SUBLIME Y CHOCANTE GRACIA (Marcos 2:13-17)
Evangelio según San Marcos • Sermon • Submitted
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1 LA GRACIA QUE LLAMA Y SALVA (13-14)
2 LA GRACIA DE LA COMUNIÓN Y BENDICIÓN (15)
3 LA GRACIA ES CHOCANTE PARA EL ORGULLOSO (16)
4 LA RESPUESTA LLENA DE GRACIA (17)
Introducción
Todo el mundo conoce el famoso himno Sublime gracia.
«Sublime gracia del Señor, que a un infeliz salvó, fui ciego mas hoy veo yo, perdido y él me halló.
Su gracia me enseñó a temer; mis dudas ahuyentó. ¡Oh, cuán precioso fue a mi ser, cuando él me transformó!
En los peligros o aflicción que yo he tenido aquí, su gracia siempre me libró y me guiará feliz.
Mi bien promete el Salvador, me da seguridad. Será mi escudo y mi porción lo que haya de durar.
Y cuando falle el corazón y mi vida mortal, yo poseeré con él allí reposo eternal.
Y cuando en Sion por siglos mil, brillando esté cual sol, yo cantaré por siempre allí su amor que me salvó.»
Precisamente este himno, compuesto por John Newton hablaba de él (contar historia de Newton)
Pero podría hablar de cada uno de nosotros, también de Leví (Mateo) el personaje con el que Jesús trata en estos versículos.
La gracia del Señor es maravillosa, sublime, pero también puede ser escandalosa
Escandaliza al de corazón orgulloso, al que cree que tiene méritos propios para lograr privilegios delante de Dios. Al que se cree capaz.
La gracia nos humilla, nos habla de quienes somos nosotros, pero también nos abraza y nos da la solución al problema cósmico de la humanidad.
¿Cómo es tu corazón frente a la gracia de Dios? ¿Te choca el perdón de Dios o que a otros pueda llamar? ¿O te gozas como otros se gozaron con tu llamamiento por Dios?
Vamos analizar el texto y veremos como El Señor nos enseña sobre su maravillosa y sublime gracia para unos o chocante y escaldalizadora gracia para otros. ¿En qué lado estas?
Esta gracia es una gracia que:
1. LA GRACIA QUE LLAMA Y SALVA (13-14)
1. LA GRACIA QUE LLAMA Y SALVA (13-14)
La Biblia de las Américas Capítulo 2
¶13 Y Él salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba.
14 Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo*: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
a) El Señor sale a nuestro encuentro
Este llamado, es un llamado lleno de gracia, pues es El Señor quien sale a nuestro encuentro.
Al igual que los pescadores, Mateo, no estaba haciendo nada extraordianario en su día a día, sino que trabajaba, algo cotidiano.
A diferencia de los pescadores, Mateo, si era un trabajo mal visto por los judíos y más por la sociedad religiosa judía.
¿Quién era Leví, también conocido como Mateo?
Era un recaudador de impuesto, un publicano.
Los cobradores de impuestos eran despreciados por su reputación como personas poco honestas, sus recargos exorbitantes y su duplicidad con los gobernantes opresores, tanto los romanos como sus reyes clientelistas, como Herodes Antipas. Como tenían que vivir con el dinero que podían recaudar con los impuestos que tenían a su cargo, la extorsión y la corrupción era desenfrenada. La Misná prohíbe incluso recibir limosna de un recaudador de impuestos en su oficina ya que se presupone que el dinero se ha ganado ilegalmente (m. B. Qam. 10:1). Si un recaudador de impuestos entraba en una casa, todo lo que había en ella quedaba impuro (m. Ṭehar. 7:6). Los rabinos iban todavía más allá y decían que se permitía mentir a los recaudadores para proteger las propiedades de uno (m. Ned. 3:4).
Pues si, Jesús llama a un «impuro» para ser su discípulo.
b) Fue con el propósito de llamar a Leví (Mateo)
Cuando el Señor te busca, te llama, no importa cuan terrible fuera tu pasado. No importa hermano y amigo, lo que has hecho, su gracia es mayor que eso.
Claro, no es que Cristo sea liviano con el pecado, el no lo tolera, por eso tuvo que morir. Para que pecadores como Mateo, tu y yo tuviéramos este llamado.
Y fijaros, el llamado de Mateo, no fue un simple llamado, sino que fue llamado para ser su discipulo, después su apóstol y uno de los que escribiría los hechos de Jesús en el Evangelio según San Mateo.
