El Nacimiento de un Salvador

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Introducción

El nacimiento de un hijo/a es una ocasión de gozo:
El matrimonio ha estado esperando al bebé desde que confirmaron el embarazo.
Los padres han preparado el hogar para el nacimiento de su bebé.
Han preparado la casa, han comprado las cosas necesarias (e.g., biberón, formula, cuna, porta bebé, etc.), han comprado ropa, han leído libros de como criar hijos y acerca de lo que pueden esperar durante los primeros meses, etc.
Pero, como sería el nacimiento de un hijo cuando la población, específicamente gente de su cultura/nación/etnicidad han sido condenados: deben morir todos sus hijos varones.
Este es el caso que encontramos en Éxodo 1:
Éxodo 1:22 NBLA
Entonces Faraón ordenó a todo su pueblo: «Todo hijo que nazca lo echarán al Nilo, pero a toda hija la dejarán con vida»
Todos los hijos del pueblo de Israel debían morir por orden del Faraón (el rey de Egipto).
Por tanto, los embarazos entre el pueblo de Israel ya no eran motivo de gran gozo; sino que eran motivo de una gran desesperación hasta no conocer el sexo del bebé que había de nacer.
Me imagino al pueblo de Dios nervioso durante el parte esperando confirmar si el bebé que habría de nacer era niño o niña.
De ser niño, solo el gozo/alegría del nacimiento duraría solo unos pocos días porque tarde o temprano un vecino egipcio vería al niño y por orden del Faraón tenía la orden de tomarlo y echarlo al rio Nilo para que muriera ahogado.
Dentro de esta tensión, este tiempo tan difícil entre los israelitas es que nace Moshe/Moisés. Dios nos quiere enseñar acerca de si mismo mediante esta historia. Por medio del nacimiento de Moisés, Dios quiere enseñarnos:
El pueblo de Dios actúa por fe
Dios está con su pueblo, aun cuando parece que está ausente
El sufrimiento es momentaneo, pero real

