Gracia Asombrosa 3
Gracia Asombrosa 3 • Sermon • Submitted
0 ratings
· 26 viewsLa historia de la vida en paralelo de José y Judá
Notes
Transcript
Continuamos la serie sobre la Asombrosa Gracia de Dios, veremos un principio que puede funcionar en tu contra o a tu favor. ¿Has escuchado la frase: cosechas lo que siembras? ¿recibes lo que das? Delitos graves resultan en cárcel, disciplina en los estudios en buenas calificaciones. Por este principio la vida es relativamente predecible, si estudias ya sabes lo que vendrá.
Como ya vimos, el pecado trajo caos a toda la creación y aunque el principio de la siembre y la cosecha sigue operando, veremos que ¡hay excepciones! Y tú lo sabes. Quizá has visto gente responsable, trabajadora que tiene dificultades fuera de su control. O personas que se han cuidado mucho y de todos modos se enfermaron, también has visto gente deshonesta, prosperar.
La buena nueva es que, hay otro tipo de excepción a este principio y es al quebranto que provoca el pecado, esa excepción es el resultado de la Gracia de Dios.
Así como el pecado resultó en cosas malas pasándole a las personas, la gracia de Dios hace posible que buenas cosas les sucedan a personas que no lo merecen. La presencia del pecado significa que algunas veces no obtenemos lo que merecemos. La presencia de la gracia significa que algunas veces no tenemos las consecuencias que merecemos.
La gracia es el medio que Dios usa para que obtengamos lo que no merecemos. ÉL vuelve las crueldades del mundo en oportunidades para SU gente. Incluso usa las malas intenciones de gente “mala” para redimirlos.
Una historia que ilustra esta gracia de una forma asombrosa es la vida de 2 hermanos José un buen hombre que sufre injusticias horribles y su hermano Judá, un hipócrita, astuto, insensible que disfruta prosperidad y popularidad, y Dios tiene un plan para los 2.
Jacob, nieto de Abraham, tuvo 12 hijos con 4 mujeres diferentes. No ocultó que Raquel y sus hijos eran favoritos: José y Benjamín, por encima de los otros 10 hijos. A José lo consentía, le daba regalos especiales, como una túnica de colores; esa túnica era un recordatorio diario a los otros de que ellos nunca merecerían el tipo de amor que José disfrutaba en abundancia.
Con los años José demostró ser un hombre bondadoso, aunque no perfecto. De hecho, de joven no se esforzó por ganarse a los hermanos. La familia criaba ovejas, los pastores llevaban el rebaño a lugares lejanos con mejores pastos, aunque tuvieran que caminar varios días. José a los 17 años, se auto nombró ojos y oídos de su papá, así que le decía todo lo que sus hermanos hacían y cuando no cuidaban bien el rebaño.
Una tarde, mientras José y sus hermanos descansan José dice: “anoche tuve un sueño raro”. ¿qué soñaste? Preguntaron. Estábamos cortando el trigo, haciendo manojos, de pronto mi manojo se levantó firme y alto, entonces los manojos de ustedes rodearon el mío y se inclinaron ante el mío ¿qué raro? Los hermanos entienden lo que quería decir ¿crees que nos vamos a inclinar ante ti?
El tiempo sigue, el resentimiento creció en odio, no le podían hablar sin maltratarlo. José ignorando todo eso, siguió narrando sus sueños: tuve otro sueño, que el sol, la luna y 11 estrellas se inclinaban ante mi ¿qué creen que significa? Indignado el padre le dijo ¿qué dices? ¿Que tu mamá, tus hermanos y yo nos inclinaremos ante ti? José ya no dijo más.
Sus hermanos apretaron los dientes, aguantaron las ganas de pegarle, pero su padre meditaba en esos sueños, porque, de joven él mismo tuvo sueños que en su momento no tenían sentido, pero con el tiempo se cumplieron.