La gracia del Señor trasforma vidas.
Y es una gracia:
c) La gracia irresistible (sígueme) (14)
14 Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo*: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
Mateo no dijo, espérame que arregle mis cosas y termine mi jornada laborar, sino que dejó todo, dejo su trabajo, su pasado, su comodidad, su dios. Y siguió al Señor.
Esto sucede cuando uno es llamado por el Señor.
Todo toma un nuevo sentido, y ahí un orden nuevo de prioridades.
Y seguir al Señor se convierte en la prioridad máxima. Esto lo produce la sublime gracia e irresistible en un corazón llamado eficazmente.
Y esta gracia lleva a la acción
Y hay una reacción en la vida de Mateo.
2. LA GRACIA DE LA COMUNIÓN Y BENDICIÓN (15)
2. LA GRACIA DE LA COMUNIÓN Y BENDICIÓN (15)
15 Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de él, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían.
a) Mateo no sólo le sigue, le abre las puertas de su casa.
La gracia hace esto, abre las puertas de nuestra intimidad. Abre nuestro corazón, abre todo nuestro ser al Señor, y todo empieza a ser para Él. Un corazón tocado por la gracia de Dios es un corazón agradecido.
Y al ser agradecido, lo pone todo para el Señor y al servicio del Señor.
La implicación es que como agradecimiento al llamamiento de Jesús, Leví dio un banquete en honor a Jesús, invitando a sus compañeros recaudadores junto a Jesús y sus discípulos.
b) Y es de bendición para otros como él. (Comparte la bendición)
Un corazón tocado por la gracia de Dios, un corazón lleno de Dios, es un corazón que comparte la bendición.
Mateo organiza una comida su casa como agradecimiento y llama sus compañeros de trabajo y otros personajes mal visto por los judíos y la sociedad religiosa.
Jesús no tiene problema en sentarse en la mesa con ellos. Tiene un corazón misericordioso y lleno de gracia.
No sabemos si todos ellos fueron salvos o no, tampoco vamos a caer en un juicio ahora. Pero Cristo estaba ahí, el maestro de los maestro, sentado y compartiendo con pecadores, con seres despreciables para muchos. Cristo les mostraba el camino.
Esto es igual a nosotros, inmerecedores de su gracia, el Señor se sentó con nosotros.
¿Ahora nosotros vamos a rehusar a sentarnos con otros?
Esto no es un llamado a la hipergracia o a pecar. Sino ser luz en medio de las tinieblas, se iglesia. Pero esto también debe llenarnos de sabiduría en el sentido, de conocerte a ti mismo y si compartir con otros te va a llevar a tropezar mejor no lo hagas.
Esto es sólo un aviso, no es la enseñanza, la enseñanza es otra. Y es ver la maravillosa gracia del Señor. Y descansar en su gracia.
No te pongas como juez de muchos
Pues.
3. LA GRACIA ES CHOCANTE PARA EL ORGULLOSO (16)
3. LA GRACIA ES CHOCANTE PARA EL ORGULLOSO (16)
16 Al ver los escribas de los fariseos que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?
Los fariseos.
Jesús tenía mucho más en común teológicamente con los fariseos que con los saduceos (ver 12:18–27). No les criticaba por sus objetivos de pureza y obediencia, sino por su modo inconsistente e hipócrita de trabajar por esos objetivos. Ellos elevaron su propia interpretación arbitraria de la ley (meras “tradiciones de los hombres”) al nivel de mandamiento de Dios (7:8). Se obsesionaron con las cosas externas, dejando de lado los temas que más le importaban a Dios: la justicia y la misericordia. En su preocupación por la pureza, habían perdido el corazón de Dios para la gente.
No obstante no debemos pintar a los fariseos con una brocha demasiada ancha. Como ocurre con la mayoría de los movimientos religiosos, entre sus componentes había distintas motivaciones, y muchos seguramente servían a Dios con autenticidad e integridad. Los escritores del evangelio tienen en cierta medida diferentes formas de verlos. En el evangelio de Lucas Jesús comió y socializó con los fariseos en varias ocasiones (Lc 7:36; 11:37), y en una de estas, ellos incluso le advirtieron de la oposición de Herodes (13:31). En Hechos, a los fariseos se les retrata como más simpatizantes del movimiento de Jesús que los sacerdotes y los saduceos, y compartían muchas creencias comunes (Hch 23:6–8).
