Sermón sin título
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Entonces Abraham volvió a hablar:
—Ya que he comenzado, permíteme decir algo más a mi Señor, aunque no soy más que polvo y cenizas.
Eso agradó a Potifar, quien pronto nombró a José su asistente personal. Lo puso a cargo de toda su casa y de todas sus posesiones.
Pues Potifar le dio a José total y completa responsabilidad administrativa sobre todas sus posesiones. Con José a cargo, Potifar no se preocupaba por nada, ¡excepto qué iba a comer!
José era un joven muy apuesto y bien fornido,
En esos días, un hombre y una mujer de la tribu de Leví se casaron. La mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo. Al ver que era un niño excepcional, lo escondió durante tres meses.
En primer lugar, celebra el Festival de los Panes sin Levadura. Durante siete días, prepararás sin levadura el pan que comas, tal como yo te ordené. Celebra este festival cada año, en el tiempo señalado, a comienzos de la primavera, en el mes de abib, porque en esa fecha se cumple el aniversario de tu salida de Egipto. Nadie podrá presentarse ante mí sin una ofrenda.
»Celebra la Pascua en honor al Señor tu Dios cada año, a comienzos de la primavera, en el mes de abib, porque ése fue el mes en que el Señor tu Dios te sacó de la tierra de Egipto durante la noche. Tu sacrificio de la Pascua puede ser tanto de tu rebaño como de tu manada, y deberás sacrificarlo al Señor tu Dios en el lugar de adoración designado, el lugar que él elija para que su nombre sea honrado. Cómelo junto con pan preparado sin levadura. Durante siete días prepararás sin levadura el pan que comas, tal como cuando saliste de Egipto con tanto apuro. Come ese pan —el pan del sufrimiento— para que recuerdes toda tu vida el día que saliste de Egipto. Durante esos siete días que no se encuentre ni un poco de levadura en las casas de tu tierra. También, cuando sacrifiques el cordero de la Pascua al atardecer del primer día, no dejes que sobre nada para el día siguiente.
»No sacrificarás el animal para la Pascua en cualquier ciudad que el Señor tu Dios te da. Tendrás que ofrecerlo sólo en el lugar de adoración designado, el lugar que el Señor tu Dios elija para que su nombre sea honrado. Sacrifícalo al atardecer, cuando cae el sol, el día del aniversario de tu éxodo de Egipto. Asa el cordero y cómelo en el lugar que el Señor tu Dios elija. Luego puedes volver a tu carpa a la mañana siguiente. Durante los seis días siguientes, no comerás pan preparado con levadura. El séptimo día también proclámalo santo en honor al Señor tu Dios, y ese día nadie hará ninguna clase de trabajo.
Así que cuando nació su hijo, ella lo llamó Sansón. Y el Señor lo bendijo, y el niño creció.
Entonces el Señor le dio a Ana tres hijos y dos hijas. Entre tanto, Samuel crecía en la presencia del Señor.
Mientras tanto, el niño Samuel crecía en estatura física y en el favor del Señor y en el de toda la gente.
David se hacía cada vez más poderoso, porque el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales estaba con él.
La vida que me has dado no es más larga que el ancho de mi mano.
Toda mi vida es apenas un instante para ti;
cuando mucho, cada uno de nosotros es apenas un suspiro».
Interludio
Sólo con tu poder hacemos retroceder a nuestros enemigos,
sólo en tu nombre podemos pisotear a nuestros adversarios.
Hijo mío, nunca olvides las cosas que te he enseñado;
guarda mis mandatos en tu corazón.
Si así lo haces, vivirás muchos años,
y tu vida te dará satisfacción.
¡Nunca permitas que la lealtad ni la bondad te abandonen!
Átalas alrededor de tu cuello como un recordatorio.
Escríbelas en lo profundo de tu corazón.
Entonces tendrás tanto el favor de Dios como el de la gente,
y lograrás una buena reputación.
Y el Espíritu del Señor reposará sobre él:
el Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
el Espíritu de consejo y de poder,
el Espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
Él se deleitará en obedecer al Señor;
no juzgará por las apariencias
ni tomará decisiones basadas en rumores.
¡Escuchen! Es la voz de alguien que clama:
«¡Abran camino a través del desierto
para el Señor!
