Gracia Asombrosa 4
Gracia Asombrosa 4 • Sermon • Submitted
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· 41 viewsLa ley es una extensión de la gracia de Dios, es porque ya estamos en una relación, no para entrar a una.
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Continuamos estudiando sobre el amor de Dios que se muestra en una Gracia Asombrosa, hoy veremos un tema súper importante, la respuesta a este tema debe ser gratitud y una vida entregada en amor y por amor a nuestro Dios.
Una de las relaciones que más se mal entienden es la relación entre la ley y la gracia de Dios. Y lo podemos entender porque, después de todo, si la ley de Dios nos instruye a no hacer algo y lo hacemos ¿podemos esperar que no vea esa falla, motivado por su gracia? Si va a darnos lo que no merecemos, cada vez que lo merecemos ¿para qué darnos las leyes?
El debate entre la ley y la gracia fácilmente pasa, de ser un debate práctico, a un debate sobre nuestra salvación. Hay quienes argumentan que la ley fue dada para darnos una forma de ganar el favor de Dios y quizá una forma de ganarnos el cielo. La mayoría de las religiones del mundo tienen alguna forma de método para ganarse el camino al cielo.
Incluso entre grupos de cristianos, se discute que la salvación es por fe y gracia y ¡nada más! Pero aún dentro de esos grupos que creen que es sólo por fe, he escuchado a quienes dicen que si una persona no cumple o mantiene las leyes de Dios en forma consistente ¡ni siquiera es cristiano! Esa perspectiva de la ley y la gracia implica que cumplir la ley es una prueba de la salvación por gracia; en otras palabras -dicen-: los verdaderos cristianos ¡obedecerán la ley de Dios! (cuando menos la mayoría de las veces), pero muchos que dicen eso, no consideran rebasar los límites de velocidad, estacionarse en doble fila, no pagar impuestos, enojarse contra alguien, como un pecado, a pesar de que el NT dice que debemos obedecer las leyes dadas por las autoridades.
Vemos en la Biblia que dice: no hagas esto, no hagas aquello; pero al mismo tiempo la Biblia dice mucho sobre la gracia ¿por qué? Si son los 2, entonces ¿cómo se combinan?
La buena nueva es que no es tan confuso, la forma más fácil de entender la relación entre ley y gracia de Dios es ver la famosa lista de leyes dado en la historia de la humanidad y la historia detrás de esas leyes. Me refiero, por supuesto, a los 10 mandamientos. La mayoría está de acuerdo que debemos cumplir los 10 mandamientos, aunque la mayoría no puede mencionar esos 10. Sólo recuerdan 3 o 4 cuando mucho. Dime los mandamientos que recuerdas: no matarás, no robarás, no cometerás adulterio, no mentirás. Casi nadie se acuerda de los primeros, por lo general se van a las reglas de conducta.
Eso es triste porque demuestra nuestra disposición a creer el mito de que lo que Dios siente hacia la humanidad es negativo: no esto, no lo otro. Dicho de otra forma: la obediencia te mantiene dentro y la desobediencia te deja fuera; o que Dios aprueba sólo a los que cumplen, pero ¡nada está más lejos de la verdad!
El contexto en el que se dan los mandamientos resuelve esa tensión entre el Dios de la ley y el Dios de la gracia. Los 10 mandamientos no están en oposición a la gracia, sino que son dados dentro de la historia en un contexto de la Gracia. La ley de Dios se muestra en el AT, pero sólo como un subtexto de una narrativa mayor, que resalta la gracia hacia la gente necesitada y que no la merece. Veamos la historia de los 10 mandamientos.
¿Has escuchado la frase “Tierra Prometida”?
