Esenciales de la Vida: AIRE
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Social
Introducción:
Introducción:
Juego: Inflar el globo hasta reventarlo.
La importancia de aire a la vida:
El oxígeno conduce el proceso de la respiración, lo cual provee las células con energía. Al exhalar, se produce dióxido de carbono como un derivado. Sin este intercambio, las células prontamente morirían y el cuerpo se asfixiaría. (National Geographic)
El adulto promedio en descanso, inhala y exhala 7-8 lts. de aire por minuto, unos 11 mil lts. por día.
El aire nos es necesario para una cantidad de actividades: Hablar a una variedad de volúmenes, cantar, tocar instrumentos de viento, nadar bajo el agua, etc...
El aire, o oxígeno, es indispensable para la vida humana. El lo primero que empezamos hacer por nuestra propia cuenta al nacer (antes de eso el oxígeno es provisto a través del cordón umbilical), y es lo último que dejamos de hacer. De hecho, es lo que resaltamos al decir “el último respiro”.
Así de esencial a la vida en la tierra es el aire. La vida cristiana también tiene su aire que es tan esencial como el aire que respiramos.
La palabra hebrea ruah del AT, y la griega pneuma del NT significan aire, aliento, viento, espíritu. Es última es el enfoque que veremos ahora.
Para vivir la vida cristiana es indispensable el Espíritu Santo. Ahora, la enseñanza acerca de la tercera persona de la trinidad ha sido increíblemente desviada por motivaciones y doctrinas erradas, y aún demoníacas, pero eso no quita del hecho que es sumamente importante para el hijo de Dios.
La frase bíblica que se usa es andar en el espíritu, y es algo indispensable, pero casi olvidada en la vida de muchos cristianos.
Cada creyente debe andar en el espíritu para agradar a Dios debido a tres verdades alentadoras a la vida cristiana.
El cristiano está en una batalla espiritual.
El cristiano está en una batalla espiritual.
La batalla existe, pero es invisible.
Es invisible porque es espiritual, no física, 2 Cor. 10:3.
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
Es invisible porque es contra enemigos invisibles, Ef. 6:12.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Esto una descripción de la actividad demoníaca del diablo, quien es descrito como el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia (Ef. 2:2b).
en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
La batalla se pelea, pero con armas espirituales.
No se usan armas físicas para una batalla espiritual, 2 Cor. 10:4-5.
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
Es una batalla que comienza en la mente, Rom. 12:2.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
La batalla es contra la carne.
La carne no es el cuerpo físico, sino el deseo del pecado en cada persona. El cuerpo físico es el campo de batalla, está en una posición neutral y puede ser usada para el pecado o el Espíritu, depende a que lo sometemos.
Cada situación, acción y reacción es una batalla entre la carne y el Espíritu, Gal. 5:16-17.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
Los deseos militan contra el alma, 1 Ped. 2:11.
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
Cada creyente batalla contra deseos de la carne de alguna forma, sin importar su nivel de madurez. No se gana la batalla por medio de nuestra voluntad, porque la voluntad humana esta inclinada hacia el pecado. Rom. 7:14-23.
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
Ilustración: El enemigo tomando las armas defensivas de la cuidad y usándolos ofensivamente en contra de la misma ciudad. ¿Cómo llego el enemigo a invadir la cuidad? El gobernador de la misma cuidad dejo entrar al enemigo.
Aplicación:
La obra de Dios comienza en la vida espiritual.
La obra de Dios comienza en la vida espiritual.
Comienza con rendirse para seguir el Espíritu.
Para ser guiados, hay que elegir seguir al Espíritu, Gál. 5:16, 18.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
La guía del Espíritu es una de las evidencias de la fe en la vida de un creyente, Rom. 8:14.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
La negación “no satisfagáis” en vs: 16 en una de las negaciones más fuertes en el griego, intencionalmente usado para un negar evento posible, literalmente andad en el Espíritu y no satisfacerás en lo absoluto los deseos de la carne.
En la lucha entre la carne y el Espíritu, el poder del Espíritu es mucho más fuerte que el de la carne, por lo tanto, el Espíritu vencerá si el creyente se somete a Él. La carne vence cuando el creyente intenta luchar usando su propia voluntad, y termina derrotado en su pecado.