¡Hagan una carretera derecha a través de la tierra baldía
para nuestro Dios!
Rellenen los valles
y allanen los montes y las colinas;
enderecen las curvas
y suavicen los lugares ásperos.
Entonces se revelará la gloria del Señor
y todas las personas la verán.
¡El Señor ha hablado!».
El Señor le dio el siguiente mensaje a Miqueas de Moreset durante los años cuando Jotam, Acaz y Ezequías eran reyes de Judá. Las visiones que tuvo tenían que ver con Samaria y con Jerusalén.
¡Atención! ¡Que todos los habitantes del mundo escuchen!
Que oiga la tierra y todo lo que hay en ella.
El Señor Soberano hace acusaciones en contra de ustedes;
el Señor habla desde su santo templo.
¡Miren! ¡Viene el Señor!
Sale de su trono en el cielo
y pisotea las cumbres de la tierra.
Las montañas se derriten debajo de sus pies
y se derraman sobre los valles
como cera en el fuego,
como agua que desciende de una colina.
¿Y por qué sucede esto?
Es a causa de la rebelión de Israel,
sí, por los pecados de toda la nación.
¿Quién es culpable de la rebelión de Israel?
¡Samaria, su ciudad capital!
¿Dónde está el centro de la idolatría en Judá?
¡En Jerusalén, su capital!
«Así que, yo, el Señor, haré de la ciudad de Samaria
un montón de escombros.
Sus calles serán aradas
para plantar viñedos.
Haré rodar las piedras de sus paredes hacia el valle
hasta dejar al descubierto sus cimientos.
Todas sus imágenes talladas serán aplastadas;
todos sus tesoros sagrados serán quemados.
Estas cosas fueron compradas con dinero
ganado por su prostitución,
pero ahora serán arrebatadas
para pagar prostitutas en otro lugar».
Por lo tanto, lloraré y me lamentaré;
andaré descalzo y desnudo.
Aullaré como un chacal
y gemiré como un búho.
I made progress in her;
to him who gives wisdom I will give glory.
José, su prometido, era un hombre bueno y no quiso avergonzarla en público; por lo tanto, decidió romper el compromiso en privado.
En esos días, Juan el Bautista llegó al desierto de Judea y comenzó a predicar. Su mensaje era el siguiente: «Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca». El profeta Isaías se refería a Juan cuando dijo:
«Es una voz que clama en el desierto:
“¡Preparen el camino para la venida del Señor!
¡Ábranle camino!”».
Juan usaba ropa tejida con pelo rústico de camello y llevaba puesto un cinturón de cuero alrededor de la cintura. Se alimentaba con langostas y miel silvestre. Gente de Jerusalén, de toda Judea y de todo el valle del Jordán salía para ver y escuchar a Juan; y cuando confesaban sus pecados, él las bautizaba en el río Jordán.
Cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos venían a mirarlo bautizar, los enfrentó. «¡Camada de víboras! —exclamó—. ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira divina que se acerca? Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios. No se digan simplemente el uno al otro: “Estamos a salvo porque somos descendientes de Abraham”. Eso no significa nada, porque les digo que Dios puede crear hijos de Abraham de estas piedras. Ahora mismo el hacha del juicio de Dios está lista para cortar las raíces de los árboles. Así es, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y arrojado al fuego.
»Yo bautizo con agua a los que se arrepienten de sus pecados y vuelven a Dios, pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Está listo para separar el trigo de la paja con su rastrillo. Luego limpiará la zona donde se trilla y juntará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego interminable».
Luego Jesús fue de Galilea al río Jordán para que Juan lo bautizara,
¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?
Por lo tanto, todo árbol que no produce frutos buenos se corta y se arroja al fuego.
¡Camada de víboras! ¿Cómo podrían hombres malvados como ustedes hablar de lo que es bueno y correcto? Pues lo que está en el corazón determina lo que uno dice.
Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta:
—¿Se permite que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?
¡Serpientes! ¡Hijos de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno?
En ese mismo momento, los principales sacerdotes y los ancianos estaban reunidos en la residencia de Caifás, el sumo sacerdote,
Esta es la Buena Noticia acerca de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios. Comenzó tal como el profeta Isaías había escrito:
«Mira, envío mi mensajero delante de ti,
y él preparará tu camino.