I. El pueblo de Dios actúa por fe

En Éxodo 2:1-2 vemos a un hombre y una mujer contraer matrimonio.
Éxodo 2:1 NBLA
Un hombre de la casa de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví.
En Éxodo 6:20 conocemos los nombres de este matrimonio: Amram y Jocabed.
Éxodo 6:20 NBLA
Amram tomó por mujer a Jocabed, su tía, y ella dio a luz a Aarón y a Moisés. Los años de la vida de Amram fueron 137 años.
Tiempo después reciben la noticia que están esperando un hijo.
Pero no olvidemos la situación que estaba viviendo el pueblo de DIos.
La noticia de un embarazo era prácticamente una sentencia de muerte con 50% de probabilidad. Si el bebé era niña viviría. Si niño debía morir.
Así que tenemos a este matrimonio esperando al hijo que había de nacer.
Esperando nueve meses para conocer el sexo de su bebé.
No saben si ha de vivir o si estará condenado a morir, desde el momento de su nacimiento.
Por fin nace el bebé y confirman que es un varón - según el edicto del Faraón este bebé debe morir. Si los padres no echaban al niño al Nilo para que muriera ahogado; cualquier egipcio tenía la orden de parte del Faraón de hacerlo.
Pero veamos la reacción de este matrimonio.
Ellos saben que la amenaza sobre el bebé es real.
Ellos saben que la orden ha venido de parte del hombre más poderoso de la tierra - el Faraón.
Ellos saben que son extranjeros, viven en una tierra que no es de ellos.
Ellos están a la merced de sus vecinos y dentro de poco serán delatados.
Pero, veamos que Amram y Jocabed no se quedan con los brazos cruzados.
En ocasiones las personas tienden a paralizarse en tiempos de angustia, prueba, tribulación, dificultad.
Hay gente que cuando enfrentan situaciones difíciles automáticamente se paralizan.
Es como que si la prueba los abrumara de tal manera que no pueden tomar acción alguna.
Se sienten atados de manos y pies.
Muchos se hunden en un estado de parálisis y depresión del cual algunos nunca logran salir.
Pero, Amran y Jocabed no quedan paralisados.
Son hijos de Israel.
Son pueblo de Dios.
Por tanto, actúan en base a lo que han aprendido de sus padres.
Ellos saben que son pueblo del Dios de Abraham, Isaac, y Jacob.
Ellos han escuchado las historias de como Dios ha estado con su pueblo.
Ellos saben de como Dios libró a Saraí de manos del rey Abimelec.
Han escuchado de como Dios libró a Lot cuando Dios destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra.
Y también han escuchado de como Dios trajo un diluvio sobre el planeta, pero fueron salvados una familia dentro del arca que Dios le ordenó construir a Noé.
Por tanto, ellos no echan al niño al Nilo. Lo esconden durante tres meses hasta que ven que no pueden ocultarlo - tal vez porque el niño se ha desarrollado más y ahora sus llanto va a delatarlo.
Éxodo 2:2 NBLA
Y la mujer concibió y dio a luz un hijo. Viendo que era hermoso, lo escondió por tres meses.
El Amram y Jocabed actúan de acuerdo a lo que saben acerca de Dios.
Ellos saben que Dios libró a Noé y su familia dentro de un arca de madera cubierta de brea.
Génesis 6:14 NBLA
»Hazte un arca de madera de ciprés. Harás el arca con compartimientos, y la cubrirás con brea por dentro y por fuera.
Así que ellos sabiendo como Dios ha actuado en el pasado, depositan su confianza en él.
Actúan por fe sabiendo que Dios es un Dios que en tiempo pasado salvó a una familia de morir ahogados con el resto de la humanidad.
Ellos creen en la compasión y misericordia de Dios.
Ellos ponen en las manos de Dios a su hijo recién nacido.
Por tanto, ellos hacen una canasta. De hecho, el idioma original dice que hicieron una “tebah” que es lo mismo que Dios le ordenó a Noé que hiciera cuando le dijo que hiciera una “arca” (tebah).
Van a hacer una arca/canasta de los juncos que crecían a la ribera del Nilo.
La cubren de asfalto y brea. Al igual que el arca de Noé que también fue cubierta con brea.
La brea era el lodo que al cubrir los barcos/lanchas del mundo antiguo, lo hacían impenetrable por el agua.
Pusieron al niño dentro de la canasta y pusieron la canasta cerca de los juncos a la orilla del Nilo; para que no lo arrastrara la corriente o fuera encontrado por los cocodrilos que suelen estar dentro del Nilo.
Éxodo 2:3 NBLA
Pero no pudiendo ocultarlo por más tiempo, tomó una cestilla de juncos y la cubrió con asfalto y brea. Entonces puso al niño en ella, y la colocó entre los juncos a la orilla del Nilo.
Ahora solo les queda esperar en Dios.
Éxodo 2:4 NBLA
La hermana del niño se puso a lo lejos para ver qué le sucedería.
Amram y Jocabed actuaron en fe.
Ellos actuaron de acuerdo a lo que sabían acerca de Dios.
Sabían que Dios es un Dios compasivo que socorre a su pueblo.
No se quedaron paralizados sino que actuaron en fe confiando en que Dios obraría en medio de su necesidad.
Esto es fe.
Fe no es declarar con tu boca que algo va a suceder y que suceda.
Fe no es proclamar, decretar, o decir que algo va a suceder como si nosotros tuviéramos el poder para que las cosas suceden.
Fe es actuar en fe.
Fe es no quedarnos paralizados sino actuar confiando en que el Dios que actuó en el pasado, es el mismo Dios ayer, hoy, y por los siglos, y que si es su voluntad obrará en medio de nuestra necesidad.

