LA PELEA DEL UNGIDO
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Introducción .El momento de acción para el ungido ha llegado. Ya se han terminado las palabras, el dime y te diré. Ambos líderes están listos para demostrar su superioridad: uno confiado en su espada, lanza y jabalina el otro confiado en el nombre de su Dios.
Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.
I. La iniciativa del ungido.
Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.
Si algo caracteriza a los ungidos es su sentido de urgencia. No posponen sus responsabilidades. Cuando se les delega alguna misión o tienen que realizar alguna tarea, sincronizan su tiempo.En la vida hay muchas cosas que hay que realizarlas con “prisa”. El factor tiempo puede ser nuestro amo o puede ser nuestro siervo. Todo depende de nuestra actitud.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.
En ambos pasajes se nos enseña lo importante de la mayordomía que hagamos del tiempo. A todos Dios nos da la misma cantidad de tiempo, pero a unos le rinde más y a otros menos. Esto se debe al orden de las prioridades. El éxito en la vida es de los que saben priorizar sus asuntos. Le dan el tiempo a lo que le corresponde y no lo desperdician en cosas que no valen la pena.
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
Para el ungido David era importante, era prioridad, darse “prisa” y enfrentar al gigante. Era algo que en su corazón lo sentía así. Muchos esperaron cuarenta días y nada hicieron, pero el ungido en un solo día lo quiere hacer todo.
Los hombres y mujeres de Dios que han sido ungidos para hacer su voluntad se entusiasman por cumplir con el propósito de Dios en sus vidas.
Jehová cumplirá su propósito en mí;
Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre;
No desampares la obra de tus manos.
“Dése prisa” en hacer la voluntad de Dios. Entienda que Dios lo quiere usar, pero no lo hace porque usted no se da prisa para que Él lo haga.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
“Dése prisa” en manifestar el don que hay en usted. A cada creyente se le ha dado por lo menos un don.
Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.
Dios le da oportunidades para que ejercite y manifieste el don que hay en usted. Pero apúrese en hacerlo. Basta ya de estar orando para que el Señor lo use, déjese usar por el Espíritu Santo.
“Dése prisa” en hacer las cosas. Deje de estar posponiendo las cosas para después. Con eso la retrasa, se retrasa usted y retrasa a otros. Siempre pregúntese: ¿Lo que voy a hacer es importante para mí, para mi prójimo y para Dios?
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
“Dése prisa” en tomar iniciativa. Hombres y mujeres con iniciativa son los promovidos en el mundo secular y en el reino de Dios. Los que son lentos en hacer lo que Dios ordena y perezosos en representar los negocios de Él, difícilmente llegarán a ser para nuestro Señor Jesucristo lo que Él desea que sean.
Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada.
II. La meta del ungido.
Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.
El ungido es alguien que se mueve con metas en la vida. Las metas a corto plazo llevan a las de largo plazo, y estas últimas llevan al éxito. ¿Quiere tener éxito en su vida? Póngase metas. Propóngase alcanzar y realizar algo. Despierte al camino del éxito y de la felicidad.
Deje ya de vivir condicionado por “no puedo” y “no tengo”. Hable el lenguaje del ungido: “Empiece a confesar las promesas de Dios para su vida. Niéguese a ser esclavo de las derrotas y a estar preso en la cárcel de las dudas. Ha sido destinado por Dios para llevar una vida victoriosa y llena de fe.
La meta del ungido era llegar a la línea de batalla y no dejar que el filisteo se le adelantara. Si no se mueve en esta vida otros llegarán antes que usted a la línea de batalla. El primero que llegue tiene más oportunidades de triunfar.
Humana y sociológicamente, David era de la minoría y el gigante de la mayoría. Pero el ungido se negó a dejarse condicionar por su condición de minoría. Por encima de sus desventajas sociales, veía sus ventajas espirituales. En su espíritu era libre para realizarse. Sabía quién era en Dios. Sabía que Dios y él cambiarían las cosas. Hágase socio con Dios en la realización de su voluntad.Pablo el apóstol, un hombre de fe, pensador positivo, tenaz y de actitud optimista declaró:
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Muchos no se superan en la vida porque viven encerrados en su cuarto de un pasado fracasado. No miran al futuro, se mueven siempre mirando al pasado. Entran al futuro vestidos con los harapos de su pasado.
Tenemos que olvidar el pasado lleno de sinsabores, derrotas, heridas, malentendidos, traiciones, hipocresía, rechazo, y con esfuerzo y determinación movernos a la conquista del futuro.Si Cristo lo asió, también puede asir todo lo que Él tiene para usted. El éxito, la victoria, el triunfo, la promoción, la graduación, la vida de plenitud es de usted. No es un gusano del infortunio, es un proyecto de Dios. Con el favor de Él, usted es una mariposa en su jardín de flores olorosas.
Mírese como Dios lo ve y no como los demás lo describen o lo han definido. Su opinión acerca de sí mismo se modificará por la manera cómo se alimente de la Palabra.
“Corra a la línea de batalla” y enfrente ese Goliat que le está haciendo daño a su matrimonio. No le huya a los problemas, confróntelos. Mire a ver qué es lo que ha estado afectando la intimidad en su relación conyugal. ¿Por qué están enojados el uno contra el otro? ¿Qué cambios los están perjudicando? ¿Por qué ya no hay diálogo amoroso? No deje que Goliat destruya su matrimonio, destrúyalo a él con el poder de Dios en su vida.
“Corra a la línea de batalla” y enfrente ese Goliat que está afectando sus relaciones familiares. ¿Por qué hay tanto enojo entre los padres y los hijos? ¿Cuándo se sentaron por última vez para tener una conversación amistosa? Hijos, ¿por qué se rebelan contra sus padres? ¿Por qué detesta a su hermano?
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo;
“Corra a la línea de batalla” y enfrente a ese Goliat que lo está afectando. ¿Por qué se enoja tanto? ¿Por qué no saca esa raíz de amargura que lo está asfixiando por dentro? ¿Por qué deja que su temperamento lo controle en vez de usted controlarlo a él?
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.
Deje ya de correr de la línea de batalla, es tiempo de que corra a la línea de batalla. Los cobardes huyen de los problemas, los valientes los confrontan. No huya de su matrimonio, no huya de su trabajo, no huya de su familia, no huya de su ministerio, no huya de sus responsabilidades.
Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente.
“Corra a la línea de batalla” y enfrente las cosas con fe. La fe quita el temor y lo hace actuar con valentía.
“Corra a la línea de batalla” y resuelva los problemas con oración. Con la oración puede mover la mano de Dios y puede actualizar su voluntad a favor de usted.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
“Corra a la línea de batalla” y deje atrás sus temores con la alabanza. En medio de todo, alabe a Dios. Cuando las cosas le salgan mal alabe a Dios. Cuando no encuentre la salida a sus temores, alabe a Dios. Alábelo por la mañana, al mediodía, en la tarde, en la noche, alábelo todo el tiempo.
El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
III. La terminación del ungido.
Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.
El ungido termina lo que comienza. Esta es una de las cualidades de los que han sido ungidos para una misión especial de Dios. Al final confirman con sus acciones lo que dijeron con sus palabras.
David no era un volcán emocional, era una montaña. Al enfrentar a Goliat no se movió por emoción, lo hizo por unción. La visión para materializarse debe ser promovida y movida por la unción. Los no ungidos hablan mucho, pero al momento de actuar hace poco o nada. Hablan muy bien de la visión, pero no la actualizan.
Por un momento visualicemos lo que hizo el ungido. David comienza a caminar apresuradamente, va ligero, en su mente está avanzar. De momento se echa a correr hasta llegar a la línea de combate. Allí mete su mano en la bolsa y extrae una de las cinco piedras lisas que tomó del arroyo. La pone en su honda, la hace girar, suelta una tira de cuero y la otra permanece atada a su muñeca derecha.
La piedra surca el aire con la fuerza de una bala. La misma unción de Dios la dirige. Hasta que llega y se incrusta en el único lugar que el filisteo tenía desprovisto de protección: una pequeña apertura en su casco de guerra que dejó al desnudo su frente.
Es tal el impacto de la piedra que el gigante cae. Dios lo hace humillarse y comer del polvo de la tierra. El momento está lleno de emoción, pero el ungido controla sus emociones. Sabe que tiene que terminar lo que comenzó. La emoción del momento no lo debe sacar de su unción. El diablo sabe entretener a los ungidos y mediante la emoción alejarlos de la unción.
Una vez más el ungido se echa a correr. La unción todavía lo mantiene activo. Llega al filisteo, le saca la espada
Por causa del ungido, el enemigo y sus aliados son derrota dos. Con la caída del “hombre fuerte”, vencen a sus asociados. La guerra espiritual se concentra en identificar atar y desarmar al “hombre fuerte” en su fortaleza de operación espiritual.
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
A Pedro y luego a todos los discípulos, se les da autoridad de atar y desatar en el mundo espiritual. La guerra espiritual tiene como finalidad la de “atar” y la “desatar” espiritualmente. Pero antes de que un creyente emprenda una guerra espiritual contra las fortalezas enemigas, atando y desatando cosas en el reino espiritual, tiene que librar en su vida una de las guerras espirituales más grandes: tiene que atar envidias, celos, rebeliones, chismes, enojos, contiendas, hipocresía, carnalidad, disoluciones, pleitos, tacañería, dudas, ambivalencias, heridas emocionales, complejos, racismos, discriminación, y muchas otras cosas.
También tiene que desatar muchas cosas.
gozo, paz, amor, fe, paciencia, benignidad templanza, mansedumbre, bondad (Gá. 5:22–23), autocontrol, positivismo, determinación, realización, superación, valentía, decisión, bendiciones, dones, y muchas otras cosas.