Es un territorio dado como promesa de Dios a Abraham, que vimos hace 3 semanas. Dios le revela a Abraham cómo sus descendientes poseerán la tierra prometida y el futuro. Le da 3 predicciones:
“Después el Señor dijo a Abram: «Ten por seguro que tus descendientes serán extranjeros en una tierra ajena, donde los oprimirán como esclavos durante cuatrocientos años; pero yo castigaré a la nación que los esclavice, y al final saldrán con muchas riquezas. En cuanto a ti, morirás en paz y serás enterrado en buena vejez. Cuando hayan pasado cuatro generaciones, tus descendientes regresarán aquí, a esta tierra, porque los pecados de los amorreos no ameritan aún su destrucción».” (Génesis 15:13–16, NTV)
Básicamente:
1. Tus descendientes serán extranjeros en un país que no es el suyo.
2. Serán esclavos y tratados injustamente por 400 años.
3. Castigaré a la nación que los esclavice y saldrán con muchas riquezas.
Así sucedió. La semana pasada vimos a José salvar a la familia de morir de hambre y los lleva a la región más fértil de Egipto. Después de unas generaciones ese clan de 45 crece hasta ser una nación grande, que llegó a ser motivo de ansiedad a los reyes que siguieron y no conocieron a José. El nuevo faraón se preocupó que los israelitas pudieran apoyar a un ejército enemigo o ponerse contra ellos. La solución fue ¡hacerlos esclavos! Por muchos años fueron obligados a ser fuerza de trabajo y ser esclavos por tantos años, los definió como nación.
430 años después que llegaron a Egipto, ahora son unos 3 millones, pero no tienen gobierno propio, faraón los gobierna, no tienen leyes, son las de Egipto, no tienen territorio, sólo saben ser cautivos, oprimidos, pobres y no tienen esperanza. Mantienen una pureza racial o de sangre por que los egipcios no considerarían casarse con un esclavo. Israel tiene una perspectiva de Dios llena de supersticiones de los egipcios.
Después de 400 años de esclavitud, Dios levantó a Moisés para liderar a Israel fuera de Egipto y conquistar la tierra que le prometió a Abraham. Esa salida de Egipto se conoce como el Éxodo. Poco después que los sacó de Egipto y antes de entrar en la tierra prometida, el Señor quería definir una nueva identidad nacional. Los hebreos necesitan conocer a Dios como lo hizo Abraham, Isaac y Jacob (Israel). Ha demostrado su poder en milagros asombrosos y les ha dicho que son SU pueblo. Los ha comprado de la esclavitud. Dios les dio un conjunto de reglas para vivir. La ley de Moisés contiene más de 600 reglas, entre reglas de alimentación, desinfección, matrimonios, niños, esclavos, animales, contagio, leyes para los crímenes y el castigo correspondiente. Una gran parte de estas leyes instruyen sobre los sacrificios. Si has leído el AT y Levítico en particular, quizá te preguntes ¿por qué tantas leyes? ¿por qué tanto detalle?
Pero recuerda ¡eran una nación de esclavos! Nunca han sido responsables de ellos mismos, no tenían gobierno, leyes, sistema judicial; sólo tienen a Moisés, una columna que los guía por el desierto ¡eso es todo!
Así que Dios les instruye de forma detallada cómo conducirse, y es dentro de este marco de referencia que llegamos a los 10 mandamientos que Dios da a Moisés. Son leyes que ponen el tono para las demás leyes que surgieron. Cuando se lee en su contexto, algo queda súper claro: Esos 10 mandamientos, junto con las 600 leyes que le siguen ¡no tienen nada que ver con dónde pasarán la eternidad! Dios sólo está dando una guía de conducta a un grupo de personas que no tenían ¡una guía de conducta! Pero no eran cualquier grupo, era un grupo que ha sido sacado de la esclavitud, un grupo a quién ÉL ya les ha dicho que son de ÉL.
Puedes conocer mucho de una persona, familia o gobierno por las reglas que tiene y las leyes que impone; eso revela algo sobre los valores. Protegemos más lo que más valoramos, y lo mismo pasa con Dios, sus reglas nos muestran lo que más valora.
Los milagros con que los sacó de Egipto demostraron su poder, pero reveló poco de su naturaleza. La mitología egipcia describe a dioses que son caprichosos, crueles ¿qué tipo de deidad será el Dios de Abraham? La gente necesita saberlo y los 10 mandamientos les asegura que su Dios no era sólo un Dios poderoso, sino un Dios bueno.
