Resultados de una vida justa ante Dios

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Llamado de Dios al verdadero ayuno

Los Profetas Mayores (Tomo 4) b. Reproche del formalismo escrupuloso (58:2)

La religiosidad puede convertirse en un substituto de la espiritualidad. Isaías oye hablar a Dios diciendo algo como esto: “Día tras día me acosan…(desafían) mis tratos con ellos, una nación, que uno creería que es siempre cumplidora de su deber, que nunca se aparta de la voluntad divina. Me piden prueba de mi fidelidad y ansiarían plantear un juicio contra su Dios” (Knox)

Dios se preocupa que llevemos vidas justas ante el, no que simulemos algo, sino que lo vivamos de forma real
Isaías 56:1 NTV
Esto dice el Señor: «Sean justos e imparciales con todos; hagan lo que es bueno y correcto, porque vendré pronto para rescatarlos y para manifestar mi justicia entre ustedes.
Los Profetas Mayores (Tomo 4) a. ¿Por qué? ¡Mirad! (58:3–7)

Dios deja que se quejen: “¿Por qué no reconoce Dios nuestra piedad?” Luego dice, en efecto: “¡Mirad! Es porque buscáis vuestro propio honor y ventaja con ellos, ¡por eso es!” “Porque en vuestros días de ayuno buscáis vuestro placer y oprimís a todos vuestros empleados” (Berk.)

Los Profetas Mayores (Tomo 4) a. ¿Por qué? ¡Mirad! (58:3–7)

Una persona que disfruta confesando sus pecados no se presenta delante de Dios con una confesión honrada, sino más bien está haciendo una actuación delante de los hombres (o tal vez meramente delante de sí misma) destinada a mostrar su religiosidad.

James D. Smart, op. cit., p. 248–49

Una verdadera vida recta ante Dios

Los Profetas Mayores (Tomo 4) b. El verdadero ayuno de Dios (58:6–7)

¿No es más bien el ayuno que yo escogí? No meramente la negación propia, sino también el servicio de amor. Aquí el profeta no dice nada de la mortificación corporal. Lo que le interesa son las obras de justicia hacia el oprimido, y la benevolencia hacia los necesitados

Las promesas de Dios

Los Profetas Mayores (Tomo 4) 3. Las promesas de Dios (58:8–12)

He aquí una serie de promesas ensartadas como un collar de perlas. A estas cuatro siguen después otras seis. Todas ellas corresponden a la vida del hombre justo. La justicia irá delante de él, y la gloria de Dios a su retaguardia. Luz, salud, justicia, protección y respuesta a la oración son las bendiciones que aguardan a las personas devotas, según se promete aquí.

Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí (9). Aquí se satisfacen las dos grandes necesidades de la humanidad: la necesidad de respuesta y reconocimiento, y la necesidad de una Presencia. Desaparecen así el silencio y la soledad. Dios mismo es la verdadera respuesta a la oración y la verdadera evidencia de santificación (Lc. 11:13). El mejor don de Dios es El mismo.

Los Profetas Mayores (Tomo 4) 3. Las promesas de Dios (58:8–12)

Pero las promesas de Dios son condicionales; El dice: “Si… entonces.” “Si quitares de en medio de ti toda opresión, el dedo amenazador y el hablar vanidad; si abrieres tu corazón al hambriento y saciares el deseo del afligido… entonces…” (9–10, Berk.)

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