Una Llamada De Alerta

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UNA LLAMADA DE ALERTA

Jeremías 4:1-4

 

 

Introducción.

 

     Después de una victoriosa campaña de tres días es necesario meditar en lo que Dios nos habló y la manera en que Dios a través de su Espíritu nos ministró.  A través de los años en mi caminar con el Señor he aprendido que para escuchar la voz de Dios y discernir el mover del Espíritu Santo en nuestras vidas, se necesita humillarse delante de Dios y estar abierto a recibir cualquiera sea el mensaje que Dios quiere hablarnos.

     Esta semana para mí ha sido bien particular por las cosas que Dios ha hecho en mi vida, y las cosas que Dios me ha mostrado.  Muchas de ellas no las puedo compartir con ustedes porque es algo que Él me lo ha dado para mi, para enseñarme muchas cosas.

     La pregunta que cabe es ¿por qué después de una victoria tan maravillosa, Dios tiene para nosotros un mensaje de alerta?   Permítame decirles, todas estas noches me he estado acostando tardísimo, alrededor de las 2:00 de la mañana y aún así ya a las 6:00 estoy despierto, porque el Señor no me permite dormir más.  He aprendido en el Señor que uno tiene que ser diligente y que cuando Dios pone algo en nuestras manos no nos podemos dormir en nuestros laureles, hay que trabajar y hay que trabajar desde temprano, antes que raye el alba.

     Temprano en la mañana me vine al templo a buscar el rostro de Dios en oración, por dos razones: una, porque Dios despertó un hambre en mí de buscar más de Él, y otra porque a través de la experiencia he aprendido a conocer las artimañas del enemigo.  El nunca juega limpio, y sabe que el momento más vulnerable de un cristiano es después de una gran victoria.   Examine el texto bíblico y podrá comprobarlo, lo que le pasó a David con Betsabé fue un descuido, Dios le había dado a David victoria sobre sus enemigos, y en una siguiente batalla, se confió y mandó a otros a pelear, mientras el enemigo le tendía una trampa.   Considere el caso de Elías un día sobre la cumbre del monte Carmelo retando y venciendo a los profetas de Baal.  Dios le dio una gran victoria, y apenas terminó de exterminar a los falsos profetas, una mujer llamada Jezabel juró que ella le iba a hacer lo mismo a Elías.  Cuando no ponemos nuestra confianza en el Señor un día podemos estar en la cumbre y al día siguiente metidos en una cueva.

     Si le presta atención a los dos ejemplos que he mencionado se dará cuenta que el origen de nuestra derrota puede ser externo o interno.  Por eso en todo momento debemos estar metidos con el Señor y no descuidarnos para nada.

     En este mensaje yo deseo ir al grano.  Le pedí a Dios en oración, Señor dame palabra para tu pueblo hoy, y a mi corazón llegaron tres palabras que sé que las puso Dios.

 

 

 

A)      Humillación.

 

     Pienso que esta es una de las cualidades que más hace falta en la iglesia del Señor hoy en día.  Vivimos con un orgullo y una arrogancia que nos aparta de la Presencia de Dios.  Para que Dios visite a la iglesia hoy en día, el pueblo tiene que humillarse delante de Dios.   No me refiero a una simple oración de 15 o 20 minutos.  Estoy hablando de algo más profundo, me refiero a una actitud del corazón que derribe las fortalezas que tenemos dentro de nosotros mismos.

     Somos personas muy selectivas, y muchas veces decimos, no me gusta como este hermano canta, no me gusta como tal hermana predica, o enseña.  Dios dice no les voy a hablar a menos que no derriben esa fortaleza y aprecien mi Palabra sin importarles el instrumento que Yo uso.

     Hay otros que quieren las cosas a su manera y Dios no puede bendecirles a menos que le digamos al Señor: Señor, no como yo quiera, sino como tú quieras.   Necesitamos deshacernos de ese orgullo, porque la Biblia dice que Dios resiste al soberbio.

     La humillación no es algo de un momento dado, debe ser una actitud del corazón que anhela más de Dios,  si quieres que Dios te bendiga, debes empezar por humillarte, si quieres que Dios te use, debes humillarte, si quieres que Dios haga algo con los tuyos, debes humillarte.

     Aprendamos que en este camino, lo más importante no somos nosotros, sino el Señor. En la noche de ayer, el Señor usó a su sierva con una palabra profética a mi vida.  Los que estuvieron aquí escucharon lo que Dios habló, pero quiero decirles que antes de que Dios la usara a ella en esa palabra que me habló, ya Dios me lo había revelado en sueños hace 5 días.  Yo no sé cómo hay creyentes que dicen que Dios no les habla.  Dios me dio un sueño en donde no me dijo ni una sola palabra, pero me puso en un lugar y me mostró distintas cosas, y cuando me desperté entendí qué era lo que Dios me estaba diciendo.

     Hermanos, tengamos cuidado, porque Dios todavía habla y revela, y hoy te dice, te quiero usar, pero humillarte y buscar mi rostro como nunca antes lo habías hecho, cuando derribes todas las fortalezas que tienes en tu vida, entonces me revelaré a ti.

B)      Consagración.

