Principios para una oración efectiva. Estudio 6.

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Cuando oramos, debemos tener bien claro quienes somos y a quien tenemos.

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Introducción:

Cinco principios de oración efectiva, hemos estudiado hasta ahora:
1. Confesar nuestras ofensas unos a otros y perdonarnos unos a otros antes de orar. Santiago 5:16
2. Orar con una actitud humilde y de dependencia ante Dios, con las palabras correctas. (1 Reyes 8: 27-30, 38-39).
3. Una oración en momentos difíciles, precedida de confianza. Salmo 3:4–5.
4. Orar intercediendo por nuestros enemigos.Salmo 4:1–5.
5. Una oración que no sea externa, sino que proceda de un corazón limpio, lleno de verdadero temor a Dios. Isaías 29:13–14.
Ahora, vamos a escudriñar tres pasajes de la carta a los Hebreos, para encontrar otro principio de eficacia en la oración que la hace efectiva.
Como sabemos orar, es acercarse a Dios y hablar con él.
Lo primero que debemos saber es que los Cristianos tenemos acceso a Dios, no necesitamos como en el AT, un sacerdote humano para que se presente por nosotros delante de Dios.

I. Los creyentes tenemos acceso a Dios a través de nuestro sumo sacerdote Jesucristo.

Hebreos 4:14 RVR60
14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
Jesús después de haber hecho un sacrificio en la cruz, traspasó los cielos,
El primer cielo (la atmósfera).
El segundo cielo (el espacio exterior)
Llegó al tercer cielo (la morada de Dios; 2 Co. 12:2–4).
Su sacrificio fue perfecto, el sumo sacerdote era perfecto y se sentó para toda la eternidad a la diestra de Dios.
Hebreos 1:3 RVR60
3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Por él ahora podemos entrar a la habitación del trono de los cielos y acercarnos a Dios.
Ahora no es cualquier sumo sacerdote, es uno que nos entiende, conoce nuestras debilidades y se compadece.
Hebreos 4:15 RVR60
15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Por esto podemos acercarnos con confianza, Hebreos 4:16
Hebreos 4:16 RVR60
16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Es allí donde podemos clamar, podemos pedir ayuda, podemos poner nuestros problemas a sus pies.
Allí podemos alcanzar misericordia y hallar gracia delante de Dios y recibir el oportuno socorro, la ayuda que necesitamos.
Lo segundo que aprendemos es que .

II. NUESTRO SUMO SACERDOTE INTERCEDE POR NOSOTROS.

Hebreos 7:25 RVR60
25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
El sacerdocio de Jesús no es solo eterno e inalterable, también es ilimitado en su alcance. Él salva perpetuamente.
No es una medida incompleta, como los sacrificios que solo simbolizaban la remoción del pecado, Jesucristo salva eterna y completamente.
Ahora por haber alcanzado la salvación, tenemos la seguridad de que él siempre intercede por nosotros.
Ahora esta es una intercesión perpetua, Jesucristo intercede por nosotros ante el Padre constantemente, eternamente, perpetuamente.
Cada vez que pecamos, le dice al Padre: “Ponlo a mi cuenta. Mi sacrificio ya pagó por eso”. Por medio de Jesucristo, podemos presentarnos como enseña Judas:
“sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Jud. 24).
Y lo tercero que debemos considerar es que:

III. DEBEMOS CONSIDERAR CÓMO NOS ACERCAMOS.

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura (Hebreos 10: 19-22).
Bueno, ahora ya tenemos libertad para entrar al lugar santísimo, ya Jesús pagó con su sacrificio perfecto en la cruz , abrió un camino nuevo, se hizo nuestro sumo sacerdote que intercede por nosotros perpetuamente, ahora sólo queda acercarnos.
Sin embargo dice el escritor que consideremos la forma en que nos acercamos.
Dice: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”
La palabra sincero significa auténtico, sin superficialidad, hipocresía o motivos ocultos.
En plena certidumbre exige un compromiso autentico.
Hablamos de fe que lleva consigo compromiso, decisión de vivir forma agradable a Dios, de vivir y hacer su voluntad.
Y no solo debemos hacerlo con un corazón sincero, sino purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
Esta es una figura de las ceremonias del antiguo pacto, es una referencia a la limpieza externa que los sacerdotes hacían de los utensilios que usaban, fuera con agua o con sangre, sin embargo en Cristo limpiamos nuestros corazones, nuestros pecados quedan cubiertos por su sangre y nuestra vida se transforma.
Y a través de su Espíritu sigue limpiando nuestros pensamientos y nuestros deseos más internos, lo que hay en nuestros corazones.
El texto dice que debemos purificar nuestros corazones de mala conciencia.
La conciencia nos condena y nos recuerda nuestra culpa; y la culpa no se puede eliminar mientras no se quite el pecado.
Nuestra conciencia es guiada por el Espíritu Santo, él siempre va a estar hablando a nuestras vidas, hasta que decidimos dejar nuestro pecado.
Y por último el escritor nos llama a una santificación Práctica, como parte de la purificación.
Tener lavados los cuerpos con agua pura, es una implicación a dejar que día a día el Espíritu Santo nos cambie, y que su palabra (agua), nos limpie.
Esos dos aspectos en la vida del creyente pueda llegar a la presencia de Dios con confianza.

Conclusión:

Un principio de oración efectiva es.
Acercarnos a Dios confiadamente, recordando que tenemos a Jesucristo como Sumo Sacerdote, que intercede por nosotros, pero revisando que lo hagamos sinceramente, con corazones limpios de mala conciencia y purificados por el Espíritu y por la Palabra.
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