SOLO JESÚS PUEDE CONSERVAR EN PAZ TU CORAZÓN

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INTRODUCCIÓN

Estamos en la semana de la pasión. Jueves por la noche, Judas ya no está entre los discípulos y a Pedro ante su aparente fidelidad al Señor, Jesús le dice:
Juan 13.38 “Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.”
Continua la cena, y en vez de recibir apoyo por parte de los discípulos en las horas previas a su crucifixión, Jesús tuvo que confortarlos en el ámbito espiritual y emocional.
Texto Expositivo Principal: Juan 14 del 1 al

BODY

Un programa estaunidence de televisión conocido como “60 minutos” contó la historia de una enfermera que trabajaba con enfermos desahuciados. Ella aconsejaba a esos pacientes, ayudándolos a afrontar la muerte, y planeaba con la familia cómo hacer las últimas semanas o los últimos meses más significativos para todos. Por lo regular, cuando se acercaba el fin, el paciente deseaba volver a casa y pasar los últimos días con la familia y los amigos.
Al llegar al capítulo 14 del Evangelio de Juan, podemos tener un sentimiento parecido con relación a Jesucristo. Cambia la disposición de ánimo. Se suaviza el tono agudo del conflicto. Ningún fariseo aparece aquí. En vez de eso, vemos sólo ternura y un extraño tipo de paz. Es extraño porque la vida de Jesús no se calcula ahora en meses o semanas, sino en horas. Jesús decidió invertir sus últimas horas en la tierra con los suyos. Para los suyos, y para usted y para mí. Todo lo que el corazón de Jesús, ardiente de amor, tenía todavía que decir a sus discípulos, fué comprimido en esta sesión corta, tomó la forma de conversación; sentados a la mesa, hablaban familiarmente entre sí. Es de aclarar, que en el original, en los manoscritos no existe un corte entre el capítulo 13 y 14. Es decir, el capítulo 14 continua el tema del anterior, contestando la pregunta:
Juan 13.36 “Señor, ¿a dónde vas?”
El capítulo 14 se divide así: Jesús se va al Padre (Jn. 14.1-11). Su salida del mundo dará lugar a una nueva relación entre él y sus discípulos. Su misión terrenal será realizada por medio de ellos (14:12–14), el Espíritu Santo ministrando en y por medio de sus vidas (14:15–17). Él no los abandonará, sino que morará en ellos y ellos en él y todos en el Padre (14:18–24). Jesús les anticipa estas verdades para que, cuando llegue la crisis de su muerte, ellos se mantengan firmes (14:25–31).
1. Jesús: el camino al Padre
Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”
Este versículo, los verbos subrayados de este pasaje están todos en plural. Una vez más, Juan se dirige a la agitación dentro de su comunidad de creyentes.
“No se turbe vuestro corazón”: “mē parassesthō”
El texto capta inmediatamente la atención de los lectores, pues comienza con una fuerte prohibición “No se turbe vuestro corazón”, un imperativo negativo, mē parassesthō, que tiene el significado de: “No dejen que sus corazones se vean invadidos por turbación” o quizás, de forma más coloquial o actual: “No se dejen intimidar por la situación”.
“creéis-creed”“pisteuete”
A esta afirmación le sigue inmediatamente un llamado a la confianza mediante el doble uso del griego pisteuete, “creéis-creed” ,un imperativo. Es mejor traducirla como “confiar”.
Jesús sabía que su pequeño grupo podía y sería sacudido no solo por sus palabras sobre su partida, sino también por el hecho de que pronto se convertiría en el Cordero crucificado. Por ello, les pidió que pusieran su “confianza” no en el poder evidente del mundo, sino en Dios y en él mismo.
Jesús anunció publicamente:
Juan 12.24 “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”
Al igual que los judíos, los discípulos veían en el Mesías a un rey conquistador. Él, creían ellos apasionadamente, liberaría a Israel de la opresión romana, restauraría su soberanía y gloria y la extendería por el mundo. El concepto de un Mesías moribundo no cabía en su teología:
Lucas 24.21 “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.”
En una nota más personal, los discípulos lo habían dejado todo por seguir a Jesús:
Mateo 19.27 “Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?”
Y ahora, después de no tener nada, al parecer, Él los dejaba a ellos. Y tras de eso, otros sucesos de esa noche en el aposento alto se habían sumado a la confusión emocional que sentían los discípulos. Estaban avergonzados por su negación orgullosa a lavarse los pies unos a otros, lo cual llevó a Jesús a hacer humildemente lo que ellos se habían negado a hacer. Estaban estupefactos al oír a Jesús predecir que uno de ellos lo iba a traicionar. También, estaban consternados por la noticia de que Pedro, su líder fiel y al parecer el más fuerte y audaz de todos, negaría cobardemente a Cristo. Sin duda, también estaban inquietos porque sentían que el Señor mismo estaba angustiado:
Juan 13.21 “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.”
“Turbe”: tarassō” (“sacudir” o “agitar”).
Así, cuando Jesús les dijo “no se turbe vuestro corazón” , no les estaba diciendo que no comenzaran a sentirse turbados. Ellos ya lo estaban; les estaba diciendo que pararan. Turbe traduce una forma del verbo tarassō (“sacudir” o “agitar”). Es la misma palabra que se usó para describir el movimiento literal en el estanque de Betesda:
Juan 5.7 “Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.”
En sentido figurado, también para la agitación espiritual o mental severa como le pasó a Herodes:
Mateo 2.3 “Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.”
Como siempre, Jesús conocía el corazón de sus discípulos; entendía su confusión y sus preocupaciones. El siempre compasivo Salvador simpatizaba con su pena y dolor:
Isaías 53: 4 “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores
Hebreos 4.15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
Aunque los discípulos ignoraron el dolor de Jesús, para solo pensar en el dolor de ellos mismos, Jesús sentía el de ellos y buscaba consolarlos.
Entonces el Señor añadió otro mandamiento. Tal como los discípulos creían en Dios, debían también creer en Jesús. Cristo afirmó su deidad, se ubicó a la par del Padre como objeto apropiado de la fe. Al llamarlos a esperar en Dios, Jesús estaba llamando a sus discípulos a poner su esperanza en Él.
AQUI HAY DOCTRINA QUE MUCHAS SECTAS LO NIEGAN. Y SON MILLONES EN EL MUNDO QUE NO LO CREEN (mormones-testigos). La deidad de Cristo. La deidad de Cristo, se hace más evidente cuanto más avanza el Evangelio de Juan. Ya no es un YO SOY, que aparece 7 veces en el EVANGELIO DE JUAN, los gran YO SOY que alteraba los ánimos de los enemigos de Jesús. ! No!...aquí demanda la misma fe que para el Padre. Solo quien es Dios puede pedir para Sí mismo la fe que Dios pide para Él. Juan entiende claramente que la fe en Jesús no es algo de segundo nivel, sino prioritaria. Que no se puede creer en el Padre sin creer en el Hijo, ni en Éste sin creer en Aquel.
Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”
A pesar de lapsos ocasionales en idolatría, Israel tenía una herencia de fe y confianza en Jehová. El Pentateuco dice que Abraham:
Génesis 15.6 “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia(el Señor lo reconoció a él como justo).
Cuando Moisés le dice a la nación:
Deuteronomio 6:4 “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.”
Se capta la esencia de la fe, la esencia de la fe, el camino al Cielo en el Antiguo Testamento.
Vea lo que piensa David:
Salmo 25.1-2 “A ti, oh Jehová, levantaré(elevo) mi alma. Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos.”
A David,en una ocasión cuando empezó a deprimirse dijo:
Salmo 42.11 “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí(mente-corazón)? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
En otro salmo escribió:
Salmo 31.14 “Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios.”
En un pasaje especialmente apropiado para la situación de los discípulos; ¿Hay algo que te produce miedo, pero sabes que tarde o temprano lo tienes que enfrentar? Por ejemplo la muerte de un padre, hijo, etc. David declaró con confianza, cuando sentía miedo, cuando sabía que iba a escuchar malas noticias:
Salmo 56.3 “En el día que temo, Yo en ti confío.”
Ezequías recibió elogios como el mejor rey de Israel. ¿Cuál fue su secreto?. Ezequías,
2 Reyes 18.5 “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.”
En resumen:
Salmo 9.10 “En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.”
Proverbios 3.7 “No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;”
El profeta Jeremías nos aconseja:
Jeremías 17.7 “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.”
¿Algunas vez has estado rodeado de leones de problemas deseando devorarte? Daniel pasó toda la noche en el foso de los leones. El mismo cuenta como testigo de confiar en Dios:
Daniel 6.19-23 “El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.”
¿Necesitas ver a Dios para creer en ÉL?
Muchos israelitas creían en Dios a pesar de no haberlo visto nunca. Incluso Moisés:
Hebreos 11:27 “Se sostuvo como viendo al Invisible.”
Por eso Dios le dijo:
Éxodo 33.20 “No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.”
Los discípulos necesitaban tener la misma clase de fe en Jesús cuando Él ya no estuviera visiblemente presente entre ellos.
Es importante recordar que el Señor, Jesús no estaba haciendo un llamado a los discípulos a creer en Él para salvación; ellos ya lo habían hecho:
Juan 13.10-11 “Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis” (13:10–11).
El tiempo presente del verbo pisteuō (creed):
Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”
Se refiere, en su lugar, a una confianza continua en Él. Aunque los discípulos creían de verdad en Jesús, su fe estaba comenzando a tambalearse. Pronto, cuando Él fuera quitado de entre ellos y enfrentaran los acontecimientos dramáticos de la traición, arresto y crucifixión de Cristo, esa fe alcanzaría su punto más bajo.
Pero Cristo no necesitaba estar presente de modo visible para que los discípulos recibieran consuelo y fuerza de Él. De hecho, Jesús elogió la fe de quienes no lo habían visto:
Juan 20.29 “Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
1 Pedro 1.8 “a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;”
Aunque no volvería a estar presente de forma visible con los discípulos, Cristo hizo una promesa que seguía siendo cierta:
Hebreos 13.5 “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;”
El ministerio del Espíritu Santo después de Pentecostés es hacer a los cristianos conscientes de la presencia consoladora de Cristo. En este capítulo, más adelante, Jesús prometió:
Juan 14.16-18 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.”
La presencia de Cristo es suficiente para calmar el corazón creyente, sea cual sea la situación desconcertante y problemática en que se encuentre.
Jesús les dice:
Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”
“No se turbe vuestro corazón”. Hay aquí tres palabras claves en las que es preciso cargar el énfasis:
1. “Turbe” Como en otro tiempo, Jesús quiere llevar la calma al corazón de los discípulos, como la llevó a la barca agitada por las olas en el mar de Galilea. Notemos que no les dice: “Tratad de que vuestro corazón se haga insensible a la pena y al pesar”, sino:
“No permitáis que vuestro corazón sea turbado y agitado por el pesar”
2. “corazón”. Al mencionar el centro de la actividad humana, el Señor quiere que mantengan el control de este centro; que guarden la serenidad de ánimo aun cuando la carne débil tiemble:
Marcos 14.38 “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”
El corazón es el principal FORTALEZA, pase lo que pase, es necesario defender esta FORTALEZA.
3. “vuestro”. Como si dijese: “Vosotros, que sois mis seguidores, mis discípulos, no habéis de turbaros, porque tenéis mayor conocimiento y estáis en mejores condiciones que los demás”. Los creyentes hemos de aprender a conservarnos en paz interior cuando todo es inquietud y confusión en nuestro derredor.

CONCLUSIÓN

Texto Principal Expositivo:
Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”
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