Rendirse para crecer en el Espíritu.
Para crecer, hay que plantar la semilla de la fe, Gál. 5:22-23.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
El amor combate con el amor propio, al egoísmo.
El gozo combate con la frustración.
La paz combate con la preocupación.
La paciencia combate con la irritabilidad.
La benignidad combate con la severidad.
La bondad combate con la maldad.
La fe combate con la duda.
La mansedumbre combate con la discordia.
La templanza combate con el desenfreno.
En la epístola de Gálatas, Pablo se enfrentaba a un grupo de personas, Judaizantes, quienes insistían que los nuevos cristianos gentiles debían aun someterse a los requisitos de la ley del Antiguo Testamento, específicamente la circuncisión, además de creer en Jesucristo. Quizás este fue el mismo grupo que causo problemas en Antioquia, Hech. 15:1, 5.
Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
Los identifica como “falsos hermanos, Gál. 2:4.
y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud,
Pablo identifica esto como un “evangelio diferente” (tres veces, 1:6, 8, 9), y que es una perturbación y perversión del evangelio de Cristo (1:7), mereciendo aun la maldición de Dios (1:8). Usa lenguaje tan fuerte porque al insistir que uno debía someterse a las obras de la ley para la salvación o santificación, los judaizantes estaban enseñando que la justificación era por las obras de la ley y no por la fe en Cristo. Esto era un ataque al fundamento mismo del evangelio: “El justo por la fe vivirá” (Gál. 3:11, citado de Hab. 2:4), y “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia” (Gál. 3:6, citado de Gen. 15:6). Pablo advierte a los gálatas que si han sido justificados por la fe, el intentar ser santificados por las obras de la ley seria desechar (frustrar, interrumpir) la gracia de la cruz de Cristo, y el poder del Espíritu Santo que recibieron por fe, Gál. 2:21. Si la justificación es solamente por la fe, así también la santificación también es solamente por la fe, Gál. 3:1-3.
No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?
Para cosechar, hay que ceder la voluntad a la obra del Espíritu, Gál. 5:24-25.
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Al rendirse al Espíritu y ver la victoria que llega, será imposible gloriarse en uno mismo porque se da cuenta que el vencedor sobre el pecado no era el mismo, sino el Espíritu de Dios que mora en él. Puede ser que a veces no tenga sentido ceder a la voluntad del Espíritu, obedeciendo la Palabra de Dios, pero es a través de esa obediencia, confiando en el poder de Dios, que Él realmente obra.
Ilustración:
Aplicación:
La victoria de Cristo provee el poder espiritual.
La victoria de Cristo provee el poder espiritual.
En Cristo hay victoria sobre la ley, 8:1-2.
La ley es querer cumplir con una lista de requisitos, los cuales supuestamente harían que uno fuera más santo. El problema es que nadie puede cumplirlo. Entonces en derrota se escucha el grito de Rom. 7:24.
¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Pablo sigue en el próximo capítulo asegurando que la victoria de Cristo se extiende a los que están en Él, Rom. 8:1.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
En la victoria de Cristo esta la libertad de la ley, Rom. 8:2.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
En la victoria de Cristo ya no hace falta la ley, Gal 3:24-26.
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
En Cristo hay victoria sobre el pecado, 8:3-4.
Cristo tuvo victoria sobre el poder del pecado al morir en la cruz, aun siendo perfecto y santo. Rom. 8:3-4.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Cristo era sacrificio perfecto, quitando el poder del pecado. Heb. 10:12-14.
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Al identificarse con Cristo, el creyente también se identifica en su muerte, Rom. 6:6.
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
En Cristo hay victoria sobre la carne, 8:5-9.
Si el creyente anda en la carne no puede agradar a Dios, Rom. 8:5, 7-8.
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Si el creyente anda en el Espíritu tendrá victoria sobre la carne, Rom. 8:6, 9, 13.
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
La victoria se encuentra en presentar los miembros para la justicia, Rom. 6:12-14.
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
La victoria se encuentra por vivir por la fe en Cristo. Gal. 2:20.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Ilustración:
Aplicación: