Cristo como profeta
Cristo y su pertinencia hoy • Sermon • Submitted
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Introducción
Introducción
En las próximas semanas estaremos abordando la vida de Jesús desde diferentes ámbitos. Porque Jesús no fue un simple personaje de la historia, sino que fue tan importante que sus enseñanzas siguen teniendo pertinencia en el día de hoy.
Deuteronomio 18:15–19 (NTV)
Deuteronomio 18:15–19 (NTV)
Moisés siguió diciendo: «El Señor su Dios les levantará un profeta como yo de entre sus hermanos israelitas. A él tendrán que escucharlo,
pues eso fue lo que ustedes le pidieron al Señor su Dios cuando estaban reunidos al pie del monte Sinaí. Dijeron: “No queremos oír nunca más la voz del Señor nuestro Dios ni ver este fuego ardiente, porque moriremos”.
»Entonces el Señor me dijo: “Lo que el pueblo dice es cierto.
Levantaré un profeta como tú de entre sus hermanos israelitas. Pondré mis palabras en su boca, y él dirá al pueblo todo lo que yo le ordene.
Yo mismo trataré con cualquiera que no preste atención a los mensajes que el profeta proclame en mi nombre.
¿Por qué necesitamos un profeta?
¿Por qué necesitamos un profeta?
Uno que habla por inspiración divina.
Hay varios aspectos que se puede observar del texto Dt 18:16
pues eso fue lo que ustedes le pidieron al Señor su Dios cuando estaban reunidos al pie del monte Sinaí. Dijeron: “No queremos oír nunca más la voz del Señor nuestro Dios ni ver este fuego ardiente, porque moriremos”.
El pueblo de Israel no quería escuchar la voz de Dios. El pecado hace que escojamos a un profeta en vez de tener a Dios hablándonos directamente.
¿Por qué no queremos a Dios?
¿Por qué no queremos a Dios?
Dios nos confronta con nuestro pecado. Nuestra vida pecaminosa no quiere estar delante la presencia de un Dios santo, es por esto, que todo lo que tiene que ver con Dios nos incomoda. Nuestro cuerpo no quiere ser obediente a Dios.
Pablo tuvo que afirmar:
Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo.
Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago.
Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí.
He descubierto el siguiente principio de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal.
Amo la ley de Dios con todo mi corazón,
pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí.
¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte?
¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado.
¿Esto quiere decir que es un permiso para vivir de la manera que quiera?, pues mira lo que dice Pablo justo antes de ese texto.
Ahora bien, ¿acaso sugiero que la ley de Dios es pecaminosa? ¡De ninguna manera! De hecho, fue la ley la que me mostró mi pecado. Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: «No codicies».
La misericordia de Dios
La misericordia de Dios
A pesar de que el hombre no quería a Dios, y que prefería tener una relación con Dios mediante los profetas, en el texto principal que hemos leído.
Levantaré un profeta como tú de entre sus hermanos israelitas. Pondré mis palabras en su boca, y él dirá al pueblo todo lo que yo le ordene.
Dios prometió un profeta de entre los israelitas, el problema es que muchos interpretaron a que se refería a los profetas que se levantaron luego.
Pero, mira como dice levantaré un profeta. Así que Dios le estaba anticipando a Moisés la llegada de alguien en específico.
Juan 1:45 (NTV)
45 Felipe fue a buscar a Natanael y le dijo: —¡Hemos encontrado a aquel de quién Moisés y los profetas escribieron! Se llama Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
14 La gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, exclamó: «¡No hay duda de que es el Profeta que esperábamos!».
Aunque el pueblo quería a un profeta humano que les revelará todas las cosas de Dios. Dios decidió darle a su propio Hijo para morir en la cruz.
Nuestra realidad
Nuestra realidad
¿Cuántas veces nosotros hemos despreciado el amor de Dios por algo de menor valor?
El pueblo de Dios despreció el caminar con Dios, el hablar directamente con Dios, por un profeta humano.
Sin embargo, Dios mostró su misericordia que envío a su propio hijo como nuestro profeta.
Dios también muestra su misericordia contigo, en que no importa la veces que hayas despreciado a Dios, él sigue eligiéndote. Él sigue haciendo lo que prometió que haría. Él sigue amándote.