Romanos 1:1-7
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Pablo siervo de Cristo Jesus
Pablo siervo de Cristo Jesus
71. EL EVANGELIO DE DIOS
SEGÚN ROMANOS 1
(Romanos 1)
INTRODUCCIÓN: en este capítulo hay cinco cosas que el apóstol Pablo dice y atribuye a Dios, las cuales, explicándolas por orden, nos dan una exposición completa, ordenada, del mensaje del Evangelio.
1. El Evangelio de Dios (v. 1):
a) Pablo fue llamado a predicar este Evangelio, o sea Buena Nueva, la cual tiene esta característica, muy importante para los judíos y también para nosotros.
b) Dios lo había prometido antes por boca de los profetas; puede citarse aquí (Is. 53 y otros pasajes adecuados).
2. El hijo de Dios (vv. 3, 4):
a) Nacido del linaje de David: esto era muy importante para los judíos, pero también lo es para nosotros, teniendo en cuenta las promesas del Antiguo Testamento a este respecto. A María fue anunciado que el niño que nacería sería llamado hijo del Altísimo, pero ella no podía comprender en aquellos momentos la tremenda trascendencia de tal declaración. Pero se fijó muy bien, según expresa en sus cánticos, que aquel niño prodigioso sería el descendiente de David y el Mesías o Rey de Israel. Ahora ella entiende, sin duda, que Jesús es muchísimo más que esto, y ya empezó a entenderlo cuando le vio en la cruz como Redentor.
b) La resurrección de Jesús fue la garantía de que Él era ambas cosas a la vez.
3. La potencia de Dios (v. 16): «para dar salvación a su pueblo». Éste es el glorioso resultado de ser Jesús lo que fue. Pero tal poder es un poder espiritual que es para salvación de todo aquel que cree o recibe el Evangelio, sin distinción de raza; su pueblo traspasa ampliamente las fronteras de Israel.
4. La justicia de Dios (v. 17): por medio de la obra expiatoria de Cristo Dios ha podido ser justo y justificar a aquel que acepta a Jesucristo (Ro. 3:26; 2 Co. 5:21). Los que no quieran creer tendrán que sufrir el juicio de Dios (v. 19), que tendrá que juzgar algún día el pecado de todo el mundo y perderán un gran privilegio y sufrir sus pecados, sea cual sea su condición como pecadores (Ro. 3:23; Ap. 20).
5. La gloria de Dios (v. 23): éste será como mínimo el castigo de todos aquellos que nunca oyeron el Evangelio y por tanto no pudieron ejercer la fe. En cambio los que creyeron tendrán la oportunidad de:
a) Ver la gloria de Dios (Jn. 17:24).
b) Rendirle adoración y gloria (Ap. 4:9–11).
c) Dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios a principados y potestades en lugares celestiales (Ef. 3:10).
Vila, S. (2001). 1000 bosquejos para predicadores (p. 43). Editorial CLIE.