¿Cuál es nuestro deleite? (San Isidro)
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1 Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones;
2 sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche.
3 Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen.
4 ¡No sucede lo mismo con los malos! Son como paja inútil que esparce el viento.
5 Serán condenados cuando llegue el juicio; los pecadores no tendrán lugar entre los justos.
6 Pues el Señor cuida el sendero de los justos, pero la senda de los malos lleva a la destrucción.
Introducción
Introducción
Mi deseo en este día es que puedas ser fortalecido y animado por medio de la Palabra de Dios de modo que puedas seguir adelante en este caminar, con paso firme y enfrentar con valentía los retos de esta vida.
Si pretendemos hacer una lista de aquellas cosas que debemos considerar para lograr esto, ciertamente no acabaríamos. Porque, sin duda, hay muchas cosas importantes que debemos considerar.
Pero si nos detenemos y nos preguntamos, ¿qué es lo más importante que tú y yo debemos saber? ¿Qué es lo más importante que tú y yo debemos considerar? ¿Cuál es esa cosa a la que debemos apuntar, a la que debemos aspirar, en la que debemos fijar nuestra mirada? ¿Cuál es ese puerto, esa roca en donde debemos anclar nuestra vida?
¿Cuál es esa única cosa en la que, si somos exitosos, producirá en nosotros la mayor satisfacción, el mayor gozo, la mayor paz?
¿Cuál es esa única cosa que nos ayudará a crecer, a madurar, a florecer, a prevenir los fracasos, los pecados y los errores?
Creo que la respuesta la podemos encontrar en el Salmo 1.
Cuando estudiamos este salmo nos damos cuenta que el salmista hace un contraste entre dos tipos de personas. Entre los justos, aquellos que procuran vivir una vida que agrada a Dios, y los impíos, o los malos, aquellos que procuran simplemente satisfacer sus propios deseos.
Los primeros buscan ser dirigidos por Dios. Los últimos, por sus propias pasiones.
Los primeros buscan glorificar a Dios en todo lo que hacen. Los últimos, buscan la gloria para ellos mismos.
Una progresión (deterioro)
Una progresión (deterioro)
La vida de los malos parece ser descrita por una progresión, o mejor dicho, por un deterioro.
El primero verso nos ilustra esto. Hay tres palabras claves que ilustran este proceso. Andar, o caminar o pasearse. Detenerse y finalmente sentarse.
¿Recuerdan esa frase pueblerina?
Si me invitan, voy, y si me gusta, me quedo.
Podemos visualizar este proceso de la siguiente manera. Hay un camino por el cual muchos andan. Y este camino tiene un destino. Cuando llegan a este destino deciden detenerse. Y lo que ven allí es tan atractivo que deciden permanecer.
La LBLA expone el verso 1 de la siguiente manera:
1 ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores,
La frase que se traduce como se sienta en la silla, tiene implicaciones mucho más profundas que simplemente sentarse a descansar o a ser espectador de algo.
Esta frase implica hacer allí morada. Establecer allí la vivienda.
(Ilustración de mi visita a New Orleans. Pero no tiene que ser tan dramático como esto. Puede simplemente detenernos en una conversación inapropiada.)
Este proceso de deterioro comienza, abriéndole la puerta a una tentación, o escuchando la opinión de aquellos que viven lejos de Dios.
Luego te detienes y permites que esa tentación o esas opiniones comiencen a influenciar tu manera de pensar. Y terminas cayendo en la tentación o actuando en base a la opinión de otro.
De pronto, estas sentado en la silla de los escarnecedores y si Dios tiene misericordia de ti y abre tus ojos te das cuenta que todo lo que ocurre allí es una burla, una mofa, una ofensa, una blasfemia al nombre de Dios.
¿Has sido alguna vez influenciado por la opinión de una persona que no tiene dos dedos de frente? Y de repente te encuentras en un lugar y cuando abres los ojos te preguntas, ¿qué rayos hago yo aquí? ¿Cómo pude haber sido influenciado por esta persona? ¿Cómo pude haberle hecho caso?
Aunque este salmo describe al impío o al malo, no significa que esta realidad no se aplique a nosotros. No significa que no sea una advertencia para nosotros. No significa que no estemos vulnerables o exentos de experimentar esto en nuestras vidas.
El reto para ti y para mí ese camino del que habla el verso 1 es precisamente el mundo en el que estamos viviendo.
Este mundo no descansa en su afán por capturar nuestra atención, influenciar nuestro pensamiento e impulsarnos a actuar de una manera que deshonra a Dios.
