¿La voluntad de quién?
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· 24 viewsNo hay poder como el de Dios, que despliega en el evangelio. Pero, ¿quién recibe ese poder y cómo se manifiesta?
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El evangelio es tremendamente poderoso
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
16 A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles. 17 De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe.»
16 Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia acerca de Cristo, porque es poder de Dios en acción para salvar a todos los que creen, a los judíos primero y también a los gentiles. 17 Esa Buena Noticia nos revela cómo Dios nos hace justos ante sus ojos, lo cual se logra del principio al fin por medio de la fe. Como dicen las Escrituras: «Es por medio de la fe que el justo tiene vida».
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del judío primeramente y también del griego.
17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Entonces, si el evangelio es así de poderoso, nosotros que hemos creído en Jesús hemos sido tocados y alcanzados por ese poder de Dios.
Ahora, ¿en qué consiste el evangelio en que hemos creído?
Muchos lo han resumido en aquel famoso versículo:
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
16 »Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
16 »Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
17 »Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
En ambos pasajes hay un énfasis importante en creer. Dios ama y amó a todo el mundo, a cada ser humano, a todas las personas. Sin embargo, solo aquellos que creen (todo aquel que cree en Jesús) llega a tener la vida eterna que Dios ha querido regalarnos.
Eso nos tiene que llevar a cuestionarnos: ¿en qué consiste ese “creer” del cual hablan estas promesas?
Hay quienes piensan que es suficiente con “creer en Dios”. ¿Todos los que creen en Dios reciben la salvación? No es eso lo que dicen las Escrituras.
¿Será suficiente con “ir a la iglesia”. Es interesante notar que las promesas de Dios no hablan para nada de eso, ¿verdad? Sí, congregarse es una consecuencia directa de creer en Jesús, pero solamente “asistir a la iglesia” no es una garantía de vida eterna.
Si yo asisto a la iglesia, leo la Biblia, oro con frecuencia, ¿alcanza?
Esta es una buena razón para meditar más y mejor en la Palabra del Señor y sus promesas.
A lo largo de su ministerio, a Jesús muchas veces lo rodearon multitudes de “creyentes”. ¿Qué hizo Él cuando eso sucedió? Redujo drásticamente el número de sus oyentes presentando lo que conocemos como “el costo del discipulado”.
No, no se trata solamente de “creer”. Analicemos un poco más.
23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. 25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?
23 Dirigiéndose a todos, declaró:
—Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. 25 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?
23 Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme. 24 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 25 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo?
23 Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
24 »Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la salvará.
25 »Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde?
Es interesante observar aquí que Jesús pone condiciones para que las personas sean sus discípulos. Ya no se trata nada más de “ser su discípulo” y basta. Hay que cumplir las condiciones, pero, ¿cuáles son?
Negarse a uno mismo. Decirse que no a uno mismo. Como dice la NTV, hay que abandonar su manera egoísta de vivir. Implica que dejes de ser el centro de tu vida, que dejes de hacer todo simplemente a tu manera, a tu antojo.
Tomar su cruz cada día. No alcanza con que la persona haya creído o tomado una decisión por Cristo “algún día” en su vida. Hay algo que tiene que suceder “cada día”. Sí, también los días en los que no hay reuniones en la iglesia. ¿Estás tomando tu cruz cada día? Pero, ¿en qué consiste esto de “tomar la cruz”? Claro que no es algo material. ¿Entonces? Tal vez tenga que ver con una reafirmación del paso anterior, un énfasis en que una vez que uno cree en Jesús todo cambia, y la vida ya no es procesada tal como uno lo hacía antes.
14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
14 El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por consiguiente todos murieron. 15 Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado.
16 Así que de ahora en adelante no consideramos a nadie según criterios meramente humanos. Aunque antes conocimos a Cristo de esta manera, ya no lo conocemos así. 17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!
14 Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla. Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua. 15 Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos.
16 Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo sólo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora! 17 Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!
14 Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que Uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron.
15 Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos.
16 De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne. Aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no lo conocemos así.
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas.
Pablo expresa aquí ese “llevar la cruz” como que todos los que hemos creído en Jesús también hemos muerto. Sí, es lo que dice, que si creíste en Jesús has muerto a tu vida antigua. Se refiere a un cambio drástico en nuestro estilo de vida, drástico y radical.
La aclaración del versículo 15 es de vital importancia. Los que caminan con Cristo Jesús ya no viven para sí. En eso consiste llevar la cruz cada día, porque cada día necesitamos volver a aplicar esta realidad de que ya no vivimos para nosotros mismos. ¿Aún actúas, decides y te relacionas como si vivieras para ti mismo? Esa no es la manera de vivir de un discípulo de Jesús.
El discípulo de Jesús es una nueva criatura, y todas las cosas son hechas nuevas. Todos los días enfrentamos el desafío de vivir como los que no tienen a Jesús en sus vidas, como “personas normales” que ya no somos.