Es una voz que clama en el desierto:
“¡Preparen el camino para la venida del Señor!
¡Ábranle camino!”».
Ese mensajero era Juan el Bautista. Estaba en el desierto y predicaba que la gente debía ser bautizada para demostrar que se había arrepentido de sus pecados y vuelto a Dios para ser perdonada. Toda la gente de Judea, incluidos los habitantes de Jerusalén, salían para ver y oír a Juan; y cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán. Juan usaba ropa tejida con pelo rústico de camello y llevaba puesto un cinturón de cuero alrededor de la cintura. Se alimentaba con langostas y miel silvestre.
Juan anunciaba: «Pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de inclinarme como un esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Yo los bautizo con agua, ¡pero él los bautizará con el Espíritu Santo!».
Cierto día, Jesús llegó de Nazaret de Galilea, y Juan lo bautizó en el río Jordán.
Luego la madre y los hermanos de Jesús vinieron a verlo. Se quedaron afuera y le mandaron a decir que saliera para hablar con ellos. Había una multitud sentada alrededor de Jesús, y alguien dijo: «Tu madre y tus hermanos están afuera y te llaman».
Jesús respondió: «¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?». Entonces miró a los que estaban a su alrededor y dijo: «Miren, estos son mi madre y mis hermanos. Todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Y se burlaban: «Es un simple carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón. Y sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros». Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en él.
»Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora en que sucederán esas cosas, ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo. Sólo el Padre lo sabe.
—No tengas miedo, María —le dijo el ángel—, ¡porque has hallado el favor de Dios!
Juan creció y se fortaleció en espíritu. Y vivió en el desierto hasta que comenzó su ministerio público a Israel.
pero María guardaba todas estas cosas en el corazón y pensaba en ellas con frecuencia.
He visto tu salvación,
Allí el niño crecía sano y fuerte. Estaba lleno de sabiduría, y el favor de Dios estaba sobre él.
Cada año, los padres de Jesús iban a Jerusalén para el festival de la Pascua.
Sus padres no sabían qué pensar.
—Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? —le dijo su madre—. Tu padre y yo hemos estado desesperados buscándote por todas partes.
—¿Pero por qué tuvieron que buscarme? —les preguntó—. ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Luego regresó con sus padres a Nazaret, y vivió en obediencia a ellos. Y su madre guardó todas esas cosas en el corazón.
Era el año quince del reinado de Tiberio, el emperador de Roma. Poncio Pilato era gobernador de Judea; Herodes Antipas gobernaba Galilea; su hermano Felipe gobernaba Iturea y Traconite; y Lisanias gobernaba Abilinia. Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. En ese tiempo, un mensaje de Dios llegó a Juan, hijo de Zacarías, que vivía en el desierto. Entonces Juan fue de un lugar a otro, por ambos lados del río Jordán, predicando que la gente debía ser bautizada para demostrar que se había arrepentido de sus pecados y vuelto a Dios para ser perdonada. Isaías había hablado de Juan cuando dijo:
«Es una voz que clama en el desierto:
“¡Preparen el camino para la venida del Señor!
¡Ábranle camino!
Los valles serán rellenados,
y las montañas y las colinas, allanadas.
Las curvas serán enderezadas,
y los lugares ásperos, suavizados.
Y entonces todas las personas verán
la salvación enviada por Dios”».
Cuando las multitudes acudieron a Juan para que los bautizara, les dijo:
—¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira de Dios que se acerca? Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios. No se digan simplemente el uno al otro: “Estamos a salvo porque somos descendientes de Abraham”. Eso no significa nada, porque les digo que Dios puede crear hijos de Abraham de estas mismas piedras. Ahora mismo el hacha del juicio de Dios está lista para cortar las raíces de los árboles. Así es, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y arrojado al fuego.
Las multitudes preguntaron:
—¿Qué debemos hacer?
Juan contestó:
—Si tienes dos camisas, da una a los pobres. Si tienes comida, comparte con los que tienen hambre.
Hasta los corruptos recaudadores de impuestos vinieron a bautizarse y preguntaron:
—Maestro, ¿qué debemos hacer?
