Tema: Las bendiciones de una vida en común

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Tema: Las bendiciones de una vida en común
Texto: Eclesiastés 4:4–16; Ester 4.16
Introducción: La reflexión del Predicador nos hace recordar que el hombre ha sido creado para vivir en comunidad y que de su vida compartida resultan beneficios mutuos para quienes así viven.
1. Los extremos no son aceptables (vv. Eclesiastés 4. 4–6).
a. La rivalidad no es aceptable. No son aceptables los celos, la pasión o la envidia que llevan a pisar al prójimo para tener éxito (v. Eclesiastés 4. 4).
b. Tampoco la holgazanería es aceptable (v. Eclesiastés 4.5).
c. Debe haber equilibrio y contentamiento en nuestro trabajo (v. Eclesiastés 4. 6).
2. Atesorar a manos llenas sin nadie con quien compartir empobrece nuestra experiencia de la vida. Disfrutamos más del fruto de nuestro trabajo cuando tenemos alguien con quien compartirlo (vv. Eclesiastés .4:1–8).
a. Porque compartimos nuestros éxitos y fracasos del trabajo diario.
b. Porque vemos que otros son beneficiados por nuestro esfuerzo y experimentamos la alegría de compartir y contribuir a la vida de otros.
c. Tanto lo uno como lo otro da bienestar a nuestra alma.
3. Nos apoyamos unos a otros (vv. Eclesiastés 4.9–12).
a. Seremos de ayuda mutua levantándonos de las caídas en el camino de la vida.
b. Nos abrigaremos en el frío de la noche de este mundo.
c. La unidad será nuestra fuerza; como cordel triple, no se rompe fácilmente.
4. La rivalidad es vana (vv. Eclesiastés 4. 13–16).
a. A través de un ejemplo, Eclesiastés vuelve al inicio (v. Eclesiastés 4.14), para no preocuparnos con asuntos relativos. Podemos tenerlos o perderlos.
b. No son garantía ni siquiera para un rey pues las gentes son volubles y nos podemos quedar solos.
Conclusión: Debemos aprender a vivir tranquilos, compartiendo lo que tenemos con otros.
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