El odio casi nunca es pasivo o sólo emocional. No es menos que un asesinato en espera, sólo el miedo de ser atrapado evita que la gente llena de odio quite la vida a alguien. Varios meses después, Jacob envía a José a supervisar a sus hermanos, José los encontró listos para matarlo.
Los hermanos están unos 80 km lejos de casa, cerca de la actual Galilea. José viajó sólo a buscarlos, cuando lo ven de lejos, se burlan de “ese soñador” y se ponen de acuerdo para que ese sea su último día de vida. Planearon matarlo, aventar su cuerpo a un pozo vacío, donde seguro los animales salvajes lo terminarían de despedazar y así podrían decir a su padre que José había sido comido por bestias salvajes, una media verdad no es una mentira completa. Rubén el hermano mayor los convence de no matarlo. Sólo aviéntenlo al pozo, si dejamos que muera solo no tendremos su sangre en nuestras manos. En secreto había planeado rescatarlo más tarde. Aunque no todos estuvieron de acuerdo así lo decidieron.
Así que cuando llega José le caen encima, le arrancan la túnica de colores, lo avientan a un hoyo cavado en la piedra usado para recolectar agua de lluvia. Mientras José grita pidiendo ayuda, los hermanos preparan su almuerzo y empezó otra vez el debate ¿qué hacemos con José? En ese momento ven una caravana de comerciantes con sus camellos cargados de mercancía para vender en Egipto. Judá surge como líder entre sus hermanos, a diferencia de Rubén, quién pensaba rescatar a José y regresarlo sano a casa, Judá encontró una forma de agravar su pecado y ganar algo de dinero.
Al ver la caravana pensó: chicos, no debemos matar a José, después de todo ¡es nuestro hermano! Y si lo matamos no ganamos nada, pero si lo vendemos, se va de nuestras vidas y, además, nos hacemos de algo de dinerito. Judá disfrazó su codicia bajo una fina capa de misericordia. En los siguientes años, perfeccionaría su habilidad hasta llegar a ser maestro del engaño.
Los hermanos sacaron a José de la cisterna y lo entregaron a los comerciantes de esclavos. Se dividen las ganancias y ven desaparecer la caravana en el horizonte, esperando nunca más volver a ver a su hermano. Aquí es donde el principio de la siembre y la cosecha se pone medio rara.
El chico bueno es aventado al pozo, vendido como esclavo y el hermano malo se beneficia. Si conoces la historia, sabes que se pone peor. Para los hermanos, la única pregunta que queda es ¿qué le diremos a nuestro querido padre? Unas salpicaduras de sangre en la túnica de José, unas rasgaduras, serán la coartada. José debió caer presa de un animal salvaje, ni siquiera encontramos el cuerpo, lo único es esta túnica ¿sabes si es de él? Con su historia ensayada, rompen el corazón de su anciano padre.
Quizá ahí se dan cuenta que su traición nunca les dejará el resto de sus días, ya que el dolor de su padre serviría como un recordatorio.
En los años siguientes Judá y sus hermanos se ven obligados a llevar un secreto. Mucho después que el dinero se acabó, el recuerdo permanecería. Y quién sabe, quizá Judá lamentaría su papel como la mente maestra de la conspiración; pero si es así ¡nunca hubo una evidencia! Mientras la angustia de Jacob se transformó en una constante melancolía, Judá mantenía un exterior de inocencia, o de preocupación fingida.
Judá supo esconder su verdadero yo, mientras ponía una fachada pública de honorable. Así los malvados prosperan, mientras los inocentes sufren. La narración sigue a José a Egipto, dónde se convierte en un personaje central en la historia de Israel. Mientras estuvo ahí fue acusado falsamente de violación, pero siempre mantuvo su integridad y finalmente, Dios lo levantó por encima de sus circunstancias, para establecerlo como una figura nacional destacada en Egipto. Mientras tanto la historia de Judá pasa de mala a espeluznante.