Él les contestó:
—No recauden más impuestos de lo que el gobierno requiere.
—¿Qué debemos hacer nosotros? —preguntaron algunos soldados.
Juan les contestó:
—No extorsionen ni hagan falsas acusaciones, y estén satisfechos con su salario.
Todos esperaban que el Mesías viniera pronto, y tenían muchas ganas de saber si Juan era el Mesías. Juan contestó a sus preguntas diciendo: «Yo los bautizo con agua, pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él está listo para separar el trigo de la paja con su rastrillo. Luego limpiará la zona donde se trilla y juntará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego interminable».Juan usó muchas advertencias similares al anunciar la Buena Noticia al pueblo.
También Juan criticó públicamente a Herodes Antipas, el gobernador de Galilea, por haberse casado con Herodías, la esposa de su hermano, y por muchas otras injusticias que había cometido. Así que Herodes metió a Juan en la cárcel, agregando a sus muchos pecados uno más.
Cierto día, en que las multitudes se bautizaban, Jesús mismo fue bautizado. Mientras él oraba, los cielos se abrieron, y el Espíritu Santo, en forma visible, descendió sobre él como una paloma. Y una voz dijo desde el cielo: «Tú eres mi Hijo muy amado y me das un gran gozo».
Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su ministerio público.
Jesús era conocido como el hijo de José.
José era hijo de Elí.
Elí era hijo de Matat.
Matat era hijo de Leví.
Leví era hijo de Melqui.
Melqui era hijo de Jana.
Jana era hijo de José.
José era hijo de Matatías.
Matatías era hijo de Amós.
Amós era hijo de Nahum.
Nahum era hijo de Esli.
Esli era hijo de Nagai.
Nagai era hijo de Maat.
Maat era hijo de Matatías.
Matatías era hijo de Semei.
Semei era hijo de Josec.
Josec era hijo de Judá.
Judá era hijo de Joana.
Joana era hijo de Resa.
Resa era hijo de Zorobabel.
Zorobabel era hijo de Salatiel.
Salatiel era hijo de Neri.
Neri era hijo de Melqui.
Melqui era hijo de Adi.
Adi era hijo de Cosam.
Cosam era hijo de Elmodam.
Elmodam era hijo de Er.
Er era hijo de Josué.
Josué era hijo de Eliezer.
Eliezer era hijo de Jorim.
Jorim era hijo de Matat.
Matat era hijo de Leví.
Leví era hijo de Simeón.
Simeón era hijo de Judá.
Judá era hijo de José.
José era hijo de Jonán.
Jonán era hijo de Eliaquim.
Eliaquim era hijo de Melea.
Melea era hijo de Mainán.
Mainán era hijo de Matata.
Matata era hijo de Natán.
Natán era hijo de David.
David era hijo de Isaí.
Isaí era hijo de Obed.
Obed era hijo de Booz.
Booz era hijo de Salmón.
Salmón era hijo de Naasón.
Naasón era hijo de Aminadab.
Aminadab era hijo de Admín.
Admín era hijo de Arní.
Arní era hijo de Esrom.
Esrom era hijo de Fares.
Fares era hijo de Judá.
Judá era hijo de Jacob.
Jacob era hijo de Isaac.
Isaac era hijo de Abraham.
Abraham era hijo de Taré.
Taré era hijo de Nacor.
Nacor era hijo de Serug.
Serug era hijo de Ragau.
Ragau era hijo de Peleg.
Peleg era hijo de Heber.
Heber era hijo de Sala.
Sala era hijo de Cainán.
Cainán era hijo de Arfaxad.
Arfaxad era hijo de Sem.
Sem era hijo de Noé.
Noé era hijo de Lamec.
Lamec era hijo de Matusalén.
Matusalén era hijo de Enoc.
Enoc era hijo de Jared.
Jared era hijo de Mahalaleel.
Mahalaleel era hijo de Cainán.
Cainán era hijo de Enós.
Enós era hijo de Set.
Set era hijo de Adán.
Adán era hijo de Dios.
Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del río Jordán. Y el Espíritu lo llevó al desierto, donde fue tentado por el diablo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre.
Entonces el diablo le dijo:
—Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se transforme en pan.
Jesús le dijo:
—¡No! Las Escrituras dicen: “La gente no vive sólo de pan”.
