Sermón sin título (3)
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Reflexión Cantata de Navidad
Juan 1:4
Hasta ahora no he conocido a nadie que no le gusten las luces, en especial las de Navidad. No hace más que llegar octubre y ya comenzamos a ver casas que comienzan a iluminarse. Algo tienen las luces que nos llama la atención y nos deslumbra. Algo tiene que hace que las admiremos y las disfrutemos. Por ahí dicen que una Navidad sin bombillitas no es Navidad.
Y me pregunto, ¿cuál será nuestra fascinación con las luces?
Parece que fuimos creados para maravillarnos de la luz. Para disfrutar de la luz. Para vivir en la luz. Observen los ojos. Fueron perfectamente diseñados para ajustarse a la intensidad de la luz.
Se nos hace muy difícil vivir en la oscuridad, a menos que vayamos a dormir.
Desde que el ser humano existe ha vivido maravillado de la luz. Primero se maravilló al ver el sol, la luna y las estrellas. Luego se maravilló al ver el fuego. (No hay nada más hipnotizante que quedarse mirando una llama de fuego, de una vela o de una fogata.)
Luego se maravilló al ver la incandescencia de un metal que no se consume. Luego se maravilló por la luz que emite la excitación de ciertas partículas. Y recientemente, nos maravillamos al ver la luz que emiten diodos al ser electrificados.
Podríamos decir que científicamente la oscuridad no existe. Porque no es una cosa. No es algo que se pueda medir. La oscuridad es simplemente el efecto que se produce en la ausencia de luz. Pero la luz; la luz sí es una cosa. Sí se puede medir. Cuando hay oscuridad es porque no hay luz.
Este fenómeno físico no es otra cosa que una representación, una ilustración, una imagen de un fenómeno que ocurre en el interior del ser humano y en la humanidad en general.
No hay que ser cristiano para reconocer que nuestro mundo vive en oscuridad. Oscuridad representada por la maldad, la violencia, las injusticias, la corrupción, la avaricia. Oscuridad producida por la falta de luz.
La violencia contra las mujeres, contra los niños y los ancianos. Ver a dos alcaldes caer por corrupción en menos de un mes. Y saber que posiblemente no sean los únicos. Ver a jóvenes matándose unos a otros por el tráfico de drogas. Ver a un joven entrar a su escuela con un arma y matar a sus compañeros de clase. Oscuridad por todas partes.
Pero no tenemos que ir muy lejos para darnos cuenta de la oscuridad que existe en este mundo. Muchas veces basta con simplemente mirar a nuestro propio interior. No nos gusta hacer esto, mirar a nuestro propio interior porque nos asusta la oscuridad que vemos allí. Oscuridad producida por nuestra propia maldad. Nuestro egoísmo. Nuestro materialismo. Nuestro orgullo. Nuestra avaricia. Nuestra lujuria. Nuestro rencor. Por nuestro pasado. Por conflictos no resueltos. Por ofensas no perdonadas. Por heridas no sanadas. Oscuridad producida por la falta de luz.
Cuando entramos a un cuarto oscuro, ¿qué es lo primero que hacemos? Inmediatamente buscamos el interruptor de la luz. O encendemos la extremadamente conveniente luz de nuestro celular. Y si no hay electricidad, encendemos una vela.
La oscuridad física tiene remedio. Pero, ¿y qué de la oscuridad que impera en este mundo? ¿Qué de la que se cuela en nuestro interior? ¿Tendrá remedio? ¿Existirá una luz tan poderosa que pueda alumbrar la oscuridad de este mundo? ¿Existirá alguna luz que pueda encender nuestro interior y revelar todo lo que allí está almacenado? ¿Todo eso que produce en nosotros tristeza, desesperanza, depresión, angustia? ¿Todo eso que nos mantiene cautivos?
Lamentablemente, muchas veces nuestros días son como la época navideña. Cuando amanece el día nos adornamos y nos ponemos bombillitas para salir a la calle y dar la impresión de que somos felices. Pero cuando se acaba el día nos quitamos todos los adornos y las bombillas y regresamos a la oscuridad de nuestra alma.
¿Tendrá remedio la oscuridad de nuestra alma? ¿Tendrá remedio la oscuridad de este mundo?
Te tengo buenas noticias. ¡Claro que tiene remedio! Escucha atentamente.
Juan, el discípulo amado de Jesús, aquel que vivió con Él por tres años, escribió acerca de Él de la siguiente manera:
En él estaba la vida,
y la vida era la luz de la humanidad.
Esta luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no han podido apagarla. Jn 1:4-5 NVIS
Esa luz verdadera, la que alumbra a todas las personas, venía a este mundo. Juan 1:9 NVIS
Sí hay un remedio para la oscuridad de nuestra alma y para la oscuridad de este mundo. De hecho es el único remedio. En este mundo no hay nada comparable o que se asemeje. Ciertamente hay muchos impostores, pero nada igualable.
Y ese remedio se llama Jesús, el Cristo, Emanuel, Dios con nosotros, el Principe de Paz, el Deseado de las naciones.
Jesús dijo acerca de sí mismo:
Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12 NVIS
En otra ocasión también dijo:
Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas. Juan 12:46 NVIS
¿Quién puede atreverse a hacer semejante declaración acerca de sí mismo? ¿Quién puede atribuirse semejante poder?
Solo uno que nos amó de tal manera, que tuvo tal compasión por nosotros, que nos vio perdidos y sin esperanza, sumergidos en la oscuridad, y decidió despojarse de su gloria, dejar su trono en el Cielo, venir a este mundo, hacerse como uno de nosotros, ponerse nuestros zapatos, experimentar todas nuestras angustias y dolores, y enfrentar todas nuestras tentaciones.
Para luego ir a la cruz y pagar con su vida por toda nuestra maldad. Pero su luz no se extinguió allí en la cruz sino que al tercer día resucitó. Y ahora su luz está disponible para todo aquel que crea en Él, que se rinda a sus pies, y le siga.
Él es la luz del mundo. Él es el único camino. Él es la verdadera vida. Él es la única verdad. Solo Él puede vencer con su luz la oscuridad de este mundo. Solo Él puede alumbrar la oscuridad de tu alma.
¿Qué vas a hacer entonces? ¿Cómo vas a responder?
Hoy es un buen día para dejar de caminar en oscuridad. Has caminado en oscuridad demasiado tiempo. Tu alma ya no resiste más oscuridad.
Hoy es un buen día para cree en aquel que es la luz de este mundo. Hoy es un buen día para cambiar el rumbo de tu vida. Hoy es un buen día para seguirle. Hoy es un buen día para comenzar a caminar en la luz.
Jesús es la luz que resplandece en las tinieblas. Y las tinieblas no han podido apagarla.