II. Dios está con su pueblo, aun cuando parece que está ausente

Algo sorprendente sucede en los versículos 5-10.
Miriam, la hermana de Moisés, está a los lejos esperando que ha de suceder con la canasta.
No olvidemos que Moisés tenía dos hermanos mayores: Miriam (la mayor) y Aarón que era tres años mayor que Moisés.
Pero su hermana está al cuidado de su hermanito de tres meses de edad.
Lo maravilloso de esto es que todo esto sucedió el día en que una de las hijas del Faraón estaría bajando al Nilo para bañarse.
Los comentaristas dicen que si este Faraón es Ramses II, esta hija era una de las 60 hijas que tenía el Farón.
Por tanto, aquí vemos a una de las princesas de Egipto, junto con sus doncellas, dentro del Nilo - como cualquier otro día.
Pero no sería un día cualquiera.
De pronto se escuchan lloridos venir de entre los juncos.
Éxodo 2:5–6 NBLA
Cuando la hija de Faraón bajó a bañarse al Nilo, mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del río, vio la cestilla entre los juncos y mandó a una criada suya para que la trajera. Al abrirla, vio al niño, y oyó que el niño lloraba. Le tuvo compasión, y dijo: «Este es uno de los niños de los Hebreos».
La criada trae la canasta y la abren.
Descubren a un niño y rápidamente lo identifican como uno de los hijos de los Hebreos.
Es aquí donde crece la tensión crece.
Es la hija del Faraón.
Es su padre quien ha dado la orden de que murieran todos los bebés varones.
Ella estaba obligada a hacer lo mismo - sobre todo aquí que estaba rodeada de sus doncellas.
Sin embargo, vemos que no lo hace - a pesar de identificar al niño como un niño de los Hebreos.
Vemos de pronto a Miriam intervenir:
Éxodo 2:7–10 NBLA
Entonces la hermana del niño dijo a la hija de Faraón: «¿Quiere que vaya y llame a una nodriza de las hebreas para que críe al niño?» «Sí, ve», respondió la hija de Faraón. La muchacha fue y llamó a la madre del niño. Y la hija de Faraón le dijo: «Llévate a este niño y críamelo, y yo te daré tu salario». La mujer tomó al niño y lo crió. Cuando el niño creció, ella lo llevó a la hija de Faraón, y vino a ser hijo suyo; y le puso por nombre Moisés, diciendo: «Pues lo he sacado de las aguas»
Miriam que ha estado mirando al niño desde lejos le dice a la princesa si desea que ella le busque una nodriza entre los israelitas.
De pronto podemos imaginar el corazón de Miriam palpitar porque 1) o va aceptar la princesa la propuesta, o 2) va a sacar al niño de la canasta y ahogarlo en el Nilo.
Para nosotros parece una propuesta inusual, pero no olvidemos que seguramente iban a ver varias mujeres israelitas que hubieron perdido a sus hijos varones.
Muchas perdieron a sus hijos cuando fueron arrancados de sus brazos, solo por ser varones, en cumplimiento del edicto del Faraón.
Por tanto, habían varías mujeres que podrían amamantar al bebé, puesto que habían perdido a su propio hijo.
Lo que nadie podía esperar es que la que estaba haciendo el trato con la princesa Egipcia era nadie menos que su propia hermana.
La nodriza que traería era la misma Jocabed.
Lo que nadie podía esperar es que Jocabed iba a recibir nuevamente a su hijo en sus brazos para criarlo, amamantarlo, y lo más maravilloso es que la misma hija del Faraón le pagaría para que lo hiciera.
¡Esto está de película hermanos!
Vemos un detalle muy interesante que lo hemos visto desde Éxodo 1.
En Éxodo 1 son las mujeres las que están teniendo muchos hijos israelitas y que presentan una amenaza al Faraón.
Son mujeres las parteras, Sifra y Puá, que no obedecieron la orden del Faraón de matar a los bebés varones.
Fue una mujer que ocultó a su hijo recién nacido por tres meses.
Fue una niña que estuvo a la ribera del Nilo cuidando a su hermanito.
Fue la misma hija del Faraón que le perdonó la vida al bebé hebreo.
Fue la misma madre del niño que crió, y con sueldo, al niño hebreo - que tiempo después sería el libertador de Israel.
En otras palabras, vemos que son las mujeres que poco a poco van derrumbando la fortaleza/poder/autoridad del Faraón. Esto debe sorprendernos.
Pero lo que más debe llamarnos la atención es que en los versículos 1-10 no vemos mencionado el nombre de Dios.
No vemos a nadie clamar a Dios.
No vemos explícitamente en el texto que diga que Dios estaba obrando en medio de todo esto.
De hecho, la primera mención de Dios - en el capítulo 2, aparece hasta Exodo 2:23.
Éxodo 2:23 NBLA
Pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto. Los israelitas gemían a causa de la servidumbre, y clamaron. Su clamor subió a Dios, a causa de su servidumbre.
Anteriormente se menciona a Dios dentro del contexto de que las parteras temieron a Dios y por tanto no mataron a los niños varones (Éxodo 1:17).
Pero, esto confirma que aunque no vemos en esta narrativa mencionado el nombre de Dios - es evidente que Dios está obrando:
Es Dios quien dio a este hijo varón a esta familia Levita.
De hecho este niño va a ser especial porque ha nacido dentro de una tribu sacerdotal. Más adelante fueron los Levitas que Dios eligió para su servicio en el tabernáculo de Israel.
Es Dios quien permitió que el bebé no fuera descubierto durante sus primeros tres meses de vida.
Es Dios quien orquestó los eventos para que el niño fuera descubierto por la princesa Egipcia.
Es Dios quien obró en el corazón de la princesa Egipcia para que no lo ahogara cuando lo descubrió dentro de la canasta y supo que era un hebreo.
Es Dios quien obró para que aceptara la propuesta de Miriam y que lo pudiera criar su propia madre.
Es Dios quien obró para que el niño fuese criado por su propia madre y escuchará acerca del Dios de Israel, del Dios de Abraham, Isaac, y Jacob, del Dios verdadero. Fue formado de tal manera que aunque después sería llevado al palacio - él sabía quien era, de donde venía, quienes eran su pueblo, y quien era su Dios.
Es Dios quien permite que el gobierno del enemigo ahora sirva como protector del que 80 años después ha de liberar al pueblo de Dios de la esclavitud.
Dios está presente aunque pensemos que no está.
Dios está con nosotros aun cuando no lo vemos, no lo sentimos, no lo percibimos.
Puede la prueba ser tan fuerte que nubla nuestra razón, roba nuestro gozo, debilita nuestras fuerzas - pero en este podemos confiar - Dios está con nosotros en todo momento, hasta el fin del mundo.