Entonces el diablo lo llevó a una parte alta y desplegó ante él todos los reinos del mundo en un solo instante.
—Te daré la gloria de estos reinos y autoridad sobre ellos —le dijo el diablo—, porque son míos para dárselos a quien yo quiera. Te daré todo esto si me adoras.
Jesús le respondió:
—Las Escrituras dicen:
“Adora al Señor tu Dios
y sírvele sólo a él”.
Entonces el diablo lo llevó a Jerusalén, al punto más alto del templo, y dijo:
—Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate! Pues las Escrituras dicen:
“Él ordenará a sus ángeles que te protejan y te guarden.
Y te sostendrán con sus manos
para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra”.
Jesús le respondió:
—Las Escrituras también dicen: “No pondrás a prueba al Señor tu Dios”.
Cuando el diablo terminó de tentar a Jesús, lo dejó hasta la siguiente oportunidad.
Al oír eso la gente de la sinagoga se puso furiosa. Se levantaron de un salto, lo atacaron y lo llevaron a la fuerza hasta el borde del cerro sobre el cual estaba construida la ciudad. Querían arrojarlo por el precipicio,
Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa.
Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea, oyó hablar de todo lo que Jesús hacía, quedó perplejo. Algunos decían que Juan el Bautista había resucitado de los muertos.
Le supliqué a tus discípulos que expulsaran ese espíritu, pero no pudieron hacerlo.
¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?
En ese tiempo, algunos fariseos le dijeron:
—¡Sal de aquí si quieres vivir! ¡Herodes Antipas quiere matarte!
Zaqueo trató de mirar a Jesús pero era de poca estatura y no podía ver por encima de la multitud.
Entonces todo el Concilio llevó a Jesús ante Pilato, el gobernador romano.
Cuando le dijeron que sí, Pilato lo mandó a Herodes Antipas, porque Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes, y dio la casualidad de que se encontraba en Jerusalén en ese momento.
Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista, para que contara acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por su testimonio. Juan no era la luz; era sólo un testigo para hablar de la luz.
Este fue el testimonio que dio Juan cuando los líderes judíos enviaron sacerdotes y ayudantes del templo desde Jerusalén para preguntarle:
—¿Quién eres?
Él dijo con toda franqueza:
—Yo no soy el Mesías.
—Bien. Entonces, ¿quién eres? —preguntaron—. ¿Eres Elías?
—No —contestó.
—¿Eres el Profeta que estamos esperando?
—No.
—Entonces, ¿quién eres? Necesitamos alguna respuesta para los que nos enviaron. ¿Qué puedes decirnos de ti mismo?
Juan contestó con las palabras del profeta Isaías:
«Soy una voz que clama en el desierto:
“¡Abran camino para la llegada del Señor!”».
Entonces los fariseos que habían sido enviados le preguntaron:
—Si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta, ¿con qué derecho bautizas?
Juan les dijo:
—Yo bautizo con agua, pero aquí mismo, en medio de la multitud, hay alguien a quien ustedes no reconocen. Aunque su servicio viene después del mío, yo ni siquiera soy digno de ser su esclavo, ni de desatar las correas de sus sandalias.
Ese encuentro ocurrió en Betania, una región situada al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Yo no sabía que era el Mesías, pero cuando Dios me envió a bautizar con agua, me dijo: “Aquél, sobre quien veas que el Espíritu desciende y reposa, es el que bautizará con el Espíritu Santo”.
No hacía falta que nadie le dijera cómo es el ser humano.
Entonces Jesús explicó: «Les digo la verdad, el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sólo hace lo que ve que el Padre hace. Todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo,
Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo según Dios me indica. Por lo tanto, mi juicio es justo, porque llevo a cabo la voluntad del que me envió y no la mía.
Por eso Jesús dijo: «Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre en la cruz, entonces comprenderán que Yo Soy. Yo no hago nada por mi cuenta, sino que digo únicamente lo que el Padre me enseñó.
—Nosotros somos descendientes de Abraham —le respondieron—, nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué quieres decir con “los hará libres”?
—¡Nuestro padre es Abraham! —declararon.
