Jesús, la plenitud de gozo (Jn.15:11)
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De las cosas que habló nuestro Señor son de las que hoy quiero compartir, Jesús en su último discurso quiso asegurarse de que sus discípulos permanecieran firmes en medio de las circunstancias que enfrentarían como enviados o mensajeros del Señor, (Jn.16:33).
Gozo = gr. chara - gozo, alegría, en el NT se considera como una dádiva divina, que de hecho es así, el gozo no es opcional en el creyente. No debemos olvidar que el fruto del Espíritu Santo no es lo mismo que los dones del Espíritu Santo. El Nuevo Testamento nos muestra que el Espíritu Santo distribuye diversos dones a diversos creyentes por diversas razones. No todos tienen el don de enseñar. No todos tienen el don de predicar. No todos tienen el don de dar. No todos tienen el don de la administración. Pero cuando se trata del fruto del Espíritu, no es que algunos cristianos tengan el fruto de la fidelidad mientras que otros tienen amor, o que algunos tengan el fruto de la bondad y la amabilidad mientras que otros tienen paz y dominio propio. Cada cristiano debe manifestar todo el fruto del Espíritu, y mientras más crecemos en la gracia, mientras más progresamos en nuestra santificación, más bondadosos deberíamos ser, más pacientes deberíamos ser, más fieles deberíamos ser, y, desde luego, más gozosos deberíamos ser.
Permanencia en Cristo; no voy a hacer un análisis exhaustivo de este pasaje, pero si extraer algunas verdades de el, este verbo lo encontramos diez veces en los vss del 4-10, y significa quedarse o persistir, solo esto garantiza al creyente tener el gozo de Cristo que a su vez lo recibía del Padre mediante la obediencia, la permanencia en Cristo es la evidencia de un salvo que se demuestra con buenos frutos v 8, “Dios es más glorificado en ti cuando tu te sientes más satisfecho en Él” J. Piper.
Otro aspecto del gozo es mantenerlos en las adversidades y pasamos al segundo encabezado.
2. Gozo en medio de la prueba; Stg. 1:2 “Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas,” y Pablo lo presenta como un imperativo el Fil. 4:4-6 “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos! Vuestra bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.” Y se podría pensar que fácil es decirlo y otra es cumplirlo, pero así lo demanda Dios. Pablo estaba en la cárcel, nuestro Señor ad portas de ser crucificado, Santiago no en una mejor posición en medio de gran tribulación y persecución, sin embargo hay ejemplos de que cuando la confianza está puesta en el Cielo hay certeza de soportar con gozo la prueba; vamos el caso del profeta Habacuc que vivió una situación de mucha tribulación, pero Dios le lleno de gozo y se mantuvo firme:
Para Habacuc era inconcebible el juicio que se avecinaba y por medio de quien se ejecutaría, los caldeos un pueblo a juicio del profeta indigno de tal hecho v. 2, 3, 6.
Sin embargo reflexiona a la revelación divina y declara su confianza en el Señor, v. 12, se queja 13-17, pero decide esperar la respuesta del Señor 2:1.
3:16, A pesar de que vendría la prueba ya Habacuc no tenía puesta la mirada en la prueba sino en el Dios que de su confianza y expresa al ritmo de Pablo v. 17-19 una declaración de confianza que el Dr. R. C. Sproul “Voy a intentar traducir las palabras de Habacuc a un lenguaje moderno: “Aunque el sector agrícola colapse, aunque el mercado bursátil se desplome, aunque la industria automotriz se vuelque, aunque la industria tecnológica se derrumbe; aunque todo esto ocurra, con todo, yo me regocijaré en el Dios de mi salvación. Me alegraré en él”. Eso es lo que él habría dicho si hubiera vivido en el siglo XXI”.
Una cosa es hallarse en un estado de gozo, y otra distinta es considerar nuestras circunstancias como gozosas; que este es el punto del apóstol Pablo (Fil. 4:4-6, 13). El consejo de Pablo, cuando pasamos por tales periodos, es recordar que Dios le ha fijado un plazo a nuestro dolor, y que pasado ese plazo entraremos en una condición en la que ya no habrá dolor. No habrá más lágrimas, ni más dolor, ni más ansiedad, ni más tristeza, ni más adversidad. Esto realmente suena como castillos en el aire, pero no podemos eludir el hecho de que en el corazón mismo de la fe cristiana está la verdad de que este mundo no es nuestro hogar. Nuestro destino final aún nos espera. La meta es el cielo (Lc. 10:18-20).
3- NO CONFUNDIR EL PLACER CON EL GOZO
El placer alimenta la carne y el gozo el espíritu, el placer implica desobediencia, porque atrae como un imán al pecado y el pecado es agradable porque es placentero y termina destruyendo el gozo. Sal.51, nos da el más claro ejemplo de arrepentimiento y en medio de su dolor David pidió e imploró que se le restituyera el gozo de la salvación 12a, cualquier cosa podría soportar el salmista menos estar separado de su Señor quien le producía el verdadero gozo. Aquellos que han experimentado el perdón de Dios y el gozo inicial de este siempre necesitan la restauración de ese gozo, necesitan que se quite la culpa de su pecado continuo para que pueda volver el gozo. Cuando buscamos el perdón de Dios diariamente, regresamos al comienzo de nuestro gozo: el día cuando descubrimos que nuestros nombres están escritos en el cielo.
La reflexión en este día es a estar gozosos, nuestra vida es un peregrinaje que no termina en esta vida, pero que nos anima a hacer las cosas con excelencia, con amor, siempre con la única finalidad de agradar y dar la gloria a nuestro Dios, que tengamos misericordia de los que aun estan en las tinieblas y recordar que somos los llamados para que el mundo experimente el verdadero gozo.