3 meses después del éxodo, en un lugar entre Egipto y la tierra prometida, Dios le dice a Moisés que se reúna con ÉL en la cima del monte Sinaí, mientras el pueblo acampa en el valle; pero antes de darle las leyes, Dios dijo algo que debe haber cimbrado y dado confianza a Moisés, le dijo:
“«Yo soy el Señor tu Dios...” (Éxodo 20:2, NTV)
Moisés pudo decir: ¡espera! Dijiste TU DIOS, quizá es ¡EL DIOS! Nosotros tenemos 3 milenos de información y desinformación sobre Dios, pero Moisés y los israelitas ¡no saben nada! Todo lo que saben es que los ha liberado de la esclavitud y los lleva a la tierra prometida. Lo sencillo y casi insignificante del pronombre (tu) implica algo profundo y nuevo para Moisés y los israelitas.
Las culturas antiguas creían en dioses territoriales, deidades imaginarias que controlan regiones específicas. Adoran dioses que controlan funciones de la naturaleza: dios del sol, tormentas, luna, nacimientos, muertes, siembras, etc. Después de años de opresión en Egipto, la idea de un Dios personal ha desaparecido de la memoria colectiva.
La expresión “Tu Dios”, implica ¡una relación! Pero ellos no han hecho nada para merecer o tener esa relación. Como esclavos que escapan no tienen nada que ofrecer, n i siquiera saben ¡qué le gusta a este Dios! Sin embargo, la frase TU DIOS afirma un hecho: Los israelitas ya tienen una relación con Dios. ÉL está diciendo: “Ya son mi pueblo” y el Señor le recordó a Moisés:
“«Yo soy el Señor tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo.” (Éxodo 20:2, NTV)
Esto es lo que llevó a las 10 plagas, cuando Dios se burló de los dioses mitológicos egipcios, los protegió de las plagas, incluyendo la última en que los primogénitos de cada casa murieron. El ángel de la muerte “pasó” sobre las casas donde había sangre del cordero sacrificado, en los postes de las puertas, simbolizando su confianza en la misericordia de Dios. Milagrosamente, dividió el mar rojo salvándolos dramáticamente del ejército egipcio. Les dio una columna que los seguía de día y daba sombra y una columna de fuego que les daba calor de noche, les dio agua de una manera sobrenatural, los alimentó en el desierto.
El mensaje de Dios a Moisés no pudo ser más claro: No estás aquí para establecer una relación conmigo, sino que ¡ya estás en una relación! Lo que hice hace 3 meses para liberarlos, es porque ¡ya hay una relación existente!
Es una relación que empezó hace más de 600 años con una promesa hecha a un hombre que no lo merecía: Abraham. Ese es el contexto en que Dios da la ley a su pueblo. Dios inició una relación con su pueblo antes que siquiera les dijera cuáles eran las reglas.
Habiendo establecido y sellado la relación, les ha demostrado la certeza y seguridad de su relación, es ahí que les da las leyes para que vivan. Las reglas sin una relación llevan a la rebelión. Dios entiendes la naturaleza humana, así que le da a Israel las reglas después que ya tienen una relación. Y una relación empieza y termina con la confianza. Es más, el nivel de confianza indica la fortaleza de la relación. No importa qué tanto una persona quiera conectar con otras, no puede haber una relación sin confianza. Así que los primeros mandamientos no deben sorprendernos:
“» No tengas ningún otro dios aparte de mí.».” (Éxodo 20:3, NTV)
Este mandamiento tiene que ver con confiar en Dios quien suple todas nuestras necesidades. Dios le dice a Israel: “quiero ser tu único Dios” ¿por qué necesitaba decirles eso? Porque todo lo que ellos recuerdan es estar rodeado de personas que adoran muchas deidades; Dios no quería que su pueblo se volviera a múltiples dioses, quiere ser el Único Dios, una sola fuente de todo lo que necesitan. Además, les está diciendo ¡YO SOY el Único Dios! Lo que es más importante para mí, aún más que tu obediencia, es que creas que YO SOY y puedes confiar en mí.
