersbe escribe: «Calcular los 430 años mencionados en el versículo 17 ha sido un problema para los estudiosos de la Biblia>>. Pero esto lo podemos discutir en otro momento para enfocarnos en lo central de esta clase hoy.
b. Fue un añadido para poner de manifiesto la desobediencia humana. «... Fue añadida a causa de las transgresiones...»(3:19).
c. «... fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador» (3:19). Veamos los siguientes versículos que dan testimonio del hecho de la actividad de los ángeles en el Sinaí en la entrega de la ley.
«Jehová vino de Sinaí ... y vino de entre diez millares de santos, con la ley de fuego a su mano derecha» (Dt. 33:2).
«Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares; el Señor viene del Sinaí a su santuario» (Sal. 68:17).
«Vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis» (Hch. 7:53).
«Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme...» (He. 2:2).
d. Sirvió como el «ayo» (maestro o tutor y disciplinador) (de la palabra griega paidagogos): «De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevamos a Cristo...» (3:24).
J. Vernon McGee escribe:
«La palabra clave aquí es ayo, y tiene poco que ver con un maestro de escuela en el contexto de hoy día. El término designaba a un esclavo o siervo que en el hogar romano estaba a cargo de los niños de la familia. Era el que los alimentaba, vestía, bañaba, limpiaba la nariz y enseñaba a andar. Cuando el pequeño llegaba a la edad de ir a la escuela, le tomaba de la mano y le llevaba. De esta función surgió el nombre de paidagogos (el que dirige al niño). La ley tomó a la humanidad de la mano, la llevó a la cruz de Cristo y le dijo: “Necesitas a Cristo.” La ley nos lleva a Cristo. Estamos, pues, ahora bajo Cristo y no bajo la ley.» (Thru the Bible, p. 110.)
4. Cristo y la ley.
a. El nos ha liberado de su maldición. «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)» (3:13; véase Dt. 21:23).
Citamos de nuevo al doctor J. Vernon McGee:
«Esta era una ley extraña dado que el método de pena capital que se aplicaba bajo la ley era la lapidación. Pero si el delito había sido muy grave y horrible, el cadáver del criminal se colgaba para mostrar la seriedad del delito.» (Ibid., p. 110.)
b. Cristo hizo todo esto por medio de un cuerpo humano en el tiempo establecido por Dios.
«Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos» (4:4, 5).
c. Unió a todos los pecadores arrepentidos al integrarlos en su propio cuerpo por medio del bautismo del Espíritu.
«Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa» (3:26-29).
Había tres grandes divisiones en el mundo romano:
(1) Racial y religiosa: judíos y griegos.
(2) Social: esclavos y libres.
(3) El mundo del hombre y el de la mujer.
Pero en Cristo no hay distinción espiritual de ningún tipo.
d. Esto garantiza nuestra plena adopción como hijos de Dios.
«Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo» (4:1-7).
Pablo aquí, por supuesto, no está diciendo que la ley nos hace niños de Dios, mientras que Cristo nos hace hijos de Dios. Pero sí está contrastando las diferencias entre un niño y un hijo bajo el sistema legal romano de aquellos días.
(1) La niñez habla de mi condición en la familia de Dios, mientras que la adopción se refiere a mi posición.
(2) Mediante la regeneración entramos en la familia, pero mediante la adopción gozamos de la familia.
(3) Las circunstancias que llevan a la niñez son privadas, mientras que aquellas que tienen que ver con la adopción son públicas.
(4) Un niño está bajo tutela, mientras que un adulto adoptado goza de plena libertad.
e. Pablo también contrasta las diferencias entre un hijo y un siervo (4:7).
(1) Un siervo retiene su vieja naturaleza, pero un hijo goza la de su padre.
(2) Un siervo tiene un dueño, mientras que un hijo tiene un padre.
(3) Un siervo obedece a causa de la ley y el temor, pero un hijo lo hace en base de la libertad y el amor.
(4) A un siervo no se le promete herencia, pero un hijo espera heredar legalmente todas las cosas.
5. La promesa y la ley.
a. La ley no puede cambiar la promesa (3:15-
18).
b. La ley no es mayor que la promesa (3:19,
20).
c. La ley no es contraria a la promesa (3:21- 26).
d. La ley no puede hacer lo que la promesa hace (3:27-29).