Recuperando la Navidad 3
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· 12 viewsJesús nació no solo para perdonarnos de nuestros pecados sino para salvarnos del poder del pecado
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“El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así...” (Mateo 1:18, NVI)
¿Cómo sucedió el nacimiento de Jesús? Mateo que escribe a judío y siendo judío él mismo deja bien claro desde el principio que Jesús es el Mesías esperado y narra cómo fue Su nacimiento, pero antes, hay 2 cosas sobre la Navidad que debes saber:
La palabra Mesías, es traducción del hebreo que se tradujo al griego como Cristo. Cristo no es el apellido de Jesús, sino afirmación que Jesús es el Mesías.
El nombre de Jesús es la traducción del hebreo: Yeshua, Yoshua, Yehõshũʾaque quiere decir Jehová es Salvación. Es la misma raíz del nombre Josué. Los judíos esperan no un profeta como Moisés con más leyes ¡ya tienen muchas! Sino un héroe, guerrero, rey que los libre de la opresión, esperan un Yhoshua.
“El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo.” (Mateo 1:18, NVI)
Estar embarazada de quién no es tu prometido era castigado con la muerte; se casaban muy chicas, en esa cultura no había adolescencia, se comprometían a los 10 o 12 años y se casaban entre los 13 y 16 años; si a los 17 no eras casada, ya eras quedada.
La familia de José se entera del embarazo ¿qué sigue? Que María sea apedreada. Quizá los padres y José pensaron que María estaba inventando cosas. Imagina la escena: los padres preguntan: María ¿estás embarazada? ¿quién del barrió te respaldó? ¡mamá cómo dices eso! No hay ningún hombre, un ángel se apareció y me dijo que estoy embarazada. Mamá dice: ¡ah menos mal! Me estabas espantando, pasa el bolillo pal susto. José se pregunta ¿qué debo hacer
“Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.” (Mateo 1:19, NVI)
Para fines legales al comprometerse era considerado esposo, sin compartir el lecho. José es hombre que sigue las leyes y la ley dice que no se debe casar con ella, pero además es un hombre justo, no quiere escándalo, ni llevarla a la plaza para apedrearla, tiene una lucha entre la justicia, la ley y la gracia. Podía ir al juez, narrar la historia y decir: quiero romper el contrato, que ella haga lo que quiera.
“Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo.” (Mateo 1:20, NVI)
José no era hijo directo literal de David, sino descendiente, pero tenía que quedar claro para él mismo, y el ángel le dice ¡no tengas miedo de tomarla como esposa! Llévala a casa, todos dirán que eres el padre, pero ¡no es así! No temas la situación, aun cuando tu reputación y la de ella esté en riesgo; pues pueblo chico y ya sabes lo que dice: pueblo chico…
Sabes, en este momento nadie estaba esperando esto.
Mateo cita a Isaías cuando habla que la virgen dará un hijo y le llamarás Emanuel. Pero la palabra en Isaías que tradujeron como virgen es “Almáh” que quiere decir: jovencita. La palabra para virgen es “Betûlah”, o sea que no esperan un nacimiento virginal; al hablar del Mesías no decían: Sabemos que será el Mesías porque no tendrá un padre terrenal ¡lo contrario! Esperaban que el Mesías fuera del linaje de David, eso esperaban.
Nacer de la virgen no era lo importante de la historia del Mesías, pensar eso sería una locura, una idea rara. Eso es más bien de la cultura helénica, de la mitología griega. Ahí los dioses querían tener hijos con mujeres de la tierra, para que sus hijos fueran semi dioses, como Hércules. ¿Quién fue su papá? Zeus. Esa idea no estaba en la cultura hebrea, no lo esperaban.
Ahora, inventar eso, haría más daño a la historia, parte del problema de la Navidad es que, al ver los eventos aislados, parecen increíbles, pero en el contexto es una historia asombrosa, creíble.
Si empiezas a conocer el cristianismo y dices: esos locos creen en el nacimiento virginal, debes saber que, si Mateo inventa la historia, eso hubiera acabado con la historia misma ¡nadie lo creería! Por eso, esto no se inventó. El Mesías no necesitaba un nacimiento virginal, la única razón por la que estamos hablando de eso y es parte de la narrativa es ¡porque es la verdad! La gente creyó en Jesús no por su nacimiento virginal -que así fue- sino por la resurrección. Ninguna persona después de Su muerte dijo: es verdad que murió y resucitó, pero recuerden crean, porque ¡nació de una virgen! ¡nadie, nunca dijo eso!
Por eso sabemos que Mateo no inventa la historia. Nos dice que el ángel apareció a María, después a José en sueños y le dijo: este Hijo es especial, es concebido por el Espíritu Santo de Dios.
“Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús…»” (Mateo 1:21, NVI)
Quizá José se pregunta ¿me está sucediendo esto? El ángel dice que, aunque no soy el padre, tendré un hijo y no me preocupe, hasta me dio el nombre: Yoshua ¿será acaso el Josué esperado, el guerrero, rey? Porque sabemos que ese será el nombre del tan esperado Mesías.
“Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque...»” (Mateo 1:21, NVI)
Quizá José dice ¡no me tienes que decir el por qué! Todos lo saben, por cientos de años hemos sido vasallos, oprimidos por Siria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, sé muy bien por qué viene el Mesías.
“Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo…»” (Mateo 1:21, NVI)
¡Claro que lo salvará! José piensa, Josué llevó a la gente a Canaán, Josué sacó a los invasores opresores de nuestra tierra para que pudiéramos tener nuestro territorio y ¡eso marcó nuestro destino! Yo sé de qué o quién nos salvará. Recordamos la historia de Jericó, ÉL nos salvará, pero ahora de la ocupación romana. Sabemos esa promesa desde niños; no puedo creer que mi hijo será ese hombre. Casi nos damos por vencido, porque lo de Abraham fue hace 2 mil años, pensamos que Dios se había olvidado, pero me estás diciendo que es ahora, en mi tiempo y a través de mi esposa que llega el Mesías, el rey, el guerrero.
“Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»” (Mateo 1:21, NVI)
¿Qué? ¡alto, alto! ¿pecados? Eres un ángel y sabes mucho, pero ¡eso no es urgente o necesario! Necesitamos otro tipo de Salvador. Si quieres reúne a los judíos y pregunta ¿de qué quieren ser salvados? ¡nadie dirá que de sus pecados! No necesitamos eso ¿acaso no conoces la jerarquía de Maslow? ¿conoces nuestra historia? Pon atención de la pirámide de necesidades:
Fisiológicas: agua, comida, lo necesario para sobrevivir
Seguridad: trabajo, familia, salud, evitar el sufrimiento
Aceptación: ser amado, amistad, afecto, pertenencia
Reconocimiento: auto estima, respeto, reconocimiento
Auto realización: El desarrollo integral
Ahora dime: ¿dónde ves pecado en la lista? No está en la mente, además, para ser salvos de nuestro pecado, ya tenemos un sistema que hasta ahora funciona bien; quizá no lo viste al venir volando, pero ¡ahí está el templo! Podemos ir y ofrecer nuestro sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Sabemos qué ofrecer por cada tipo de pecado, vamos al templo y ¡listo! No necesitamos otro sistema para ser salvados. Pero, ya que estamos en el tema ¿sabes quién sí necesita eso? Los romanos. Tienen más pecados de los que podemos contar, nosotros necesitamos ser salvados de ellos, de Roma, no de nuestro pecado
Claro que José no dijo es, porque quien le habla es un ángel y cuando el ángel del Señor da instrucciones ¡no negocias ni reniegas! Cuando Dios hablaba en ese tiempo nadie decía ¿fue Dios? Porque cuando Dios habla no te quedan dudas, no habla en términos que no entiendes, cuando el ángel aparece a José, aunque en sueños, despertó sin dudar de lo que tenía qué hacer.
Sabes que cuando Dios habla contigo se restringe, porque al hablar directamente tiene el poder de anular tu libre albedrio. Por eso muchas veces queda en misterio, si aparece en toda SU gloria pierdes el poder de decir ¡no! Dios aparece a José y José hizo lo que hubieras hecho tú ¡obedecer!
“Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa.” (Mateo 1:24, NVI)
¿Sabes por qué no impacta mucho oír que Dios envió a Jesús a salvarnos de nuestros pecados? En el 1er siglo, se preguntaban ¿qué es ser salvados de los pecados? Porque no era una necesidad apremiante. Pregunto ¿Por qué -ahora- la mayoría no caemos de rodillas al recordar que Jesús vino a salvarnos de nuestros pecados? El ángel dijo:
“…y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»” (Mateo 1:21, NVI)
Pero sabes qué es lo que nosotros oímos:
“…y le pondrás por nombre Jesús, porque él perdonará a su pueblo de sus pecados.»”
Al hacer eso reducimos la Navidad al perdón de pecados. Quizá eso ha sido toda tu experiencia cristiana o religiosa y has dicho ¡nadie es perfecto! ¡Dios perdona! La regué, pero Dios perdona.
Volveré a pecar mañana, pero Dios perdona. Para muchos esa es toda su experiencia religiosa. Pero el mensaje de Navidad, el mensaje para José, el mensaje del Evangelio es mucho más grande, si reduces la Navidad sólo al perdón ¡has perdido la razón, el mensaje principal de la Navidad! Porque Jesús no vino sólo a liberarnos del castigo o consecuencia del pecado, porque muchas veces no somos librados de las consecuencias del pecado.