El 2º mandamiento suena como repetición del 1º, pero introduce una nueva idea:
“» No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la tierra, o en el mar.” (Éxodo 20:4, NTV)
Es una prohibición a cualquier intento de hacer algún tipo de monumento, estatua o cualquier tipo de imagen que lo represente. Si la idea de un único Dios es difícil de entender o aceptar para ellos, la idea de un Dios invisible ¡no tiene sentido! Todo dios pagano podía ser trazado hasta algún aspecto de la naturaleza. Lo que representaban no era sólo por el bien de lo que querían representar, sino que implicaba adoración. Se inclinan ante esas imágenes, ofrecían sacrificios, oraciones, cantos para obtener su atención, incluso los vestían y los alimentaban.
El Señor ordenó a su pueblo evitar hacer cualquier representación de ÉL por 2 razones importantes, 1) A Dios no se le puede representar, es Único en cualquier manera concebible, cualquier cosa que el ser humano pueda crear, ÉL es más grande. Cualquier maravilla de la naturaleza que puede ser observado ¡ÉL es más majestuoso! Cualquier poder en el Universo que podamos descubrir ¡no se le puede comparar! Dios no quiere que su pueblo intente hacer algo manejable, algo que puedan visitar o abandonar, algo que puedan crear y después descuidar, algo que puedan darle algún valor y después ignorar.
2) Dios no quería que Su pueblo se esclavizara a objetos inanimados, cuando ¡tienen al Dios viviente! Listo y dispuesto a liberarlos. Irónicamente, mientras Moisés recibe los mandamientos de parte de Dios, los israelitas convencieron a Aarón, el 2º al mando, para que les hiciera un becerro de oro. No contentos con un Dios invisible, que existe, se conformaron con la representación física de un dios ¡inventado! Imaginario. Hicieron a un lado al Dios que los liberó milagrosamente de las ataduras de adorar a un dios que puedan manejar y manipular a su antojo.
Cuando Moisés recuerda ese evento y lo registra, nos permite ver los eventos desde otra óptica.
Al leer la historia podemos ver eventos simultáneos en la cima de la montaña y abajo en el valle. Dios Llegando a los Israelitas en la cumbre, mientras que los israelitas lo abandonan por un becerro de oro en el valle y desde esta perspectiva, vemos lo absurdo de eso.
Una vez establecido su exclusividad sobre ellos como SU pueblo, el Señor ahora se va al tema de la autoridad religiosa en el siguiente mandamiento.
“» No hagas mal uso del nombre del Señortu Dios. El Señor no te dejará sin castigo si usas mal su nombre.” (Éxodo 20:7, NTV)
En hebreo el Nombre sagrado de Dios se representa con 4 consonantes Y-H-W-H. Como nadie ha mencionado dicho nombre por siglos, no sabemos qué vocales insertar. El día de hoy, en algunas páginas web judías, se refieren al Señor como D—S.
Honrar el nombre de Dios es muy importante, pero no les da este mandamiento para desanimar o castigar a quien use su nombre al darse un martillazo. El mandamiento va a algo más profundo. La traducción más clara sería algo así: “No uses mal el Nombre del Señor” o parafraseado: “no agregues el Nombre de Dios a algo en lo que Dios no lo ha agregado”. No hagas mal uso del Nombre de Dios, para tu ventaja o cumplir tu agenda. Dios estaba a punto de darles un tipo de constitución, con cientos de leyes y estatutos; así que no quería que empezaran a buscar escapatorias. Dios sabe que la gente intentaría usar Su Nombre para apoyar sus tradiciones o como un medio para eludir su propia ley.