III. El sufrimiento es momentaneo, pero real

Ahora, aunque esta historia termina con gozo y alegría no debemos olvidar de la realidad que habían muchas madres israelitas sufriendo.
Muchas mujeres perdieron a sus hijos varones.
Muchas mujeres no miraron crecer a sus hijos varones.
Varios bebés fueron ahogados en el Nilo.
De hecho, este evento se repite en Belén, cuando por orden de Herodes son matados los niños menores de 2 años.
El sufrimiento era real, la prueba era evidente, pero Dios había estaba mostrando chispas de esperanza, chispas de luz, una pequeña flama comenzaba a alumbrar el medio de las tinieblas/oscuridad.
Había nacido el libertador de Israel.
Había sido protegido en el canasto el que sacaría al pueblo de Dios 80 años después.
Había nacido el que llevaría a Israel a cruzar el mar rojo - libres para servir a Dios.
De la misma manera, en la matanza de los niños inocentes en Bélen, vemos la amenaza contra el Mesías, el salvador del mundo, el Cristo, el redentor.
Vimos alumbrar su luz en medio de las tinieblas.
Pero, al igual vemos su vida terminar en un terrible acto de tortura, de dolor, de sed, de desesperación - la crucifixión.
Vemos el sufrimiento de la cruz llevar al Mesías de Israel hasta la muerte.
El sufrimiento fue real, pero fue momentaneo.
Fue momentaneo porque mediante ese tiempo de humillación y sufrimiento es que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con él.
Mediante la muerte de Cristo, Dios estaba redimiendo, perdonando, rescatando, trayendo esperanza y vida eterna a los que habían de creer en él.
Dios estaba en medio de todo.
Por tanto, adoremos al Dios que obra en medio de las circunstancias, en medio del dolor, en medio de la prueba, para traer vida, esperanza, y paz.
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