Satanás no descansa. Hollywood no descansa. Netflix no descansa. Las redes sociales no descansan. Los noticieros no descansan.
Por eso debemos estar muy conscientes de esto y resistir su influencia.
El patriarca José entendió muy bien la clave para no andar en el consejo de los impíos, ni detenerse en el camino de pecadores, ni sentarse en la silla de los escarnecedores. Cuando la tentación tocó a su puerta, él simplemente huyó. Salió corriendo. No le dio cabida al pensamiento. No jugó con la idea. No razonó consigo mismo. No trató de justificarlo. Simplemente huyó.
José sabía que si se detenía en ese camino no iba a tener la fuerza de voluntad para resistir la tentación.
¿No experimentamos esto con nuestros ojos, especialmente nosotros los varones?
Estamos siendo constantemente bombardeados con imágenes sensuales, en la calle, en las redes sociales, mientras navegamos en el internet.
¿Qué ocurre si nos detenemos a contemplar esa imagen en vez de pasarla rápidamente? Caemos en el peligro de perder nuestra fuerza de voluntad y ahí llega la caída.
Por eso tenemos que ser astutos como un jugador de tenis. Tenemos que andar con una raqueta de tenis en nuestra mente. Para alejar cada pensamiento o cada imagen que se nos es lanzada. O como diría le diría el apóstol Pablo a los efesios, debemos andar con el escudo de la fe para apagar los dardos de fuego del maligno. Pero si nos detenemos a contemplar, la caída será segura.
La consecuencia
La consecuencia
Si saltamos al verso cuatro vamos a ver la consecuencia de andar en el consejo de los impíos, de detenernos en el camino de los pecadores y de sentarnos en la silla de los escarnecedores.
El salmista compara a este tipo de persona con la paja que se lleva el viento. Es la imagen del proceso de remover la cáscara a una semilla que ya está lista para ser consumida, como por ejemplo, el trigo.
Hoy día hay procesos avanzados para realizar esto pero antes, para remover la cáscara, se lanzaba el trigo al aire. Como la cáscara es más liviana que el grano, esta se desprendía y el viento se la llevaba.
Entonces la persona que actúa de esta manera es llevada de un lugar a otro sin rumbo, ni dirección, ni propósito. Es ambivalente. Es fácilmente influenciada por su ambiente y manipulada por los demás. Cualquier cosa la desestabiliza porque no tiene un fundamente sólido. Y a la misma es capaz de creer cualquier mentira.
Jesús utilizó esta imagen del trigo cuando anunció la negación de Pedro:
31 »Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo;
32 pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos».
¡Qué maravilloso es saber que nuestro Señor ruega constantemente por nosotros delante de su Padre para que no seamos como la paja!
Insignificancia
Insignificancia
La paja tiene muy poco valor comparada con el grano, por lo que pudiéramos pensar que esta ilustración afirma que el impío de la misma forma tiene muy poco valor.
Pero no es posible afirmar esto ya que creemos que todo ser humano, independientemente de la manera como actúe, tiene un valor intrínseco por el simple hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios.
A lo que sí puede referirse esta imagen es que la vida del impío es insignificante. Nada de lo que hace tiene valor o trascendencia eterna. Su vida no glorifica a Dios ni trae valor a las demás personas.
Cuando una de las cosas que más desea el ser humano por naturaleza es tener significado, transcendencia, ser recordado, dejar un legado, aquel que anda en el consejo de los impíos, y se detiene en el camino de los pecadores, y se sienta en la silla de los escarnecedores, obtiene todo lo contrario.
Dice la última parte del verso 6 que su camino perecerá. Su camino, su vida, lo que se propone, sus sueños y anhelos, sus planes, perecerán.
Pero usted estará pensando, yo conozco muchos impíos que son muy prósperos. Ciertamente hay gente que pueden experimentar prosperidad física o material, pero si lo que hacen no tiene un efecto eterno, entonces no son verdaderamente prósperos.
Esto nos recuerda las impactantes palabras que dijo Jesús en una ocasión:
13 »Sólo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino.
14 Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son sólo unos pocos los que alguna vez lo encuentran.
No es Dios quien hace el camino difícil o la puerta angosta para mortificar a los seres humanos. Es nuestro pecado, es nuestra carne, es la maldad que reina en este mundo, es la caída, son las fuerzas espirituales de maldad, lo que dificulta el camino.
Entonces, según el salmista, ¿cuál es la alternativa para aquellos que deciden no andar por el camino de los impíos?
