DESAFÍOS PARA TIEMPOS DIFÍCILES

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1. Estar Alerta. (1 Co. 16:13A)

Debemos “estar alerta” o “estar en guardia” con respecto a la fe como el contenido de lo que se cree.
¿Cuál es la exhortación que Pablo nos da? Que debemos estar despiertos para saber o entender lo que creemos.
Tenemos que estar frescos, lúcidos en el conocimiento de las Escrituras. No puede venir cualquiera a tirarnos cualquier cosa y nosotros la creemos así no más.
Debemos tener un juicio crítico (crítico de análisis, de examinación) contra aquella enseñanza o predicación que escuchamos, no sea cosa que nos engañen.
En ocasiones bajamos la guardia en cuanto a esta actitud y comenzamos a aceptar “otros evangelios”, donde Cristo no es central, donde la cruz no es central, donde la renuncia al pecado no es central, donde la santidad no es central, donde la adoración a Dios como estilo de vida no es central, sino que lo central pasa a ser uno mismo.
La pregunta es ¿cómo estar alertas?
Si el objeto de nuestro “estar alerta” es el contenido de la fe, entonces:
Debo mantenerme leyendo las Escrituras.
Debo alimentar mi fe con la Palabra.
Debo escuchar al Espíritu Santo hablando a mi corazón cuando leo las Escrituras.
Debo mantenerme en oración, para que el Señor me de entendimiento y discernimiento de lo que está escrito.
Debo creer en la Palabra a pesar de lo que digan otros que no esté fundamentado en la Palabra.
La Biblia es bien clara en todo su mensaje que yo soy responsable de mis acciones, y en consecuencia de lo que hago o no para creer. Soy responsable de lo que creo, y cómo y cuánto creo. Yo soy responsable del tipo de libro que compro.
Soy responsable de lo que veo en las redes sociales o TV, si lo que está enseñando está en el mismo espíritu que las enseñanzas de la Biblia.
Es claro que no puedo conocer la forma de pensar de un autor, si no lo leo antes. Pero a menos que no conozca bien la Biblia y no tengo una vida de oración, no voy a tener herramientas como para defenderme.
Tenemos que estar alertas porque la corrupción de nuestra fe comienza cuando hay fisuras en nuestra fe, hay puntos débiles, hay descuidos o abandonos.
No podemos refugiarnos en el hecho que tengo un título académico o que tengo un ministerio o que Dios me usa para esto o para aquello o que Dios ha obrado milagros por mi persona. Con más razón, si hay un ministerio de por medio, que implica estar guiando a otras personas a un acercamiento más íntimo con el Señor, debemos estar muy en guardia, muy alertas, muy despiertos.

ESTAR FIRMES EN LA FE. (1 Co. 16:13B)

No sólo tenemos que estar alertas en cuanto a la fe, sino también firmes, es decir, inamovibles.
Es muy fácil estar firmes en cuanto a lo que creemos cuando “hay calma”. La cosa se pone brava cuando el mar se agita, los vientos soplan, la tierra se mueve, y todo lo que creíamos que estaba firme comienza a desmoronarse.
Muchas veces ponemos la confianza en cosas que creemos que nunca van a desaparecer. Solo miremos como los sunamis destruye islas y ciudades enteras. Pero la BIblia habla de esto: Hebreos 12:26-28 . 26 La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. 27 Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. 28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
Dios mismo dice que va a hacer temblar la tierra y los cielos.
Si un sistema económico es tu Dios, él lo derrumbará. Si una nación o un sistema político es tu Dios, él lo derrumbará. Si una religión o una falsa creencia es tu Dios, él la derrumbará.
Lo único que va a quedar en pie es el Reino de Dios. Ahora, dice la Escritura: “estad firmes en la fe”, o “paraos firmes”. ¿Por qué? Porque los sacudones en la fe van a venir. Tienen que venir. Los tsunamis van a golpear. Y si tu estancia no es firme tu vida se derrumba.
Hay una parábola de Jesús que es muy adecuada: el hombre que construyó su casa sobre la arena y aquel que construyó su casa sobre la roca. El primero la hizo relativamente rápido, y rápido comenzó a disfrutarla. El otro, dice Lucas, “cavó y ahondó”, hasta encontrar la roca donde afirmar su casa. Con el tiempo ¿qué vino? Tormenta, lluvias, vientos, ríos, y golpearon sobre ambas casas. La diferencia fue el fundamento que tenía la una y la otra. Mateo 7:24-27
El primer paso para estar firmes en la fe es tener un buen fundamento, una buena base. Jesucristo es nuestro fundamento de fe. Ahora, todos los cristianos pueden decir esto. Pero lo triste es que cuando vienen los vientos y las lluvias y los ríos, algunos cristianos dejan mucho que desear en su comportamiento, en sus decisiones.
Cuando comienzan a burlarse de nosotros por causa de nuestra fe, intentamos negociar algunos términos de la fe, del compromiso.
¿Cómo? ¿No tenemos el mismo fundamento? ¡Claro que sí! ¿Y entonces? “Pero cada uno fíjese como sobre edifica”, dice Pablo en 1 Corintios 3:1-4.
Es responsabilidad personal lo que esta poniendo en su vida. ¿Qué estás poniendo en tu corazón? ¿Qué pensamiento estás elaborando? ¿Con qué estás alimentando tu espíritu? ¿Qué decisiones estás tomando? ¿Estás purificando tu alma o la estás contaminando?
Pero déjame ir nuevamente al fundamento. Porque todos podemos decir que Jesús es nuestro fundamento, pero Jesús no está arraigado de la misma manera a nosotros, o mejor dicho, nosotros no estamos arraigados a él de la misma manera.
Hay muchos que creen en Cristo porque sus padres son cristianos, pero no hay una convicción personal en su corazón.
Y déjame ir ahora a lo otro: a la sobreedificación. Porque la Biblia dice que “el día malo” viene. Y Pablo insiste en “estar firmes” contra las asechanzas del diablo. No es un enemigo humano. Satanás no se cansa, no duerme, es insistente, es insidioso. Es un ser inteligente, en el sentido que prepara estrategias y métodos para atacar. Y tú dices “la cosa está tranquila, no pasa nada, hay buen clima…” Y de repente viene el ataque por todos los lados. Y en ese tiempo de calma, dejas de orar, dejas de venir a la iglesia, dejas de leer las Escrituras, dejas de alabar a Dios, te juntas con gente sin Cristo, cambias tu vocabulario, festejas los chistes mundanos, escuchas las groserías más grandes que te puedas imaginar y te gozas en ellas… Pero Pablo dice que el día malo viene, y nos exhorta a fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza, para que cuando venga y se vaya ese día malo, nosotros sigamos firmes.
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