Judá sigue su vida, se cambia de pueblo a uno lejos de su familia, con otra cultura, se casó y fue padre de 3 hijos: Er, Onán y Selá. Er creció y Judá arregló el matrimonio con una mujer llamada Tamar. Desafortunadamente para ella, Er resultó ser un malvado y el Señor le quitó la vida aún joven. Esto la dejó viuda sin hijos en una situación difícil.
En esa cultura cananea y otras, tenían una tradición llamada: Ley de levirato, que protegía de la pobreza a las viudas sin hijos. En esa ley un pariente del fallecido podía reclamar sus bienes y casarse con la viuda, cuidarla y tener hijos. Casi siempre era el hermano, pero en la ley de Canaán lo podía hacer cualquiera de la familia. Para seguir esa costumbre Tamar se casa con el hermano: Onán. Pero él también hizo lo desagradable a Dios y también muere, esto coloca al 3 hijo en línea para casarse con Tamar.
Pero Judá vio un patrón. 2 hijos se casaron con Tamar y han muerto. La Biblia dice que, por consecuencia de su propia maldad, nada que ver con Tamar, pero Judá no quiere arriesgar y no quiere enviar a su 3 hijo a sufrir el mismo destino de los otros 2.
Judá pudo negarse a cumplir esa obligación familiar y rechazar ese matrimonio, pero tenía una reputación que mantener. Sus conocidos no le perdonarían que rompiera una tradición. La comunidad lo hubiera etiquetado como irresponsable, indigno de confianza, sinvergüenza, un hombre que no cuida a su familia, no se puede confiar que cumpla su trato en cualquier negocio y por supuesto no puede tener ningún puesto público.
Judá investigó la situación y encontró una escapatoria: Sela es muy chico de edad para casarse, así que le dice a Tamar un trato: Sela no tiene edad para casarse, pero pórtate como una viuda decente, vive con tu familia, lleva el luto, rechaza toda propuesta de matrimonio, usa tu vestido de luto y no te preocupes: cuidaré de ti.
Era una propuesta razonable por la superficie y ayudó a Judá a mantener su honor ante el público, pero era una promesa que no tenía la intención de cumplir. Esperó que, con el pasar de los años, todos se olvidaran de ese acuerdo.
Pasan los años, Sela crece, tiene edad para casarse, pero no lo dan. Mientras tanto, Tamar ha cumplido su parte del trato, pero Judá no mostró señal de querer honrar su promesa. De hecho, cuando la esposa de Judá murió ¡él pudo cumplir esa obligación! Pero ¡no lo hizo! Para estos años, la situación de Tamar es más vulnerable, tiene más edad, le quedan pocos años fértiles, no tiene la misma probabilidad de casarse. Si su padre muere, no tendrá forma de sostenerse así que decide hacer algo.
Cada primavera los que tienen muchas ovejas dejan su casa para ir a supervisar el esquilado de ovejas. Son días de fiesta, vino, dinero, todo eso ponía a esos hombres de buen humor. Si querías cobrar una deuda o pedirles que cumplieran una promesa, esta es la época para hacerlo. Tamar no intenta pedirle a Judá que cumpla su promesa, no confía en su integridad, en lugar de eso, planea dar a Judá una dosis de su propio engaño.
Se cambió la ropa de luto y se vistió como prostituta del templo. Los festivales en Canaán involucraban la prostitución ritualista como ofrenda para aumentar la fertilidad. Tamar conoce a Judá. Se sienta a la entrada del pueblo, sabe que Judá aparecerá por ahí, porque es el lugar donde los hombres importantes se reúnen a tratar negocios. El velo que lleva evita que la reconozca, además que Judá no espera ver a su nuera vestida como prostituta del tempo, Pero, tampoco le reconoció la voz al estar haciendo el trato, eso nos dice que no ha hablado con ella por años. No se hizo responsable de ella, ni se preocupó por saber cómo estaba. Judá solicita sus servicios y el pago será un cabrito.
