LA FE SALVADORA (2)
Todo el sistema de la verdad revelada de Dios se relaciona entre sí, y casi cada aspecto del sistema de doctrina enseñado en la Biblia llega a su foco en la gracia especial por la cual el hecho de la fe salvadora se produce en los elegidos de Dios.
He citado a Filipenses 2:12, 13, una vez tras otra «Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad», y con más frecuencia a Efesios 2:8–10: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios». La palabra «esto» no se refiere solamente a la «gracia» ni solo a la «fe» sino a todo el asunto expresado en estas palabras
Tanto gracia como fe son sustantivos femeninos, pero la palabra «esto», touto, es neutro, y muestra que no es solamente gracia, ni solamente fe, sino el concepto completo de gracia aceptado por la fe lo que tiene que ser considerado como un don de Dios. Esto se comprueba por los versículos que siguen: «No por obras, para que nadie se gloríe, porque somos hechura suya, creados en Cristo para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas
Me siento justificado al abreviar esta discusión de fe como un don de Dios porque ha sido necesario referirme al tema varias veces en otras oportunidades, especialmente en la discusión de la obra convencedora del Espíritu Santo y en la del «llamamiento eficaz
Sorprende a muchas personas el hecho de que los demonios tengan fe. ¿Qué creen los demonios? En primer lugar, ellos creen en la existencia de Dios; no son ateos ni tampoco agnósticos. También creen en la deidad de Cristo. Siempre que se encontraron con Cristo, cuando él vivía en la tierra, testificaron de que él era el Hijo de Dios, (Marcos 3:11–12). Creen en la existencia de un lugar de tormento (Lucas 8:31); y también reconocen que Jesucristo es el Juez (Marcos 5:1–13). Se someten al poder de su palabra
11Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. 12Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen
30Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. 31Y le rogaban que no los mandase ir al abismo.
1Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. 2Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. 4Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. 5Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. 6Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. 7Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 10Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. 11Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. 12Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. 13Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron
La persona entera hace juego en la fe que salva. La mente entiende la verdad; el corazón desea la verdad; y la voluntad basándose en ella actúa
La Fe Muerta (Santiago 2:14–17
La Fe Demoníaca (Santiago 2:18–19
Una Fe Dinámica (Santiago 2:20–26