Para cuando Jesús llegó, la tradición religiosa permitía que alguien dedicara sus bienes terrenales a Dios, usando un tipo de planificación familiar. La persona decía: “Dios toda mi riqueza y posesiones son tuyas. Yo las cuida y las uso, pero cuando muera, son tuyas, pero si quieres usarlas dímelo”. Si los padres ancianos necesitaban apoyo el hijo decía: “Me encantaría poder ayudarte, pero he dedicado mi riqueza a Dios y lo estoy guardando en caso de que lo necesita; no quieres quitarme lo que es del Señor ¿o sí?” Usando esa ingeniosa estratagema, invocaban el Nombre de Dios para validarse y apoyar su avaricia. Jesús los confronta diciendo:
“Entonces dijo: —Ustedes esquivan hábilmente la ley de Dios para aferrarse a su propia tradición.” (Marcos 7:9, NTV)
“Y entonces anulan la palabra de Dios para transmitir su propia tradición. Y este es sólo un ejemplo entre muchos otros.” (Marcos 7:13, NTV)
Pero eso no detuvo a los líderes religiosos en Jerusalén. Las autoridades religiosas habían usado mal el Nombre de Dios para servirse ellos mismos por siglos. Frecuentemente resultando en las atrocidades más espantosas de la historia: las cruzadas, la inquisición, limpieza étnica, terrorismo, atentados, etc.
En una escala más personal, muchas personas pueden narrar historias dolorosas de cómo fueron heridos por líderes de cualquier iglesia. Quizá conoces alguna autoridad que usó el Nombre de Dios para decir ciertas cosas, reglas y castigar a las personas por osarse oponerse a la voluntad de Dios y eso es precisamente lo que Dios quería evitar. Dios dio este mandamiento como los primeros 2 para salvaguardar la relación de Su pueblo con ÉL. Los 3 primeros mandamientos guardan, protegen la relación divina. El cuarto mandamiento celebra esa relación.
“» Acuérdate de guardar el día de descanso al mantenerlo santo.” (Éxodo 20:8, NTV)
La palabra hebrea para descanso es Sabbat, que viene del verbo “detenerse” o “hacer un alto”, SU pueblo debía parar todo trabajo y dedicar 24 horas de descanso, para explicar la razón del Sabbat Moisés indica la narración de la Creación.
“Pues en seis días el Señor hizo los cielos, la tierra, el mar, y todo lo que hay en ellos; pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día de descanso y lo apartó como un día santo.” (Éxodo 20:11, NTV)
EL punto de Moisés no es que Dios se agotó en el 7º día y necesitaba descansar, sino que Dios ese día descansó, terminó, paró; porque había completado todo Su trabajo. Había provisto todo lo que la humanidad necesitaba, en esos 6 días.
Dios dio la ley del Sabbat como un recordatorio perpetuo de Su provisión, descansarían en SU fidelidad y cuidado de ellos. Para recalcar el Señor usó las circunstancias de los Israelitas.
Después de salir de Egipto, el pueblo no estaba listo ni organizacional ni espiritualmente para ocupar un territorio como nación. Y como la historia registra, necesitaron 40 años para edificar su nación; sin embargo, el pueblo no podía llevar tanta agua ni alimento para esos 40 años en el desierto, con poca provisión el pueblo empezó a quejarse contra Moisés.
“«¡Si tan sólo el Señor nos hubiera matado en Egipto! —protestaban—. Allá nos sentábamos junto a las ollas llenas de carne y comíamos todo el pan que se nos antojaba; pero ahora tú nos has traído a este desierto para matarnos de hambre».” (Éxodo 16:3, NTV)
Y una mañana al despertar, encuentran por todo el terreno del campamento, fuera de sus tiendas una hojuela blanca, la gente dice: “man hu” que en hebreo es ¿qué eso? Y llamaron a eso que cayó del cielo “maná”. El Señor les instruyó juntar sólo lo suficiente para las necesidades de un día, pero por supuesto, algunos intentaron almacenar para más de un día, sólo para descubrir que al día siguiente estaba podrido y lleno de gusanos.
El Señor usó esa lección del pan diario para enseñarles a depender sólo de ÉL para el sustento. Quería crear una nueva cultura de dependencia diaria y confianza permanente, algo que quedaría grabado como parte de su conciencia nacional, incluso en la abundancia en la tierra prometida.
Esta lección les enseñaría que su proveedor es ¿quién? ¡DIOS! No la tierra, economía, aliados, negocio, cada día por más de 40 años el pueblo dependió de la provisión diaria de Dios.
Dios ordenó que reunieran el maná suficiente para cada día, confiando en ÉL para el día siguiente, sin embargo, hizo una excepción a este patrón; el viernes el pueblo reuniría suficiente para 2 días de alimentos. El 6º y 7º día de la semana. En todos los otros días el maná aparecía en la mañana y se descomponía, excepto el sábado que el Señor lo había declarado Sabbat, día de parar.