Judá no lleva un cabrito por si se ofrecía, así que promete enviarlo después, pero Tamar no le cree, así que antes de la sesión le pide un depósito en garantía, algo de valor que ella pueda conservar hasta que envíe el pago. Le pide su sello, un sello de bronce que colgaba al cuello y lo usaban para cerrar compraventas, además pidió su bastón de madera tallada, todos objetos muy personales, el INE de la época. Judá aceptó.
Tamar vuelve a usar su ropa de viuda y regresa a su hogar. Pasan los días y envía el cabrito con un sirviente, pero no encuentra a esa mujer por ningún lado. Cuando pregunta le dice que ahí no ha habido ninguna prostituta del templo.
El siervo se lo informa a Judá, quién no se arriesga a seguir preguntando para evitar ser la burla del pueblo, decide dejar ahí el asunto. Después del festival encargará otro sello y tallará un nuevo bastón y se olvidó del asunto.
Pasan 3 meses. Judá regresó a su rutina, mientras Tamar sigue en silencio. Llega la primavera y el vientre de Tamar empezó a crecer; no pasó mucho para que la gente hablara y le llega el chisme a Judá: su nuera anduvo en malos pasos y está embarazada.
Judá responde, exactamente cómo reacciona alguien que esconde un pecado, alguien que pretende ser lo que no es: “arde” en ira de indignación por el pecado de alguien más. Olvidando convenientemente su pecado. Se convirtió en la quintaesencia de un juez justo, tomando el desliz público de Tamar como la oportunidad de ocultar su propia hipocresía. “Mi nuera ha avergonzado a mi familia” que sea juzgada en público y quemada por eso.
Pero, qué justo parece el Judá, seguro sus vecinos debieron ver con simpatía a este pilar de la comunidad. Con que valor soporta le desgracia traída a su casa por Tamar, qué propio de Judá, defender su buen nombre en contra del pecado de la desvergonzada de su nuera.
La respuesta de Judá nos daría risa de no ser por lo trágico. ¿No es este el mismo que hizo complot para matar a su hermano? ¿no es Judá quien vendió a su hermano como esclavo para ganar un dinero? ¿no es quien rompió el corazón de su padre y dejó que viviera en duelo por años? ¿no es el mismo Judá que prometió cuidar a su nuera, pero nunca intentó cumplir su palabra? ¿por su culpa casi la obligó a prostituirse para evitar la pobreza? Sabiendo la historia de Judá, vemos la ironía.
Pero sabemos algo que Judá y la comunidad no saben, que Tamar tiene evidencia del pecado secreto de Judá, pero por ahora, Tamar, sigue en silencio.
El día de la ejecución, el procedimiento sería que unos hombres irían a su casa, le atan las manos, le cortan el cabello, después la turba la arrastraría por las calles hasta el lugar de la ejecución. Pero antes que todo eso pasara, Tamar envía un mensaje a Juda:
“Pero cuando la sacaban para matarla, ella envió el siguiente mensaje a su suegro: «El dueño de estas cosas fue quien me dejó embarazada. Fíjese bien. ¿De quién son este sello, este cordón y este bastón?».” (Génesis 38:25, NTV)
El plan de Tamar funcionó perfectamente. Al esperar hasta el último momento, dejó a Judá sin oportunidad de esconderse. Ya hay una multitud reunida para ver a Tamar ser quemada. Judá es forzado a cancelar la ejecución, desechar los cargos y sería forzado a dar una explicación, Pronto tendrán su respuesta.
Judá prometió cuidar a su nuera, pero nunca le envió ayuda. Judá usó el cuerpo de una ramera en secreto, pero públicamente condena a su nuera por actuar como una. Tamar, para evitar caer en la indigencia tuvo que engañar a Judá para que cumpliera su promesa.
Con todo y lo raro de este episodio, llevó a Judá a un punto decisivo. Ya no podía seguir escondido tras una imagen de honorable en la comunidad. Ha sido expuesto como un hipócrita, mentiroso, estafador, idólatra, y su confesión ante la gente fue directa:
“Judá los reconoció enseguida y dijo: —Ella es más justa que yo, porque no arreglé que ella se casara con mi hijo Sela. Y Judá nunca más volvió a acostarse con Tamar.” (Génesis 38:26, NTV)
Aun con lo extremo del acto de la nuera para asegurar su futuro, no quitó el hecho de que sus acciones fueron más justos que las de él.
Si la historia de Judá terminara ahí, seríamos tentados a concluir que recibió lo que merecía, pero ¿comparar un poco de humillación pública con casi quemar a su nuera en la hoguera? Sería difícil decir que cosechó lo que sembró. Además, no se dice que esté sufriendo alguna consecuencia por lo que le hizo a José, pero la historia de Judá sigue.
Pasaron 20 años desde que vendieron a José como esclavo, no hay manera que sepan que José se ha levantado a una serie de eventos desafortunados para llegar a ser el primer ministro de Egipto. Durante su ascenso, diseñó una campaña nacional de almacenamiento de grano por 7 años, con tal de sobrevivir una sequía y hambruna. Por esa acción, miles de personas hambrientas de todo el mediterráneo congestionan los caminos a Egipto, esperando comprar algo de comida.
La hambruna pegó a la familia de Jacob, tanto que envió a los hermanos de José a Egipto a comprar provisiones. No envió a Benjamín su hijo más pequeño. Había perdido a José, no soporta la idea de perder a otro hijo favorito.
Como todos los extranjeros, se presentan ante el primer ministro para comprar granos, pero no reconocen a su hermano, después de tantos años, quizá pensaron que José había muerto como esclavo en las minas de Egipto. Además, que José lleva maquillaje y ropas oficiales, habla egipcio fluidamente. Al llegar los hermanos cumplen el protocolo al dirigirse a la realeza: se inclinan.
El significado de ese momento no podía pasar desapercibido para José, sin duda el tiempo se detuvo mientras un sueño casi olvidado por años empieza a ser recordado. José ocultó su identidad, hizo el papel de un desconfiado burócrata egipcio. Para probar si sus hermanos han cambiado. Quiere saber si su hermanito Benjamín ha sido presa de su odio. Decide encarcelar a Simeón y envió a los otros a casa con el grano, exigiendo que para la próxima lleven a su hermano menor.
Claro que eso no le va a gustar nada a Jacob y así fue ¡no lo permitió! Simeón que había quedado preso en garantía, tendrá que sobrevivir en la cárcel. Pasa el tiempo, el grano que han comprado se acaba, necesitan ir a Egipto otra vez. Judá promete a su papá:
“Judá le dijo a su padre: —Envía al muchacho conmigo, y nos iremos ahora mismo. De no ser así, todos moriremos de hambre, y no solamente nosotros, sino tú y nuestros hijos. Yo garantizo personalmente su seguridad. Puedes hacerme responsable a mí si no te lo traigo de regreso. Entonces cargaré con la culpa para siempre.” (Génesis 43:8–9, NTV)
Finalmente, Jacob cede, sin comida la hambruna los matará a todos, incluido Benjamín, pero si lo envía a Egipto, quizá todos vivan.
Regresan a Egipto, cuando Judá y sus hermanos se presentan ante José, los 11 se inclinan ante él por respeto. Para su sorpresa José los honra con una gran cena, mientras disfrutan el banquete, José los observa fijamente, busca señales de odio o celos hacia Benjamín, pero en lugar de odios, escucha lamentos en sus voces, se arrepienten de lo que le hicieron a José y expresan remordimiento por el dolor causado a su padre.
