Marcos 11:27-33. (1)
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La Potestad y Autoridad de Jesús
La Potestad y Autoridad de Jesús
6. La potestad y autoridad del Señor—11:27–33.
a. El requerimiento de las autoridades (vv. 27, 28), que conjuntamente formaban el Gran Sanedrín, y cuestionaban sus credenciales y autoridad. Al haber actuado como dueño del templo el día anterior, el Señor Jesucristo había repudiado la autoridad de ellos, y era natural que disputaran con él. ¿Cuál era la naturaleza de su autoridad? ¿Cuál era su fuente? ¿Actuaba por autoridad humana o divina?
En el templo era donde se enseñaba al pueblo y donde se exponían asuntos doctrinales y de filosofía. Al andar Jesús por allí vinieron los representantes del gobierno judío para hacerle la pregunta en cuanto al origen o naturaleza de la autoridad con que hacía lo que hacía.
Si Jesús decía que lo hacía por cuenta propia, de inmediato lo arrestarían por su atrevimiento de perturbar la marcha de los negocios del templo.
Si decía que lo hacía en nombre de Dios, lo arrestarían igual por blasfemia.
Sin importar la respuesta que diera Jesús estaba en sus manos; por lo menos así creían los gobernantes judíos. Pero ellos no contaban con la inteligencia del Señor quien al preguntarles si el bautismo de Juan era de Dios o de los hombres.
Si decían que era de Dios, les preguntaría por qué no le habían creído;
si decían que era de los hombres, temían que el pueblo se fuera contra ellos, ya que el pueblo consideraba a Juan como uno de los profetas. Además, Juan había presentado a Cristo como el Mesías de Dios.
Los gobernantes judíos contestaron que no sabían cómo responder a la pregunta. Jesús les dijo que tampoco él les respondería. Muchos se enfrentan con la verdad pero encuentran difícil aceptarla. No se dan cuenta que al rehusarla se hunden cada vez en su propia decepción y sin esperanza.
b. La respuesta del Señor (vv. 29, 30). Como en otras ocasiones, Jesús respondió a la pregunta con otra pregunta, haciendo así que su respuesta dependiera de la de ellos. Además, quedaría al descubierto la hipocresía de estos religiosos.
De hecho, el Señor les está diciendo que su autoridad procede de la misma fuente que la de Juan el Bautista.
c. El reparo al responder (vv. 31–33a). ¡En qué aprieto se encontraban! Si contestaban que la obra de Juan era divina, se verían obligados a aceptar que Jesús era el Mesías, pues Juan así lo había señalado. Por otro lado, si afirmaban que su obra era humana, tendrían que afrontar la oposición y del pueblo pues todos tenían al Bautista por profeta y mártir.
Respondieron, entonces, con una evasiva—en realidad, una mentira—manifestando de ese modo su falta de autoridad espiritual. Hubiera sido más honesto que dijeran: “No queremos decirlo”.
d. La repulsa o negativa del Señor (v. 33b). Al no responder ellos a su pregunta, Jesús por su parte no estaba obligado a contestarles.
Podemos aprender de esto que Dios no da nueva evidencia al que rechaza la que ya tiene. No nos enseña nuevas verdades si hemos rechazado la verdad que él ya ha revelado. Este principio básico está expresado en Jn. 7:17. Puesto que los líderes judíos no habían aceptado la enseñanza de Juan, no tenía por qué decirles más. Si hubiesen obedecido el mensaje de Juan, se habrían sometido gozosamente a la autoridad de Cristo porque Juan había venido para presentar al Mesías a la nación.
LA POTESTAD Y AUTORIDAD DEL SEÑOR (11:27–33)
a. El requerimiento de las autoridades (27–28)
b. La respuesta del Señor (29–30)
c. El reparo al responder (31–33a)
d. La amonestación o negativa del Señor (33b)
[1] Carlos A. Morris, Comentario bı́blico del continente nuevo: San Marcos (Miami, FL: Editorial Unilit, 1992), 201–203.