Toma tu cruz. Ya moriste a aquella manera de vivir.
Seguir a Jesús. Seguir a alguien más implica dejarse dirigir por esa otra persona, ser enseñable, reconocer que el otro sabe lo que uno no. Así seguimos a Jesús. Ya no vivimos para nosotros mismos sino para Él, ya no conforme a nuestra voluntad sino conforme a la suya.
Y tal vez allí se halle la clave de la vida en el evangelio. La persona que accede a la vida eterna llega a entender la importancia de vivir conforme a la voluntad de Dios, no la suya.
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” 23 Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”
24 »Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. 25 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. 26 Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. 27 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.»
21 »No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Sólo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. 23 Pero yo les responderé: “Nunca los conocí. Aléjense de mí, ustedes, que violan las leyes de Dios”.
24 »Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida. 25 Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca. 26 Sin embargo, el que oye mi enseñanza y no la obedece es un necio, como la persona que construye su casa sobre la arena. 27 Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo».
21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.
22 »Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?”.
23 »Entonces les declararé: “Jamás los conocí; apártense de Mí, los que practican la iniquidad”.
24 »Por tanto, cualquiera que oye estas palabras Mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca;
25 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.
26 »Todo el que oye estas palabras Mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena;
27 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción».
La clave: escuchar la voz de Jesús y seuirle.
1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 2 Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. 3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. 4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. 5 Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
1 »Ciertamente les aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado, es un ladrón y un bandido. 2 El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 3 El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. 4 Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. 5 Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas.
1 »Les digo la verdad, el que trepa por la pared de un redil a escondidas en lugar de entrar por la puerta, ¡con toda seguridad es un ladrón y un bandido! 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 3 El portero le abre la puerta, y las ovejas reconocen la voz del pastor y se le acercan. Él llama a cada una de sus ovejas por su nombre y las lleva fuera del redil. 4 Una vez reunido su propio rebaño, camina delante de las ovejas, y ellas lo siguen porque conocen su voz. 5 Nunca seguirán a un desconocido; al contrario, huirán de él porque no conocen su voz.
1 »En verdad les digo, que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador.
2 »Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas.
3 »A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voz; llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera.
4 »Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.
5 »Pero a un desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
No te dejes moldear por algo que no sea la voz de Dios. Dios te quiere revelar su voluntad para que andes en ella.
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
1 Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. 2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
1 Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. 2 No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.
1 Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes.
2 Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto.
Hemos muerto a lo antiguo. El cambio en nosotros ha sido radical. Ya basta de lo que no edifica. Andemos en nuestra nueva vida.
1 Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, 2 para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. 3 Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. 4 A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; 5 pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
1 Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto con el pecado, 2 para vivir el resto de su vida terrenal no satisfaciendo sus pasiones humanas sino cumpliendo la voluntad de Dios. 3 Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos, entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables. 4 A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan. 5 Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
1 Por lo tanto, ya que Cristo sufrió dolor en su cuerpo, ustedes prepárense, adoptando la misma actitud que tuvo él y estén listos para sufrir también. Pues, si han sufrido físicamente por Cristo, han terminado con el pecado. 2 No pasarán el resto de la vida siguiendo sus propios deseos, sino que estarán ansiosos de hacer la voluntad de Dios. 3 En el pasado, han tenido más que suficiente de las cosas perversas que les gusta hacer a los que no tienen a Dios: inmoralidad y pasiones sexuales, parrandas, borracheras, fiestas desenfrenadas y abominable adoración a ídolos.
4 No es de extrañarse que sus amigos de la vieja vida se sorprendan de que ustedes ya no participan en las cosas destructivas y descontroladas que ellos hacen. Por eso los calumnian, 5 pero recuerden que ellos tendrán que enfrentarse con Dios, quien juzgará a todos, tanto a vivos como a muertos.
1 Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, ármense también ustedes con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado,
2 para vivir el tiempo que le queda en la carne, ya no para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios.
3 Porque el tiempo ya pasado les es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces, y abominables idolatrías.
4 Y en todo esto, se sorprenden de que ustedes no corren con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y los insultan.
5 Pero ellos darán cuenta a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
Conclusión:
¿Estás escuchando la voz de Jesús?
Él es tu Buen Pastor, y si eres una de sus ovejas, escucharás su voz dirigiéndote para que le sigas. Escuchar los mensajes en la iglesia es importante, pero Dios quiere dirigirte hasta en los detalles de tu vida. En este mismo mensaje puede haber un llamado de Dios para tu vida. ¡Escúchalo!
¿Estás haciendo la voluntad de Dios?
La mayoría de las personas viven a su antojo, por y para sí mismos, haciendo lo que quieren. Los que hemos creído en Jesús hacemos la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. ¿La estás haciendo tú? ¿Estás viviendo - decidiendo, relacionándote, comportándote - conforme a la voluntad de Dios para tu vida?
Escucha la voz del Buen Pastor llamándote. Dios quiere obrar en ti.