Pero estos religiosos orgullosos:
Con esta declaraciones:
a) Desahuciando y condenando a los demás
Para ello la gracia no existe, o sólo para ellos.
Se mueven en un sistema de reglas humanas lejos de las establecidas por Dios.
Critican a los que no se ajustan a sus patrones.
Cuidando con esto, nos puede pasar a nosotros, la gracia de Dios es mucho mayor que nuestros pensamientos.
Con esto:
b) Cuestionan a Dios, su amor y misericordia
¿Cómo Dios puede salvar a este? ¿Cómo Dios está usando a este?
Cuidando, esto puede estar mas cerca de nuestro pensamiento que lo que pensamos.
No tomemos estos ejemplo, pues la gracia suele ser muy amplia cuando la aplicamos a nosotros y muy reducida cuando se la queremos aplicar a los demás.
Un corazón lleno de la gracia de Dios, será un corazón como el de Mateo, o mejor dicho como el de Cristo. Nunca como la de un orgulloso fariseo.
Que a su vez:
c) Creando una sisma entre su secta y el mundo
Como los fariseos de este pasaje, un corazón orgulloso al contrario de un corazón lleno de gracia es un corazón hermético, sólo ven con buenos ojos a su círculo más cercano.
Condenando y echando al fuego eterno a todo aquel que no forma parte de Él.
Cuidado porque hay círculos en la iglesia hoy en este sentido. Incluso en aquellos que se dicen reformados. Cuidemonos de caer en esto.
Vivamos en el mundo como luz del mundo. No sesgados.
Esto es un corazón lleno de gracia que tiene gracia, amor y misericordia que dar, como lo demuestra Mateo.
Y aquí la respuesta de Cristo. Una respuesta llena de gracia.
4. UNA RESPUESTA LLENA DE GRACIA (17)
4. UNA RESPUESTA LLENA DE GRACIA (17)
17 Al oír esto, Jesús les dijo*: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
a) Jesús vino para salvar
Jesús vino para los enfermos y pecadores, para aquellos con necesidad de salvación.
La respuesta misma de Jesús, desacreditaba a los fariseos de la salvación, por lo menos a estos.
¿Sabes por qué?
b) Su llamamiento es eficaz para todo aquel que sabe que está enfermo, que es pecador.
Estos fariseos dentro de su orgullo, se creían merecedores, puros, santos, sanos y sin pecados, aptos para la gloria de Dios. Por lo tanto, no necesitaban ser llamados por Cristo.
Pero, ¿quien esta sano siendo que realmente estamos muertos espiritualmente? ¿quién no es pecador?
CONCLUSIÓN
¿Tienes pecado? ¿Te consideras pecador? ¿Necesitas arrepentimiento?
Estas en el buen camino, ahí tienes la gracia del Señor.
¿Cómo los fariseos del texto, crees que no necesitas ser llamado por Cristo? ¿Te crees sin pecados, mira a los demás como peores que tu? Estás en un grave problema.
Si te consideras pecador, descansa en la gracia del Señor, abre las puertas de tu corazón a Cristo, el se sentará en tu mesa, y no seas egoísta.
Y si ya está Cristo en tu hogar y en tu mesa, no seas como los fariseos, y sé como Mateo, comparte esta bendición con los que aún están en pecado. ¿No es está la misión de la iglesia? Si no lo cumples estás mal. Recuerda que un corazón lleno de la gracia de Dios actúa compartiendo la bendición de su llamamiento.
¿Sabes cuál es la diferencia entre Mateo y los fariseos? ¿Sabes cuál es la diferencia entre tu, cristiano, y los que hoy andan en el mundo? Solo gracia, solo la gracia de Dios. Vive en esa gracia.
Que el Señor bendiga su Palabra.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo.
ORACIÓN FINAL
Señor, así como nos has concedido tu gracia, concédenos que seamos vivir en ella, no sólo en cuanto a las cosas piadosas se refieren, sino que no caigamos en el juicio infundado contra otros. Sino que seamos luz, mostrando gracia. Señor al igual que te sentaste en nuestra mesa, concédenos el amor y la gracia con los demás para hacerlos participes también de esta mesa. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Apelamos a tu bendición
24 “El Señor te bendiga y te guarde; 25 el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz”».
Porque tuyo Señor, es el reino y el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén».
Que la Bendición de Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo sea con todos vosotros. amén