 

      Dios está buscando un pueblo consagrado.  La consagración no es una opción (si quiero o no quiero).  La consagración es un mandato de Dios para Su pueblo.  Hay creyentes que le da lo mismo si oran o no oran, si vienen a la iglesia o no.  No leen la

Biblia, no ayunan, no vigilan, pero quieren bendiciones.

     Revisando el diccionario bíblico, observaba lo que dice sobre consagración:  Traducción de tres palabras hebreas. La primera significa «separar» o → «Santificar». Viene de la raíz de «santo» y se traduce preferentemente por «santificar» por tratarse de aquello que está apartado exclusivamente para Dios (Éx 13.2; Is 13.3; Jer 1.5). El equivalente en el Nuevo Testamento también se traduce por «santificar» (Jn 10.36; 17.19; 1 Co 7.14).

La segunda viene de la raíz de → «Nazareo» (Nm 6) y significa también «apartar», «dedicar» (Lv 21.12; Nm 6.9, 18, 19).

La tercera significa «llenar la mano». Es esta la frase más usada en el Antiguo Testamento para expresar consagración, casi siempre en relación con el sacerdocio. Se traduce literalmente en Éx 29.33. Las manos del → Sacerdote se llenaban con la ofrenda que había de ofrecer a Jehová.

     Cuando una persona está consagrada al Señor, hay lugares donde no se irá a meter, hay conversaciones en la que no participará, hay palabras que no dirá, hay cosas que no serán para esa persona una forma de entretenimiento a causa de la unción que hay en su vida, y por la cual se paga un alto precio.

     No podemos vivir una vida sin compromisos con Dios, haciendo las cosas a la ligera, poniendo a Dios en segundo, tercer y hasta en último lugar.  Esos lugares no son para Dios.  Si usted, en su vida, consciente o inconscientemente, tiene a Dios en  otro lugar que no sea el primero, usted está cometiendo el pecado de idolatría; porque idolatría es todo aquello que ponemos por encima de Dios.   Nuestro Dios no puede ser el Dios de un pueblo idólatra.

     La consagración es representada en el orden de las ofrendas que Dios había establecido, como la ofrenda de holocausto: (enteramente quemada). El → Sacrificio más antiguo de la Biblia (Gn 4; 8.20; 22.2; Éx 10.25) y uno de los más importantes en la religión israelita. Después de degollar al animal, se rociaba su sangre sobre el altar. Antes de prender el fuego, se lavaban los intestinos de la víctima y se acomodaba las partes sobre el altar. En el caso de las aves, se les quitaban las plumas y el buche y ambas cosas se desechaban, pero lo demás se quemaba por entero.

Se ofrecía holocausto cada mañana y cada tarde, y en ocasiones especiales como después del parto para la purificación de la mujer (Lv 12.6–8), o para la limpieza de un leproso (Lv 14.10–31), de un hombre o mujer con flujo (15.15ss) o de un nazareno (Nm 6.10ss).

C)  Temor.

     La tercera palabra que vino a mi corazón es temor.  Es desafortunado decir que esta es otra cualidad que hace falta en la iglesia de Dios en nuestros días.  Parte de mi experiencia en el pastorado es triste, porque he visto distintas clases de personas que han perdido el temor a Dios.   He visto, con tristeza, a personas que ministran al Señor con manos inmundas, personas que cuando conocieron al Señor no practicaban ciertas cosas, pero que ahora comienzan a usar y practicar cosas que antes no hacían.   Se han ido deslizando poco a poco del lugar donde Dios los tenía.

     Lo más alarmante es ver creyentes que se unen en relaciones ilícitas, estando en las iglesias, y piensan que nadie se dio cuenta, que el pastor no sabe.  Permítame decirles algo,  Dios revela y saca a la luz.  Creo firmemente que en este tiempo vamos a ver a Dios ejerciendo juicio en su Iglesia, que no es coincidencia, aunque ore el pastor o el evangelista o la misionera, no se van a sanar, porque es parte del juicio de Dios con esa persona; porque Dios va a empezar a limpiar su Iglesia antes de entregársela a Su Hijo.

     El «temor de Dios» puede calificarse como reverencia y reconocimiento de la majestad, el poder y la santidad de Dios; o sea, respeto filial. Es este temor el que Dios pide en Sal 33.8; 34.9; 112.1. En el Antiguo Testamento, por la importancia dada a la Ley en la vida de los israelitas, a menudo se consideraba la verdadera religión como sinónimo del temor de Dios (cf. Sal 34.11; Jer 2.19; etc.).

     El caso de Ananías y Safira está registrado como un ejemplo del juicio de Dios ejercido dentro de la misma iglesia, para que otros aprendan a temer.   Personas que no temen hablar mal de otros; hermano, a mí no me traiga ningún chisme de nadie.  Si usted sorprende a un hermano o hermana en una falta, haga lo que dice la Biblia, ore por el o ella, restáurelo, confróntele para que abandone su pecado y si no quiere, entonces, dígale voy a conversar con el Pastor para ponerlo al tanto porque esto necesita corrección, pero nunca vaya donde otra persona a divulgar nada, porque eso no es lo que el Señor quiere.

     Iglesia, Dios quiere traer un mover especial y como nunca antes has visto sobre tu vida, pero para que lo veas hecho una realidad, Dios pone en tu mente y en tu corazón tres palabras:  humillación, consagración y temor.

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