Otra progresión - Otro camino
Otra progresión - Otro camino
Existe otra progresión, otra alternativa, otro camino: el camino de los justos.
El salmista compara al justo con un árbol. Pero este no es cualquier árbol. Es un árbol que está plantado junto a un rio.
Este árbol nunca experimenta temporadas de sequía porque sus raíces siempre reciben el agua que necesita. Esto hace que sus ciclos de cosecha nunca se vean afectados. Que sus hojas nunca se marchiten. Que siempre esté verde y frondoso, y cuando llega su temporada, siempre da fruto.
Si hay algo que alegra el corazón de un buen puertorriqueño es ver un árbol de aguacate florecido.
¡Qué triste sería que llegara el verano y los árboles de aguacates no florecieran! ¡O los de panapén! ¡O los de mangó!
¿Pero qué fue lo que descubrió este árbol? Este árbol se dio cuenta que el rio es su fuente de vida. Su lugar seguro. Si tuviera la oportunidad de moverse, de replantarse en otro lugar, jamás lo haría. Ni siquiera lo consideraría.
Mientras el impío se pasea y considera cualquier camino y se planta en cualquier lugar, buscando satisfacer sus anhelos y pasiones, el justo ya ha encontrado todo lo que necesita. Ha encontrado al rio.
El Rio
El Rio
¿Y cuál es el rio que el justo ha descubierto?
Nada más y nada menos que la Palabra de Dios. Ese es el alimento que ha encontrado. Una fuente que no se agota. Cuando lo descubrió se dio cuenta que había descubierto un tesoro, incontable e incalculable.
Pero ese rio no solo es su alimento, sino que es su deleite.
Una cosa es consumir algún alimento. Otra cosa es consumir algo que nos produce deleite.
La palabra que se traduce como deleite implica la descripción de cosas que producen una satisfacción extrema. Cosas que producen placer y alegría.
En el Salmo 119 el salmista lo expresa de esta manera:
14 Me alegré en tus leyes tanto como en las riquezas.
Para el salmista la Palabra de Dios producía en él más satisfacción que las posesiones materiales.
En el Salmo 63:5 lo dice de esta manera:
5 Tú me satisfaces más que un suculento banquete; te alabaré con cánticos de alegría.
Piensa por un momento en algo que te produce puro deleite en la vida. Una comida, un postre, una bebida. Observar la naturaleza. Viajar. Ir de compras. Ver una buena película. Estar con tus mejores amigos. Correr bicicleta.
Ahora pregúntate, ¿sientes ese mismo nivel de deleite por la Palabra de Dios?
Yo no lo siento.
Yo procuro leer la Palabra todos los días y meditar en ella, y créame que lo disfruto. Y en muchas ocasiones siento a Dios muy cercano cuando medito en ella. En muchas ocasiones he sentido que Él me ha hablado directamente a través de su Palabra.
¿Pero sentir deleite?
Usted quizás pueda estar pensando que el salmista utilizó una hipérbole cuando escogió esta palabra.
O quizás el salmista descubrió algo que tú y yo aún no hemos descubierto.
Quizás la clave está en el mismo verso 2.
De día y de noche
De día y de noche
El salmista meditaba en la Palabra de día y de noche.
La palabra que el salmista utiliza y que se traduce como meditar es una palabra que también tiene unas implicaciones muy profundas. Es mucho más que leer y pensar o tratar de entender lo que estamos leyendo.
Esta palabra implica reflexionar profundamente acerca de una cosa. A nivel que la persona murmura en lo que está pensando. No es que esté loca.
Y este nivel de profundidad, mis amados, no ocurre en 15 minutos. Tampoco ocurre dos o tres veces en semana. O el domingo en el servicio de adoración. Tampoco ocurre cuando nuestra meta es simplemente completar nuestro plan de lectura diaria.
Esto conlleva tiempo. Esto conlleva silencio y quietud. Esto conlleva atención, enfoque y concentración. Esto conlleva esfuerzo e intencionalidad. Esto conlleva evaluar mis prioridades.
Esto conlleva reconocer que esto es fundamental para mi vida, por no decir que esto es cuestión de vida o muerte.
Esta expresión de que el salmista meditaba de día y de noche, no es otra cosa que una expresión para describir cuál era la prioridad en su vida.
Él reconoció que este era su alimento diario, su nutrición y que sin esto todo lo demás carecía de sentido.