—No —respondió Jesús— pues, si realmente fueran hijos de Abraham, seguirían su ejemplo.
pero no sabemos cómo es que ahora puede ver ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él; ya tiene edad para hablar por sí mismo.
Por eso dijeron: «Ya tiene edad suficiente, entonces pregúntenle a él».
Caifás, quien era el sumo sacerdote en aquel tiempo, dijo: «¡No saben de qué están hablando!
Primero lo llevaron ante Anás, el suegro de Caifás, quien era sumo sacerdote en ese momento.
Juan bautizaba con agua, pero en unos cuantos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo».
todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.
El sumo sacerdote, Anás, estaba presente junto con Caifás, Juan, Alejandro y otros parientes del sumo sacerdote.
»Estos patriarcas tuvieron envidia de su hermano José y lo vendieron para que fuera esclavo en Egipto; pero Dios estaba con él y lo rescató de todas sus dificultades; y Dios le mostró su favor ante el faraón, el rey de Egipto. Dios también le dio a José una sabiduría fuera de lo común, de manera que el faraón lo nombró gobernador de todo Egipto y lo puso a cargo del palacio.
»En esos días nació Moisés, un hermoso niño a los ojos de Dios. Sus padres lo cuidaron en casa durante tres meses.
Entonces pensé en las palabras del Señor cuando dijo: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”.
Cuando estaba en los últimos días de su ministerio, Juan preguntó: “¿Creen ustedes que yo soy el Mesías? No, ¡no lo soy! Pero él pronto viene, y yo ni siquiera soy digno de ser su esclavo ni de desatarle las sandalias de sus pies”.
Pablo dijo:
—El bautismo de Juan exigía arrepentirse del pecado; pero Juan mismo le dijo a la gente que creyera en el que vendría después, es decir, en Jesús.
Por esto, siempre trato de mantener una conciencia limpia delante de Dios y de toda la gente.
Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer;
La noche ya casi llega a su fin; el día de la salvación amanecerá pronto. Por eso, dejen de lado sus actos oscuros como si se quitaran ropa sucia, y pónganse la armadura resplandeciente de la vida recta.
Pues el reino de Dios no se trata de lo que comemos o bebemos, sino de llevar una vida de bondad, paz y alegría en el Espíritu Santo. Si tú sirves a Cristo con esa actitud, agradarás a Dios y también tendrás la aprobación de los demás.
Yo superaba ampliamente a mis compatriotas judíos en mi celo por las tradiciones de mis antepasados.
Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.
Además, mis amados hermanos, quiero que sepan que todo lo que me ha sucedido en este lugar ha servido para difundir la Buena Noticia.
En cambio, renunció a sus privilegios divinos;
adoptó la humilde posición de un esclavo
y nació como un ser humano.
Cuando apareció en forma de hombre,
Quiero que ellos cobren ánimo y estén bien unidos con fuertes lazos de amor. Quiero que tengan la plena confianza de que entienden el misterioso plan de Dios, que es Cristo mismo. En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento.
Quieren ser reconocidos como maestros de la ley de Moisés, pero no tienen ni idea de lo que están diciendo a pesar de que hablan con mucha seguridad.
Evita las conversaciones inútiles y necias, que sólo llevan a una conducta cada vez más mundana.
pero no se saldrán con la suya por mucho tiempo. Algún día, todos se darán cuenta de lo tontos que son, tal como pasó con Janes y Jambres.
pero los malos y los impostores serán cada vez más fuertes. Engañarán a otros, y ellos mismos serán engañados.
Cuando la tierra se empapa de la lluvia que cae y produce una buena cosecha para el agricultor, recibe la bendición de Dios. En cambio, el campo que produce espinos y cardos no sirve para nada. El agricultor no tardará en maldecirlo y quemarlo.
Fue por la fe que hasta Sara pudo tener un hijo, a pesar de ser estéril y demasiado anciana. Ella creyó que Dios cumpliría su promesa.
Fue por la fe que cuando nació Moisés, sus padres lo escondieron durante tres meses. Vieron que Dios les había dado un hijo fuera de lo común y no tuvieron temor de desobedecer la orden del rey.
Es obvio que no hay mérito en ser paciente si a uno lo golpean por haber actuado mal, pero si sufren por hacer el bien y lo soportan con paciencia, Dios se agrada de ustedes.