Para estar seguro, José diseñó una última prueba. Cargó los burros de todos con tanto grano como podían cargar, metió el dinero que habían pagado en cada saco y escondió su lujosa copa de plata entre las cosas de Benjamín. Una vez que la caravana salió de Egipto, les dijo a sus oficiales del robo, que buscaran a esos hombres, registraran todo y encontraran su copa. Cuando los oficiales hacen eso, encuentran la copa en el saco de Benjamín, son arrestados y los amenazan con hacerlos esclavos.
José incriminó a Benjamín con el único objetivo de ver cómo reaccionaban sus hermanos ¿lo sacrificarán para salvarse ellos? ¿tomarían esa oportunidad para librarse de ese otro hermano favorito? ¿intentarían salvarlo?
Judá personalmente ha garantizado la seguridad de Benjamín ante su padre, pero es conocido por su falta de seriedad en cumplir sus tratos. Judá pide hablar en privado con José para rogar que suelten a Benjamín.
“Mi señor, yo le garanticé a mi padre que me haría cargo del muchacho. Le dije que, si no lo llevaba de regreso, yo cargaría con la culpa para siempre. »Por favor, mi señor, permita que yo me quede aquí como esclavo en lugar del muchacho, y deje que el muchacho regrese con sus hermanos. Pues, ¿cómo podré regresar y ver a mi padre si el muchacho no está conmigo? ¡No podría soportar ver la angustia que le provocaría a mi padre!” (Génesis 44:32–34, NTV)
Cuando José escuchó eso, no pudo contenerse más, ordenó que sus asistentes salieran de la sala y se quedó sólo con sus hermanos.
Hasta ese momento José usa un intérprete, ahora que están solos, los hermanos se preguntan cómo se van a comunicar con él. Imagina su estado, cuando José los ve a los ojos y les dice en su propio idioma:
“«¡Soy José! —dijo a sus hermanos—. ¿Vive mi padre todavía?». ¡Pero sus hermanos se quedaron mudos! Estaban atónitos al darse cuenta de que tenían a José frente a ellos.” (Génesis 45:3, NTV)
Cuando lo reconocen, los hermanos se inclinan hasta el suelo una vez más, pero ahora de miedo más que de respeto. El hermano que más miedo tenía ¿quién sería? ¡Judá! Que sin duda pensó en lo que él haría si los papeles fueran al revés. Judá que por más de 20 años ha escapado a las consecuencias de su traición, pero lo que siembras, cosechas. Así que seguro, por fin tendrá lo que ha estado esperando y era lo que más temía.
Pero no oyen ruido de soldados o guardias corriendo, no se oyó orden de arresto, todo está en una extraña calma. Ese sería un día que Judá nunca olvidaría, porque fue un día de Gracia. En este día le fue dado precisamente lo que menos merecía. José dijo:
“Pero no se inquieten ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido. Fue Dios quien me envió a este lugar antes que ustedes, a fin de preservarles la vida.” (Génesis 45:5, NTV)
Sólo podemos imaginar ¿cuánto tiempo tardaron en hablarle? ¿cuánto en levantar la mirada y verlo a los ojos? Llenos por la culpa por lo que habían hecho, pero José está lleno de algo totalmente diferente: ¡Gracia!
José no sólo los perdonó, sino que los invitó a traer a sus familias, a vivir en la parte más fértil de Egipto. En segundos Judá y sus hermanos, pasaron de ser condenados a muerte a tener la posición de huéspedes distinguidos del 2º hombre más poderoso de Egipto.
Una vez más, la ley de la siembra y la cosecha es frustrada por la gracia. Al final resultó que Judá en realidad ¡nunca recibió su merecido! Cómo siempre ocurre con la gracia, obtuvo lo que menos merecía.
Pero la historia no termina ahí. Años más tarde, cuando Jacob está al borde de la muerte, sus 12 hijos se reúnen alrededor para recibir su bendición; según la tradición uno recibiría una doble porción de la herencia y llevaría el título de primogénito, que lo designaba como cabeza o patriarca oficial de la familia. Normalmente el honor era del hijo mayor, pero el padre podía elegir a cualquiera a su discreción,
Para este tiempo han aceptado el estatus de José como favorito, esperan que sea él el patriarca oficial de la familia; después de todo, desde la juventud ha probado ser de valores y principios al enfrentar dificultades y a pesar de la crueldad que vivió a manos de mucha gente, empezando por Judá, ha demostrado la fuerza de un líder y él sólo salvó a la incipiente nación de Israel. Si alguien merece el título o se lo ha ganado, es José.