En el Salmo 63:6 el salmista lo expresa de esta manera:
6 Recostado, me quedo despierto pensando y meditando en ti durante la noche.
A Martín Lutero se le atribuye la siguiente expresión que me fascina:
Tengo tantas cosas que hacer, que pasaré las primeras tres oras del día orando.
Prospera en todo lo que hace
Prospera en todo lo que hace
Finalmente el salmista afirma, en el verso 1 y en el 3, que esta persona que se deleita en la Palabra del Señor y que medita de día y de noche, es bienaventurado y que todo lo que hace prospera.
La palabra que se traduce como bienaventurado implica que la persona es agraciada por Dios. Que es bendecida. Que es afortunada. Que ha descubierto el verdadero significado de la vida.
Y por lo tanto prospera en todo lo que hace.
Pero esto no significa necesariamente prosperidad material o física.
Esto es una prosperidad mucho más profunda, mucho más elevada. Es una prosperidad espiritual y emocional. Porque la verdadera prosperidad en esta vida reside en conocer a Dios y tener una relación de intimidad con Él. Es ser alimentado constantemente de ese rio. La verdadera prosperidad es que Él se convierta en nuestra mayor satisfacción y en nuestro mayor deleite.
La prosperidad de este mundo pasará. Dejará de existir. Pero la prosperidad que encontramos en Dios, durará por toda la eternidad.
Con razón el Señor le dijo a Josué:
8 Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas.
Nuestra verdadera prosperidad está en amar a Dios, en conocerle, y en obedecer todo lo que Él nos pida.
Este hombre es Jesús
Este hombre es Jesús
Pero realmente, este salmo describe a Jesús. Realmente Él es el Justo.
Él es el verdadero bienaventurado. Él es quien realmente no anduvo en el consejo de los impíos, ni se detuvo en el camino de los pecadores, ni se sentó en la silla de los escarnecedores.
La Palabra de su Padre fue su deleite. Meditaba en ella de día y de noche. Estaba plantado firmemente junto al rio de su Padre. Y el fruto que dio en esta tierra fue abundante. Nunca se marchitó, porque nunca dudó de su Padre y todo lo que hizo en este mundo produjo abundante prosperidad.
Prosperidad al salvar a todo aquel que cree en Él y prosperidad al comprar con su muerte la restauración de toda la creación.
El día que Jesús tuvo el encuentro con la mujer samaritana, una vez llegaron los discípulos de comparar comida ocurrió lo siguiente:
31 Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús: —Rabí, come algo.
32 Jesús les respondió: —Yo tengo una clase de alimento que ustedes no conocen.
33 «¿Le habrá traído alguien de comer mientras nosotros no estábamos?» —se preguntaban los discípulos unos a otros.
34 Entonces Jesús explicó: —Mi alimento consiste en hacer la voluntad de Dios, quien me envió, y en terminar su obra.
Él quiere darnos su corazón
Él quiere darnos su corazón
Él hizo por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos. Y nos ofrece su victoria.
Si tú y yo decidimos hoy y todo los días de nuestra vida poner toda nuestra confianza en nuestro Señor Jesucristo y procuramos y nos esforzamos solo por una cosa: meditar y deleitarnos en su Palabra constantemente, te aseguro que le conoceremos más profundamente y el nos dará su corazón.
Él nos transformará para que veamos las cosas como Él las vez y por ende las hagamos como el quiere que las hagamos.
Hay un invaluable tesoro justo frente a nuestras narices. Solo tenemos que hecharle mano. Es nuestro.
Ciertamente esta vida seguirá trayendo sus afanes y dificultades. Pero si procuramos y permanecemos firmemente plantados en el rio de Dios, nuestras raíces crecerán fuertes, y podremos enfrentar las tempestades de la vida. Y sin importar lo que esté ocurriendo a nuestro alrededor, daremos fruto.
Porque el fruto se da naturalmente en un árbol que está bien nutrido y alimentado, y no hay nada más hermoso que ver un árbol florecido.
La gente se detiene a contemplarlo. Se trepan para arrancar sus frutos.
Si procuramos permanecer plantados en el rio de Dios, floreceremos, nos veremos hermosos. La gente se detendrá a contemplar nuestra vida. Y podrán ser alimentados de nuestros frutos. El fruto no es para el árbol. El fruto es para los demás.
No solo alimentaremos a la gente, sino que nos multiplicaremos. Nuestro fruto madurará, caerá al suelo y de allí nacerá otro árbol. Nuestro fruto producirá gente que se encuentre con Dios y que le conozca.