El punto es: Dios proveerá 7 días de sustento en 6 días de esfuerzo. Toda provisión viene de ÉL y no hagas nada el día 7º. Así que detente, para de trabajar por 24 horas, disfruta un regalo divino de descanso; el maná del sábado era un recordatorio semanal de la provisión diaria de Dios.
Este sistema no requería nada de su pueblo más que confiar en SU fidelidad y bondad.
ÉL quería y aún quiere que su pueblo recuerde que mientras el trabajo es bueno y el esfuerzo es necesario, el sustento diario proviene de ÉL.
Así aprendemos que el 4º mandamiento, como los 3 primeros apoyan y refuerzan el hecho que Israel ya tiene una relación con Dios, sólo es cuestión de reconocer esa relación y vivir en armonía con el diseño de Dios para ellos. Llamó a los hebreos a vivir en completa dependencia de ÉL y como resultado, disfrutar una vida abundante espiritual siempre y algunas veces material.
Cuando el Señor sacó a Su pueblo de la esclavitud para establecerlos en la tierra prometida les aseguró la relación entre su amor y su ley. Orquestó con cuidado cada evento y cada experiencia para enseñar a los israelitas y a la humanidad por medio de ellos. Esta verdad fundamental de la Ley de Dios, nunca se dio para establecer una relación. La ley de Dios se dio para confirmar una relación ya existente.
Pensemos en esto para terminar. La historia del éxodo y los 10 mandamientos reflejan algo importante sobre el carácter de Dios. Si nos lo perdemos nunca entenderemos el papel que la ley de Dios tiene en nuestra relación con ÉL, o aún peor, si entendemos mal el propósito de la ley de Dios, Su gracia permanecerá como un misterio para siempre.
La ley de Dios es una expresión de SU gracia. Piensa en tu mascota, si no tienes piensa en la mía. Tenemos una french llamada Luna, te pregunto ¿en qué momento crees que le empezamos a enseñar sobre los límites a Luna? ¿antes o después que llegó a la casa? Claro ¡después!
Una vez que fue nuestra, le enseñamos las reglas de la casa; imagina lo absurdo, si la robamos de un dueño anterior, la metemos en la casa y decimos que ya es nuestra, porque está en nuestra casa. No se hizo nuestra mascota cuando la metimos en la casa, sino que está en nuestra casa porque es nuestra mascota. Llegó a ser nuestra perrita cuando la compramos.
De forma similar, Dios no puso bardas alrededor de su pueblo para hacerlos suyos, Dios da las reglas de conducta a quienes le pertenecen.
Ahora bien, de vez en cuando luna descubre que la puerta está abierta y se sale, cuando eso pasa, vero que se salió, pero nunca he dicho que Luna ya no es nuestra mascota porque ya no está en la casa y no ha cumplido mis reglas ¡no hago eso! Es nuestra perrita ya sea que esté en nuestra casa, nuestro patio o en la casa de los vecinos ¿por qué? Porque la obediencia no determina la propiedad.
De esta forma como nuestra familia eligió comprar a Luna, Dios decidió “comprarnos” del pecado, a través del sacrificio de SU Hijo, bueno, quizá no de la misma forma, pero me entiendes.
Luna no se ganó ser de nuestra propiedad o el derecho de entrar a la casa, nosotros tampoco nos ganamos el derecho a la Casa de Dios. ÉL eligió hacernos suyos sólo por Gracia. Entramos en una relación por medio de la fe, aceptando SU oferta de perdón por nuestros pecados y entonces y sólo entonces, somos responsables de sus instrucciones para vivir.
La siguiente semana veremos los otros mandamientos, pero recuerda que son dados a una nación que ya tenía una relación con ÉL y si te ves midiendo tu comportamiento contra esas instrucciones de vida, recuerda que lo que es verdad para Israel, es verdad también para ti. Esas instrucciones divinas, permanecen no como una entrada a una relación con Dios, sino como una confirmación de que ya le perteneces.
Palabra de Dios