Rubén el hijo mayor, solito se descalificó y Jacob le negó el privilegio. Años antes insultó el honor de su padre al acostarse con una de sus concubinas. Rubén movió la cabeza reconociendo que él está eliminado.
El siguiente en orden es Simeón, también se hace un lado, no tendrá ese honor, porque cuando joven, impulsivo y violento, junto con Leví, asesinaron un pueblo entero, después que los líderes de ese pueblo violaron a su hermana: Dina. Jacob no quería que el nombre de la familia fuera asociado con esa crueldad.
Leví habiendo escuchado el dictamen de su padre contra Simeón, supo que él tampoco sería y volteo a ver a Judá, el siguiente en orden.
Judá se acerca temeroso pero dispuesto a soportar y recibir lo que merece. A estas alturas sus secretos son del dominio público. Planeo la venta de José como esclavo, dejó a su padre llorar su muerte, mientras José vivía de forma ejemplar, aun siendo esclavo, Judá llevó una doble vida, si algún hombre ha perdido la primogenitura ese es Judá.
Pero, lo que da vueltas, no siempre regresa, no siempre se recibe lo que se espera, Judá se acercó a su padre, se arrodilló y ésta es la bendición que recibió de Jacob:
“»Judá, tus hermanos te alabarán. Agarrarás a tus enemigos por el cuello. Todos tus parientes se inclinarán ante ti.” (Génesis 49:8, NTV)
“El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de mando de sus descendientes, hasta que venga aquel a quien le pertenece, aquel a quien todas las naciones honrarán.” (Génesis 49:10, NTV)
La bendición de Jacob insinúa que los descendientes de Judá serán reyes, esto debió parecer extraño a Judá y sus hermanos, pues sólo son una gran familia, no una nación. Sin mencionar que viven en Egipto, pero ¡eso es exactamente lo que sucedió! Las familias de los 12 hijos de Jacob se convierten en las 12 tribus de Israel y comenzando con el rey David, los reyes de Israel, surgen del linaje de Judá ¿quién lo hubiera pensado?
Ciertamente, Judá no merecía nada de esto. La historia de su vida se lee como una novela, sin embargo, Dios escogió traer al Mesías al mundo a través del linaje de Judá ¡No de José! Después de una larga vida de pecado, hipocresía, Judá fue llevado a un lugar de humildad y gratitud. Pero no fue llevado a ese lugar por medio de la amenaza o del castigo, sino que fue llevado allí por medio de la gracia.
Al final, no se puede decir que halló la gracia, porque ¡nunca la fue a buscar! Al contrario, ¡la gracia lo encontró a él!
A través de esta dramática historia que tardó más de 20 años en desenvolverse, Dios nos muestra y te dice hoy que continúa tejiendo el tema de la gracia en la historia de la humanidad y en tu historia, Por medio de la historia de Judá nos recuerda que la gracia no está reservada para la gente buena, la gracia subraya, resalta la bondad de Dios. Hoy tienes la ventaja que sabes la historia, hoy tu puedes venir a buscar SU Gracia y Su Favor, que todos estos años te ha estado buscando.
Palabra de Dios
LA BENDICIÓN PASTORAL
Isaías 54:8–10 (NTV): Pero con amor eterno tendré compasión de ti
—dice el Señor, tu Redentor—.
10 Pues las montañas podrán moverse
y las colinas desaparecer,
pero aun así mi fiel amor por ti permanecerá;
mi pacto de bendición nunca será roto
—dice el Señor, que tiene misericordia de ti—.