Jesús vino a librarnos del poder del pecado. Porque sí vino como Joshua, el guerrero, vino a liberarte del reino, del dominio, del poder de la esclavitud del pecado; esa es nuestra promesa: Librarnos del poder del pecado en nuestras vidas. Jesús siempre dijo eso durante Su ministerio.
Jesús está en el templo, le llevan a una mujer que fue atrapada en pleno adulterio, la arrastran, no sabemos qué tanto, la llevan por las escaleras al último lugar donde ella quiere estar: el templo. Quizá a 20 metros de donde sacrifican los animales, a unos 65 metros del lugar Santísimo donde reposa la presencia misma de Dios. La avientan a Jesús y le dicen: esta mujer fue encontrada en pleno adulterio y la ley dice que debe ser apedreada ¿qué dices tú? ¿recuerdas la historia? Jesús sabe que lo quieren poner a prueba, sabe que no la van a apedrear, cuando menos no ahí ¡es ilegal! Jesús dice: está bien, llévenla a la gehena y mátenla ahí, pero antes: los que nunca han pecado que sean los primeros en aventar las piedras.
Todos quedan callados. La historia sigue, la gente poco a poco se va retirando, Jesús le dice 2 cosas a la mujer: 1, ¿dónde están los que te acusan? Ella dice: se han ido, imagino a Jesús con una sonrisa en el rostro diciendo ¡YO tampoco te condeno! En otras palabras: Tengo el poder aquí mismo, no necesito entrar al templo, ofrecer sacrificios ¡estás viendo al Cordero de Dios! YO no te condeno, esa es la palabra famosa ¡eres perdonada!
Hasta este momento ellos saben que el único que perdona pecados ¿quién es? ¡Dios! Por eso los judíos quieren matar a Jesús, porque ¿cómo se atreve a decir eso? ¡Sólo Dios puede hacerlo! Y ÉL los ve y piensa ¡exacto, estoy de acuerdo!
Después dice algo que no todos recuerdan o les gusta recordar ¡deja de pecar! ¡deja esa vida de pecado! A lo que preguntamos ¿se puede? ¿es posible? ¿se puede dejar de pecar? ¿se puede dejar de ser cautivo del pecado? ¿podemos decir no al pecado? Jesús también dijo:
“El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir…” (Juan 10.10, NVI)
Está describiendo lo que hace el ladrón y después hace el contraste del ladrón con ÉL:
“El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.” (Juan 10.10, NVI)
Esto es mucho más grande que sólo perdonar pecados. Ser perdonado me pone en ceros y Jesús dice: he venido con otro propósito, algo más que sólo perdonar pecados, no he venido sólo a perdonar sino a liberarlos del pecado.
Después el apóstol Pablo, un fariseo brillante, pone en lenguaje teológico el propósito de la venida de Jesús; en una carta que escribe a cristianos que viven en Roma de Nerón, da un mandamiento, diciendo que sí es posible hacerlo.
“Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal…” (Romanos 6.12, NVI)
No dejen que el pecado reine, no permitan que el pecado siga siendo su rey, su amo.
“Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal, ni obedezcan a sus malos deseos.” (Romanos 6.12, NVI)
No se queden bajo la autoridad del pecado; y decimos Pablo ¿acaso se puede? ¿podemos hacer esa decisión? ¡Claro que sí! Jesús vino a liberar a su pueblo ¡ustedes son ese pueblo! ¡nosotros!
“No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario…” (Romanos 6.13, NVI)
O sea que no estás obligado a obedecer al pecado. Si tu vida cristiana es pecar, pedir perdón, ser perdonado, pecar y ser perdonado, quizá te has perdido la mejor parte de la razón por la que Jesús vino.
“No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia.” (Romanos 6.13, NVI)
Cuando dijo he venido para que tengan vida en abundancia, no se trata de sólo ser perdonado, sino para ser libres del pecado.
“Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes…” (Romanos 6.14, NVI)
Pablo dice que el pecado es como un poder, una fuerza, algo. No dice el diablo, sino el pecado. ¿Qué quiere decir eso? Eso es lo que vives cada día, como que hay 2 tú en ti. El que dice: quisiese, pero no pudiese, debo hacer esto, pero no quiero hacerlo ¿qué es eso? ¿qué pasa? Pablo dice: no te compliques a eso llámalo ¡pecado! Pero, si estás en Cristo ese pecado ¡ya no será tu amo! Al final resume con algo que quizá todos sabemos de memoria:
“Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6.23, NVI)
La paga, el resultado, consecuencia es muerte. Eso lo sabes, no tienes que ser cristiano para saberlo, el pecado mata, siempre muere algo cuando pecas. Algunos tuvieron un matrimonio que murió por el pecado. Otro tiene finanzas en rojo por el pecado, falta de control, dominio propio. Otro sufre las pérdidas de relaciones por la rebeldía, orgullo, soberbia, ira. Quizá hay relaciones muertas por el egoísmo ¡pecado! Una adicción mató una relación, un sueño, la salud. El pecado mata. Así que eso lo sabes, cuando hay pecado ¡siempre algo muere! Aun después del perdón de los pecados algo sigue muriendo, aun cuando el pecado es perdonado, siguen -en muchas ocasiones-, las consecuencias que continúan destruyendo, matando.
La cárcel está llena de personas que han orado por el perdón de sus pecados y ¡son perdonados! Pero seguirán en la cárcel por años, porque los pecados aún los perdonados, siguen matando.
Jesús no sólo vino a perdonar, vino a ser un Joshua, un libertador del dominio, poder, de la cautividad del pecado; porque la paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es la Navidad.
“Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.” (Romanos 6.23, NVI)
No se trata sólo de ir al cielo, el regalo que recibes al poner tu fe en Cristo, lo recibes ahora, en esta vida, aquí recibes el regalo de la vida eterna y una vida libre del poder del pecado y de las ataduras del pecado.
Una vida que nos libera del control del pecado ¡ese es el regalo de Navidad! No sólo el perdón sino la libertad del poder del pecado. Por medio de Cristo este es el evangelio ¡esto es el cristianismo! En Cristo tienes un nuevo Señor, la mejor noticia es que no se te ha dado una ley de Dios, sino el mismo Espíritu Santo de Dios en ti.
Esto quiere decir que como cristiano de años, meses y tu experiencia religiosa es intentar y fallar, pedir perdón y ser perdonado, hoy puedes ser libre del pecado y del poder del pecado. Como cristiano, el pecado no es tu amo ¡no es! La lujuria no es tu amo, la incredulidad no es tu amo, el chisme no es tu amo, la ira no es tu amo, el orgullo, soberbia, rebeldía no es tu amo.
Como cristiano estás en Jesús que no sólo vino a perdonar sino a hacerte libre del pecado; quizá has vivido como si el pecado es tu amo, pero no es así, en ocasiones eres tú quien le dice: ¡sí! Tú decides hacerlo tu amo, porque ¡ya no es tu amo! Puedes irte y no pecar más.
Cada mañana debemos entregarlo todo a Dios: tu cuerpo físico, pensamientos, y decirle: Dios quiero rendirme todo, confieso en Tu Nombre ¡el pecado no es mi amo! No someteré los miembros de mi cuerpo a quien ya no es mi amo.
Al entender y aceptar esto, al comprenderlo, dan ganas de llorar, caer de rodillas, levantar las manos, quizá recuerdas el día que recibiste el mensaje del Evangelio por primera vez, pero hoy lo entiendes ¡no tengo que vivir como prisionero del pecado! El pecado no es mi amo. El diablo, el pecado, puede susurrarte, tentarte, ofrecerte pecar, tú tienes el poder de decir ¡No eres mi amo!
Si aún no eres cristiano, o te has alejado, no te comprometes, escucha: el pecado no tiene que ser tu amo; si decides seguir viviendo como estás, te digo: si alguna vez te cansas del pecado, te cansas de ser arrastrado por eso que -no le dices pecados-, pero no puedes dejar. Le llamas: falta de control, dominio, desidia, socializar, estar a la moda, no dejarte, lo que sea ¡todos tenemos excusas! No te juzgo, pero cuando te canses de ti mismo, de eso que te controla y ya no quieres. Si te cansas de auto destruirte, de esos hábitos que te destruyen, de tener relaciones que te lastiman, si te cansas de eso ¡tengo buenas noticias! La Navidad también es para ti.
Es una invitación a tener una relación donde el pecado no tiene que ser tu amo, porque ya no estás bajo la ley, sino bajo la gracia que te ofrece la Navidad.
“Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo…” (Mateo 1.21, NVI)
Cuando Jesús nació, vino como Joshua, Josué el que salva, libera de la atadura, del dominio del pecado. Que Dios abra nuestros ojos y oídos, que nos de sabiduría para saber qué hacer con esta noticia extraordinaria, asombrosa de la Navidad.
Que el 2022 sea el año de fiesta por la libertad del pecado, de rendir nuestras vidas cada día y trabajar para nuestro Señor y Salvador.
Que el 2022 sea el año del Crecimiento, de la multiplicación. Que veamos Su Poder manifestarse en todas las áreas de nuestras vidas, familias, oficinas, negocios, trabajos, ministerios.
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